por BRUNO FABRICIO ALCEBINO DA SILVA*
El auge del crimen organizado está relacionado con el progresivo desmantelamiento del Estado y la suspensión de instituciones cruciales
La administración del actual presidente Daniel Noboa representa la culminación de tres años marcados por episodios de intensa violencia. La campaña electoral del año pasado, notoriamente marcada por la violencia extrema, alcanzó su punto máximo con el asesinato de varios candidatos y políticos, creando un clima de terror generalizado. Este contexto de turbulencia e inestabilidad se refleja ahora en la gestión de Daniel Noboa, quien hereda un escenario desafiante, exigiendo la implementación urgente de medidas para restablecer el orden y recuperar la confianza de la sociedad.
Durante los últimos siete años, se ha producido un progresivo desmantelamiento del Estado y la suspensión de instituciones cruciales, como el Ministerio de Justicia, acompañado de la supresión de políticas de seguridad interna. El auge del crimen organizado está relacionado con estas medidas, culminando con la transformación de Ecuador, anteriormente considerado el segundo país más seguro de América Latina, en uno de los más inseguros.
Exiliado político en Bélgica, el expresidente Rafael Correa (2007-2017) aclaró que “Ecuador ha llegado a este punto de violencia después de siete años de destrucción y desaparición del Estado de derecho”. Los “gobiernos de Guillermo Lasso (2021-2023) y Lenín Moreno (2017-2021) tienen la culpa de lo que está pasando”, destacó Rafael Correa, subrayando “nunca haber visto un proceso de destrucción en un tiempo de paz como en el Caso ecuatoriano”. Esta destrucción, según Rafael Correa, se caracterizó por una serie de políticas que socavaron las estructuras estatales y debilitaron la seguridad interna, abriendo espacio para la proliferación del crimen organizado en el país.
La transición de una seguridad interna soberana a un enfoque de seguridad basado en el mercado es un aspecto crucial que debe considerarse. La privatización de la seguridad desempeña un papel central en el problema actual, puesto de relieve por la insuficiencia de la lógica del mercado para resolver los problemas de seguridad.
Además de las cuestiones internas, la geopolítica juega un papel importante. El fortalecimiento de los vínculos entre Ecuador y Estados Unidos, evidenciado por acuerdos de cooperación militar y legislación conjunta, crea un ambiente propicio para la interferencia extranjera. Existe la posibilidad de que tropas estadounidenses actúen en Ecuador, violando no sólo la Constitución del país, sino también la tradición latinoamericana de ser una zona de “paz”.
Ambiente político
Ecuador, marcado por desafíos históricos y cambios significativos, vio su escenario político marcado por la auge de petróleo a principios de la década de 2000. La gestión de este recurso trajo beneficios económicos, pero también desafíos, lo que puso de relieve la vulnerabilidad del país a la volatilidad de los precios mundiales del petróleo. mercancía.
La trayectoria de Rafael Correa (2007-2017), expresidente exiliado en Bélgica durante lawfare, ejemplifica las divisiones y tensiones en la política ecuatoriana. Su gobierno, caracterizado por avances sociales, enfrentó polémicas y críticas, mientras que su sucesor, Lenín Moreno (2017-2021) implementó un giro hacia la derecha, distanciándose de las políticas progresistas de Rafael Correa.
Guillermo Lasso asumió la presidencia en 2021, tras ganar las elecciones, y desde entonces ha enfrentado un escenario político desafiante, marcado por tensiones y una importante oposición. El uso de la “cruzada de la muerte”, un dispositivo constitucional que resultó en la disolución de la Asamblea Nacional en mayo de 2023, destaca como un punto crucial en este período turbulento.
Muchos percibieron la disolución del parlamento como una estrategia política para enfrentar a la oposición y consolidar el control del gobierno, empeorando las tensiones preelectorales. Guillermo Lasso, que nunca tuvo una mayoría parlamentaria y enfrentó llamados a acusación, buscó una reconfiguración del entorno político mediante la convocatoria de elecciones generales anticipadas.
La llegada de Daniel Noboa a la presidencia, producto de estas elecciones anticipadas, trajo consigo un renovado escenario de competencia electoral. Sin embargo, la situación política no se ha estabilizado y el país enfrenta actualmente una escalada de violencia asociada a bandas criminales vinculadas al narcotráfico.
