¿Un resquicio para lo imparable?

Imagen: Grupo de Acción
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por ADRIÁN PABLO FANJUL*

Víctimas y verdad en el COVID-19.

Hace dos años inicié un estudio en mi área, análisis del discurso, sobre material de archivo de la década de 1970: los primeros textos hechos públicos por familiares de personas desaparecidas por motivos políticos en Argentina y Brasil, preguntándome cómo se construyeron, en estos breves escritos , objetos varios y la formulación de demandas. Recojo y leo lo que esa palabra ansiosa trató de hacer oír con posibilidades muy limitadas, cuando aún estaba lejos de ser respetada o siquiera conocida, cuando tuve que lidiar con la sordera de casi todos (en Argentina) o el silencio de muchos ( en Brasil), y con miedo en ambos países. La llegada de la pandemia me pilló en pleno desarrollo de la obra, muy familiarizada con las modulaciones de estas voces y con sus formas de dibujar, en el texto, el desfase ineludible que las llevaba a hablar.

Sentí, por lo tanto, que parte de mis días en cuarentena y trabajo remoto para la Universidad los dediqué a estudiar archivos del pasado, como lo ha sido mi investigación en las últimas dos décadas. Sin embargo, en el tercer mes de encierro, exactamente el 8 de junio de 2020, leí, en el sitio web de un periódico de São José dos Campos–SP, un artículo sobre el aumento explosivo de las “muertes en casa” en comparación con el año anterior. Utilizando datos de los estados de São Paulo y Río de Janeiro, el informe citó a investigadores de la UFRJ advirtiendo que la falta de calificación de estas muertes podría llevar al subregistro de la incidencia real de COVID 19. presente, no para la memoria presente, sino para ese acontecimiento aún no trabajado por la memoria, traído por el informe que estaba leyendo. Me di cuenta de que algo había en el “derecho humano a la verdad”, como lo define Juan E. Méndez (2007), jurista y activista de Human Rights Watch y ahora relator de la ONU sobre la tortura: revelar a la sociedad y a las víctimas sobre las acciones o el Estado omisiones que permanecieron ocultas. Una “fase de verdad” (Napolitano, 2015, p. 14) que al “dilucidar la violencia y señalar las responsabilidades” es constitutiva de la construcción de la verdad histórica. No se trataba, en el caso de este informe de “muertes en el hogar”, de un cuerpo que se hacía desaparecer para ocultar la violencia ejercida sobre él, sino de una causa de muerte que se borra o se tergiversa. En ambos casos, para encubrir responsabilidades.

Me preguntaba si surgirían grupos de miembros de la familia que exigirían esta verdad y esta rendición de cuentas. Imaginé que era posible, a pesar de que la dimensión multiforme del genocidio y las razones de rendición de cuentas que practicaría el Estado brasileño aún no estaban tan claras como meses después, hasta el punto de provocar la ya conocida denuncia ante el ONU en marzo de 2021[i]. Mi pregunta era si algo con la fuerza imparable de los movimientos de familiares de víctimas del terrorismo de Estado, especialmente de desaparecidos, que desafiaron las dictaduras en Sudamérica entre fines de los 1970 y principios de los 80, si algún grupo que pudiera ser percibido como el mismo razón indiscutible podría aparecer como consecuencia de la pandemia. Y si es así, ¿qué formas concretas podría tomar? ¿La responsabilidad exigida sería por ocultamiento de causas? ¿Por exposición al contagio por decisión administrativa? ¿Por omisión cuando era posible salvar vidas? De todos modos, decidí estar muy atento.

Finalmente, en abril de 2021, dos hechos vienen a señalar (por supuesto de una manera diferente a la que imaginaba) que se están abriendo algunos caminos y comenzando a recorrerse. Por un lado, en varios diarios de Rio Grande do Sul, entre el 12 y el 14 de abril, apareció la noticia de la fundación de una entidad llamada AVICO-Brasil, Asociación de Víctimas y Familiares de Víctimas de la COVID 19.[ii]. Por otra parte, un informe de la UOL del 27/4 informa que miembros del Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH), vinculado a su vez a entidades como el Consejo Nacional de Psicología y el Colegio de Abogados de Brasil, están considerando “una especie de de la Comisión de la Verdad” de la pandemia[iii]. AVICO inició una intensa actividad para dar a conocer su fundación y su página de Facebook, y apenas dos semanas después ya aparecía en un reportaje en la edición de Brasil de la El País. El grupo ya elaboró ​​notas públicas sobre la instalación del CPI de la pandemia en el Senado, sobre la falta de vacunas de segunda dosis, participó en live con entidades como el Foro Gaucho de Salud Mental, y fue entrevistado por la TV de la Asamblea Legislativa de RS. El especificador “Brasil” ya forma parte del nombre AVICO en sus primeras apariciones públicas, lo que indica el propósito de lograr alcance nacional. Las directrices que muestra la asociación se refieren a la rendición de cuentas de las autoridades por el manejo de la pandemia en todos los niveles, exigencia de vacuna para todos, reconocimiento del contagio de COVID en los ambientes de trabajo, atención a las secuelas de los sobrevivientes de la enfermedad, defensa del SUS , atención legal, médica y psicológica a familiares y víctimas, así como cuestionamiento del subregistro.

