Un paisano de Alagoas

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por WALNICE NOGUEIRA GALVÃO*

Prefacio a la nueva edición de “Historias de Alejandro”, de Graciliano Ramos

La literatura de Graciliano Ramos pone en primer plano el Regionalismo, del que es máximo representante. El regionalismo, un movimiento literario notable, alcanzó su apogeo en la década de 1930, en una hegemonía que duraría más de medio siglo. Poco a poco comenzaron a surgir sus luminarias de Ceará, Potiguares, Pernambuco, Paraíba, Bahía, Alagoas, Sergipe, Piauí, Maranhão, Pará y Amazonas.

Migrarían a Río de Janeiro, entonces capital del país, en busca de oportunidades y audiencias, ocupando paulatinamente revistas y periódicos, cargos públicos, editoriales, docentes, la Academia Brasileña de Letras. Sus miembros procedían invariablemente del Nordeste y del Norte. En palabras del poeta Manuel Bandeira, también pernambucano: “¡Son los del Norte los que vienen!” – anunciando la espléndida cosecha literaria que se avecinaba.

El regionalismo precedió al Romance de 1930. Desde una etapa temprana de nuestra historia, comenzaron las convocatorias de expresión artística en los rincones del gigantesco territorio que conforma Brasil. A la capital, que concentró todos los recursos, llegan demandas de Ceará, Amazonas, Bahía, etc. La acusación, muy justa, fue que la literatura del Sudeste no expresaba estos rincones.

Mucho antes de Graciliano Ramos, todavía en el siglo XIX, se vio un primer Regionalismo, marcado por el Romanticismo. Con carácter casi profético, o al menos anticipatorio, este primer Regionalismo romántico sería a veces denominado “Sertanismo”, mostrando ya su predilección por la representación del sertón y del campo, que predominaría después.

Algunos nombres y fechas guían esta evolución, y hemos seleccionado aquí sólo los autores más destacados, en representación de muchos otros, y sus libros más notables...

Aún apegados a la estética romántica, tenemos un grupo que se destaca en la década de 1870. Ellos son: Bernardo Guimarães, con. la esclava isaura (1875), habla del Brasil central; Alfredo Taunay, con inocencia (1872), habla del Medio Oeste; Franklin Távora, con el peluquero (1876), habla de Ceará. En este capítulo, y también en Ceará, la presencia de José de Alencar es abrumadora, ya que era su proyecto cubrir todo Brasil con sus novelas. Se convirtió así en una especie de padre fundador de la ficción brasileña, aunque resulta difícil valorar su extraordinaria importancia. Entre sus fructíferas y numerosas aportaciones destaca en este sector específico el sertanejo (1875). Esta mención la completan sus escritos indianistas y urbanos.

Poco después se produjo el advenimiento del Naturalismo, que rechazó las tramas sentimentales del Regionalismo romántico y reclamó una representación más enérgica y objetiva, orientada a los problemas sociales -en este caso, muy cercana a lo que sería en el futuro el Romance de 1930-. . Nuevos autores, aunque no pasa un periodo de tiempo muy largo, rezan por esta nueva ideología.

Del Amazonas, English de Sousa con el misionero (1888). Varios de Ceará: Manuel de Oliveira Paiva con Doña Guidinha do Poço (1892); Rodolfo Teófilo con los brillantes (1895); Domingos Olímpio, con Luzia-Hombre (1903). Afonso Arinos, autor de los cuentos de A través del desierto e los yagunzos, ambos de 1898. Este último cuenta la historia de la Guerra de Canudos, que tuvo lugar en el interior de Bahía.

Es difícil evaluar el impacto que tendrá la publicación de el interior, de Euclides da Cunha, en 1902. Aunque no fue una novela, fue concebida en un lenguaje literario llevado al extremo y refinado con mucho cuidado. El libro reveló tal visión de las entrañas del país que sigue vigente hoy en día. Un libro de denuncia, que iluminó la crueldad con la que el país miraba a los pobres que eran abandonados en el interior.

