por CAÍO NAVARRO DE TOLEDO*
Un Rector de derechas alabado por todos.
“Es un monstruo. O mejor dicho, es un auténtico comunista”. (Zeferino Vaz).
Zeferino Vaz tiene una fuerte presencia en la historia de la educación en el estado de São Paulo, particularmente en sus instituciones de enseñanza superior. Director de la Facultad de Medicina Veterinaria de la USP (1936-1947), creador y director de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la USP (1951-1964) y fundador y Rector de la Universidad Estadual de Campinas (1966-1978). Durante 27 años, Zeferino Vaz tuvo un papel importante en el Consejo Universitario de la USP (1937-1964) y, en dos ocasiones, se postuló para el Rectorado de esa Universidad. Presidente del Consejo Estatal de Educación (1963), fue, durante la dictadura militar – por 17 meses –, Interventor-Rector de la Universidad Nacional de Brasilia (UnB), 1964-1965.
Como prueba del reconocimiento de esa intensa presencia en las instituciones de enseñanza superior y estrecho vínculo con las élites políticas del estado de São Paulo, se le rindieron varios homenajes públicos: Ciudadano de Honor de la ciudad de Campinas; calles de siete ciudades del estado de São Paulo y una carretera cerca de la Unicamp llevan su nombre. En 1981, el entonces gobernador biónico de São Paulo, Paulo Maluf, nombró a la Ciudad Universitaria de la Universidad Estadual de Campinas “Zeferino Vaz”.
Por su parte, los directivos de la Unicamp también homenajearon al ex Rector al designar con su nombre un premio que se otorga anualmente a profesores que se destacan por su producción académica; un auditorio en el Instituto de Economía también evoca la figura más grande de la Universidad. A nivel nacional, fue creado el “Grande Prêmio Capes de Tese Zeferino Vaz”.
Este alto reconocimiento público está en línea con la opinión de un número importante de profesores de la Unicamp, ya que en la Unicamp aún prevalece la imagen del notable “creador”, a quien toda la comunidad universitaria debe admirar y respetar reverencialmente. Según esa evaluación, la Unicamp, sin el trabajo de Zeferino Vaz, no habría alcanzado el prestigio y el reconocimiento que hoy alcanza en los medios académicos del país y del continente.
como líder académico sans peur et sans reproche, Vaz se exalta como un ferviente partidario de la Unicamp durante la dictadura militar. En esa perspectiva, se afirma que habría sido una honrosa excepción en tiempos en que la mayoría de los rectores brasileños aceptaban pasivamente las decisiones perpetradas contra sus comunidades académicas. En ese sentido, varios profesores (incluidos los de convicciones de izquierda) entienden que toda la comunidad académica, ayer y hoy, no puede dejar de rendir un permanente y renovado agradecimiento a Zeferino Vaz.
Lejos de desconocer los méritos innegables del constructor de importantes instituciones universitarias en el estado de São Paulo, afirmamos que una evaluación justa de la carrera académica de Zeferino Vaz no puede prescindir del análisis de sus posiciones políticas y convicciones ideológicas. En mi opinión, las posiciones políticas e ideológicas, lejos de ser marginales o irrelevantes, son elementos cruciales para comprender el ascenso y la proyección de Vaz en el escenario educativo brasileño.
Las afinidades políticas e ideológicas
Un libro sobre las relaciones entre la USP y Fundación Rockefeller examinó los compromisos políticos e ideológicos de Zeferino Vaz. A través de este trabajo, sabemos que, junto con Ernesto de Souza Campos, Vaz jugó un papel central en la profundización de las relaciones entre la USP y la fundación estadounidense. En palabras del autor, Ramos y Vaz, en Brasil, fueron las “principales figuras que difundieron el modelo modernizador de ciencia –elitista y conservador– formulado por la filantropía norteamericana”.
El autor muestra, por ejemplo, que las cuantiosas contribuciones financieras y la ayuda técnico-científica de esta Fundación (en las décadas de 1950 y 1960) permitieron la creación y consolidación de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la USP en la FMRP-USP – un modelo en la década de 1960 en el contexto de las facultades de medicina en Brasil- fue decisivo en la proyección del nombre de Zeferino Vaz en el estado de São Paulo y en todo el país.
la preferencia de Fundación Rockefeller para estos dos líderes académicos no habría sido gratuito, sino consciente y deliberado; en plena sintonía con la concepción de la producción científica que propugna esa entidad estadounidense y con los valores e ideales dominantes en la sociedad estadounidense (la defensa de la libre empresa y del “mundo libre”, el anticomunismo, el pragmatismo, etc.), durante guerra fría, ambos tenían concepciones ideológicas conservadoras y lazos políticos de derecha.
