Vivimos en un mundo prefurtadiano

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por ALEJANDRO DE FREITAS BARBOSA*

Reflexiones sobre el vacío estructural del pensamiento económico occidental

El título del artículo se remonta al vacío estructural presente en gran parte del pensamiento económico occidental. Aparentemente no existen herramientas conceptuales y un método mínimamente objetivo y coherente que nos permita captar las transformaciones recientes de la economía-mundo capitalista.

Me tomo la libertad de usar el ejemplo de un economista que no está afiliado al pensamiento ortodoxo y que goza de aprecio entre los heterodoxos, especialmente en Brasil, para enfatizar que ese vacío no es un privilegio del pensamiento hegemónico en economía.

Simpatizo con Dani Rodrik, profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard. No tiene los atavíos de los economistas neoliberales llenos de certezas. Realiza investigaciones rigurosas y no cree en una teoría económica universal. Conoce la realidad de varias economías de la periferia, también porque nació en Turquía y estudió allí. En resumen, el pensamiento económico está mejor de lo que estaría sin su presencia.

Así que nada contra Dani Rodrik. Hace su trabajo y lo hace muy bien. Sucede, sin embargo, que su universo conceptual es limitado. No nos ayuda a comprender el mundo, ni a transformarlo. Y mira esto: de los ejemplares de economistas con prestigio internacional, él es –¡repito! – uno de los mejores que tenemos.

Presento a continuación algunas de las ideas de Dani Rodrik transmitidas en una entrevista y tres artículos, publicados en el diario Valor económico en la primera mitad de 2022. Cuando se trata de intervenciones para una audiencia amplia, no revelan todo su pensamiento. Pero son suficientes para nuestro propósito, ya que indican cómo el autor organiza sus ideas en torno a los conceptos que considera importantes.

 

Dani Rodrik

Para el economista de Harvard, desde la década de 1990 comenzó la era de la “hiperglobalización”. Como ya había “pronosticado” el autor en trabajos anteriores, la hiperglobalización generaba tensiones internas en las sociedades. De ahí la necesidad de otro “tipo de globalización”, donde se encuentre un “punto de equilibrio” entre la soberanía nacional y la integración en los mercados internacionales de comercio e inversión.[i]

En un artículo fechado el 12 de mayo de 2022, dos meses después de su entrevista, Rodrik afirma que la solución a los estragos de la “hiperglobalización” no es la “desglobalización”, sino una “globalización mejor”. Que sea capaz de conciliar “las prerrogativas del Estado-Nación y las exigencias de una economía abierta”. En definitiva, se trata de “resucitar el espíritu de Bretton Woods”, “cuando la economía global trabajaba para objetivos económicos y sociales domésticos”.

Por lo que sugiere el autor, en el periodo posterior a 1945 hubo otra “globalización”, que no nombra, pero que parece haber sido más saludable –para quién y en qué países, Dani Rodrik no aclara–. Finalmente, todo cambió con la “hiperglobalización” de la década de 1990, cuando se invirtió la lógica: la economía global pasó a ser el fin supremo, mientras que la sociedad (global), o las diversas sociedades, pasaron a servir como medio.[ii]

En un libro de 2011, Dani Rodrik busca aportar una innovación al debate económico internacional lanzando lo que él llama el “trilema político fundamental de la economía mundial”. En su opinión, no es posible combinar simultáneamente democracia, soberanía nacional y globalización económica. [iii]. Una de las “dimensiones” debe ser mitigada a favor de las demás. Como no se puede sacrificar la democracia ni la soberanía nacional, precisamente lo que hubiera ocurrido con la “hiperglobalización”, queda la alternativa de hacer la “globalización” más “inteligente” y sujeta a otras determinaciones.

El argumento es elegante, bien intencionado y hasta suena “progresista”. Pero no convence. ¿Por qué? La "globalización" - "hiper", "des" o "mejor" - es solo un fraude inocente[iv] usado en lugar del término que importa en el debate, y que lleva el nombre de “capitalismo”. El lector podría decir con razón que utiliza el término más común en el debate. Pero permítanme replicar diciendo que este no-concepto encaja como anillo al dedo, es decir, es “conveniente”. ¿En qué sentido?

La “Globalización”, tal como la conceptualiza Dani Rodrik, elude que el capitalismo en su larga duración se concentra en ciertos centros hegemónicos de alta acumulación, articulando en torno a ellos a través de los más diversos mecanismos, y siempre de manera subordinada, las semiperiferias y periferias.

Y que, en estas economías, el trilema democracia, soberanía nacional y globalización tiene poco sentido. En lugar del equilibrio entre Estado-nación y economía abierta, el primero se ve comprometido por la imposición de ciertos patrones de inserción externa, que, dicho sea de paso, no es producto de la “hiperglobalización” genérica, pues tiene raíces históricas. .

