Violencia contra las mujeres en tiempos de Covid-19

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Por Patrícia Rosalba Salvador Moura Costa*

En 2018, Brasil registró 263.067 casos de lesiones corporales intencionales en forma de violencia doméstica.

En tiempos de confinamiento por el COVID-19, organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales, movimientos feministas, académicos, activistas de derechos humanos y algunas instituciones gubernamentales estatales han llamado la atención sobre la posibilidad de un recrudecimiento de la violencia contra las mujeres. La relatora especial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer, Dubravka Simonovic, resaltó que este problema puede aumentar durante la cuarentena, porque el hogar puede ser un lugar de miedo y abuso para mujeres y niños, e indicó también la necesidad de que las entidades federativas promuevan acciones constantes. para defender a las mujeres y combatir la violencia doméstica.

Noticias sobre el aumento de notificaciones de casos de violencia doméstica durante la cuarentena fueron publicadas en sitios web internacionales y nacionales, exponiendo ejemplos de países como China, Francia y España, además de las ciudades de París y Río de Janeiro. Según material publicado, el Departamento de Justicia del Poder Judicial de Río de Janeiro registró que los casos de violencia doméstica en el estado aumentaron en un 50% en los últimos días de aislamiento social. El Gobierno de España ha puesto en marcha una guía de actuación para las mujeres que sufren violencia de género en situaciones de permanencia en el hogar, derivada del estado de alarma por el Covid-19. París también anunció medidas prioritarias de movilización de servicios sociales para responder a casos de violencia.

Realicé una encuesta, entre el 22 y el 29 de marzo de 2020, en los portales de los Gobiernos Estatales, Secretarías de Asistencia Social, Secretarías de Seguridad Pública y Policía Civil de todos los Estados de Brasil y el Distrito Federal, para saber si estaban promoviendo campañas y acciones sobre medidas para combatir la violencia contra las mujeres en tiempos de Covid-19. Detecté que once estados publicaron, en algunos de sus cuerpos, algún tipo específico de información y/o campaña sobre cómo proceder en casos de violencia doméstica. En uno de los estados, el material fue difundido por el CPI sobre feminicidio, vinculado a la Asamblea Legislativa.

Ninguna de las campañas se construyó para considerar temas como discapacidad, clase, raza, etnicidad, sexualidad y territorialización. Es necesario señalar que son las mujeres más necesitadas, que viven en regiones más alejadas y conviven con mucha gente en habitaciones pequeñas las que pueden sufrir más el encierro. Pensemos también que el funcionamiento de las redes de protección y acogida es con reducción de empleados en esta fase de cuarentena. Cabe destacar la falta de atención a las mujeres rurales, ribereñas y selváticas, muchas veces ajenas a todo tipo de políticas públicas.

La prensa y diversas redes sociales también muestran que hay personas preocupadas y solidarias con las mujeres en situación de violencia. La movilización, en algunos casos, viene con boletos, que se colocan en los ascensores de los edificios u otros lugares públicos. Uno de los mensajes que cobró notoriedad trajo el siguiente mensaje: “Vecino agresor, pandemia o no, la violencia contra la mujer es un delito!! ¡No te esconderás detrás del Covid-19! (...) Querido vecino, si necesitas ayuda, corre para acá. Apto 602. No estás solo”. Por otro lado, el actual presidente de Brasil justificó el aumento de la violencia doméstica, en tiempos de Covid-19, con el argumento de que “en una casa que falta el pan, todos pelean y nadie tiene la razón. Hay que trabajar".

Las cifras anunciadas por el Anuario Brasileño de Seguridad Pública (BRASIL, 2019) destacan que el país registró, en 2018, 263.067 casos de daño corporal intencional, en forma de violencia doméstica. Se trata de una media de 126,2 casos por cada 1.206 habitantes, es decir, un registro cada dos minutos. El Anuario también mostró que los feminicidios en el país adquieren diariamente proporciones dramáticas. En 2018 se registraron 30 registros. En casos de feminicidio, estudios muestran que las mujeres negras son las que más mueren en el país. El pico de mortalidad se produce a los 70.7 años. El XNUMX% de las mujeres tenían, como máximo, estudios primarios, y los agresores eran sus parejas o exparejas. Cuando se suman a la reflexión los índices de violencia sexual, la pregunta adquiere un aire dramático y pone de relieve el proceso de desgarramiento de los cuerpos y vidas de las mujeres en situación de violencia del sur al norte de Brasil.

Reflexionando sobre estos datos, siempre es necesario ratificar que el problema de la violencia contra las mujeres no puede ser ignorado ni dejado en un segundo plano en ningún momento de la historia, especialmente ahora, que vivimos en aislamiento social a causa de esta pandemia mundial. Al igual que el Covid-19, la violencia contra las mujeres en Brasil es un grave problema social y de salud pública. Desde hace mucho tiempo, las Ciencias Sociales y Humanas han llamado la atención sobre el hecho de que este debate debe ir siempre más allá de los límites de lo biológico y lo político. Es más que urgente que sigamos produciendo conocimiento, señalando con datos las interfaces de los problemas sociales y afectando los escenarios que se le plantean a la humanidad.

Patricia Rosalba Salvador Moura Costa es profesor de antropología en la Universidad Federal de Sergipe (UFS).

Artículo publicado originalmente en Boletín n. 10 | Los científicos sociales y el coronavirus

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