unidad izquierda

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por PAULO HENRIQUE LIMA*

El antifascismo no se limita a un método de lucha basado en la acción directa o en hacer frente a la violencia policial. El antifascismo tampoco es un lugar de autoidentificación personal o colectiva.

En primer lugar, es necesario establecer una diferenciación entre lo que es el fascismo como régimen político y lo que es el movimiento fascista. El fascismo como régimen político, así como la Dictadura Militar y el Bonapartismo, es una forma particular de “estado de excepción” capitalista.

A su vez, el movimiento fascista es un movimiento de masas de extrema derecha, integrado principalmente por las clases medias y partes de la burguesía, que pretende cambiar los regímenes políticos e implementar una dictadura de tipo fascista, destruyendo las libertades democráticas y las organizaciones populares.

El fascismo fue históricamente un régimen político de excepción, en un contexto marcado por una profunda crisis del imperialismo entre las dos grandes guerras mundiales. Durante la crisis, las ideas liberales fueron suplantadas por la extrema derecha, lo que permitió el surgimiento de regímenes fascistas en Italia, Alemania, España, Portugal y Japón.

Según el filósofo italiano Domenico Losurdo, existe una relación umbilical entre el fascismo y las ideas racistas de supremacía racial. Hitler y Mussolini pretendían colonizar el mundo entero, exterminando a judíos, negros, gitanos, LGBT, así como a socialistas, comunistas y a todos aquellos que se opusieran a su plan de dominación política.

El antifascismo, entonces, es la reacción popular contra el fascismo o contra la amenaza fascista. Se basa en la unidad entre los diversos sectores de la izquierda: socialdemócratas, socialistas, comunistas y anarquistas, al mismo tiempo que busca expandir el movimiento a todos los sectores democráticos o opuestos al fascismo.

En este sentido, el antifascismo no se restringe a un método de lucha basado en la acción directa o en el enfrentamiento a la violencia policial. El antifascismo tampoco es un locus de autoidentificación personal o colectiva, como pretenden algunos grupos autonomistas. Estas concepciones restringidas del antifascismo cobraron fuerza especialmente durante las décadas de 90 y 2000, debido a la profunda crisis ideológica tras la caída de la Unión Soviética y las experiencias de transición en Europa del Este.

Vale la pena señalar que sin el movimiento comunista internacional y el Ejército Rojo soviético, hubiera sido imposible derrotar al fascismo durante la Segunda Guerra Mundial.

Como reacción popular, el antifascismo debe combinar las diferentes formas de lucha: acción directa, lucha de masas, lucha institucional, ideológica y, según el contexto histórico, formas superiores de lucha.

Según el historiador Eric Hobsbawm, el enfrentamiento al fascismo parte del entendimiento de que es necesario derrotar a un “enemigo común”, y este objetivo ha unificado históricamente no sólo a los sectores de izquierda, sino también a sectores que defienden la democracia liberal y en algunos lugares incluso conservadores. .

El frente antifascista recibió diferentes nombres en cada país. Pero su contenido fundamental es la defensa de la democracia y las libertades democráticas. Y al mismo tiempo que buscaba amplitud, garantizaba la independencia de trabajadores y trabajadoras para defender su programa estratégico. Tras la derrota de los regímenes fascistas, estas diferentes fuerzas políticas volvieron a enfrentarse en la disputa por el poder político. Así fue en China, Yugoslavia, Vietnam, Alemania e Italia.

En medio de una profunda crisis económica internacional y especialmente con la elección de Donald Trump en Estados Unidos, los movimientos de extrema derecha y supremacistas tomaron fuerza en todo el mundo. Se eligieron gobiernos de extrema derecha en Hungría y Brasil. Antes de eso, ya había, a través de un golpe de estado, un gobierno neofascista en Ucrania. El neofascismo se configura como fascismo del siglo XXI.

En Brasil, desde la elección de Bolsonaro, se ha planteado un gran desafío para las fuerzas populares: cómo evitar el ascenso autoritario del gobierno federal y la transición a un régimen fascista. Este desafío coloca la importancia de la cuestión democrática y la necesaria unidad antifascista amplia en el centro del debate entre las fuerzas populares.

La crisis sanitaria generada por la pandemia del coronavirus y sus casi 30 muertos en Brasil, profundiza aún más la crisis económica y política, trayendo contornos aún más dramáticos. Fuera Bolsonaro se convirtió en un tema humanitario. Las manifestaciones realizadas el 31 de mayo por simpatizantes organizados señalaron el camino, el neofascismo sólo será derrotado por la movilización popular. Al mismo tiempo, la experiencia histórica nos enseña que en este momento el sectarismo y el dogmatismo solo estorban. La unidad de la izquierda, la amplitud y la combinación de formas de lucha son esenciales para el antifascismo.

* Paulo Henrique Lima, historiador, es miembro de la Dirección Nacional de Consulta Popular.

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