por GÉNERO TARSO*
Las inscripciones nazis y fascistas están en los corazones de los artesanos, grandes y pequeños, que abrazaron la danza de la muerte todos los días de sus vidas degradadas.
Intento, en este texto, contribuir al debate que ya ha comenzado sobre la perplejidad “extendida”, ya en boga de forma acelerada, sobre la barbarie bolsonarista y sus efectos cada vez más visibles en nuestra subjetividad brasileña “cordial”, que seguirá por mucho tiempo. Es un texto de memorias, más de un activista político ligeramente intelectualizado, menos de un ensayo escrito y subsumido en pretensiones teóricas. ¿Cómo fue posible?
Comienzo con la transcripción de una parte de la Carta del 18 de octubre de 2021, que me fue enviada por mi amigo el Profesor Flávio Aguiar, residente en Berlín, quien me ofreció el cariño de investigar algunos de mis familiares, de origen judío - por parte de mi madre – que era hija de una alemana “pura” y de un judío “puro” – cuya familia vivía inicialmente – en el siglo XX – en la región de Santa Maria, aquí en nuestro Rio Grande do Sul. Mi nombre completo es Tarso Fernando Herz Genro y Herz viene de este origen.
El relato de mi amigo Flávio Aguiar tiene una dolorosa solidaridad, expresada en su mesurada sequedad, así como una precisión material que deja ahí – en ese juego de palabras – un testimonio de justificado rechazo radical a todo lo que huela a nazismo. A todo lo que se relacione con el fascismo y el nazifascismo, ya sean sus golpes traídos por la fétida presencia de la gente que se reconcilia con él, ya sea por las miles de inscripciones nazis y fascistas que circulan por las redes están en los muros de ciudades desalmadas, en los discursos de odio de todas las clases y están en los corazones de los artesanos grandes y pequeños, que han abrazado la danza de la muerte todos los días de su vida degradada.
Mi amigo dice: “Querido Tarso, prepárate para más emociones. Te envío el enlace a la cuenta más detallada que encontré sobre el Herz. Adjunto una foto del sobrino de su abuelo, Günther Herz, asesinado en Auschwitz en 1944, a la edad de 25 años. Encontré otras cuentas más centradas en la vida política de Carl Herz. Todo está en alemán. ¡A los 25 años!
Mis antepasados judíos directos vivieron en Altona y luego, con tres hijos, se mudaron a Berlín, donde participaron activamente en la socialdemocracia alemana, junto a Bebel, Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Carl Herz, mi tío abuelo, fue expulsado del ayuntamiento de Kreusberg, donde era alcalde, en marzo de 1933, por un grupo de nazis de las SS. Cuando intervino la Policía Municipal fue para detener a los que sufrían la violencia, dejando en libertad a la milicia hitleriana que golpeó duramente a Carl Herz.
Junto a la carta de Flávio vino una foto de mi primo Günter, asesinado por los nazis, a los 25 años, el 31 de marzo de 1944, cuyo rostro me recordó inmediatamente a mi abuelo Hermann Herz, su tío, con quien viví durante más de dos hace décadas, en São Borja y luego en Santa Maria, donde nuestra familia se mudó en 1953.
La carta de Flávio llega después de los hechos de Hebraica, donde Jair Bolsonaro se presentó el 3 de abril de 2017, con extraordinaria claridad nazi, lanzando tácticamente su odio psicópata, no contra los judíos, sino contra los negros, personas con identidades sexuales diferentes, personas con algún tipo de identidad. de discapacidad física (en el caso de Lula, producto de un accidente de trabajo) e indígenas de la Amazonía y de toda América
El discurso de Jair Bolsonaro probablemente fue rechazado por la mayor parte de la comunidad judía, pero sus insultos contra la izquierda lo mantuvieron -hasta el final de las elecciones- con cierto apoyo en esta comunidad, además de que su nombre se propagó a otros sectores sociales, más ricos o más pobres. , en todo el territorio nacional, convirtiéndolo en presidente de Brasil y al mismo tiempo en un paria mundial.
La gente que lo apoyaba, “racionalmente”, tenía dos formulaciones básicas, para responder a sus contendientes: “al menos es auténtico” y “en realidad es un tipo”, no hará todo ese “mal”, que dice. . Estos son los dos peores y más descalificantes argumentos en política que he escuchado a lo largo de mi ya corta vida. Ambos naturalizan el mal y lo convierten en una opción contra la civilización, la humanidad, la urbanidad y la mínima sociabilidad comunitaria, surgidas de las evoluciones democráticas que resistieron más de 200 años de pruebas y agresiones de todo tipo.
Hoy me acordé de mi primo, al que nunca conocí, Günter Herz, que se negó a salir de Berlín con los demás miembros de su familia porque pensó que podía mantenerse al día con las organizaciones clandestinas contra Hitler y sus asesinos uniformados. Lo recordé cuando vi las fotos de los niños yanomami, sus madres, padres, hermanos, hermanas: demacrados, hambrientos, enfermos, moribundos, que seguían a los ochocientos mil brasileños y brasileñas de todas las edades, fulminados por la impiedad fascista de Bolsonaro.
¿Cómo fue posible que este formidable engaño colectivo ganara aquí en Brasil, como lo hizo en Alemania, la nación más culta y desarrollada en ese momento? Solo fue y es posible que la muerte venciera porque, cuando se naturalizó de manera racional ya escala industrial –aquí como en Alemania– se convirtió en una ficción inofensiva en la conciencia de los humanos. Y así, victorioso, domina el espíritu de una mayoría, no ingenua ni engañada -en ese momento-, sino una mayoría que quería ver al diablo funcionar como un operador oculto en sus vidas sin rumbo. Esto se hace a través de la política, la propaganda, la información.
Veo a mi primo Günter, a quien nunca conocí, en una cola de ejecución nazi en el campo de Auschwitz. Va triste, pero sereno, sabe que perdió y que debió haberse ido, pero cree que lo que vivió valió la pena. Es mucho. Su conciencia política de joven rebelde y valiente también ya sabe -como sabemos hoy para siempre- que todo esto puede volver a suceder: tanto como sueño soñado como como pesadilla vivida. De nada sirven las perplejidades generosas o los arrepentimientos tardíos. Lo que importa es que la Justicia imperfecta de los hombres se levante como la luz de la mañana, que nos despertará en una primavera improbable que dure un tiempo. Y que queremos que sea para siempre.
*tarso-en-ley fue gobernador del estado de Rio Grande do Sul, alcalde de Porto Alegre, ministro de Justicia, ministro de Educación y ministro de Relaciones Institucionales de Brasil. Autor, entre otros libros, de utopía posible (Arte y Artesanía).
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