Proyecto ambicioso, el libro crea una verdadera cartografía de temas que predominarán en el romance de los años 1930 y, más tarde, en el nacimiento de las ciencias sociales brasileñas. Euclides pronto sería enviado a la Academia Brasileña de Letras y al Instituto Histórico y Geográfico. Además, fue un modelo de intelectual consciente y comprometido. A partir de ahora sería imposible escapar a su influencia.

No habían transcurrido ni dos décadas desde el anterior estallido, cuando se manifestó una extensión de este Regionalismo naturalista, teñido ya de Premodernismo. Estos autores son importantes porque plantean con mayor claridad la cuestión de la lengua regional, que buscan mimetizar en sus escritos, creando una especie de rama nueva, identificada con la cultura del país. Monteiro Lobato destaca por sus numerosas obras de múltiples vertientes –especialmente infantiles y juveniles, que siguen siendo imbatibles entre nosotros–, con urupé (1918). Las obras de Valdomiro Silveira contribuyen a este aspecto, con Los caboclos (1920), y, en el extremo Sur, Simões Lopes Neto con cuentos gauchos (1912) y Los casos de Romualdo (1914).

Pasan unos años y se produce el ruidoso estallido del Romance de 1930, con la bagaceira (1928), por José Américo de Almeida, de Paraíba. Se desató así la corriente que, poderosa y original, dominaría la escena literaria brasileña durante más de medio siglo, presentando seguidores hasta hoy, cuando ha perdido su hegemonía. Todo el mundo conoce sus nombres principales: Graciliano Ramos, Rachel de Queiroz, Amando Fontes, José Lins do Rego, Jorge Amado, por nombrar sólo los más famosos.

El Romance de 1930 retomó una línea de evolución interrumpida por el Modernismo, que aborrecía el localismo y el particularismo de los regionalistas, así como su fijación en lo rural. El modernismo fue urbano e internacional, siendo su mejor expresión en prosa. Macunaíma, de Mário de Andrade, que mezcla deliberadamente regiones y fenómenos típicos, recomendando la práctica de la “degeografía”. Sus características lo hacen más legible, ya que su vehículo es la prosa, no la poesía.

A falta de las ciencias sociales, que llegarían pronto, funciona como una “introducción a Brasil”, ya que muestra otras caras de un país inmenso. En pos de el interior, muestra que Brasil no se limita a la franja costera civilizada y cosmopolita, frente a Europa, a la que busca imitar. Brasil y los brasileños, como insiste la Novela de 1930, está también formado por el sertão y los sertanejos, cuyas duras condiciones de vida denuncian los autores; y desarrollar una gran cantidad de temas.

En él encontramos la sequía, los retiros, el coronelismo y el caciquismo, la religiosidad y el fanatismo, la miseria, la opresión de los poderosos y el sometimiento de los humildes, el voto halter, el cangaço y los cangaceiros, la violencia, etc. Y también las prácticas y rutinas de la vida cotidiana.

Si el romance de 1930 rechazó el experimentalismo y los ideales vanguardistas del modernismo, por otro lado, lo aprovechó despojándolo del lenguaje y, aunque concebido en otros términos, comprometiéndose con el aquí y el ahora. Pero precisamente por eso conquistó al público lector, siendo más fácil de leer que la prosa de vanguardia de los héroes de 1922. En su conjunto, la Novela de 1930 realizó un inventario de Brasil y consagró la literatura como instrumento de conocimiento de el país. Así el Romance de 1930 cambió el panorama de la literatura brasileña.

Como telón de fondo de este importante florecimiento de la prosa, tuvimos la Gran Migración, en la que millones de brasileños se embarcaron en una nueva tendencia demográfica en 1930, lentamente al principio, pero creciendo con el tiempo. Esta tendencia tuvo un doble filo, ya que los brasileños comenzaron a acceder a ciudades grandes y pequeñas, abandonando el campo, al mismo tiempo que se desplazaban del Nordeste y del Norte al Sudeste del país. Se trata del mayor traslado de población de nuestra historia.

