Vida, trabajo y dignidad.

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por LUIZ MARQUÉS*

La unificación de demandas es la clave del futuro. La cuestión organizacional condensa la posibilidad de una construcción contrahegemónica

Em Breve historia de la igualdad, revela Thomas Piketty: “Hasta principios del siglo XX no había clase media, en el sentido de que el 40% entre el 50% más pobre y el 10% más rico eran casi tan pobres (en términos de participación en la propiedad total) como así como el 50% más pobre. En cambio, a finales del siglo XX y principios del XXI, la clase media patrimonial está formada por personas que no son inmensamente ricas, pero que están lejos de ser pobres”. Descontando el eurocentrismo, tenemos el “tipo ideal” weberiano para otras realidades. Aquí interesa la perspectiva del médico general y no la de los especialistas sobre la enfermedad en un país en particular.

Crisis de la civilización

Después de la década de 1980, el clase media Lo genérico se ve aún más hundido en los países occidentales. Los niños acumulan menos bienes materiales que los que alguna vez acumularon sus padres. A su vez, la ideología meritocrática queda desacreditada. Además, al persuadir a los ganadores a considerar que su éxito es producto de sus acciones y, en caso de derrota, que los de arriba miran a los de abajo con desdén, bloquea la posibilidad de una conciliación de clases. Esto ayuda a explicar por qué aquellos que la globalización ha dejado atrás están resentidos y por qué se sienten atraídos por los populistas autoritarios. He aquí un retrato de las capas intermedias del sistema capitalista en nuestro tiempo.

La desindustrialización y la inseguridad laboral recrean la barbarie estructural en el contexto de las innovaciones cibernéticas. Por un lado, la regresión propaga el socialfascismo; por el otro, capilariza el fascismo político. En 26 de las 27 legislaturas de los países de la Unión Europea, la extrema derecha tiene escaños. En Hungría, Polonia e Italia (tercera economía, detrás de Alemania y Francia) ya ha tomado el poder. Hoy el espectro que acecha al viejo continente es el opuesto al que especula la utopía socialista.

Está en marcha una crisis de civilización, con la erosión de la democracia. Un fenómeno que despierta a la necesidad de una resiliencia primordial y desenfrenada, para escapar del polvo. La concepción schmittiana separa la política en “amigos” vs “enemigos” a nivel nacional y rediseña la división internacional del trabajo. Lo que el retraso quería en Brasil era apegarse a la agricultura (latifundios, monocultivos, exportaciones). Decir que el nacimiento de la multipolaridad implica una guerra nuclear no es absurdo.

La política se presenta en exhibiciones públicas con clichés rencorosos. Los valores de la Ilustración –razón, libertad, secularismo, ciencia, el lema “atrévete a saber”– se cambian por dogmas. El cansancio de los principios fundacionales de la modernidad lleva a la humanidad a la autodestrucción y al planeta a la catástrofe climática. La soberanía del pueblo y la participación social van al índice.

Vale recordar el discurso de Javier Milei al asumir su cargo en Argentina. "En el corto plazo, la situación empeorará". Obvio. Ministerios de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible; Trabajar; Cultura; Mujeres, Género y Diversidad que satisfacían las demandas modernas esenciales se extinguen. El empobrecimiento de los sectores medios y la miseria de los desanimados profundizan los miedos y la inseguridad. Se están escuchando señales de una recesión monumental. El país de Jorge Luis Borges se dejó encadenar por un payaso sociópata, al tango del anarcocapitalismo. “¡Viva la libertad, hombre!.

El populismo de derecha utiliza “hechos alternativos”, como el espíritu de un perro muerto, para atraer a los votantes a entornos de degradación ética y cognitiva: atacando instituciones, per se, además de los derechos sociales. “Su fuerza popular no depende de la evidencia sino del sentimiento; la esencia de la cultura de la posverdad”, en la reflexión de Matthew D'Ancona, en Posverdad: La nueva guerra contra los hechos en tiempos de fake news. La sensación es, al mismo tiempo, de confusión cerebral y de absoluta falta de conciencia sobre la identidad de los responsables del caos. La “verdad objetiva” desaparece en el desagüe de la demagogia. La guerra de todos contra todos muestra el fracaso del modelo social hegemónico.

