por JULIÁN RODRIGUES*
Homenaje al intelectual y activista en su cumpleaños
"No soy nada. \ Nunca seré nada. \ No puedo quiero ser nada. \ Aparte de eso, tengo todos los sueños del mundo dentro de mí” (Fernando Pessoa)
Uberabense, ingresé al PT a los 16 años, en la campaña Lula-89. Había allí tres corrientes organizadas: Articulación, Democracia Socialista y Trabajo. Cuando comencé el servicio militar a nivel estatal, descubrí Convergência Socialista. Quizás la tendencia más estigmatizada en el sentido común del PT (ah, estaban los excéntricos del Causa de los trabajadores quienes pronto fueron expulsados).
Aunque siempre me he alineado con la buena Articulación, siempre he mantenido buenas relaciones políticas e intelectuales con los mandalistas de la Democracia Socialista y los lambertistas de O Trabalho.. Y luego también con Convergencia Socialista.
A finales de los años 1990, fui uno de los líderes que aglutinó, en el movimiento estudiantil universitario, la tendencia PT Articulação de Esquerda (corriente en la que yo militaba) y el PSTU. Un período rico en el que conocí grandes artistas e hice muchos amigos.
Con curiosidad intelectual, leyó el periódico O Trabalho, le encantó el maravilloso En tiempo de Democracia Socialista y también las publicaciones de Convergência Socialista/PSTU.
A finales de los años 1990, el enfoque táctico y político de la Articulación de Izquierda hacia el movimiento estudiantil universitario, que yo ayudé a operar, fue significativo a finales de los años XNUMX. Fue en esa época que mi hermano amigo Linbergh Farias dejó el PCdoB y se unió al PSTU.
Digo todo esto para decir que, aunque siempre he combatido posiciones morenistas, he cultivado y cultivado buenas relaciones políticas –y un profundo respeto por los compañeros de estas organizaciones (también la CST).
Obviamente siempre he combatido la leyenda urbana de que Convergência Socialista fue expulsada del PT. No fueron.
Me gusta poner un ejemplo de relación laboral: cuando un empleado hace todo lo posible para que lo despidan y el jefe ya no lo quiere. Para crear el PSTU fue fundamental el mito fundacional de los perseguidos, de los expulsados, de los puros que se rebelaron contra la burocracia traidora del PT. Siempre ha sido parte del ADN de esta corriente política.
Resulta que una postura firme no es sinónimo de fea cara, de sectarismo, de mal humor, de soberbia. Ahí es donde entra en juego el personaje de este artículo, Valerio Arcary. Siempre escuchado y amado por todos. Precisamente porque evita el estereotipo de cosas aburridas. Elegancia, amabilidad, humor, fina ironía.
Valerio cultiva cierta elocuencia propia de un encantador de serpientes, una prosodia única que suena portuguesa, una rectitud argumentativa impecable, un denso contenido político, pasión y combatividad. Cuando habla, todos se detienen a escuchar.
Además, respeta como pocos la última flor del Lacio, inculta y hermosa, cada vez más vilipendiada.
Me detendré aquí, porque la credibilidad de los panegíricos de amigos debe ser cuestionada, a priori. Pero de todos modos debemos celebrar el nuestro. Y cada día.
* Julián Rodrigues, Periodista y docente, es militante del PT y activista del movimiento LGBTI y Derechos Humanos.
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