Dani Rodrik pasa por alto la complejidad del capitalismo, produciendo una interpretación superficial. Incluso afirma que la “globalización” es la extensión mundial del capitalismo,[V] como si avanzara como una mancha para llegar a todos los países, que a su vez deben hacer uso de la soberanía nacional según su concepción idealizada.

Ahora bien, la expansión del modo de producción regido por el capital, a partir de Karl Marx, sólo puede entenderse a partir de su manifestación mundial. Las estrategias de desarrollo capitalista construidas “nacionalmente” sólo se consuman cuando logran superar las relaciones de dependencia históricamente constituidas y estructuradas a través de un sistema internacional jerárquico, como demuestra Celso Furtado.[VI]

En el último artículo de la serie, Dani Rodrik critica el excepcionalismo estadounidense: “lo que es bueno para EE. UU. es bueno para el mundo”[Vii] – y la forma en que esta potencia ve y reacciona ante la “amenaza” china, que solo contribuye, a su juicio, a agudizar las tensiones internacionales.

 

Estados Unidos y China

El autor no entiende este conflicto geoeconómico y político como resultado del declive de la hegemonía estadounidense, ya que el poder ahora ejerce la dominación sin consentimiento. [Viii] – y el correspondiente ascenso chino, única economía capaz de conciliar la soberanía nacional con una inserción exterior guiada por fines internos. De esta forma, la “financiarización” y la “transnacionalización” de las otras dos potencias acaban sirviendo a los intereses de la potencia naciente.

Además, China emprende una profunda transformación estructural de sus fuerzas productivas, alterando así la interacción entre el viejo y el nuevo centro de la economía-mundo capitalista, con impactos decisivos para las semiperiferias y las periferias.[Ex].

 

dualismo productivo

En otro artículo de la serie publicado en Valor económico, Dani Rodrik recupera el concepto de “dualismo productivo”, que según su concepción “está en el corazón de la economía del desarrollo”. Para luego citar a Arthur Lewis como uno de los exponentes de esta “nueva rama de la ciencia económica”.[X]

Dani Rodrik hace referencia a un artículo clásico del economista caribeño, escrito en 1954. En la síntesis del economista de Harvard, una economía desarrollada es aquella en la que priman tecnologías de alta productividad en toda la economía. En los países subdesarrollados, en cambio, existe un estrecho sector moderno que utiliza tecnologías de vanguardia y otro sector tradicional, de baja productividad.

En el modelo de Lewis sería posible saltar del “subdesarrollo” al “desarrollo” controlando las variables económicas. La moderna crecería ampliando las ganancias en base al excedente de fuerza de trabajo hasta agotarla. En este momento, un nuevo país desarrollado vendría al mundo.

No es posible saber si Dani Rodrik tiene predilección por el didactismo reduccionista, o si su comprensión de la “economía del desarrollo” deja algo que desear, pero la intuición que extrae del paralelismo con Lewis es interesante: “el dualismo productivo se ha convertido en un característica visión crítica y visible de las economías avanzadas”.[Xi]

Su problema radica en comparar situaciones socioeconómicas que difieren en el tiempo y el espacio, como si la historia no produjera transformaciones estructurales. En su entrevista, Dani Rodrik propone “unir” historia y teoría económica para realizar el test de nueve [Xii]. Lo que es bastante diferente de partir de una “visión históricamente arraigada del desarrollo económico”, como propone Hobsbawm[Xiii].

 

celso furtado

Uno de los principales exponentes de esta nueva concepción metodológica del desarrollo económico durante el siglo XX fue el economista Celso Furtado. No nos parece que sus herramientas conceptuales y el método histórico-estructural, que con él alcanzó su cúspide en América Latina, sirvan de referencia para autores de renombre internacional e incluso para muchos de los heterodoxos brasileños.

En el primer caso, Celso Furtado quedó en gran parte relegado al estatus de marginal del tercer mundo. En el segundo caso, el maestro Furtado no parece contribuir a la buena colocación de papeles en el mercado internacional de revistas académicas. Se circunscribe así al campo del pensamiento económico, social y político brasileño, con importantes aportes producidos por la academia en las últimas dos décadas.

Podría mencionar a otros intelectuales, no solo economistas, que compartieron la misma perspectiva refrescante en términos metodológicos, llevando la reflexión sobre el (sub)desarrollo a otro nivel. Pero el lema del texto, inscrito en su título, es lanzar la idea de que vivimos en un mundo “prefurtadiano” en términos analíticos.

