Viejos y nuevos carnavales

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por RUBENS PINTO LYRA*

Los carnavales dan lugar a protestas que se asemejan a actos de desobediencia civil, insubordinación y resistencia

“Carnaval, santa locura\ florecimiento del cuerpo en rosa repentina,\ llama, cometa, risa, pura risa\ la pura liberación de la prisión\ que cada uno lleva en su libertad,\ mirada, medida, registrada” (Carlos Drummond de Andrade, El amor se aprende amando).

El carnaval como válvula de escape e instrumento de control social

Los viejos carnavales persistieron con todo su glamouroso en la mayoría de las ciudades brasileñas hasta fines de la década de 1960, con desfile de cuadras y juerguistas en sus principales arterias y animados bailes en clubes, especialmente en la “alta sociedad”. Era una época en la que prevalecía la moral tradicional, impartida en escuelas religiosas, generalmente dirigidas a los más acomodados, donde la gente rezaba todos los días.

Esta moral se inspiró en el Catecismo de la Doctrina Cristiana del Papa Pío X, fechado en 1904 y destinado especialmente a los jóvenes, habiendo sido adoptado a fines de la década de 1950 por la Iglesia Católica en Brasil. En él se dice que “merece el infierno (sufrir “sin alivio alguno”, por toda la eternidad) quien ha cometido un solo pecado mortal”. Por ejemplo, estaría sujeto a este castigo -por infringir el Noveno Mandamiento- (1951, p. 15, 44 y 45) cualquiera que desee, aunque sea fugazmente, la esposa de su prójimo.

Pero catecismos similares permanecieron vigentes en muchas instituciones religiosas incluso en la década de XNUMX, con sacerdotes y monjas advirtiendo constantemente a sus alumnos del riesgo de sufrir eternamente bajo el yugo de Satanás si cometían un desliz.

En este contexto, los carnavales proporcionaron a la juventud una válvula de escape, aunque limitada, ante la rigidez moral imperante. En ellos se pueden disfrutar momentos especiales de placer, por eso su música y encanto son contagiosos. Y, sobre todo, porque dan más libertad para acercarse al sexo opuesto, esquivando, entre confeti, serpentinas y lanzaperfumes y la ineludible vigilancia paterna.

Sin embargo, en aquella época dorada de los carnavales de club, la ampliación de los espacios de libertad tuvo límites debido al carácter familiar y clasista de estos carnavales. Padres, hijos y novios, incluso los mayores, “jugaban” juntos, bajo la supervisión de los primeros.

Este ejemplo ilustra la omnipresencia del vínculo familiar en la vida social, en una sociedad, en ese momento, todavía marcada por relaciones precapitalistas, incluso en el mercado.

Ese tipo de vínculo se extendió al mercado. Había establecimientos en los que determinados clientes, por ejemplo los médicos de familia, no pagaban por sus servicios. Lo mismo ocurrió con los dueños de estas tiendas, para quienes las consultas fueron gratuitas. Como no podía ser de otra manera, la modernización capitalista trajo consigo cambios en las concepciones y prácticas morales antes descritas.

En efecto, ya en el remoto año de 1848, Marx señalaba, en el manifiesto Comunista, cambios ocurridos en este contexto, con el advenimiento del capitalismo, destacando que “la burguesía arrancó a la relación familiar su conmovedor velo sentimental y la redujo a una simple relación de dinero”.

Así, desde la década de 1980, los carnavales callejeros han ocupado el lugar de los que tenían lugar en los clubes, diluyendo los lazos familiares, pero preservando -a través, por ejemplo, de cuadras separadas de la masa con cordones de aislamiento- la distancia entre clases.

Más recientemente, han surgido otras formas de entretenimiento, como el programa Gran Hermano, que también contribuyen a romper el “velo sentimental en movimiento” al que aludía Marx. Los participantes de este demostración de la realidad son elegidos según el criterio de la rentabilidad, con sus relaciones mediadas por una feroz competencia, ya que solo el ganador recibirá una cuantiosa recompensa económica (RAMOS: 2013).

Puede verse que las transformaciones de la economía capitalista tienen un impacto directo en el contenido ético de las relaciones sociales y en la práctica que los da cuenta. Están, preponderantemente, determinados por la fortaleza del mercado, lo que conduce a la búsqueda de estado y la riqueza, y, más recientemente, legitimados por teologías, como la prosperidad, que los considera signos inequívocos de proximidad a Dios.

En este nuevo contexto, las celebraciones de Momo pierden progresivamente su espontaneidad, socavadas por mandatos de carácter mercantil y político. Así, en 1935, durante el gobierno de Getúlio Vargas, el Estado intervino en los carnavales, con la inscripción obligatoria de escuelas y samba y por medio de premios oficiales. Asimismo: “géneros musicales antes marginados fueron convenientemente domesticados y pasaron a gozar del estatus de banda sonora ideal para la “fiesta de la brasilidad”, sometida a una orientación cívica y nacionalista” (LIRA: 2013, p. 210).

Carlos Drummond de Andrade, en sus poemas, también identificó la distorsión de las manifestaciones carnavalescas para favorecer el mercado: “Ah, sí, el sambista y su escuela, juerga para los turistas, y el distinguido Jurado. ¡Puntos! ¡Más puntos! ¡Preguntas, más preguntas! Fea pelea en este programa oficial que cava y gobierna el Carnaval. Se deleitaron los demás. No hojeaban por el gusto, por la gracia, por el \ orgasmo de hojear (1987: p.157).