En 1945, Zeferino Vaz asumió la dirección de la Facultad de Veterinaria de la USP de la mano del interventor del estado de São Paulo, Fernando Costa; más tarde como miembro de la Partido Social Progresista, fundada y bajo el estricto control de su correligionario y amigo, Adhemar de Barros, Vaz sería designado en 1963 para encabezar la Secretaría de Salud del gobierno del estado de São Paulo y, a fines de ese año, para la Presidencia de la Junta Estatal de Educación. Aún así, bajo el patrocinio político del golpista de 1964, Vaz –que había combatido la creación de una Facultad de Medicina en Campinas– sería nombrado, en septiembre de 1965, Presidente del “Comité Organizador de la Universidad de Campinas”.
Aprobado el Informe de la Comisión, el 19/12/1966, el Consejo Estatal de Educación (CEE) crearía la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp). El 21/12/1966, por acto del Gobernador Laudo Natel –que había sucedido a Adhemar de Barros, acusado por “corrupción”–, Vaz sería nombrado Rector pro tempore de la Unicamp; posteriormente, fue confirmado en el cargo dos veces más, aunque la legislación que creó la Universidad prohibía la reelección. El apoyo que recibió de militares y políticos del estado de São Paulo convenció a los gobernadores biónicos de São Paulo (Laudo Natel y Abreu Sodré) de hacer la vista gorda ante la flagrante irregularidad legal. Durante 12 años, Zeferino Vaz fue Rector pro tempore de la Unicamp.
La intimidad que mantuvo con los gobernantes de turno recibió una aguda observación de Marcelo Damy, reconocido físico brasileño que tuvo una importante presencia en la creación del Instituto de Física de la Unicamp: “Un decano tiene que hablar con las autoridades estatales y federales en para recibir fondos. Pero no necesitaba ser janguista en el gobierno de Jango o Janio en el gobierno de Jânio o llevar al presidente Castelo Branco para poner la primera piedra de la Unicamp”.
Sin entrar aquí en las relaciones personales e ideológicas existentes entre Vaz y los políticos de las décadas de 1940 y 1950 -tarea que eventuales investigadores y biógrafos podrán esclarecer-, es posible mencionar algunos hechos y episodios relevantes, ocurridos en las décadas siguientes, que revelan los compromisos políticos e ideológicos de Vaz.
Es el propio dirigente universitario quien nos informa sobre sus posiciones políticas y relaciones militares en el contexto de 1964. Días después del golpe, el dirigente universitario expresó su inmensa alegría a un destacado ejecutivo de la Fundación Rockefeller, Robert Watson, porque Brasil vivía “días maravillosos que culminaron con la apertura quirúrgica del absceso infeccioso comunista que estaba minando a nuestro país por la acción directa de Jango Goulart y la camarilla comunista que lo rodeaba”.
En un extracto de la carta, expresó la histeria anticomunista del período de la Guerra Fría al referirse a un excolega de Medicina de la FMRP-USP: “Es un monstruo. O mejor dicho, es un auténtico comunista”.
Aunque magnificó la actuación golpista de su líder político, Adhemar de Barros, Vaz tenía razón al afirmar que sería un “craso error” pensar que el movimiento del 31 de marzo de 1964 tuvo sólo un carácter militar. Una prueba de participación ciudadana estaría en la intensa acción conspirativa de él y otros compañeros de la FMRP-USP contra la “subversión janguista”.
Creyendo en la ingenuidad de su estimado amigo estadounidense, fantaseaba: si el golpe de Goulart triunfaba, el "sinvergüenza comunista" lo condenaría, junto con los demás "demócratas", en la pared… En entrevista con investigadores de la Fundación Getúlio Vargas (FGV), aclaró cómo fue su “acción revolucionaria”: “Entonces, me involucré en la Revolución, realmente me involucré y articulé con el entonces Teniente Coronel Restel (… ) que aquí fue el articulador y yo preparé (como Secretario de Salud de Adhemar de Barros, CNT) 250 camionetas para el transporte y almacenamiento de combustible (...)”.
