por MARILENA CHAUI*
Comentario al documento de los llamados servicios de “inteligencia” del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública
Todos los hombres son mortales.
Sócrates es un hombre.
Sócrates es mortal.
Este es quizás el silogismo más conocido en el pensamiento occidental por su claridad y sencillez al establecer una relación lógica necesaria entre un principio y su consecuencia o entre una causa y su efecto, gracias a la inherencia de un particular (Sócrates) en un universal ( todos los hombres) a través del predicado que los une (mortales/mortales).
Sin embargo, Aristóteles consideró que el silogismo científico perfecto es aquel en el que las premisas y la conclusión son universales y afirmativas. Por ejemplo:
Todas las estrellas se mueven.
Todos los planetas son estrellas.
Todos los planetas se mueven.
Ahora, en los últimos días, los llamados servicios de “inteligencia” del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública han producido un silogismo aparentemente perfecto al presentar una lista de ciudadanos considerados subversivos. Como enseñan los diccionarios, subversión significa oposición al orden imperante y, por tanto, la lista se refiere a personas contrarias al orden imperante. A primera vista, el silogismo sería el siguiente:
Todos los subversivos están en contra del orden imperante.
Todos los demócratas son subversivos.
Todos los demócratas están en contra del orden actual.
Sin embargo, la imperfección lógica del silogismo anterior se encuentra en el hecho (subrayado por un historiador amigo mío) de que es necesario explicar cuál es el “orden actual”, ya que el documento oficial designa a los subversivos como antifascistas y no sólo puede ser un subversivo antifascista si el orden imperante es fascista, de lo contrario no puede llamarse subversivo. La forma correcta del silogismo, por lo tanto, es:
Todos los antifascistas son subversivos.
Todos los demócratas son antifascistas.
Todos los demócratas son subversivos.
En resumen: los autores del documento oficial, al introducir la idea del antifascismo como subversión, no se dieron cuenta de que están obligados a afirmar implícitamente que el orden actualmente vigente en Brasil es fascista. Por tanto, incurrieron en un flagrante error lógico, en el que los generales Castello Branco, Geisel y Golbery nunca habrían incurrido.
Como escribió Hegel: la historia se repite. La primera vez como tragedia; en el segundo, como una farsa.
*Marilena Chaui Profesor Emérito de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la USP. Autor, entre otros libros, de invitación a la filosofía (Sacar de quicio).