por LEANDRO SEAWRIGHT*
Bolsonaro quiere tener en sus manos el concepto de urna electrónica, voto secreto, seguro y reconocido mundialmente
Carlos Velloso, exministro del STF, dijo una vez que el propósito de informatizar el voto era “quitar la mano humana del cómputo”, al garantizar un voto seguro. Desde 1996 ha sido así: sufragio con voto secreto, pero realizado electrónicamente. Si la mano humana debe ser apartada de la investigación, ¿qué dirá la mano del mesías?
Pero, la condición de mesías –por encima de todo y de todos– presupone la (re)elección de los ilustrados en términos de Émile Leonard.
Como esto no se puede hacer de manera teocrática con una voz supraconstitucional, por encima del régimen democrático o por una intervención verde oliva como durante la Guerra Fría, queremos acercar nuevamente la mano humana a la investigación bajo el argumento no probado de que allí se reitera fraude en el sistema electoral brasileño. El mismo sistema que eligió al Mesías, elegido previamente unas cuantas veces a través de la misma urna electrónica.
El rechazo a mito, la tímida revitalización de la Logos (de alguna razón científica) y las encuestas recientes han demostrado que el Mesías no puede ser reelegido. Es que la Pandemia de la Covid-19, que no precedió al desbarajuste económico, social e institucional proporcionado por la institucionalización del bolsonarismo, impregnó el ambiente con olor a posibles delitos y duros ataques al catálogo de derechos fundamentales. Ahora, el Mesías, y también Carlos Lupi, quieren hacer valer el voto impreso por la garganta de los brasileños.
Si solo fuera por el tono conspirativo de la PEC 135/19 de la diputada federal Bia Kicis (PSL), que caracteriza al TSE como un organismo con “totalitarismo concentrado”, la propuesta solo sería refutada. Es más serio que eso. Precisamente por eso, varios líderes de los partidos rechazaron a la PEC bolsonarista y se unieron para combatirla. Es, por supuesto, una artimaña, una sutileza abierta: bueno, si la propuesta no pasa a las cámaras legislativas en los términos del art. 60 de la CF/88, el discurso del fraude impondrá, en los mejores sueños de los conspiradores, el no reconocimiento de las elecciones por parte de los golpistas de turno. Deslegitimar el proceso electoral abre el camino a un golpe de Estado difícil (¡pero no imposible!) de fundamentar.
Queda por ver si el Estado estaba lo suficientemente equipado para eso, si el niño-cracia habrá un giro y si los aventureros de antes (¡feroces luchadores contra la corrupción!), quieren renovar su imagen ya bastante empañada cuando se considera la historia del Brasil republicano.
Los líderes del partido y los jueces sensatos están preocupados por el progreso de la PEC; al mismo tiempo, se puede recordar que el STF rechazó definitivamente la revocación del voto impreso al declarar la inconstitucionalidad del art. 59-A y el párrafo único de la Ley N° 9.504/1997 (redacción dada por la Ley N° 13.165/2015). En estos términos, el ministro Gilmar Mendes rechazó la posibilidad de lesionar la libertad y, sobre todo, el secreto del voto; luego votó a favor de la inconstitucionalidad de la medida (ADI 5.889/DF, rel. Min. Gilmar Mendes, j. 15-9-2020). Hablar de votos impresos en un país que nunca ha logrado erradicar la compra de votos es como querer naturalizar aún más la práctica delictiva.
Sin embargo, desde que asumió el cargo -tras un fuerte llamado antisistémico con el derecho a ser bautizados en el río Jordán y escena retrospectiva narrativa anticomunista, el Mesías Bolsonaro echa sus raíces en el suelo roto de la joven democracia brasileña. Le gusta el poder.
como si el lavado de autos con fuertes escenas de lawfare, el recinto narrativo desde el que resuena la retórica de la agresión a la democracia y la movilización del imaginario de sectores contra los espectros del mal, el Mesías confiesa ahora su estrategia: “Acepto a cualquiera que resulte electo el próximo año, entrego la banda presidencial en un buen camino, pero en elecciones limpias”.
El Mesías que es mesías, iluminado, santo y, por supuesto, incorruptible (?), no aceptaría otro resultado que el mantenimiento de la rebaño, teniendo ciertamente su reelección lo que ciertamente debilitaría aún más la delgada línea que separa la democracia de la barbarie: sus raíces, como sabemos, se remontan a la ideología de Silvio Frota, la indisciplina militar, la ruptura con el sentido común, el patrimonialismo y todo lo contrario al desarrollo del país. En ese sentido, la democracia está en peligro porque no hemos hecho los deberes: una justicia transicional capaz de romper con los lazos de la dictadura y la democracia. Como noticias falsas y el anticomunismo no bastan, el Mesías proyecta su triunfo o en su defecto una justificación de su gloriosa retirada. Veremos si logra hacerse con el concepto de urna electrónica, voto secreto, seguro y reconocido en todo el mundo.
*Leandro Seawright Profesor de la Universidad Federal de Grande Dourados (UFGD).