Unificar demandas

La alteridad adquiere aires hostiles. El colectivo se pulveriza, se convierte en un simulacro. El excedente de imaginación alimenta impulsos necropolíticos (la uberización de la vida) y el colapso de la civilización. Antes, los escaparates comerciales servían como punto de fuga; ahora como Big Data se convirtieron en claustro. Con la dinámica de la inteligencia artificial (máquina de aprendizaje) se persiguen los pilares de la ciudadanía: el feminismo, el antirracismo, la antihomofobia, el ambientalismo, la izquierda. En lugar de una emancipación colectiva revolucionaria, salvación personal a través de la Teología de la Prosperidad. El hiperindividualismo sintetizado en la imagen de lobo de wall street se reproduce en las periferias.

En el fondo del escenario está la financiarización del Estado y de la sociedad. La noción de demos (la gente) está deconstruida. La representación desaparece (“No me representa”). La lealtad se disipa (“Las partes son iguales”). Las redes digitales se transforman en publicidad fraudulenta del Selma Festival. El tejido sociopolítico está deshilachado. La ignorancia se monetiza con rastaqueras que salen de las alcantarillas en las alcantarillas del mapa mundial, con palabrería totalitaria sobre moral y costumbres. ¿Qué hacer?

La tarea de los progresistas es defender la bandera del igualitarismo y la cooperación mutua. En el libro forjando la democracia – el título hace referencia a Hefesto, “Dios de la fragua” (tecnología, metalurgia, armas, fuego) en la antigua Atenas – Geoff Eley destaca: “La democracia siempre ha sido una frontera en movimiento, cuyas proyecciones idealistas no realizadas eran tan importantes como los logros reales” . Las derrotas plantan semillas donde mañana nacerán los puños cerrados, sobre el asfalto. La victoria épica de Lula y la izquierda unida en Brasil devolvió la esperanza a los corazones de los desesperados.

Si las disputas parlamentarias importan, lo que florece en las relaciones sociopolíticas es más decisivo. La mediación de masas en la esfera pública es crucial. Los humillados y ofendidos necesitan reconocerse en un foro interclasista, bajo un lema integral: “Vida, Trabajo y Dignidad”: (i) vida, porque el capitalismo no asegura la supervivencia del ser humano ni de ninguna especie; (ii) el trabajo, porque es la base de un sistema que precariza el trabajo con gramática neoliberal y; (iii) dignidad, porque abarca las aspiraciones de todas las articulaciones transformadoras.

La unificación de demandas es la clave del futuro. La cuestión organizacional condensa la posibilidad de una construcción contrahegemónica. Saludos Lenin. La polarización causada por el movimiento profascismo se ve alimentada por la valorización de lo privado y la devaluación de lo público. Si la privatización de la existencia es la esencia de la alienación de los individuos; La privatización de los espacios urbanos es la barrera levantada contra la perspectiva de convivencia en la diversidad de las ciudades. Sin las luchas por la ecuanimidad y el bloqueo en las calles, seguimos siendo rehenes del resentimiento y el odio bajo el salvaje neoliberalismo de las finanzas.

El sueño no murió

Lo peor es que no podemos consolarnos con la idea de que se trata de una circunstancia excepcional, cuando el Estado de excepción parece configurar la nueva normalidad. Como destaca Freud, en Consideraciones actuales sobre la guerra y la muerte, El belicismo no cesará “mientras los pueblos [y las clases sociales, cabe agregar, con permiso] viven en condiciones tan diferentes, mientras difieren tanto en el valor que atribuyen a la vida individual y mientras los odios que los dividen representan fuerzas psíquicas tan intensas”. Hasta entonces, la bestia humana de este período de decadencia imperialista disfrutará de los escombros palestinos en la Franja de Gaza, en la reproducción metonímica de Guernica. Nuestro desafío es deconstruir la historia de la desigualdad en el mundo. El sueño no murió.

* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.


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