por LABORATORIO DE ESTUDIOS SOBRE PREJUICIOS DEL INSTITUTO DE PSICOLOGÍA DE LA USP*
El prejuicio es una tendencia que puede convertirse en acción cuando lo impulsan condiciones políticas favorables.
En el antiguo gueto judío de Roma, en algunas de las tejas, hay placas con la inscripción de los nombres de los judíos que en 1943 fueron sacados de sus casas; estas placas indican el lugar de sus viviendas. Aquellos que tenían sus nombres inscritos en el libro de la vida fueron asesinados a escala industrial, pero sus nombres, su patria, permanecieron, indicando su singularidad, viniendo de una comunidad; conciencia individual y colectiva conviviendo y alimentándose mutuamente. La ciudad eterna, en su grandeza, no olvida a los que sucumbieron al horror.
En la actualidad, se dibujan diversas esvásticas en muchos lugares, por diferentes motivos; a veces para acusar a alguien de ser fascista, cuando ofrece apoyo a uno de los candidatos políticos, a veces para amenazar a alguien más. En ambas tendencias existe una asociación con el terror evocado en el pasado, independientemente de otros significados que pueda tener este símbolo.
En el período nazi, el antisemitismo era prominente, y en este movimiento de indiferencia de unos y furia de otros, la compulsión por el maltrato y el asesinato fue alentada por un gobierno que se convirtió en estado. El antisemitismo no solo estaba dirigido a los judíos; Sartre lo ilustró perfectamente: es una pasión que afecta y pone en peligro a todos. Por lo tanto, no fue solo el judío el objetivo de esta destrucción, sino la posibilidad de la humanidad. Cuando se ataca a miembros de cualquier minoría social oa cualquier individuo, por su fragilidad o porque se aparta de la norma, también se ataca a la humanidad.
Horkheimer y Adorno, sabiendo que el prejuicio es una tendencia que puede convertirse en acción, cuando es provocada por condiciones políticas favorables, indicaron que aún en una democracia formal, debe combatirse, pues la formalidad de las reglas permite que los partidos políticos contrarios a la democracia puedan tomar fuerza. En la actualidad, en este y otros países, diversas minorías sociales son perseguidas y claman ayuda. En Brasil, la discriminación social es un delito; Por supuesto, esto no elimina la discriminación que es común en la vida cotidiana, así como la ley contra el asesinato, no la previene, pero muestra lo que la sociedad permite y lo que previene: quien es agredido puede pedir protección y justicia; no es indiferente que un país se pronuncie, a través del Estado, contra la violencia o la fomente; en ciertos regímenes sociales no tan antiguos, como se indicó anteriormente, un Estado impulsó la persecución de grupos elegidos para ser exterminados.
La democracia formal no es dictadura, pero aún no es democracia; en una democracia efectiva no existirían mecanismos que permitan la toma del poder por grupos que no están acostumbrados a la convivencia, como está ocurriendo en varios países. La reducción de la legitimidad de un discurso a la aprobación por reglas formales indica el empobrecimiento y la regresión del pensamiento: los nombres de los partidos muestran para cada uno de los votantes sólo sus cualidades o sólo sus defectos, y, para otros, lo que es menos malo; en ambos casos no se trata precisamente de pensamiento, sino de juicios basados en estereotipos, que sirven para expresar un odio no muy bien delimitado, pero susceptible de ser expresado por el partido o por los candidatos que, para ellos, se convierten en objeto de furia.
Adorno insistió en que se debe incorporar, defender y poner en práctica por parte de los educadores un principio básico de educación (no solo escolar) contra Auschwitz para prevenir nuevos genocidios. Si las actitudes destructivas se convierten en acciones desencadenadas por discursos que cuestionan el derecho a la vida ya la manifestación de personas y colectivos, Auschwitz no ha desaparecido, se manifiesta en varios de los hechos presentes en la actual disputa electoral. Así, el presente lejano se acerca rápidamente, mostrando que la reconciliación, si alguna vez es posible, se encuentra en la memoria de los nombres inscritos en las baldosas de las baldosas, que indican la residencia definitiva de los que tienen nombre.
*Laboratorio de Estudios sobre Prejuicio del Instituto de Psicología de la USP está compuesta por José León Crochick; Pedro Fernando da Silva; Cintia Copit Freller; Fabiana Duarte; Gabriel Saito; Marcia Pessoa; Marian Dias; Patricia Andrade; Ricardo Casco; Rodrigo Correia; Sandra Cirillo.
Publicado originalmente en http://www.ip.usp.br/site/noticia/26957/