por HENRIQUE BRAGA & MARCELO MODOLO*
El lenguaje figurado no es sinónimo de literatura
En la reciente y comentada entrevista con el Jornal Nacional, el candidato a la reelección Jair Bolsonaro (PL) se defendió de la acusación de haber sido irrespetuoso en su afirmación de que, por el efecto de la vacuna, la gente podría “convertirse en caimán”. Según el representante, utilizó una figura retórica y, en sus palabras, “esto es parte de la literatura portuguesa”, lo que legitimaría la elección retórica.
Esta asociación directa entre el lenguaje figurativo y el lenguaje literario es, sin embargo, un error común, incluso entre quienes sugieren, honestamente o no, dar prestigio al arte literario. Por tanto, en nombre de la verdad, conviene distinguir las dos cosas.
Metáforas de la vida cotidiana.
En el ya lejano año 1980, los lingüistas George Lakoff y Mark Johnson publicaron el célebre Metáforas por las que vivimos (o “Metáforas da vida quotidian”, publicado en portugués). En términos generales, el trabajo aborda cómo el propio desarrollo del lenguaje se debe a la capacidad humana de crear metáforas.
Adoptando una perspectiva cognitiva, los estudiosos muestran que la metáfora no está solo en la expresión lingüística, sino en nuestra propia concepción del mundo. Para los autores, usamos metáforas para, a través de nuestra experiencia concreta, hacer tangibles nociones más abstractas.
Es lo que sucede, por ejemplo, con nuestra forma de conceptualizar la idea de una relación amorosa. Según los autores, cuando se dice que dos enamorados decidieron “recorrer juntos el camino de la vida”, o que “sus caminos se cruzaron”, o que, tras una decepción, “cada uno tomó su propio camino”, es se toma como referencia un elemento de nuestra experiencia concreta (avanzar por un camino) para conceptualizar una noción más abstracta (una relación amorosa de pareja).
De esta forma, la refinada teoría lingüística de Lakoff y Johnson exige reconocer que las metáforas (así como otras relaciones figurativas) no se limitan al texto literario, lo que no quiere decir que no puedan formar parte de él. En este sentido, ¿qué diferenciaría una metáfora literaria de otra ordinaria?
Jakobson y la función poética
Con su mirada puesta en la función poética del lenguaje, el lingüista ruso Roman Jakobson (1896 – 1982) nos ayuda a entender que las figuras retóricas no son sinónimo de literatura. en tu ensayo lingüística y poética, Jakobson, además de establecer una audaz sistematización de las funciones del lenguaje, también propone que no ignoremos las superposiciones existentes entre ellas.
Entre otros ejemplos, analiza la consigna política “Me gusta Ike”, que formó parte de la campaña para la elección de Eisenhower – 34º presidente de EE.UU. (1953-1961). Para Jakobson, es innegable que el enunciado hace uso de recursos expresivos (como la asonancia y la aliteración), que son elementos asociados a la función poética. Sin embargo, esto no hace que el texto publicitario, en el que predomina la función apelativa del lenguaje, integre géneros literarios. Más bien, lo que vemos es un enunciado con claras funciones persuasivas (en este caso, de elección de un candidato) que se apropia de estrategias retóricas asociadas a la literatura.
Lenguaje figurativo y persuasión: el valor de la expresividad
No es con fines meramente estéticos que el discurso político hace uso del lenguaje figurativo. Las expresiones no literales pueden servir para hacer accesible al público la comprensión de ideas más abstractas (lo que ocurre al comparar la formación de un ministerio con la composición de un equipo de fútbol, por ejemplo), o incluso para producir un alto impacto en la audiencia. , atribuyéndole así mayor relevancia al contenido servido. La afirmación de que el individuo vacunado podría convertirse en “cocodrilo” parece estar incluida en ambos criterios.
De esta forma, utilizando un recurso expresivo, el mandatario pudo resaltar la tesis de que las vacunas pueden causar efectos secundarios impredecibles, indeseables, extremos e irreversibles, tal como le ocurriría a quien se convirtiera en un reptil considerado peligroso. El uso del lenguaje figurado, en este caso, fue un arma poderosa no solo para desalentar la vacunación, sino también para promover el negacionismo y las teorías conspirativas. Es difícil, por tanto, concluir que se trata de “literatura portuguesa”. Menos aún la buena literatura.
*Henrique Santos Braga Doctor en Filología y Lengua Portuguesa por la USP.
*Marcelo Modolo es profesor de filología en la Universidad de São Paulo (USP).
Una primera versión de este artículo fue publicada en Revista de la USP .
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