por LUIZ ROBERTO ALVÉS*
El señor Decotelli ya está a la par de quien ocupaba la presidencia del MEC hasta hace poco, porque trata de darle “caminitas” a su currículum, ya sea por su hambre de poder o porque debe imaginar que vive. en tiempos de ignorantes
Las personas que enseñan e investigan en Brasil no tienen por qué tener títulos académicos como objeto de disputa y deseo. El país desigual e injusto ha exigido durante siglos que la mayoría de los investigadores en ciencias de la naturaleza y la cultura busquen becas y ayudas, además de crianza de los hijos, apoyo familiar, disputas de proyectos, vanidades humanas, trabajo en condiciones precarias y cumplimiento de plazos. Por eso mismo, los títulos son documentos de trabajo, lo cual es suficiente.
Así ha sido y así han culminado sus ciclos de estudio muchos miles de colegas, en un esfuerzo hercúleo que cuenta con la indispensable presencia de fundaciones estatales de investigación, CNPq, Capes y otras líneas auxiliares de apoyo académico. Este país ha tenido éxito en este aspecto de su vida social a pesar de todo lo que se deriva de sus desigualdades e injusticias sociales. Los datos están siempre en la punta de la lengua de toda persona que pertenece a estos grupos de trabajadores intelectuales, pero citarlos no es el propósito de este texto. Basta reconocer el enorme esfuerzo y solidaridad de este campo intelectual, pues las universidades más consolidadas formaron universidades jóvenes en todo el territorio nacional y mucho más allá de Brasil.
Este esfuerzo tiene exigencias, que implican reparaciones y cambios, pero también tiene la dignidad de preservar valores. Uno de ellos es la verdad de los resultados, transformados en datos y hechos colocados en los currículos de trabajo académico, especialmente en el Lattes-CNPq. Pasaporte al trabajo de toda una vida.
El señor Decotelli, el nuevo ministro de educación, mintió a la nación y al presidente sobre su doctorado y la orientación académica que recibió. Tanto la Universidad Nacional de Rosario como el supuesto director de tesis ya revelaron la verdad a quienes saben ver, leer y oír. En el caso de la orientación, tan grave como el título, el Dr. Freitas a la prensa se mostró dudoso, quizás debido a la relación entre el CNE y el MEC, aunque el primero es una institución estatal brasileña y no una agencia gubernamental. El hecho es que no hay ingenuidad en este fenómeno del título y la orientación narrativa. Hay mentiras, irrespeto al arduo trabajo de miles de colegas brasileños y extranjeros y mera formulación de nomenclatura de títulos sin razón ni valor. Faltaba la honestidad intelectual y subsistía la falsedad ideológica. Lo que queda para Me Decotelli es el surgimiento de aduladores y oportunistas que organizan excusas históricas (es decir, ataques generalizados y calumnias) para justificar y normalizar el repulsivo acto de mentir sobre el rendimiento académico. O justificar a ritmo de lloriqueo: “todo el mundo se equivoca en este mundo”. Popularmente se dice "echar tierra al abanico". Siempre hay candidatos para este puesto.
Es sabido que los títulos de trabajos académicos, en la historia republicana, soslayan los intereses inmediatos de la gran mayoría del pueblo, de la gran mayoría de los legisladores e incluso de muchos sectores del poder ejecutivo y judicial. Por eso mismo, los títulos se han convertido en bienes, mitos, fetiches en la historia de Brasil. Aquí, una vez más, este horror intelectual se actualiza y causa vergüenza, salvo para todos aquellos a los que no les molesta en absoluto el por qué de estos títulos de obra. Al fin y al cabo, nadie necesita un título académico salvo las personas imbuidas de vocación y actitud investigadora, entendida todo ello como trabajo. A la luz de este hecho, el propio presidente debería haber revocado la nominación del Sr. Decotelli. Daría igual el ministerio, pero en Educación el hecho se convierte en un monstruo depredador de la historia. La contradicción empujada más allá de los límites aceptables. Sin embargo, a juzgar por quienes nos presiden, ¿alguien cree esto? Ahora, hasta en la legislatura, se le está dando suerte al nuevo ministro y su mentira solo porque reemplaza al prófugo anónimo a Miami bajo tapadera oficial.
El señor Decotelli ya está a la par de quien ocupaba la presidencia del MEC hasta hace poco, porque trata de darle “caminitos” (que en realidad no existen) a su currículum, ya sea por su hambre de poder o porque debe imaginar que vive en una época de ignorantes, sumisos y “guapos”.
Repítete. Son tantas las dificultades para adquirir títulos de trabajos académicos que no se requiere perfección, notas máximas o, peor aún, disputa interna por el título. También somos desiguales en los procedimientos de investigación, en la diversidad de áreas, en la composición de los comités, en las disputas de orientación. Pero un título de doctor no debe confundirse con el fin de créditos, ya que la falta de aprobación de la tesis compromete por completo lo que se suele denominar un título posdoctoral. ¿Cómo hacerlo sin el indispensable título previo? Por lo tanto, se necesitan más explicaciones de Me Decotelli.
En un país serio este señor no tendría por qué seguir siendo ministro. Sin embargo, es muy probable que los más altos niveles del poder se encojan de hombros y digan que es un asunto interno del MEC y del ejecutivo. Y el barco va...
Lo que queda no es un problema de Lattes. Es un valor histórico deshonrado. Lo que conecta a otros de estos “Brasiles”, bajo estrategias diferentes, pero los mismos principios: la miseria de las mayorías, las exclusiones de varios órdenes, el asesinato de adolescentes pobres por las fuerzas policiales, los foros privilegiados, la negación tácita del derecho republicano. espíritu. Si hay algún consuelo es el de entender que todavía no tenemos una verdadera República. Fue proclamado y no vivido. Que lo diga Euclides da Cunha. La Colonia y el Imperio confunden nuestros tiempos y nuestras actitudes. Otros médicos sin título formalizado y formalizado deben estar en la fila para hacerse con sus tajadas de poder.
* Luis Roberto Alves es profesor titular de la ECA-USP.