Una fábrica de perversidad

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Por Maiara de Proença Bernardino*

La organización de la clase popular en partes de los territorios es fundamental para entender la resistencia en un país que sustenta su hegemonía en robar la vida a millones de personas

Frente a nuestros días tomados por el entorno de la pandemia, surge la necesidad de volver al pensamiento del geógrafo brasileño Milton Santos. Este maestro revolucionó la forma de entender la realidad. Criticó el imperialismo del conocimiento, practicado por especialistas orientados a la producción fragmentaria de supuestos conocimientos de la realidad. Tal forma de pensar lineal, alineada con el desarrollismo a toda costa, a través de ideologías administrativas, conduce a proyectos de ordenamiento de un mundo supuestamente desordenado. Por eso, Milton Santos defendió un retorno al territorio, donde se observen contradicciones y resistencias al mundo perverso.

Como resultado de proyectos tan sesgados para homogeneizar diferentes formas de existencia, asistimos a una globalización estructurada en perversidades. Las mejoras técnicas en lugares privilegiados de los territorios presagian para las poblaciones una “era de progreso” en las áreas de la ciencia y la información. Fundamentos de un imaginario todavía burgués, la producción de discursos sesgados trabaja para el “imperio del dinero”, según Milton.

Fantasear sobre un supuesto mundo donde abunda la información, difundida por los diversos sistemas técnicos, casi nos impone la aceptación de que el mundo actual transcurre a través del entorno informacional global, creyendo que todos están informados por igual y de la misma manera. Asimismo, tienen un carácter ideológico, buscando ocultar las desigualdades de acceso a las diferentes técnicas e información, a través de discursos políticos, reivindicando que el acceso es para todos, así como los usos de los espacios. Sin embargo, como es bien sabido, ocurre lo contrario en el mundo globalizado que desea la homogeneización. Las grandes empresas acaparan la información, la técnica y la ciencia, así como partes de los territorios, utilizando un único discurso (imperialista), según sus intenciones y deseos.

En el mundo moderno, somos libres (o no) de vender nuestras mercancías-cuerpos en diferentes partes del territorio, debido a la aceleración del tiempo y el espacio en los lugares. Donde hay acumulación y movimiento de capital, se ha permitido la afluencia global de bienes, de nuestros cuerpos como mano de obra, de capital entre diferentes partes del mundo. Sin embargo, las empresas globales colonizan ciertas partes de los territorios y, a través de ello, constituyen sus imperios de poder y conocimiento en los espacios. La privatización del Estado es un ejemplo de tal colonización, en el mundo actual, comienza a ejercer su poder frente a las necesidades de las poblaciones. Comenzando a actuar en espacios al servicio de los deseos de las grandes empresas, o quizás convirtiéndose en una de ellas, como un gran administrador racional del territorio nacional. El Estado pasa a representar y actuar como empresa. Este movimiento es fácil de notar, en diferentes partes de los territorios, donde hay inversiones multimillonarias destinadas a la ejecución de proyectos privados en los espacios. También, en las prácticas policiales de la misma y sus agentes, a través de la judicialización de la vida pública, en los intentos de restaurar el orden burgués, en lugares donde la linealidad de los espacios ordenados es interrumpida por movimientos de la clase popular.

Con el abandono de políticas y proyectos encaminados a la plenitud de vida de las poblaciones, las formas de existencia se vuelven precarias. Hay una práctica de funcionalizar la vida de miles de personas, a través de los instrumentos ideológicos del Estado privatizado, permitiéndonos preguntar si: [...] ante la presencia de una ideologización masiva, según la cual la realización del mundo actual exige como condición esencial el ejercicio de las fábulas. (SANTOS, 2012, p. 19)

Estas fabulaciones, al igual que los actores neoliberales del Estado, imaginan sobre la realidad que tergiversan. Un mundo falso, donde la mayoría de las poblaciones no experimentan tales procesos de “desarrollo”, del llamado progreso de la mayoría de los productos técnicos, científicos e informativos, masivamente controlados y producidos por/para empresas transnacionales privadas.

el momento de la pandemia

Ahora, en el momento de pandemia que vivimos en Brasil, el imaginario del orden burgués, impulsado ideológicamente por ideas de progreso desarrollista, presenta sus lagunas a quienes se resisten a verlas. Para la mayoría de la población brasileña, base de la economía del país, “la globalización se impone como una fábrica de perversidad”, según Milton Santos.