Posiciones en el momento del golpe
Como presidente de la CEE, denunció la “infiltración marxista” en los colegios del estado de São Paulo. En enero de 1964, The Morning El Estado de S. Pablo informava que Zeferino Vaz “chamou a atenção do governador para o fato de que, no programa dos exames vestibulares da Faculdade (Faculdade de Filosofia, Ciências e Letras de Araraquara, CNT), haja indicação apenas de autores marxistas como fontes de referência aos pontos de Historia de Brasil. Estos autores son Caio Prado Júnior y Celso Furtado”. (La noticia también agrega que, meses antes, el gobernador Adhemar de Barros había vetado la contratación de Caio Prado Jr. para impartir la disciplina “Historia de las Doctrinas Económicas y Políticas” en la Facultad del Interior de São Paulo).
En una “memoria” sobre sus actividades anticomunistas, dirigidas a sectores militares, Vaz se jactó de haber pedido al gobernador Adhemar de Barros que destituyera al Prof. Paulo Guimarães Fonseca, director de la Facultad de Araraquara, como sería comunizando Tus estudiantes. Todavía como presidente de la CEE, Vaz fue responsable por la destitución del prof. Fausto Castilho por diferir de las concepciones políticas e ideológicas de este profesor de la FFCL en Araraquara.
Asimismo, como presidente de la CEE, Vaz rechazó la contratación de Bernardo Boris Vargaftig, en junio de 1964, para el cargo de profesor del Departamento de Farmacología de la entonces Universidad de Campinas. El motivo del veto de la CEE –falazmente justificado en “el interés de la administración del Estado”– tenía una dimensión claramente ideológica ya que, en la década de 1960, Vargaftig, como estudiante de la FMUSP, había militado activamente en un partido de orientación política. .
Fue el “currículum revolucionario” y el prestigio alcanzado como fundador y director de la FMRP-USP lo que calificó a Vaz para ser invitado por los golpistas de 1964 al cargo de interventor de la UnB. Diversos informes muestran que, en su corta estancia (abril de 1964 a agosto de 1965), evadió las exigencias de la ultraderecha (civil y militar) que exigía que rodaran más cabezas en la UnB. Durante su breve mandato, dio declaraciones contradictorias a la prensa; por momentos reconocía la excelencia de la experiencia docente y científica de la UnB -que quisiera profundizar-, por momentos descalificaba a los profesores de ciencias humanas por su formación académica “mediocre” o por ser meros “agitadores políticos”.
Aunque puede contar a su favor el hecho de que la UnB, durante su gestión, no fue invadida por fuerzas militares, Vaz fue responsable, en los primeros días de su intervención, del despido de 13 profesores y varios empleados; en julio de 1965, presionado por sectores de la derecha, revocó el contrato de un profesor de filosofía, Ernani Fiori, y expulsó a varios estudiantes, acusados de ser “agitadores profesionales”.
En defensa de la dictadura militar
Brevemente, se pueden recordar otros episodios para probar la plena identificación de Zeferino Vaz con el régimen militar. Algunos de estos hechos se relatan en el mandarín (Libro-informe de Eustáquio Gomes).