Lo que propongo aquí no es evaluar las perspectivas de estos movimientos dentro de la sociedad civil y mucho menos su impacto en las relaciones de poder entre clases y sectores políticos en el país. No porque estas perspectivas no me interesen como ciudadano, sino porque su valoración se da en campos del conocimiento en los que no siento que pueda contribuir directamente. Hay una tarea muy específica que persigo como investigadora en el campo del lenguaje, que es la de buscar filiaciones discursivas entre las palabras de estos nuevos actores y los enunciadores (familias de víctimas) que he ido estudiando en esos primeros textos. que enfrentó el encubrimiento de los crímenes de Estado en la segunda mitad del siglo anterior. Esto exige una metodología y un tiempo que no están contemplados en esta breve columna. Lo que intentaré aquí es hacer algunos apuntes sobre las condiciones de producción discursiva[iv] que pueden o no favorecer estas filiaciones, aclarando que, en el marco del análisis del discurso, la filiación no significa convergencia, ni mucho menos identificación consciente, sino un régimen de repetición, efecto de una memoria de decir que no es monitoreada por el individuo .

En primer lugar, es bueno recordar un rasgo que quedó registrado en todas las manifestaciones verbales, no sólo en las primeras, de los movimientos de familiares de desaparecidos: la inexorabilidad con que se enunciaba su denuncia. A través de construcciones lingüísticas muy variadas, los textos siempre incluían algún tipo de referencia a la que no había forma de que no se pudiera decir esta afirmación. El vínculo familiar aparecía, en muchos casos, como el fundamento del carácter irrevocable de esta demanda, fundamento que movió a varios intentos posteriores de explicar el surgimiento y pujanza de los movimientos. Sin embargo, creemos, como Gorini (2017, p. 17), que es necesario no caer en una visión “naturalizante” del vínculo familiar como motor infalible de revuelta, ya que incluso este vínculo y sus posibilidades están sujetos a condiciones específicas. condiciones históricas. En un aspecto, estas condiciones son ahora aún más favorables para que los familiares que sienten que se ha violado el derecho a la vida oa la integridad de sus seres queridos se movilicen. No hay una construcción de las víctimas del COVID como culpables, merecedoras o enemigas, como intentos de dictaduras en relación con militantes y opositores, ni como hoy se justifica el exterminio policial de la población negra y pobre estigmatizada como “bandidos”. Y el miedo profundo a quejarse o expresarse, que en los años del plomo se extendió por toda la sociedad, ahora no se siente en la mayoría de la sociedad, ese tipo de miedo no. El argumento ensayado por los distintos sectores de poder para evitar la rendición de cuentas es más bien el de la inevitabilidad de la muerte o el contagio, lo que genera otra clase de obstáculos, que requerirán otras dinámicas convincentes.

La consideración de este obstáculo específico nos lleva al problema planteado por las demás entidades aquí mencionadas: quienes, a través de la CNDH, ven la posibilidad de una comisión de investigación para lo cual, no casualmente, utilizan la analogía con las “comisiones de la verdad”. ya sabemos en el continente. Y cuestionando productivamente esta analogía con el terrorismo de Estado que en la década de 70 lo hizo desaparecer, ¿qué acciones estatales equivalen hoy a esa intención de ocultar la dimensión o alcance de la matanza? Rogério Giannini, uno de los integrantes de la CNDH entrevistado por la UOL en el citado artículo[V], advierte sobre “minimizar narrativas” y sobre un intento de las autoridades “de tratar el tema como una farsa”, creando una “memoria distorsionada” y diluyendo la responsabilidad del Estado, intento que incluye el subregistro de muertes. Por nuestra parte, creemos que parte de este intento es el uso de la figura del supuestamente “recuperado”, como si los efectos de la enfermedad cesaran cuando la persona sobrevivió y dejó de tener el virus, y como si el número de “recuperados” “La gente no dependía siniestramente del número de contagios. No por casualidad, durante los períodos, dentro de la pandemia, en que los grandes medios hicieron una tregua general y amorosa con Bolsonaro, fundamentalmente de julio a diciembre de 2020, el conteo de personas recuperadas fue destacado en cada reporte diario de COVID por el “consorcio de vehículos de prensa”. ”, que siempre terminaba con el cliché “x millones de personas recuperadas de la enfermedad”. En resumen, frente al COVID 19 parece más factible que frente a actos de terrorismo de Estado hacer una dilución de responsabilidades, pero no estamos aquí evaluando o pronosticando si estos intentos tendrán más fuerza que los de rendición de cuentas, solo estamos observando sus armas retóricas.