Así llegaron a contribuir a la verticalización de las metrópolis del Sudeste, así como a la industrialización de São Paulo. Esto daría como resultado, décadas después, la creación de una clase trabajadora fuerte y organizada, que fundaría su propio partido y elegiría varias veces al Presidente de la República.

Poco a poco, el Romance de 1930, cuyo mayor nombre es Graciliano Ramos, comenzó a trabajar específicamente con la gente del sertón y del campo, como lo demostró nuestro autor en la obra maestra que se presenta. Vidas secas. Famosa por la confluencia entre el tema, expresado en el título, y el estilo, esta novela servirá de ejemplo al expresarse en un lenguaje: sencillo, ordenado, libre de adornos que no coinciden con la narrativa.

Se ha escrito y se sigue escribiendo mucho sobre el sertón y la gente del campo. Y lo que fue una tendencia inicial se convertiría en una actual, que predominaría en lo que llamo el “complejo simbólico del imaginario serrano”. Comenzó explorando el interior del país, su inmenso territorio salvaje y desconocido, que se insinuaba en la imaginación y el accionar de los hombres. Poco a poco fue adquiriendo los contornos de una representación que connotaba el “Brasil real”, en contraste con la costa, donde predominaba la civilización urbana.

Incluso antes del surgimiento del Romance de 1930, ya era posible notar esta tendencia, entretejida en la literatura regionalista. Un ejemplo es el mencionado A través del desierto (1898), de Afonso Arinos, que presenta relatos breves cuyo escenario es ese paisaje. en tu romance los yagunzos (1898), Este mismo autor narra la Guerra de Canudos, que tuvo lugar en el interior más agreste de Bahía.

Pero lo que más impactó la imaginación de los brasileños, al menos de los alfabetizados, fue la publicación de los sertones (1902), de Euclides da Cunha. Los lectores de la entonces única metrópolis del país, Río de Janeiro, así como de otros centros urbanos menos importantes, ya habían seguido el desarrollo de la lucha en los periódicos. Los periódicos, únicos medios de comunicación en aquel momento, se encargaban de controlar la opinión pública, difundir calumnias, difamar sistemáticamente e imprimir documentos falsificados.

El vergonzoso final de la guerra, que había sido presentado como una conspiración internacional para derrocar a la República, cuyo foco de abierta beligerancia era Canudos, había revelado la mentira. Eran campesinos miserables, que ni siquiera tenían armas decentes, dispuestos a defenderse de la ofensiva del ejército brasileño equipados con las armas más modernas del mundo, incluidos 23 cañones. El “foco de beligerancia” no era más que un campamento improvisado de carpas de adobe y barro extremadamente pobres... La palabra genocidio No se utilizó porque aún no existía y sólo se crearía después de la Segunda Guerra Mundial. Pero se trataba de eso, de un genocidio contra brasileños cometido por brasileños.

Cuando terminó la guerra y salieron a la luz los abusos de las tropas, como la práctica de decapitar a los prisioneros atados, ante la vista de los comandantes generales, el escándalo fue enorme. Y el libro conoció la conciencia de la culpa colectiva. Esto fue suficiente para dar un enorme impulso a la paulatina construcción del conjunto simbólico del sertão y el sertanejo.

Pero tras la década de 1930 y la hegemonía de su novela en las décadas siguientes, el complejo se iría extendiendo paulatinamente a otros ámbitos artísticos. Poco a poco iría permeando el cine, el teatro, la pintura, la artesanía y la canción popular. Y entraría a la universidad, mediante la creación de las Ciencias Sociales en ese momento.

