por ARNALDO SAMPAIO DE MORAES GODOY*
Comentario a la película dirigida por Costa-Gravas
Constantin Costa-Gravas es un cineasta griego (naturalizado francés), reconocido como uno de los más importantes representantes del cine de militancia política. Nacido en 1933. Estudió literatura en la Sorbona. Sus películas son intensamente tópicas y reverberantes. Destaca en su filmografía un plano clásico de los años 1960, Z. Es una de las películas políticas más fuertes de todos los tiempos. Costa-Gravas reunió a un elenco imbatible para esta película, encabezado por Yves Montand e Irene Papas (es griega, interpretó a Electra, entre otros personajes).
En el guión, el asesinato de un político progresista y la preparación de la dictadura militar griega. “Z” (de la letra griega Zeta, que hace referencia a 'Zoé', vida), basada en una novela de Vassili Vassilikos, tiene como telón de fondo un hecho real ocurrido en Grecia en 1963. Ese año, Gregoris Lambrakis, político Fue asesinado de inspiración socialista, médico de renombre, deportista premiado, pacifista. Las investigaciones dieron lugar a un complot orquestado por las autoridades policiales. El juez de instrucción (interpretado por el entonces jovencísimo Jean-Louis Trintignant) no se inmutó ante la presión política. Se resistió. El golpe militar que siguió tuvo como resultado, entre otros, la anulación o suspensión de las diversas condenas que se habían llevado a cabo.
Z ilustra el ambiente de los golpes tradicionales, diferente a las subversiones democráticas resultantes de la expansión de una nueva extrema derecha, como leemos en Steven Levitsky & Daniel Ziblatt (Cómo mueren las democracias, Zahar) y en David Runciman (Cómo llega a su fin la democracia, Aún). en el momento de Z, hay tanques, hombres de uniforme con gafas Ray-Ban, una obsesión con el peligro rojo y las teorías del dominó. Según estos últimos, que fueron pontificados durante la Guerra Fría, si los simpatizantes del Kremlin ganaban en alguna parte, todos los países vecinos serían arrastrados, exactamente como una ficha de dominó derriba a los demás en fila. Fue uno de los pilares ideológicos de las intervenciones en el sudeste asiático y América Latina. En ese momento, los conceptos de guerra híbrida, enunciados por el analista político Andrew Korybko, no se aplicaban en su totalidad, para quien la eficiencia del dominio geopolítico exigiría menos tanques y más propaganda. Korybko también estudió los usos de noticias falsas en el contexto de la desestabilización de las democracias.
La película comienza con una conferencia (dirigida al personal militar) sobre los hongos que amenazan los cultivos griegos. Se recomendó rociar intensamente con sulfato de cobre. Sigue a un soldado de alto rango, tratando de manera análoga otra plaga, definida como una enfermedad ideológica. Predicó el combate preventivo en las escuelas, universidades y dondequiera que hubiera jóvenes trabajadores. Todos los ismos deben ser aniquilados (comunismo, imperialismo, anarquismo). Debería protegerse una “parte sana de la sociedad” imaginaria, lo que significaba la persecución de beatniks y pacifistas. Hay una escena antológica en la que policías cortan el pelo a jóvenes manifestantes.
Se esperaba un mitin de progresistas, en el que hablaría el político-médico (magníficamente interpretado por Yves Montand). Paradójicamente, esa misma noche habría una actuación de bailarines rusos del Bolshoi, un evento muy prestigioso. Da la impresión de que los hechos tienen lugar en Tesalónica, en la región nororiental de Grecia. Los progresistas tienen dificultades para mantener el mitin. No obtienen los permisos necesarios. Las autoridades ponen todo tipo de obstáculos, aunque siempre responden vagamente: ¡que se reúnan en Rusia!
Los grupos armados amenazan a los organizadores de la reunión. Reunidos en un partido conservador ultraensamblado, comparten un vocabulario que los identifica. Se ven a sí mismos como anticuerpos en la lucha contra los comunistas. El político es atacado. Luego muere. Destacan dos miembros de este grupo conservador, Yago y Vago, responsables del asesinato. El grupo defendía valores como la patria, la religión, la monarquía y la civilización cristiana occidental, que definían con poca claridad y objetividad.
Al lugar acude la esposa del político asesinado, interpretada por Irene Papas. Tomada por un intenso dolor, reflexiona sobre un matrimonio que estaba en peligro. La escena en la que la actriz griega recoge los objetos de su marido en el hotel, justo cuando huele la colonia que llevaba puesta, es muy conmovedora.
