Vera Cruz, la fábrica de sueños

Imagen: Adir Sodré
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por AFRANIO CATANÍ*

Comentar el libro “Bourgesia e Cinema: o caso Vera Cruz”, de Maria Rita Galvão

El libro de Maria Rita Galvão (1939-2017) es una lectura amena para los interesados ​​en la historia del cine brasileño, describiendo el ciclo de vida de la Companhia Cinematográfica Vera Cruz, el Hollywood paulistano de los años 1950, escrito en un tono ligero, despojado de jerga y citas teóricas. Presentada inicialmente como tesis doctoral en la Universidad de São Paulo, la versión libro es una adaptación compacta –el original tenía cinco volúmenes y más de mil páginas– de la turbulenta cotidianidad de la meca cinematográfica surgida en noviembre de 1949.

Maria Rita trazó la historia de Vera Cruz a través de los testimonios de quienes acompañaron su desarrollo y la recopilación de información dispersa en la prensa de la época: Tom Payne, Walter George Durst, Rex Endsleigh, Alex Viay y Nélson Pereira dos Santos.

Los orígenes de Veracruz se pueden encontrar unos años antes, en el período posterior al final de la Segunda Guerra Mundial. En São Paulo, en esa época, había una burguesía fuerte y madura, beneficiada por el reciente desarrollo industrial, dispuesta a financiar la producción de cultura a partir de instituciones: museos, escuelas, teatros –todos equipamientos para la difusión cultural que llegaban a una parte considerable de la población.

Así, en poco tiempo, la ciudad fue testigo, “algo perpleja y muy orgullosa”, del nacimiento de dos museos de arte (Museu de Arte Moderna y Museu de Arte de São Paulo), la formación de una compañía teatral de alto nivel (TBC – Teatro Brasileiro de Comédia), la multiplicación de conciertos, escuelas de arte, conferencias, seminarios, exposiciones, revistas de difusión artística y cultural, la construcción de una gran sala de espectáculos, la creación de una filmoteca, la creación de una Bienal Internacional de Artes Visuales.

En octubre de 1948 se inauguró el TBC, inicialmente un emprendimiento financiado por Franco Zampari para dar cobijo al teatro amateur de la capital, que no contaba con locales para realizar sus presentaciones. Sin embargo, pronto surgió la necesidad de profesionales que guiaran a los jóvenes aficionados que debían realizar montajes impecables, similares a los que se representaban en Europa, y para ello se contrató al escenógrafo italiano Aldo Calvo.

Poco después, Adolfo Celi llega desde Argentina para asumir el cargo de director artístico de TBC. A partir de entonces, la profesionalización se convirtió en cuestión de tiempo, y se hizo efectiva en enero de 1950 con técnicos, directores y actores permanentes, la mayoría de ellos provenientes de grupos de aficionados de São Paulo y Río de Janeiro. Otros técnicos y artistas italianos fueron llamados y pronto llegaron a São Paulo: Bassano Vaccarini, Luciano Salce, Ruggero Jacobbi, Flaminio Bollini y, más tarde, Alberto D'Aversa, Mauro Francini y Gianni Ratto, la mayoría de los cuales llamarían sucesivamente a TBC y Vera. Cruz.

En 1949, el Centro de Estudios Cinematográficos del Museo de Arte Moderno (MAM) promovió un Seminario de Cine, “el primer curso regular de técnica y estética cinematográfica creado en Brasil”, invitando al cineasta Alberto Cavalcanti –que llevaba 36 años en Europa – participar en el evento con una serie de conferencias. Tan pronto como llegó, Cavalcanti aceptó participar, como productor general, en la empresa que se estaba formando y contrató a técnicos extranjeros de varias nacionalidades para trabajar en la empresa.

Llamó, entre otros, a Chick Fowle, Bob Huke, Oswald Haffenrichter, John Waterhouse, Jacques Deheinzelins, Rex Endsleight, Eric Rassmussen y Michael Stoll, además de varios brasileños: Lima Barreto, Agostinho Martins Pereira, Oswaldo Sampaio, Tônia Carrero, Eliane Lage, Marisa Prado, Anselmo Duarte, Mário Sérgio y Alberto Ruschel, entre directores y actores.

El capital inicial de Vera Cruz alcanzó la cantidad de 7,5 millones de cruzeiros, una fortuna en la época. En 1953, la empresa poseía los mayores estudios de cine del país, ubicados en São Bernardo do Campo, con un área de 101 mil metros cuadrados (25 mil edificios), con 6 escenarios de filmación, talleres mecánicos, carpintería, departamentos residenciales, flotas de automóviles y una ciudad falsa construida para filmaciones en exteriores.

Su primera producción fue caiçara (1950 – director: Adolfo Celi), y le siguieron una docena y media de películas, casi todas a pérdida, a saber: 1951 – La tierra siempre es tierra e Ángela; 1952 - Apasionada, Tu sabes del Frente, Tico-tico no Fubá e Tóxico; 1953 - Señorita chica, el cangaceiro, Una pulga en la balanza, Familia Lero-Lero, Nadando en Dinheiro, Rincón de la ilusión e Luz apagada; 1954 - besar esta prohibido, candinho, En el camino del crimen e Floreciendo en las Montañas.

excepción hecha a el cangaceiro, dirigida por Lima Barreto, que costó 7 millones y ganó 33 millones de cruzeiros, Señorita chica y dos o tres películas más, las otras fracasaron en taquilla, lo que llevó a Veracruz a cerrar sus actividades en 1954. Mientras las chanchadas cariocas costaban cinco o seis veces menos y tenían su propio circuito de distribución y exhibición, Veracruz entregaba la distribución de sus películas a Columbia Pictures, que, como representante directo de los trusts internacionales, no participaba mucho en la distribución de películas nacionales similares.

Añádase a esta situación los altísimos salarios de los técnicos y artistas. Tônia Carrero ganaba 25 mil cruzeiros cuando el salario mínimo era de 125 cruzeiros; Anselmo Duarte recibió 13 en Atlântida y pasó a ganar 50 en Vera Cruz. Además, las entradas tienen sus precios congelados desde hace casi tres años. Finalmente, ante este conjunto de situaciones desfavorables en términos financieros, no es difícil comprender las principales razones que llevaron a la empresa a la quiebra.

Maria Rita Galvão, discípula del crítico y profesor Paulo Emílio Salles Gomes (1916-1977), se arremangó y recopiló una gran cantidad de material empírico que fue publicando poco a poco, contribuyendo significativamente a la comprensión del llamado São Cine industrial paulista de los años 1950, técnicamente consolidado con la llegada de Veracruz.

Después de leer esto Burguesía y Cine Se entiende que quizás el mayor error de la burguesía paulistana que participó en esta aventura fue creer demasiado en sí misma como clase y haberse involucrado demasiado con su arrolladora fábrica de sueños – por cierto, otro no es el título original de la tesis de Maria Rita.

*Afranio Catani es profesor jubilado de la USP y profesor invitado de la UFF. Autor, entre otros libros, de la sombra del otro (Panorama)

Publicado originalmente en Jperiódico de la tarde en 30.01.1982.

referencia


GALVÃO, María Rita. Burguesía y Cine: el caso Vera Cruz. Río de Janeiro: Civilización Brasileña / Embrafilme, 1981.

 

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