a) AI 5: en varios testimonios elogió la promulgación del acto institucional más represivo del período militar; Al referirse a la “subversión” del movimiento estudiantil, Vaz entendió que AI 5 y la “legislación posterior” interrumpirían “el proceso de afirmación de los líderes subversivos”. Como es sabido, el Decreto-Ley 477 -que sancionó a los estudiantes- forma parte de la “legislación posterior” al AI 5;
b) Cumplido del Golpe. En entidades militares y civiles dictó conferencias en honor a la “Revolución del 31 de marzo de 1964” y deploró a las víctimas del “Intento Comunista” de 1935;
c) Inhabilitación de los críticos de la dictadura. En una conferencia en la Escola Superior de Guerra, criticó duramente a D. Helder Câmara, el “obispo rojo”, que, en el exterior, “denigra a la nación brasileña”. Asimismo, condenó duramente a los estudiantes de la UnB que, en 1977, entregaron a Rosalyn Carter (quien estaba casada con Jimmy Carter) un documento denunciando la práctica de la tortura en Brasil. Para Vaz, el gesto de los estudiantes sería “una traición al ideal de la patria”;
d) Apoyo a Arena: en la campaña electoral de 1974, como Rector de la Unicamp, apoyó abiertamente a los candidatos de Alianza Renovación Nacional, partido político que dio pleno apoyo a la dictadura militar;
e) Honrar a un ideólogo del régimen militar. La concesión, en 1973, del Premio Doctor Honoris Causa al Coronel Jarbas Passarinho –quien no tenía mérito para recibir el honor– no dejó de simbolizar el apoyo irrestricto que el Rector brindó al gobierno militar. En la sesión, celebrada fuera del campus (y prácticamente secreta) la Junta Directiva de la Unicamp, los profesores de posiciones democráticas guardaron silencio, tal era el bochorno existente en la reunión. Zeferino Vaz, en rigor, impuso a la Universidad el homenaje a un fiel servidor de la dictadura militar, signatario del AI 5 que jubiló a investigadores y profesores, arrestó a estudiantes y sindicalistas
Aquí es necesaria una observación. Teniendo en cuenta que los "revolucionarios primerizos" (intelectuales, políticos, literatos, clérigos, periodistas, etc.) -después de denunciar la política de terror de la dictadura militar (muertes, desapariciones y torturas)- retiraron su apoyo al régimen discrecional, se Corresponde a los biógrafos de Zeferino Vaz aclarar si, en algún momento de su vida, el fundador de escuelas actuó de manera similar a Teotônio Vilela, Severo Gomes, Alceu Amoroso Lima y otros. Académico bien informado, ¿el fundador de la Unicamp, en nombre de los valores democráticos, el libre debate cultural y el pensamiento crítico, se distanciaría de la dictadura militar?
Después de todo, ¿con qué sector de la derecha brasileña estaba más en sintonía Zeferino Vaz? Desconociendo que hizo una autocrítica pública de su pasado golpista, no se nos permitiría concluir que la “derecha ilustrada”, con la que estaría comprometido el fundador de la Unicamp, nunca abandonó el combate frontal al pensamiento de izquierda, en particular al fantasma del comunismo? Aceptando lo que sus admiradores dicen de él –un líder que cultivó la imparcialidad política e ideológica–, estaríamos, por tanto, ante un anticomunista combativo fuera de la universidad, pero que al entrar en su campos, empuñaron las armas y se entregaron a los valores de la tolerancia y el pluralismo teórico-ideológico?
Debemos concluir que, durante su gestión en la Unicamp, Zeferino Vaz protegió a su comunidad a pesar de hacer la vista gorda ante las arbitrariedades perpetradas fuera de la campus, por el régimen que él apoyó de todo corazón?
¿Un tenaz escudero de la Unicamp? ¿El decano de derecha que protegió a la izquierda?
Como propaga la crónica periodística sobre dos destacados líderes de la derecha en Brasil –Roberto Marinho (El Globo) y Julio de Mesquita Filho (El Estadio) –, también es un lugar común en la Unicamp decir que el rector Zeferino Vaz “cuidaba bien a sus comunistas”; es decir, no permitió que estudiantes y profesores de izquierda fueran afectados por la represión de la dictadura militar.
Se dice que durante una visita de Eric Hobsbawm a la Universidad, el Decano se volvió hacia el historiador marxista y bromeó: “¿Ves a esos muchachos de allá? Todos son comunistas, pero te diré una cosa: saben trabajar”. En otros momentos, advirtió que los profesores de izquierda eran conscientes de que no debían utilizar la actividad académica para hacer proselitismo político e ideológico. En 1978, poco después de su salida de la Unicamp, en una entrevista aclaraba: “No admito que ningún profesor use su cátedra para predicar ideología extremista, porque eso es cobardía”.
Varios testimonios relatan la contratación por la Unicamp, en plena dictadura militar, de profesores brasileños y latinoamericanos de orientación izquierdista. Siempre se recuerda el caso de cinco estudiantes expulsados del Instituto Tecnológico da Aeronáutica (ITA) – sancionados por el Decreto-Ley 477 – que fueron recibidos con “brazos abiertos” por el Instituto de Física de la Universidad.