Consideremos, finalmente, un factor que determina las características y los tonos de toda voz que comienza a abrirse camino en el espacio público: su dimensión institucional en sentido amplio, es decir, cómo y con qué percepción colectiva se agrupa, qué vincula establece. Aspecto crucial porque prefigura el interdiscurso, el “ya dicho” que atravesará su decir, y que también cambiará con las prácticas. Esta fue, volviendo a lo que ha sido nuestro objeto de estudio en los últimos años, una diferencia muy importante entre las primeras expresiones de los familiares de desaparecidos argentinos y los familiares brasileños, que dejó huellas en el discurso inicial de estas organizaciones. Los movimientos argentinos, fundamentalmente el que luego dio origen a las Madres de Plaza de Mayo, comenzaron por afirmarse como “apolíticos”, y, si bien mantuvieron diálogos y acciones en común con organizaciones preexistentes, hicieron un notable énfasis en la especificidad familiar de su demanda; incluso, en un principio, fue polémico entre ellas y ellos que sus seres queridos hubieran sido llevados por fuerzas verdaderamente estatales (Gorini, 2012; Filc, 1997). En poco tiempo esta percepción cambió y Madres de Plaza de Mayo se convirtió en la enemiga más tenaz del régimen, pero, en un principio, ese era el perfil. En Brasil, la agrupación de familiares de desaparecidos estuvo, desde un principio, vinculada a los movimientos de ex presos y familiares de presos políticos, que ya venían operando desde varios años antes (Teles, 2000), y tenían relaciones consolidadas con diversas organizaciones sociales y sectores de la propia Iglesia católica, como también lo muestra el Dossier de la Dictadura (CFMDP-IEVE, 2009, p. 628). Aunque siempre se resaltó el vínculo familiar, la calificación del carácter político tanto de la demanda como de la desaparición forzada quedó mucho más clara en sus palabras que en los primeros textos hechos públicos por los argentinos.[VI].

Lo que vemos, hasta hoy, de los primeros pasos y voces de víctimas y familiares de víctimas de la COVID 19 en Brasil tiene, en ese plano constitutivo de la agrupación que es la enunciación del yo y el vínculo, más similitud precisamente con aquellas parientes brasileños, y en un logro muy de esta época. El carácter político de la causa está claramente asumido, funciona prácticamente como un presupuesto. Inicialmente, están vinculados a diferentes tipos de institucionalidad, y hay una particularidad significativa que aparece en los diferentes informes ya mencionados en el Cero horas y El País, que se refiere a la narración de su surgimiento. Paola Falceta, actual vicepresidenta de AVICO, luego de perder a su madre por el COVID 19, y cuando decidió que tenía que hacer algo en el espacio público, buscó a Gustavo Bernardes, actual presidente de la asociación, quien también había sufrido de la enfermedad, pero que ella conoció particularmente como activista de derechos humanos, más específicamente desde la intervención basada en derechos humanos en la problemática del VIH. Hay, en este primer paso, y al margen de la intención de los protagonistas, un camino metonímico que conecta tres momentos históricos. En efecto, la memoria de lo que son los “derechos humanos” en nuestro continente está indisolublemente ligada a la postransición al terrorismo de Estado de los años setenta. Y la epidemia del VIH fue, no sólo aquí, sino en todo el mundo, una ocasión para culpabilizar a la víctima (que “hizo algo malo”, como antes los blanco de las dictaduras), y también para la negativa, por parte de los poderes estatales. , de una responsabilidad de asumir políticas efectivas de prevención y combate, negativa que tiene puntos en común con la que ahora es objeto de denuncia en Brasil.

Y hay algo en lo que esta nueva voz que emerge, y que exige rendición de cuentas y verdad, guarda también una semejanza con las palabras de los movimientos familiares argentinos que surgieron durante la dictadura: su énfasis en la necesidad del protagonismo de los directamente afectados. Principalmente en las publicaciones de AVICO, pero también en las declaraciones de los miembros de la CNDH, se insiste en que las víctimas y sus familias ganen un lugar específico, independiente de la institucionalidad política y científica, y que desde ese lugar dialogen y establezcan alianzas. Me parece crucial, en este sentido, que también logren el diálogo y la interacción con quienes, en este país, han sido objeto de exterminio durante décadas.

