Por Tarso Genro*
Del por qué de las verdades y los mitos que llevan la muerte
Poco importa que las intuiciones que proyectamos en determinadas circunstancias nos acerquen a alguna verdad, “eterna” o no. Lo que importa es el agregado de que el movimiento de nuestra conciencia -destinada a conocer cierto impase de la vida terrenal- puede funcionar como un “paso” de conocimiento. Un paso hacia el conocimiento de algo más completo, aunque el resultado sea también provisional.
Hago esta introducción para decir que en las no muchas -pero atentas lecturas que he hecho de Sartre- siempre he sentido la construcción de su existencialismo ateo como un camino para su construcción de Dios. Me explico: la secuencia de su diálogo con ese “algo” inexistente (divino) -impalpable por lógica- siempre me pareció un reconocimiento de la existencia de Dios, de modo que el absurdo de la vida humana, que él consideraba “un punto entre dos nadas”.
A ver si no me da la razón este fragmento, que saqué de la lectura de una obra de Frederic Jameson: “La guerra -dice Sartre- (es donde) todos son libres; sin embargo, la muerte es segura. Está en todas partes, en la totalidad de mis pensamientos, de todas las palabras de Hitler, de todas las acciones de Gómez; pero no hay nadie para calcularlo. Sólo existe para Dios. Pero Dios no existe. Y, sin embargo, la guerra existe”. La guerra existe para Dios, pero Él no existe... ¿o es Dios impotente ante ella, parece preguntarse Sartre?
Lo que me parece del texto de Sartre es que desafía a Dios a actuar sobre la guerra, para que ésta deje de existir y, al no existir, Dios no merece ser reconocido como tal. Para que el texto no sea considerado sólo como un juego simulado de contradicciones formales, debería, al menos, suscitar en los lectores esta duda sartreana: ¿por qué el desafío está dirigido a un ser inexistente? Podría estar equivocado, pero como esto es intuición, sigamos adelante.
Tomemos un poema de Borges para recorrer -siguiendo sin rigor filosófico- con la mayor intuición posible, los laberintos de su poesía filosófica. En el poema “O Tango”, Borges declama -digo “declama” porque hay que combinar la intuición con la voz de Borges como ciega y “extraña”- en su manera de sobrevivir en un mundo bárbaro, lo que le produce repugnancia y fascinación. Son momentos vividos en un universo paralelo que sólo puede ser manipulado por la literatura: “Una mitología de puñales \ Se desvanece lentamente en el olvido; \ Un canto de gesta se perdió \ en sórdidas noticias policiales. \ Fíjense a dónde ya me lleva mi intuición: la descomposición del mito, surgida de la romantización del pasado, es ya una crónica de Policía y todo lo que fue heroico y real al respecto se convirtió en un desecho social.
¿Hay universos paralelos? Y si existen, ¿cómo se reencuentran para dar cierta estabilidad a la vida común, por amarga y abyecta que sea? Si en la física se depositan mundos paralelos, ocupando los mismos lugares en el espacio y compuestos por diferentes materiales, este artículo no es de interés. Pero estoy convencido de que existen, sin embargo, universos paralelos por la forma en que los hechos se registran en la conciencia de cada uno, estructurando mundos entre los cuales la comunicación racional es imposible.
En las dos manifestaciones de estos dos intelectuales modernos, parecen esbozarse dos mundos imposibles de unificar, en una especie de esquizofrenia histórica, pero bloqueada por la duda, que busca la razón: Sartre propone un enigma racional que sólo puede resolverse eligiendo entre la intuición y la ciencia; y Borges vincula el mito con el tiempo y su descomposición en la historia humanizada. Sartre dice que Dios sólo puede existir para quien tiene fe y Borges dice que el mito que inspiró el Tango termina en los suburbios, como un caso de la Policía. Para ambos, todo lo humano no les es ajeno.
Algunos ejemplos: ¿cómo debatir con alguien que “cree” que la tierra es plana? ¿O que considera el cuerpo del otro como un lugar donde el agente del Estado puede practicar libremente sus perversiones? ¿O que un Gobierno tiene derecho a mentir de forma exhaustiva, reiterada, permanente, naturalizando la barbarie y la intolerancia, convirtiendo la historia en una farsa ideada por el odio?
Esa parte de la conciencia que vive en el universo creado por el mito no está interesada en comunicarse racionalmente, porque su seguridad está enraizada en el grupo que vive en las cavernas de la paz cobarde, fundada en el odio. En unos casos se convirtió en campo de concentración, en otros Guerra Civil o en otros aún, nuevos Gobiernos que se alimentan de la muerte de sus propios hijos.
* Tarso en ley fue Gobernador del Estado de Rio Grande do Sul, Alcalde de Porto Alegre, Ministro de Justicia, Ministro de Educación y Ministro de Relaciones Institucionales de Brasil.