Otro episodio ampliamente difundido fue la visita realizada por el Rector, en 1968, a estudiantes de la Unicamp detenidos después del fracasado XXX Congreso de la UNE, en Ibiúna, São Paulo; en esa ocasión, como el propio Vaz se enorgullecía de presumir, llevó “cigarrillos y chocolate” a los detenidos. En el testimonio de Ripper Filho a la Comisión de la Verdad y la Memoria de la Unicamp “Octavio Ianni” se afirmó que el Decano impidió que el SNI realizara la detención, dentro del plazo campus, de un profesor del Instituto de Biología; Asimismo, Vaz habría proporcionado un abogado militar para defender al profesor acusado de subversión.
En 1975, también, en respuesta a llamados de sectores de la comunidad académica, visitó a un joven profesor de historia de la IFCH que sufría brutales torturas en el DOI-Codi; con esta visita, el régimen de incomunicabilidad impuesto, hasta entonces, al prof. Ademir Gebara. Es imperativo, por tanto, reconocer que ningún rector brasileño, en medio de la dictadura militar, tuvo iniciativas similares a las de Zeferino Vaz.
¿Podemos entonces concluir de estos hechos que el fundador de la Unicamp habría sido un firme partidario de su comunidad, defendiéndola intransigentemente de las amenazas y arbitrariedades de los gobiernos militares? Su “figura contradictoria” –como es una perogrullada decir de “personalidades complejas”– ¿consistiría entonces en que las convicciones derechistas no comprometieron de ninguna manera su desempeño como Rector de la Unicamp?
Para responder consistentemente a las preguntas anteriores, se deben examinar algunos episodios.
a) Por tener relaciones con el Alianza de Liberación Nacional (ALN), aunque no participó directamente en la lucha armada, el estudiante de la Unicamp Alcides Mamizuka, en 1969, fue detenido y enmarcado en la Ley de Seguridad Nacional. como usted informa el mandarín, el estudiante -que sufrió brutales torturas- no recibió visitas de “consuelo moral” de la Rectoría de la Unicamp, ni recibió “cigarrillos ni chocolates”. Años después, ya libre, el alumno pretendía reingresar a la carrera en el Instituto de Tecnología de Alimentos. El Decano, sin embargo, no solo se negó a concederle una audiencia al estudiante, sino que también rechazó su apelación, obligándolo a tomar un nuevo examen de ingreso. Por su parte, Luiz Antônio Vasconcelos (Vasco), estudiante del Instituto de Economía –también acusado de adherirse a la ALN–, también fue detenido en 1971. Esta vez, los llamamientos de la comunidad académica no sensibilizaron al Rector para que intercediera. para el estudiante con sus verdugos. Segundo el mandarín, durante los 47 días que Vasco estuvo detenido en DOI-Codi y Dops “Zeferino no movió un dedo”;
b) Buscando determinar las responsabilidades de un estudiante novatando en las calles del centro de Campinas – en 1970, lo que habría disgustado a sectores tradicionales de la familia Campinas –, Vaz impuso la apertura de una investigación y exigió al Consejo Directivo sancionar al eventual culpables En rigor, los estudiantes no habían sido protagonistas de escenas de violencia física, solo de “ataques a la buena moral". Ante la imposibilidad de identificar a los responsables, el Rector -apoyado en el Decreto-Ley 477- suspendió a cuatro dirigentes estudiantiles de la Unicamp por seis meses.
c) En testimonio a la Comisión de la Verdad Unicamp, ex alumno Ronaldo (Papas) Simões informó que en el segundo semestre de 1975, cuatro estudiantes (2 representantes estudiantiles en la Junta Directiva y 2 suplentes) fueron convocados al Comando del Ejército de Campinas para aclarar sobre “malestar político” en la campus y fuera de eso. Además de las amenazas sufridas, también fueron presionados para participar en una recepción al entonces candidato presidencial, Ernesto Geisel, prevista en la alcaldía. Sin embargo, ninguno de ellos asistió, ya que un plebiscito, convocado por los estudiantes, rechazó masivamente la demanda de los militares. En este episodio, la Rectoría no tomó ninguna iniciativa para proteger a los estudiantes de las coacciones arbitrarias que sufrían por parte de los mandos del Ejército. Era evidente que los militares exigieron y el Decano accedió;
d) un dirigente calificado de la Unicamp también fue citado a comparecer, con la aprobación de la Rectoría, en una sección del Ejército en Campinas. Por haber aprobado la contratación de Nelson Rodrigues dos Santos (nelson), médico vinculado al PCB y renovado el contrato de Sérgio Arouca, el Director de la FCM, José Aristodemo Pinotti, vivió una situación bochornosa; por más de 24 horas permaneció aislado en un cuarto del Batallón de Infantería Blindado de Campinas, esperando ser escuchado por el comandante. Insolentemente, el funcionario -que lo citó a declarar- terminó por no recibir al Director de la FCM; después de la larga e inútil espera, un ayudante fue el portador de una advertencia al prof. Pinotti: que desista de contratar al “médico comunista”. Cabe reconocer que el Rector no destituyó a los profesores de izquierda, pero, igualmente, no se comprometió a solidarizarse con el Director de la FCM por la prisión temporal y la agresión moral sufrida;
e) La “purga en Medicina Preventiva” de la FCM.