El juez de instrucción, adscrito a la causa, comienza a tomar declaración. Trata los hechos como un “accidente”. Observó que algunos de los involucrados se referían a hechos y personas como algo “ligero y feroz como un tigre”. Inteligentemente, al tomar el testimonio de uno de los principales involucrados, lo acusó de ser comunista. La respuesta, irreflexiva, condenó al declarante. Juró que no era comunista y que perseguía a los comunistas.
Sin mucha dificultad, el juez de instrucción llegó a los verdaderos autores intelectuales del asesinato. En un momento dado, deja de referirse al “accidente”, entendiendo la situación como, en realidad, un “asesinato”. Condenó a los militares involucrados, a pesar de haber sido objeto de todo tipo de amenazas.
Z fue recibido en la década de 1960 como una denuncia de la opresión que se observaba en el contexto de la guerra fría. A lo largo de las décadas de 1970 y 1980, ilustró contradicciones y sugirió una corrección de rumbo. Costa-Gravas rodada en 1983 desaparecido. En esta película, un padre estadounidense (interpretado por Jack Lemmon) busca desesperadamente a su hijo engullido por la dictadura chilena. Costa-Gravas mantiene el mismo tono, de denuncia, traducido de forma circunspecta. En las próximas décadas, 1990 y 2000, Z parecía un relicario de ilusiones perdidas, en la lógica de que la historia llegaba a su fin, y que la última desaparecía, como anunciaba Francis Fukuyama, al servicio de un importante grupo de expertos
Z reaparece como testimonio de una época lejana y distinta, en la que medios diferentes a los actuales desembocaron en fines que hoy se logran de otras formas, como una imaginaria y viciosa construcción de consensos con la opinión pública, que no se sabe a ciencia cierta si es público o simplemente publicado.
El régimen militar griego cayó poco después de la revuelta estudiantil de 1973, cristalizando la nueva situación en la Constitución de 1975. La izquierda ganó en 1980. El país se unió a la Unión Europea. Las tendencias progresistas, que agruparon en 1974, Nueva Democracia, Unión Democrática, Movimiento Socialista Panhelénico, hombres como Andreas Papandreou (hijo de George), Konstantinos Karamanlis, Khristos Sartezetakis, estaban angustiados por la pérdida de incentivos estadounidenses, como resultado del desmantelamiento de la Guerra Fría, sin embargo, se regocijaron en el apoyo de los socios europeos, en una nueva realidad continental. En el aeropuerto de Atenas, los griegos con destino a París ya no dijeron que irían a Europa...
Sin embargo, la gran crisis de 2008 sacrificó a Grecia hasta el límite. La divulgación inexacta de datos económicos resultó en el descubrimiento de que la deuda nacional trascendía lo anunciado oficialmente. La ayuda de la Unión Europea, la fuerte presencia de Alemania en este contexto y los sacrificios impuestos al pueblo griego hicieron de las calles de Atenas un morboso escenario que no se veía desde la ocupación nazi, en la segunda guerra mundial. Los tiempos han cambiado.
Z también nos hace reflexionar sobre Grecia y su legado. Grecia no es sólo la violencia vivida durante la dictadura y denunciada en esta fascinante película. Grecia no es sólo el conjunto de colas de parados en busca de comida en la gran crisis de la eurozona. Grecia no es solo la variopinta comunidad de las fronteras balcánicas. Y Grecia no es sólo la admiración abstracta por los fundamentos de la civilización, por la filosofía, por el teatro, por la historia, por la democracia, por los textos platónicos, por el canon aristotélico, por la predicación del apóstol Pablo, en Corinto y en Tesalónica. Y Grecia no es solo la Acrópolis, el Partenón, Lycavetos, Creta, Egina, Poros, la Torre de los Vientos o el Monte Athos. Y Grecia no es solo el azul del cielo y el mar. Para la tradición humanista Grecia es un ideal, mucho más que un ideal, cuya síntesis de libertad (elefteria) fue captada en todo su esplendor en Z, una película imprescindible de Costa-Gravas.
* Arnaldo Sampaio de Moraes Godoy es profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de São Paulo-USP.
referencia
Z
Argelia / Francia, 1969, 127 min.
Dirigida por: Constantin Costa-Gravas
Guión: Jorge Semprún y Costa-Gravas.
Fotografía: Raoul Cotard.
Reparto: Yves Montand, Irene Papas, Jean-Louis Trintignant, François Perrier, Jacques Pérrin.