Van Gogh solía describir literalmente sus cuadros con detalle, abusando de los colores, tanto antes de pintarlos como después de terminarlos.
En una carta a Émile Bernard, enviada desde Arles el 19 de abril de 1888, Vincent van Gogh escribió “Hay mucha gente, especialmente entre nuestros compañeros [pintores], que imaginan que las palabras no valen nada. Al contrario, ¿verdad? Es tan interesante y tan difícil decir algo bien como pintarlo. Existe el arte de las líneas y los colores, pero el arte de las palabras también existe y permanecerá."
Vicente, este hombre de pasiones que, según sus propias palabras, era capaz y dado a hacer cosas más o menos sin sentido, había recibido algunos sonetos de Bernard. Después de varias observaciones, con su franqueza natural, habitual y característica, añadió: “Pero, en fin, todavía no son tan buenos como tus cuadros. No importa. Eso llegará y seguramente tendrás que continuar con los sonetos”.
Van Gogh solía describir literalmente sus cuadros al detalle, abusando de los colores, tanto antes de pintarlos como después de terminarlos. En una carta de Arles a su hermano Theo fechada el 16 de octubre de 1888, escribió:
“Mis ojos todavía están cansados, pero finalmente se me ocurrió una nueva idea y aquí está el boceto. Siempre 30 [pantalla]72 por 90 cm]. Esta vez es simplemente mi habitación, sólo el color debe hacer aquí y, al darle, a través de su simplificación, un gran estilo a las cosas, debe ser sugerente. descansar ou del sueño en general. En última instancia, la visión de la imagen debe resto la cabeza, o mejor dicho, la imaginación. Las paredes son de un violeta pálido. El suelo – está hecho de baldosas rojas. La madera de la cama y las sillas es de un fresco color amarillo mantequilla. La sábana y las almohadas son de un verde lima muy claro. La manta roja escarlata. La ventana verde. El tocador naranja, el lavabo azul. Las puertas lilas. Y eso es todo: nada en esta habitación con las contraventanas cerradas. La estructura de los muebles aún debe expresar un descanso inquebrantable. Cuadros en la pared, un espejo, una toalla de mano y algo de ropa. El marco –como no hay blanco en el cuadro– será blanco. Esto fue para vengarme del descanso forzado que me obligaron a tomar. Seguiré trabajando en esto todo el día mañana, pero ya ves lo simple que es el proyecto. Se suprimen sombras y sombras proyectadas, se colorea en tonos planos y sencillos a modo de crepones. Esto contrastará, por ejemplo, con la diligencia de Tarascón y el café nocturno. No te escribiré mucho más [sic], porque mañana empezaré muy temprano, bajo la fresca luz de la mañana, a terminar mi lienzo”.
Al día siguiente, 17 de octubre de 1888, después de pintar el cuadro, Vicente escribe a Paul Gauguin:
"… También hice para mi decoración un lienzo de 30 pulgadas de mi habitación con los muebles de madera blanca ya sabes… En tonos planos, pero toscamente cepillados en toda pasta, las paredes lila pálido, el piso en un rojo roto y descolorido, las sillas y la cama de color amarillo cromo, las almohadas y las sábanas de un verde lima muy pálido, la manta de color rojo sangre, el tocador de color naranja, el lavabo de agua azul, la ventana verde. quería expresar un descanso absoluto a través de todos estos tonos tan diversos que ves, y donde no hay más blanco que la pequeña nota que da el espejo de marco negro…”
Vicente, que tenía una necesidad exasperada de expresar con palabras sus ideas y sentimientos y escribió más de dos mil largas cartas (se han encontrado 820), fue también un lector incansable. Del 22 al 24 de junio de 1880, en una carta desde Bélgica a Theo, escribió:
“…tengo una pasión más o menos irresistible por los libros y necesito educarme continuamente, estudiar si se quiere, así como necesito comer mi pan… Estudié más o menos seriamente los libros que estaba a mi alcance, como Biblia y Revolucion francesa de Michelet y, el invierno pasado, Shakespeare y un poco de Victor Hugo y Dickens y Breecher Stowe y últimamente Esquilo y muchos otros menos clásicos, varios pequeños grandes maestros... el amor a los libros es tan sagrado como Rembrandt, e incluso pienso que los dos se completan... Dios mío, qué hermoso es Shakespeare, ¿quién es misterioso como él? Sus palabras y la forma en que las dice equivalen a un roce tembloroso de fiebre y emoción. Pero debemos aprender a leer, así como debemos aprender a ver y aprender a vivir”.
Nota: además del original de 1888, el boceto y el dibujo, hay dos cuadros más del Habitación en Arlés Pintado por Van Gogh en 1889, la “repetición” y la “reducción” (56,5 por 74 cm).
*Samuel Kilsztajn es profesor titular de economía política en la PUC-SP. Autor, entre otros libros, de Dejar esta guardia está equilibrado [https://amzn.to/48lv9G9]
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