¿Como asi? Para Celso Furtado, por ejemplo, no tiene sentido pensar en la “economía del desarrollo” como una “nueva rama de la ciencia económica”. Ya en un libro de 1961 –después de revelar en la introducción que había buscado a tientas “terrenos casi inexplorados” durante una década, cuando la simple referencia a “diferencias estructurales” era vista como una asimilación insuficiente de la teoría económica–, es, finalmente, capaz de predecir: la teoría del desarrollo no encaja dentro de las categorías del análisis económico.[Xiv]

Mediante un razonamiento por contraste, en lugar del razonamiento analógico de gran parte de la economía del desarrollo producida por el centro, demuestra que los supuestos del modelo teórico dominante están restringidos, impidiendo la expansión de su alcance y exigiendo, en el límite, su ruptura – para dar cuenta de los numerosos casos especiales.

Si su concepción del desarrollo permite desdibujar los límites entre lo económico y lo no económico, a lo largo de la década de 1970 trató de romper la transformación de las relaciones entre el centro y la periferia a partir de la nueva unidad de mando económico y político, representada por las empresas transnacionales. El problema del desarrollo-subdesarrollo, ahora subsumido en la dominación-dependencia, apunta a una visión global del capitalismo que engendra una constelación de formas sociales heterogéneas en el centro y la periferia.[Xv]

En su último trabajo teórico, Celso Furtado defiende una aproximación entre los procesos de acumulación, estratificación social y concentración del poder, como imprescindible para comprender el proceso de actualización histórica del capitalismo y sus ramificaciones en los centros y periferias cada vez más complejos y multifacéticos, como el se diversifican los mecanismos de subordinación y dependencia.

Se impone así un proceso de replanteamiento de sus conceptos fundamentales, a partir de una mirada atenta a las discontinuidades, como en el método histórico-estructural que perfeccionó. De lo contrario, nos quedarán para ver barcos, comandados por el disparates dominante o por el sentido común de los columnistas convenientes al sistema, sin saber cómo funciona realmente el capitalismo en sus diversas configuraciones históricas y espaciales.

La historia nunca se queda atrás y no está lista para avanzar, si no hay un método que reconstruya la teoría y la historia simultáneamente y nos prepare para nuevos esfuerzos de invención cultural y transformación social.

*Alejandro de Freitas Barbosa es profesor de economía en el Instituto de Estudios Brasileños de la Universidad de São Paulo (IEB-USP). Autor, entre otros libros, de Brasil desarrollista y La trayectoria de Rômulo Almeida: proyecto, interpretación y utopía (Alameda).

 

Notas


[i] Entrevista de Dani Rodrik a Daniel Rittner, “La economía global ha cambiado y se fragmentará más”, en: Valor Económico, PAG. A22, 15 de marzo. 2022.

[ii] RODRIK, D. “A Better Globalization May Come”, en: Valor Económico, A19, 12 de mayo. 2022.

[iii] Rodrik, D. La paradoja de la globalización: la democracia y el futuro de la economía mundial. Nueva York, WW Norton, 2011, pág. xviii-xiv.

[iv] Galbraith, JK La economía del fraude inocente: verdades para nuestro tiempo. São Paulo: Companhia das Letras, 2004, pág. 11.

[V] RODRIK, 2011, pág. 233.

[VI] FURTADO, C. Creatividad y dependencia en la civilización industrial. Río de Janeiro: Paz e Terra, 1978, p. 114-116.

[Vii] RODRIK, D. “El otro lado del excepcionalismo estadounidense”, en: Valor Económico, A15, 9 de junio. 2022.

[Viii] ARRIGHI, G. El largo siglo XX: dinero, poder y los orígenes de nuestro tiempo. Río de Janeiro: Contrapunto; São Paulo: Editora UNESP, 1996, p. 27-31.

[Ex] Para una comprensión más profunda de este argumento, ver BARBOSA, AF “El ascenso chino, las transformaciones de la economía-mundo capitalista y los impactos en los patrones comerciales de América Latina”, en: Revista Hora del Mundo, IPEA, n. 24, 2020.

[X] RODRIK, D. “Desarrollo hacia el Norte”, en: Valor Económico, A15, 13 de abril. 2022.

[Xi] Misma misma.

[Xii] RODRIK, D. “La economía global ha cambiado y se fragmentará más”, en: Valor Económico, PAG. A22, 15 de marzo. 2022.

[Xiii] HOBSBAWM, E. “Sobre la Historia”. São Paulo: Companhia das Letras, 2011, p. 107, 119-120.

[Xiv] FURTADO, Celso. Desarrollo y Subdesarrollo, 3er. edición. Río de Janeiro: Fondo de Cultura, 1965, pág. 11, 16 y 87.

[Xv] FURTADO, C. Introducción al Desarrollo: enfoque histórico-estructural, 3er. edición revisada por el autor. São Paulo: Paz e Terra, 2020, p. 26-30, 75-76.

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