Este episodio consistió en la destrucción de un prometedor experimento científico de alto alcance social que, en la década de 1970, se desarrollaba en la Facultad de Ciencias Médicas de la Unicamp.
Alrededor del liderazgo de Antônio Sérgio Arouca se formó un grupo de 18 profesionales vinculados al área de la salud pública (estudiantes residentes, técnicos y médicos). Varias actividades fueron realizadas por el grupo: seminarios y grupos de estudio en torno a autores de filosofía crítica y sociología (Marx, Althusser, Foucault, Gramsci, Florestan Fernandes y otros); se debatió la estructura de poder de la universidad (las “comisiones paritarias”); brindó atención ambulatoria en el barrio Jardim das Oliveiras, en la periferia de Campinas, y en la ciudad de Paulínia (además de las consultas médicas, se realizaron conversaciones con los residentes sobre sus condiciones de vida y de salud).
En su testimonio a Comisión de la Verdad Unicamp, Anamaria Testa Tambellini relató que, a partir de 1973, el Directorio de la FCM -cuestionando la perspectiva teórica marxista y el compromiso social del grupo- comenzó a tomar medidas coercitivas contra el colectivo del Departamento de Medicina Preventiva y Social (prohibición de encuentros con alumnos y encuentros con pacientes y suspensión de la docencia). En 1975, según el exparticipante de la DMPS, todos los afiliados –algunos vinculados al Partido Comunista Brasileño (PCB)– comenzaron a sufrir persecución política dentro de la Unicamp. Las amenazas de no renovación de contratos en la FCM obligaron a los profesores e investigadores del grupo a buscar vínculos profesionales en otras instituciones de enseñanza e investigación del país. En rigor, no hubo constancia oficial de despidos realizados por el Directorio de la FCM; sin embargo, comenzaron a producirse auténticas “casas blancas”.
Los casos de Sérgio Arouca y Anamaria Tambellini son instructivos. Si bien habían entregado, dentro de los plazos establecidos, sus tesis doctorales al Directorio de la FCM, a los dos se les informó que solo tendrían definidas sus fechas de defensa después de demostrar que tendrían vínculos profesionales con nuevas instituciones. Considerado “subversivo” por los sectores conservadores de la FCM y guardado bajo llave en el escritorio del Rector, la tesis doctoral de Arouca sólo pudo ser defendida cuando demostró haber sido contratado por Fiocruz, RJ.
En la versión de Tambellini, Vaz apoyó totalmente las presiones de la Junta Directiva de la FCM. En un extracto del Informe de la Comisión de la Verdad de la Unicamp, se afirma: “Él (Rector de la Unicamp, CNT) estaba presionado por el gobierno militar y también por socios institucionales y financieros, como la Fundación Rockefeller, que tenía gran influencia dentro de la Facultad de Ciencias Médicas y Unicamp”. En ese momento, prestigiosos investigadores en el campo de la medicina preventiva en São Paulo intentaron, junto con Zeferino Vaz, convencerlo de apoyar a los investigadores liderados por Arouca; en su defensa, mostraron el carácter pionero y la calidad de sus investigaciones, además de la relevancia de la labor social que realizaban fuera de la Unicamp. Esos intentos fueron en vano, ya que, según el testimonio de Tambellini, Zeferino Vaz invariablemente diría a sus interlocutores: “Yo no hago negocios con este grupo”.
Interpretando el significado de la “purga en Medicina Preventiva”, el actual investigador de la Fiocruz concluye: “Fue la destrucción de una riquísima posibilidad de trabajo científico y de pensamiento sobre el servicio de salud plasmado en elementos muy avanzados, y que hasta hoy en el SUS no se ha hecho. existir".