Un Estado dominado por la lógica de funcionamiento de las empresas globales y las ideologías anticientíficas desde áreas consideradas no productivas, como es nuestro caso, reserva sus inversiones públicas para estas organizaciones, poniendo al servicio de sus deseos parte del entorno técnico-científico-informativo. Esto lo podemos observar en la facilidad con que las políticas del gobierno federal están siendo dirigidas a este sector, como el bancario. A diferencia de lo que se brinda a las poblaciones, queda en un segundo plano, por la demora y selectividad para recibir ayudas de emergencia de Caixa Econômica. También el robo de dinero público, habiendo traído importantes problemas al área de salud, provocando la falta de equipos, como denuncian los médicos y enfermeras en sus gremios. Otra consideración sería que tales “avances” en las técnicas de información permitan el uso, en el sentido de valor de cambio, de aplicaciones para alimentos y conductores. Además de no ofrecer derechos a estos trabajadores, como la CLT, les hacen creer que son empresarios (incluso alimentando una gran cadena de capital) y lanzándose al mundo del llamado “libre mercado”.

Por eso, en estos tiempos difíciles de la pandemia (frase que ya se ha repetido por todos lados), se ha hecho posible observar mejor las prácticas privadas del Estado, que antes operaba “de manera invisible” para algunos, pero que, al final, no coinciden. Bueno, tales promesas de que vivimos en una “era de progreso técnico, científico e informativo” tienen sus defectos, ya que atienden a ciertos grupos (empresarios, burgueses).

los diferentes espacios

Siguiendo el pensamiento del profesor Milton Santos, basado en las teorías de Ortega y Gasset, el mundo actual de la globalización también ha permitido la mezcla de diferentes pueblos en determinados puntos del espacio. Haciéndonos pensar no sólo en las perversidades provocadas por las variables de la globalización, sino también en las posibilidades a partir de la apropiación de la técnica, la ciencia y la información por parte de grupos antes considerados subordinados. Permitiéndonos poner en primer plano, los espacios diferenciales resultantes del accionar de la clase popular en los espacios en los que se inserta.

Sumado a estas mezclas en las partes de las ciudades, distintas concepciones del mundo y de lo que podría llegar a ser. Tales encuentros de ideas representan un contrapunto a la racionalidad europea, ya que esta última intenta homogeneizar el mundo a través de sus discursos únicos, en un intento por borrar las diferencias. Esta contrahegemonía se puede observar y presenciar mejor hoy. Debido a la “producción de una población aglomerada en áreas cada vez más pequeñas, lo que permite un dinamismo aún mayor a esa mezcla entre personas y filosofías”, nos enseña Milton Santos. Tal aglomeración de un gran número de personas en lugares donde la distancia es menor, como en las afueras, permite mayores encuentros. No solo por el acercamiento de los cuerpos, sino por estos espacios fluyen ideas y debates públicos, pudiendo llevar la construcción de proyectos a otro mundo posible.

No se trata de una romantización o naturalización de la falta de inversión y retorno público en estos espacios, sino de un intento encaminado a cuestionar las formas de existencia y resistencia de estas personas, muchas veces consideradas pasivas ante las perversidades estatales. La realidad de la pandemia ha mostrado con mayor intensidad a quienes no pudieron ver tal resistencia, a través de las organizaciones populares en la lucha contra esta pandemia en todo el país.

Especialmente en estos tiempos de pandemia, lo que estamos viendo en la periferia de Brasil, como Paraisópolis, es una importante organización de vecinos, que constituyó una verdadera política de combate al coronavirus. Entre las acciones, fruto de donaciones de particulares, está la transformación de espacios escolares en redes de albergue y aislamiento para los vecinos. Asimismo, en los barrios se establecieron diferentes estrategias por parte de los comités de vecinos, una de las cuales es la asignación de tareas a un “presidente de calle” por cada 50 casas. El responsable se encarga de cuatro tareas: sensibilizar a los vecinos, organizar las donaciones para evitar masificaciones, contrarrestar las noticias falsas con información veraz y el seguimiento por parte de grupos de WhatsApp la salud de cada habitante de las 50 viviendas de las que es responsable. Este proyecto para reducir la falta de acción del Estado en las periferias lo llevan a cabo 361 comunidades diferentes en todo el país.