Frei Betto, por su parte, identifica en el carnaval un vehículo para la sublimación de los antagonismos de clase, a través de “un gran ritual en el que ofrecemos a Momo en el altar de la alegría, en el panteón de carros alegóricos, nuestra rebeldía disfrazada de fiesta”. , para regocijo de los señores del poder que, desde lo alto de sus camarotes, revienta el champán, felices, porque el ritual sublima el enfrentamiento directo: la gente allá abajo, disfrazada de reyes y reinas, mientras allá arriba reinan de verdad. Además de tener control sobre las almas, disfrutan de cuerpos desnudos dionisiacos” (BETTO:2008).

 

El carnaval como manifestación de la contrahegemonía

Una visión más amplia del carnaval, así como de otras formas populares de entretenimiento, muestra que también pueden encarnar la contrahegemonía.

Los carnavales de club fueron reemplazados, como hemos visto, por carnavales callejeros, siendo los más tradicionales los de Olinda y Salvador y los más recientes, los de São Paulo y Belo Horizonte, cada vez más impersonales y masificados. Bajo la égida del capital “todo lo sólido se disuelve en el aire y todo lo sagrado es profanado” (MARX: 1998, p. 8).

Actualmente, en muchos carnavales florecen prácticas y valores que no están moldeados por formas de relación dictadas por el mercado, presagiando el advenimiento de una sociedad más solidaria que puede, más adelante, reemplazar a las actuales, gobernadas por el dinero. En las citadas ciudades se revigorizan las antiguas fiestas del Momo, pero despojadas del moralismo que las caracterizaba.

En ellos se rescatan relaciones más libres y afectos más verdaderos, dando lugar, sobre todo en los carnavales, a que los juerguistas se diviertan y fraternicen, sin el taco de la moral represiva ni de los valores de mercado. Son espacios donde se combina el ejercicio de la autonomía individual con relaciones espontáneas de amistad y afinidades artístico-culturales genuinas por parte de quienes no pueden asistir a la fiesta oficial. Pero esto no les lleva a renunciar a su condición de sujetos de las fiestas del Momo, poniendo en entredicho la hegemonía de la lógica mercantil de la industria cultural.

Como señala Viscardi et alli: “Cualquier semejanza con la disputa entre el pueblo y la élite y los intentos de demarcaciones jerárquicas, frecuentemente rotas por las clases con menor poder económico, no deben ser considerados como una mera coincidencia, sino como ejemplos de una lucha en el campo de la cultura, a partir de fuerzas contrahegemónicas que se oponen al escenario del carnaval reducido a la condición de mercancía” (VISCARDI: 2013, p. 20).

Los carnavales recientes y actuales difunden valores contrahegemónicos que alcanzan una dimensión política, convirtiéndose en escenario de denuncia de injusticias y exigencia de reparación. Desde la esclavitud, los esclavistas siempre han tratado de poner límites a esta fiesta popular. Gil y Caetano entendieron cabalmente su dimensión libertaria al exaltar, en una de sus composiciones, “la samba, padre del placer, hijo del dolor, el gran poder transformador” (ALENCAR: 2019).

Un ejemplo de ello es la trama de samba de Mangueira, campeona del carnaval de Río 2019. Rindiendo un emotivo homenaje a Marielle, su letra recuerda que “hay sangre oscura pisoteada detrás del retrato enmarcado (SAMBA: 2019). Eligiendo como tema de su desfile la denuncia de los falsos héroes de la nacionalidad, exaltada en la literatura oficial y en la mayoría de los libros de texto, Mangueira brindó una magnífica demostración de contrahegemonía, traducida en la íntima relación entre protesta, carnaval y democracia.

En esa misma línea, en 2020, la trama de esta escuela contaba la historia de un Jesús con “cara negra, sangre india y cuerpo de mujer”. Criticando a Jair Bolsonaro, sin mencionar su nombre, la trama en cuestión concluye diciendo que “No hay futuro sin compartir, ni hay Mesías con un arma en la mano” (MANGUEIRA: 2020).

Los carnavales, especialmente en tiempos de crisis, dan lugar a protestas que se asemejan a actos de desobediencia civil, insubordinación y resistencia. Cuanto mayor es la brecha entre los líderes institucionales y los deseos del hombre común, más ciudadanos -en este caso, los juerguistas y sus cuadras- encuentran en las fiestas populares un espacio para el ejercicio de la libertad de crítica, sin la censura de los gobernantes autoritarios y sus Seguidores Secuaces.

*Rubens Pinto Lyra Es profesor emérito de la UFPB. Autor, entre otros libros, de Bolsonarismo: ideología, psicología, política y temas relacionados (CCTA/UFPB).

Referencias


ALENCAR, Chico. juerga de resistencia. Blog de Rubí. https://com.br

ANDRADE, Carlos Drummond. El amor se aprende amando. Río de Janeiro: Registro, 1987.

BETTO, Fray. Laberinto y Carnaval. San Pablo: Folha de S. Pablo, 5 de febrero 2008.

MANGUEIRA critica a Bolsonaro por hablar del Mesías pistola en mano. Folha de S. Pablo, 20 de febrero 2020.

MARX, Carlos. Manifiesto del Partido Comunista. São Paulo: Cortez Editora, 1998.

NETO, Lira. Getúlio: del gobierno provisional al Estado Novo. São Paulo: Companhia das Letras, 2013.

Pío X. Catecismo de la Doctrina Cristiana. João Pessoa: Archidiócesis de Paraíba, 1951.

RAMOS, Aline. La especulación anterior a BBB se convierte en un negocio lucrativo para las celebridades. Folha de S. Pablo: São Paulo, 10.1.2023/XNUMX/XNUMX.

SAMBA Enredo 2019: cuento para adormecer a los mayores. www.letras.mus.br.

VISCARDI et al. Carnaval: entre la contradicción de clases y el espectacular producto mediático. Estación científica. Juiz de Fora, nº 9, enero-julio 2013.

 

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