Consideraciones finales
I – Existe un amplio consenso sobre el papel de Zeferino Vaz en la construcción de la Unicamp. Profesores de diferentes concepciones teóricas e ideológicas (entre ellas, conservadora, liberal y progresista) reconocen que fue, en la historia de la educación superior brasileña, el director que más contribuyó a la creación de instituciones universitarias de carácter público en todo el país.
En cuanto a su estilo de administración -altamente centralizado y muchas veces autoritario-, los sectores conservadores no lo objetan. Te apoyan de todo corazón. Por su parte, liberales y progresistas –que asumen la democracia como un valor discursivo insustituible– reparan las convicciones conservadoras y las arbitrariedades de Vaz, un auténtico pequeño napoleón. Sin embargo, también debe subrayarse que tales cuestiones son prácticamente soslayadas cuando en la evaluación de la trayectoria académico-política se privilegian los resultados de la “gran obra construida”.
Al admitir que las prácticas democráticas no siempre son efectivas y “realistas”, ¿no estarían respaldando estos sectores liberales y progresistas el supuesto de que un estilo de acción autoritario puede ser razonable, aceptable y legítimo? En ese sentido, al final, los liberales y progresistas no acaban asumiendo la tesis de que -en determinadas situaciones políticas- se debe renunciar frente a liderazgos autoritarios que sean innovadores y contribuyan al desarrollo de la ciencia, la tecnología y la cultura?
Aunque tienen visiones ideológicamente diferenciadas, conservadores, liberales y progresistas en la Unicamp parecen coincidir con una valoración complaciente de la trayectoria del académico Zeferino Vaz, en cuanto habría construido una notable planta de ciencia y tecnología en medio de un cañaveral en la periferia de la ciudad de Campinas, pero, como dirigente universitario, nunca cultivó y practicó de manera consistente los valores democráticos.
II – También es consensuado el entendimiento de que, a diferencia de lo ocurrido en otras universidades (entre ellas, la USP, la UnB, la UFRJ y la PUC-SP), la Unicamp, durante la dictadura militar, habría sido – en términos de violencia institucional – bastante privilegiada : las tropas no invadieron; los profesores no fueron suspendidos por AI 5; los estudiantes y el personal no fueron detenidos en el campus.
Creada en 1966, es necesario, sin embargo, reconocer que la Unicamp no tuvo, hasta fines de la década de 1970, movimientos de profesores, estudiantes y empleados bien organizados y activamente movilizados contra la dictadura militar. Hubo resistencia democrática, pero no hubo enfrentamientos significativos y duras luchas organizadas por las entidades del campus, como ocurrió en otras universidades públicas en el período posterior a 1964.
Imaginemos, por ejemplo, la presencia de una residencia de estudiantes en el campus de la Unicamp; la hipótesis no es descabellada, ya que, en la década de 1960, había un Conjunto Residencial (Crusp) en la USP que albergaba a unos cientos de estudiantes. En los primeros años de la dictadura, Crusp se convirtió en un espacio activo de resistencia democrática: allí se organizaban acciones políticas contra el régimen, debates y grupos de estudio de orientación socialista. No sin razón, Crusp –una especie de “territorio libre”– fue visto por los órganos de información y seguridad como un “foco de subversión y tumulto”. Como se sabe, poco tiempo después de la promulgación de AI 5, el campus La USP fue invadida por la Policía Militar de São Paulo y fuerzas militares; en una auténtica “operación de guerra”, cientos de estudiantes fueron detenidos y Crusp acabó siendo cerrado indefinidamente.
Si la Unicamp, durante la dictadura militar, tuvo una residencia estudiantil con una dinámica política similar a la del Crusp – i. es decir, un “foco de agitación y subversión”- ¿se preservaría ya que la máxima autoridad del campus cuidar la defensa de la comunidad académica? ¿Sería capaz el Rector de la Unicamp de negociar con las fuerzas de seguridad y garantizar la autonomía universitaria?
Es innegable que, durante los gobiernos militares, la Unicamp no fue escenario de actos sistemáticos de arbitrariedad y violencia. ¿Cómo explicar esto: porque la Universidad tiene a la cabeza a un intrépido escudero? ¿O la preservación de la integridad de la comunidad académica debe explicarse, fundamentalmente, por el hecho de que no existen situaciones claras de confrontación política entre sectores democráticos de la universidad y gobiernos militares?