El sertão y el sertanejo presiden el entusiasmo del Cinema Novo en las décadas de 1950 y 1960, con Glauber Rocha filmando Dios y el diablo en la tierra del sol e El dragón del mal contra el guerrero santo, Nelson Pereira dos Santos con vidas secasy varios otros. Se inscribe en esta tendencia el grupo de mediometrajes y cortometrajes Ciclo Thomaz Farkas, que es la contraparte documental del Cinema Novo. En el teatro aparecen Auto da Compadecida, de Ariano Suassuna, y Muerte y vida severa, de João Cabral de Melo Neto, dando ejemplo a muchas otras piezas.

En pintura, Portinari recubre lienzos monumentales con la serie participantes en el retiro, entre otros. En la canción popular, Luiz Gonzaga, bardo del interior del país, ofrece una especie de cobertura etnográfica completa de su región, con su poderosa voz y su gran arte.

En la artesanía, el pionero es el maestro Vitalino, natural de Caruaru, en el interior de Pernambuco, que dedicó su vida a esculpir figuritas en barro que presentaban diferentes aspectos de la vida rural, haciendo innumerables discípulos que siguen firmemente las huellas del maestro. Recientemente fallecido, J. Borges, de Bezerros, también en Pernambuco, de cordelista, tomó vuelo y se convirtió en grabador, siempre apegado a los temas de su región en bellas xilografías.

La funda de cordel, habitualmente ilustrada mediante una xilografía, se encontraba en sus manos elevada a la autonomía, alcanzando grandes dimensiones y pudiendo ser colgada en la pared. Sus antecesores son artistas como Mestre Noza, pernambucano radicado en Juazeiro do Norte que, además de xilografías, esculpió miles de pequeñas efigies del padre Cícero; Gilvan Samico, del Movimento Armorial; y Raimundo de Oliveira, de Feira de Santana, entre otros.

La literatura de Cordel se descubre y estudia con el refinamiento del gran arte. En la Universidad se implementan y desarrollan investigaciones y estudios sobre el sertão y el interior del país hasta el día de hoy.

Antonio Candido, a propósito de la Novela de 1930, observó la particularidad de que un nuevo modelo literario, surgido en aquella época, ya empezaba a hablar de decadencia –que al fin y al cabo, en las capas más profundas, es el tema de toda novela regionalista. La respuesta, evidentemente, está en el sector de clase al que pertenecían los autores, que estaba en decadencia: el de los propietarios. La novela de 1930, por tanto, hablaba de Casa Grande. Aquí nuevamente registramos la singularidad de Graciliano Ramos: al escribir Vidas secas, desciende decididamente de esas alturas y sitúa la narración entre los más desfavorecidos de los participantes en el retiro.

Al apropiarse del sertão y del sertanejo, nuestro autor acabó escribiendo estos casos de Alexandre, que forman parte de la gran tradición popular de los “cuentos de mentirosos”, de los que existen encantadores ejemplos en todo el mundo. Incluso entre nosotros, son el meollo de ciertos errores de Pedro Malazartes. Y el propio Macunaíma no era reacio a difundir tonterías, hasta el punto de que, sorprendido en una de ellas, respondió con franqueza: “Mentí”…

Muy entretenida y como siempre en este autor admirablemente bien escrita, características de su estilo que tiende a lo castizo y tradicional, las aventuras de Las historias de Alejandro Absorben no sólo a los antiguos autores portugueses sino también la lengua imbuida de lo arcaico que se conserva en el interior del país. En una palabra, Alejandro.

*Walnice Nogueira Galvão Profesor Emérito de la FFLCH de la USP. Autor, entre otros libros, de Leer y releer (Sesc\Ouro sobre azul). Elhttps://amzn.to/3ZboOZj]

referencia


Graciliano Ramos. Las historias de Alejandro. Edición conmemorativa del 80 aniversario de la edición original. São Paulo, Editorial Literaria Praxis e Editora Anita Garibaldi., 2024.


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