Confluencia de crisis
La actual crisis ecuatoriana es el resultado de la confluencia de tres grandes turbulencias. La primera de ellas fue la crisis de ., que comenzó en 2014 y tuvo un impacto significativo en la economía del país. Ecuador, históricamente dependiente de sectores como el petróleo y la minería, se vio profundamente afectado por la volatilidad en los precios de estos ., lo que resultó en inestabilidad económica y fragilidad fiscal.
La segunda conmoción fue la pandemia de Covid-19, que resultó devastadora para Ecuador, con 18 millones de habitantes y alrededor de 67 muertos, siendo Guayaquil el epicentro de las tragedias. Además del impacto directo en la salud pública y las escenas de horror con cientos de cadáveres en las calles, la pandemia desencadenó una crisis económica, social y política, fomentando el reclutamiento de jóvenes por parte de facciones criminales y aumentando los índices de criminalidad en todo el Ecuador.
El tercer revuelo se refiere al mencionado gobierno de Guillermo Lasso, elegido con minoría en el Congreso. Frente a una legislatura con considerable poder, Lasso enfrentó una clara contradicción. En una dinámica en la que el Congreso tiene gran influencia y el presidente tiene la prerrogativa de disolverlo, la tensión política ha complicado aún más la respuesta eficaz a las crisis preexistentes.
Avance del extremismo
La reciente categorización por parte del presidente Daniel Noboa de 22 grupos del crimen organizado transnacional como organizaciones terroristas y “actores no estatales beligerantes” genera preocupación sobre la mala aplicación del concepto de terrorismo.
Es importante resaltar la posibilidad del surgimiento de un nuevo líder con características similares a Nayib Bukele, personificado por Daniel Noboa, dadas las condiciones presentadas por el presidente de El Salvador. Desde su ascenso al cargo, Bukele ha desafiado los fundamentos de la República, planteando una amenaza al mantenimiento del Estado de derecho. El país enfrenta una realidad en la que más del 1% de la población está encarcelada, acompañada de una secuencia de medidas autoritarias.
La advertencia sobre el surgimiento de un nuevo “Bukele” en Ecuador resalta la preocupación por un potencial régimen autoritario y concentración de poder, advirtiendo de los peligros asociados a la erosión de las instituciones democráticas y el Estado de derecho. La prudencia en la implementación de medidas para combatir el crimen organizado es crucial para prevenir abusos y preservar los principios democráticos fundamentales.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) atribuye la crisis a la radicalización de políticas neoliberales que destruyen el Estado y aumentan la desigualdad. La “destrucción de las instituciones estatales, incapaces de responder eficazmente”, se señala como un factor que contribuye al reclutamiento de jóvenes por parte del crimen organizado.
carta blanca
La crisis actual, marcada por una ola de violencia, llevó al presidente Daniel Noboa a declarar un “Estado de excepción”, movilizando a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional para enfrentar a los grupos criminales transnacionales. La escalada de violencia, con la huida de líderes de pandillas como “Fito” y “El Salvaje”, requiere respuestas enérgicas para restablecer el orden y la seguridad.
Sin embargo, la imposición del “Estado de excepción” suscita reflexiones sobre las implicaciones políticas y sociales de este acto. Las elecciones en un clima de violencia como las elecciones ecuatorianas del año pasado tienden a favorecer a la derecha, con el presidente salvadoreño Bukele como ejemplo. El endurecimiento de las leyes y el uso de medidas excepcionales, como la presencia abierta del ejército en las calles y la suspensión de prerrogativas constitucionales, configuran un escenario que puede interpretarse como una expresión del movimiento de derecha en América Latina.
Daniel Noboa, quien cumple un mandato de 17 meses hasta mayo de 2025, enfrenta el desafío de abordar el tema de la violencia, que se volvió apremiante durante su gobierno. Para sectores de derecha, esta crisis representa una prerrogativa de presencia militar en las calles, la suspensión de prerrogativas constitucionales e incluso el otorgamiento de amnistía previa. Esta situación, con características de dictadura, señala una preocupante deriva autoritaria y refuerza la tendencia de endurecimiento político en la región.
La oposición, encabezada por la bancada de Revolución Ciudadana (RC), apoyó las medidas de emergencia, destacando la necesidad de enfrentar mafias y bandas criminales. En este contexto crítico, destaca el apoyo incondicional del expresidente Rafael Correa a las acciones del presidente Daniel Noboa. Correa, actualmente en el exilio, enfatizó la importancia de aunar esfuerzos para superar la “guerra interna” en la que se encuentra el país, corroborando las medidas tomadas por Noboa para restablecer el orden y enfrentar desafíos inminentes, que incluyen la recuperación económica pospandemia y la búsqueda para la estabilidad política.