Las universidades brasileñas, también blanco de constantes condiciones de precariedad, como recortes en los incentivos a la producción científica, así como los actores comunitarios, están demostrando ser combatientes contra el coronavirus, con organización y estrategias más eficientes que las del Gobierno Federal. Incluso con los recortes en educación, las diferentes universidades e institutos federales repartidos por el territorio brasileño se están uniendo para producir insumos médicos, como mascarillas que se distribuyen a los profesionales de la salud. Además de trabajar exhaustivamente en investigación, como las investigadoras brasileñas Ester Cerdeira Sabino y Jaqueline Goes de Jesus, quienes formaron parte del equipo que secuenció el genoma de la COVID-19. Y los investigadores de la USP y de la UFRJ, habiendo descubierto una forma de llevar a cabo la producción más barata, rápida y masiva de respiradores. Y en UFCG, donde los científicos desarrollaron un método para esterilizar ambientes de manera más efectiva.

Arriba, se reportaron algunos ejemplos de posibles formas de organizaciones de resistencia en la sociedad durante la pandemia. Tales formas de sobrevivencia, a través de la acción de actores populares en los espacios, muestran para quienes quieren el fin de la humanidad y el pensamiento crítico, una inversión en el rumbo de las políticas tendientes a la privatización del mundo. Esta diversidad de grupos actuando en diferentes espacios, trazan el camino necesario para que volvamos reflexiones en contra de los valores individualistas, recuperando nuestra humanidad casi capturada por las ideologías neoliberales.

Así, frente a la perversa globalización, representada por estos y otros actores diferentes, hay formas de luchar por la resistencia y la supervivencia en el mundo. A través de la apropiación de la técnica, la ciencia y la información por diferentes grupos de la sociedad, revirtiendo sus usos por dinero, transformándolos en servicios para la sociedad. Donde las adversidades no sean tomadas como una situación imposible de combatir, o como un impedimento para la realización de posibilidades. Entonces, estas acciones populares y organizaciones de los diferentes actores en los espacios, nos muestran la: […] existencia de una verdadera sociodiversidad, históricamente mucho más significativa que la propia biodiversidad. Añádase a estos hechos el surgimiento de una cultura popular que hace uso de medios técnicos antes exclusivos de la cultura de masas, permitiéndole ejercer una verdadera revancha o venganza sobre esta última.

Es sobre tales cimientos que se construye el discurso de la escasez, después de todo descubierto por las masas. La población aglomerada en unos pocos puntos de la superficie terrestre constituye una de las bases para la reconstrucción y supervivencia de las relaciones locales, abriendo la posibilidad de utilizar el actual sistema técnico al servicio de los hombres (SANTOS, 2012, p. 21).

Desde esta perspectiva, la organización de la clase popular en partes de los territorios es fundamental para entender la resistencia en un país que sostiene su hegemonía robando la vida a millones de personas. Aunque el Estado brasileño, hoy operando como una gran empresa privada, al servicio de los intereses neoliberales, existen estos grupos populares organizados que nos muestran la existencia de posibilidades más humanas para la vida en las ciudades. A través de la apropiación del entorno técnico-científico-informativo centrado en lo humano.

Según el profesor Milton Santos, en los espacios de clases populares, en su organización y discurso, hay una nueva conciencia de ser y vivir en el mundo. Es una necesidad humana, pertenecer a una parte del mundo, ser el mundo, incluso frente a los intentos de colonización-privatización de partes del mundo. Hombres y mujeres expresan este deseo de Outros tipos de relaciones con los espacios, cuando se oponen a tales perversidades de la globalización y se levantan, constituyendo formas de resistencia en el mundo. Así: “El mundo mismo se asienta en los lugares, especialmente en las grandes ciudades, por la presencia masiva de una humanidad mestiza, venida de todas partes y trayendo consigo variadas y múltiples interpretaciones, que a la vez chocan y colaboran en la renovada producción de la comprensión y crítica de la existencia. Así, la vida cotidiana de cada persona se enriquece, a través de su propia experiencia y la del prójimo, tanto a través de los logros actuales como de las perspectivas de futuro. Las dialécticas de la vida en los lugares, ahora más enriquecidas, son al mismo tiempo el caldo de cultura necesario para la propuesta y el ejercicio de una nueva política”. (SANTOS, 2012, p. 173) 

En este sentido, hay necesidades de imaginar, de reflexionar en relación a otro mundo posible. Para que a través del pensamiento y la reflexión, podamos trazar posibilidades para revertir el curso de nuestra sociedad desigual en nuestra práctica diaria. Trabajar con el pensamiento en un mundo en el que queremos habitar en los próximos años, o en el que lo habitarán los que vendrán, para revertir reflexiones sobre la irreversibilidad de las desigualdades que posibilitan sus continuidades.

*Maiara de Proenca Bernardino es estudiante de geografía en la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar).

referencia

SANTOS, Milton. Por otra globalización. 22ª edición Río de Janeiro: Registro, 2012. 174p.

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