En este sentido, la “purga en Medicina Preventiva” debe ser invocada aquí nuevamente. En 1975, con motivo de la “Operación Yakarta”– cuando se desató una amplia “cacería de comunistas” en todo el país – Zeferino Vaz no pudo negociar con sus amigos militares. Diecinueve profesionales de la salud -que formaban parte de un innovador grupo de investigadores- sufrieron auténticas “casas blancas”; algunos integrantes de este colectivo FCM-Unicamp fueron acusados de pertenecer al PCB y, peor aún, de desarrollar una práctica médica que salía al pueblo y dialogaba con él.
Presionado igualmente por sectores internos de la Universidad y entidades de desarrollo extranjeras, el Rector aceptó las demandas de los militares y fue el responsable directo de la exclusión de investigadores y profesores de la FCM. Cabe señalar que este hecho fue –y sigue siendo– prácticamente ignorado por la comunidad académica en su conjunto (uno de los méritos de la Comisión de la Verdad de la Unicamp fue –como lo revela su Informe final – hacer público este grave episodio ocurrido en la Unicamp en la década de 1970.)
la razón parece tener Anamaria Tambellini, investigadora que, en 1975, fue víctima de un “impeachment blanco” en la Unicamp, cuando observó: “Ele (Rector de la Unicamp, CNT) que todos anduvieran con el libro de Marx, pudieran discutirlo, pero no practicar ni hacer política”.
III – Como se aclaró anteriormente, la motivación central de este texto es sugerir la pertinencia intelectual de producir obras sobre la trayectoria académico-política de Zeferino Vaz. Ciertamente, serán importantes para el conocimiento de la historia intelectual brasileña, particularmente para la investigación sobre la cuestión de las instituciones de enseñanza superior en el estado de São Paulo. Por otro lado, creemos que los estudios sobre la trayectoria de Zeferino Vaz podrían contribuir al conocimiento de la actuación de académicos e intelectuales de convicciones de derecha en tiempos de democracia y dictadura.
Básicamente, las cuestiones antes esbozadas son sugerencias para el desarrollo de investigaciones que contribuyan a superar formulaciones impresionistas y poco analíticas sobre la obra y la figura de Zeferino Vaz. Sin desconocer las cualidades del sagaz y decidido “sembrador de instituciones”, estoy convencido de que la mayoría de los testimonios y testimonios existentes sobre Vaz carecen de distancia crítica.
En este sentido, los episodios y hechos mencionados anteriormente, que requieren una investigación cuidadosa y profunda, deben ser vistos como vías de investigación para problematizar las formulaciones acríticas existentes sobre el fundador de la Universidad Estatal de Campinas. Después de todo, en la actividad académica, el pensamiento crítico, que rechaza la hagiografía y la iconoclasia infundada, debe ejercitarse a fondo, particularmente en el enfrentamiento a las “verdades” consolidadas por el sentido común.
Concluyamos.
Dos valoraciones francamente contradictorias sobre el trabajo y la trayectoria de Zeferino Vaz tal vez ilustran las dificultades y desafíos que enfrentan los investigadores.
Guiado por los trabajos de la Comisión Nacional de la Verdad, el Informe de la Anísio Teixeira Comisión de la Verdad y la Memoria de la UnB – teniendo en cuenta el papel destructivo que jugó el Rector-interviniente en esa universidad – hizo una Recomendación Pública cuestionando un Gran Premio Capes para Teses Zeferino Vaz. Para la comunidad académica de la UnB, hoy, el ex-rector-interventor es un persona non grata.
Sin embargo, frente a este juicio crítico, casi la totalidad de la comunidad académica de la Unicamp –reconociendo los méritos del gran emprendedor–, se aparta de tal reconocimiento al aceptar de buena gana que su Ciudad Universitaria lleve el nombre de su gran creador.
Sine ira et estudio por tanto, debe ser la pauta intelectual y la orientación del investigador que se enfoca en la trayectoria político-ideológica y la obra educativa de Zeferino Vaz.
* Cayo Navarro de Toledo es profesor jubilado de la Unicamp. Ex miembro de la Comisión de la Verdad y la Memoria Octavio Ianni de la Unicamp (2014-2015).