Le puse a este texto, como título, un signo de interrogación porque no es, reitero, mi propósito hacer predicciones sobre las perspectivas o el futuro de estos proyectos. No sé si esta brecha a la que aludo en mi pregunta se abrirá completamente en las prácticas y relaciones de poder de la lucha política, pero se está abriendo en las prácticas discursivas, que no reflejan mecánicamente la realidad histórica que las determina. La memoria de inexorabilidad que portan puede persistir más allá de las coyunturas, y es muy difícil que sea utilizada para proyectos regresivos, porque la búsqueda de la verdad sobre la pandemia apunta a las bases económicas, y a todas y cada una de las arterias del perverso brasileño. desigualdad

* Adrián Pablo Fanjul Profesor del Departamento de Letras Modernas de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (FFLCH-USP).

Referencias


CFMDP-IEVE (Comisión de Familiares de Muertos y Desaparecidos Políticos - Instituto de Estudios sobre Violencia de Estado). Dossier de la Dictadura: Muertos y Desaparecidos en Brasil (1964-1985). São Paulo: Prensa Oficial, 2009.

Courtine, Jean-Jaques. Análisis del discurso político. El discurso comunista dirigido a los cristianos. [1981]. Traducción al portugués de Cristina de Campos Velho Birk et. Alabama. São Carlos: EdUFSCar, 2009.

Fanjul, Adrián Pablo. "Primeros textos públicos de familiares de personas desaparecidas por motivos políticos en Argentina y Brasil en la década de 70. Un análisis de las tensiones en la regularización discursiva". Humanidades e Innovación, v 7, n 24, pág. 261-277, 2020.

Philc, Judith. Entre parentesco y política. Familia y dictadura, 1976-1983. Buenos Aires: Biblos, 1997.

Gorini, Ulises. La Rebelión de las Madres. Historia de las Madres de Plaza de Mayo. (Tomo I – 1976-1983). La Plata: EDULP, 2017.

Méndez, Juan. “El derecho humano a la verdad. Lecciones de experiencias latinoamericanas en la historia de la verdad”. En: Anne Perotin-Dumon (dir.). Historiando el pasado vivo en América Latina. Santiago: Universidad Alberto Hurtado – Centro de Ética. 2007, págs. 1-50.

Napolitano, Marcos. “Recordar es ganar: las dinámicas y vicisitudes de la construcción de memoria sobre el régimen militar brasileño”. antítesis, v 8, n 15, 2015, pág. 9-44.

Teles, Janaína. “Políticos muertos y desaparecidos. Un rescate de la memoria brasileña”. En: Teles, Janaína (org.). Políticos muertos y desaparecidos. ¿Reparación o impunidad? São Paulo: Humanitas, 2000, págs. 130-180.

Notas


[i] El 15/3/2021, la ONG Conectas Derechos Humanos y la Comisión Arns presentaron, en la sesión del Consejo Internacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, una denuncia documentada contra Bolsonaro por promover “Una devastadora tragedia humanitaria, social y económica” . La denuncia se basó, entre otros elementos, en una encuesta de la Escuela de Salud Pública de la USP que, analizando normas promulgadas por el gobierno federal, establece que hubo una “estrategia institucional para la propagación del virus” liderada por el presidente (ver Derechos en el Boletín de Pandemia, número 10, CONECTA, https://www.conectas.org/wp/wp-content/uploads/2021/01/Boletim_Direitos-na-Pandemia_ed_10.pdf).

[ii] Véase, por ejemplo, estos artículos en Gauchazh y Diario del Comercio: https://gauchazh.clicrbs.com.br/comportamento/noticia/2021/04/associacao-de-vitimas-e-familiares-de-vitimas-da-covid-19-e-criada-em-porto-alegre-cknexzotx00440198gk1r0ul7.html

https://www.jornaldocomercio.com/_conteudo/especiais/coronavirus/2021/04/787679-gauchos-vitimas-da-covid-19-criam-associacao-para-fomentar-politicas-protetivas-e-de-enfrentamento-a-doenca.html

[iii] https://noticias.uol.com.br/colunas/jamil-chade/2021/04/27/entidades-costuram-base-de-futura-comissao-da-verdade-sobre-pandemia.htm

[iv] Las “condiciones de producción”, para la línea materialista en el análisis del discurso (por ejemplo, Courtine, 2009, p. 108), están dadas por los ámbitos institucionales, por las imágenes que los participantes tienen de sí mismos y de los interlocutores, y por la marco de disputa ideológica en el que se formulan las secuencias discursivas.

[V] Ver nota 4.

[VI] En Fanjul (2020) desarrollamos ampliamente esta comparación a partir de una serie de cartas públicas de movimientos argentinos y brasileños.

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