El llamado a la unidad nacional, apoyado por sectores de la oposición y el apoyo internacional de países como Brasil, Perú, Colombia, Cuba y Bolivia, pone de relieve la gravedad de la situación.
La complejidad de la situación exige una investigación detallada de tres preguntas que ayuden a descifrar los elementos fundamentales de esta crisis multifacética.
Las pandillas y el aumento de la violencia
La crisis de seguridad en Ecuador ha alcanzado su punto máximo en los últimos tres años, registrando un número récord de homicidios en 2023. Con más de 7.878 muertes, sólo 584 casos fueron resueltos, destacando una situación alarmante. El país se ha convertido en un importante centro regional de almacenamiento, procesamiento y distribución de drogas, fortaleciendo a más de 20 bandas criminales activas.
Estas pandillas, como Los Choneros, Lobos, Lagartos y Tiguerones, desempeñan un papel crucial en la creciente violencia, conectándose con los grandes cárteles de la droga en México y Colombia. La muerte del candidato presidencial Fernando Villavicencio en agosto del año pasado es indicativa del predominio de estas pandillas sobre el control político en el país, revelando una influencia significativa dentro de las instituciones y la sociedad ecuatorianas.
La penetración de estas organizaciones criminales no se limita solo a la población, sino que también se extiende a la policía y las Fuerzas Armadas, poniendo de relieve la corrupción sistémica que permea la estructura del Estado. La fuga de líderes como Adolfo Macías, conocido como “Fito”, y los motines carcelarios son síntomas directos de esta abrumadora influencia de las pandillas en Ecuador.
Elección de Daniel Noboa
Daniel Noboa, presidente durante apenas un mes y medio, asumió el cargo en medio de una crisis de seguridad que se avecinaba. Sus propuestas centradas en la economía y la seguridad han obtenido el apoyo mayoritario de los ecuatorianos, prometiendo reformas carcelarias, medidas estrictas contra el crimen y avances tecnológicos para combatir el crimen organizado.
Sin embargo, las intenciones de Daniel Noboa se convirtieron en un catalizador de la reacción de las pandillas, demostrando su capacidad para desafiar la democracia ecuatoriana. La rápida respuesta del presidente, declarando el estado de emergencia y buscando medidas más estrictas, parece haber inflamado aún más la hostilidad de las pandillas, lo que llevó a eventos como la invasión del canal de televisión TC en Guayaquil.
El mercado de la droga y los conflictos territoriales
Ecuador, ubicado estratégicamente entre Colombia y Perú, se ha convertido en un punto crucial en el mercado internacional de drogas. Aproximadamente un tercio de la cocaína colombiana pasa por Ecuador antes de dirigirse a América del Norte y Europa. La desmovilización de las FARC en Colombia, tras un acuerdo en 2016, impulsó a grupos disidentes y organizaciones vinculadas al narcotráfico, descentralizando las cadenas de producción y distribución de drogas.
La creciente presencia de organizaciones criminales internacionales, como los carteles mexicanos de Sinaloa y el CJNG, ha intensificado los conflictos territoriales y aumentado la violencia en Ecuador. La disputa por el control, combinada con múltiples organizaciones criminales de diferentes países, crea una dinámica compleja que contribuye significativamente a la crisis actual.
La capilarización del narcotráfico en el norte del continente trajo la entrada de cárteles mexicanos al Ecuador. El vacío dejado por Colombia, resultante tanto de la disolución de las FARC como de la privatización de las fuerzas de seguridad, fue llenado por estas organizaciones criminales. Sin embargo, el aspecto crucial de esta dinámica es la economía dolarizada de Ecuador. El uso del dólar como moneda, a diferencia de Colombia y Perú, que tienen monedas locales, hace que las transacciones sean más complejas y aumenta el atractivo de Ecuador para los cárteles internacionales.
Raíces sistémicas
Superar esta crisis requerirá no sólo acciones inmediatas y enérgicas, sino también estrategias a largo plazo que aborden las raíces sistémicas del problema. La búsqueda de estabilidad y seguridad en Ecuador requiere un enfoque integrado, que involucre reformas institucionales, cooperación internacional y medidas socioeconómicas para desmantelar las estructuras que sustentan la violencia en el país.
*Bruno Fabricio Alcebino da Silva Es Licenciado en Relaciones Internacionales y Ciencias Económicas en la Universidad Federal del ABC (UFABC)..
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