por RONALD LEÓN NÚÑEZ*
Hace 176 años, el “espectro” de Manifiesto del Partido Comunista “obsesiona al mundo”, inspirando la conciencia y guiando la acción política de millones de personas
“Esta obra expone, con la claridad y brillantez de un genio, una nueva cosmovisión, coherente con el materialismo, aplicada también al campo de la vida social; la dialéctica como doctrina más completa y profunda del desarrollo; la teoría de la lucha de clases y el papel histórico revolucionario mundial del proletariado como creador de una nueva sociedad comunista”
(VI Lenin).
En la última semana de febrero de 1848, la pequeña litografía de JE Burghard en el número 46 de Liverpool Street, en el centro de Londres, completó la impresión de tres mil ejemplares de un folleto, escrito en alemán, con el título Manifiesto del Partido Comunista. Nadie imaginaba el tremendo impacto histórico que causaría este folleto, originalmente de 23 páginas. Hace 176 años, el “espectro” de Cartel “obsesiona al mundo”, inspirando la conciencia y guiando la acción política de millones de personas.
Cualquiera que sea la actitud que uno tenga hacia el marxismo, es un hecho que Cartel Se convirtió en una obra clásica, no sólo del pensamiento socialista, sino también de la literatura política universal. Es un texto esencial para comprender nuestra era histórica. Esto no significa, para ser claros, que la realidad haya confirmado cada línea escrita por Marx y Engels. Esta lectura sería dogmática, es decir, antimarxista.[i] Si hay un antes y un después Cartel, es porque, en términos metodológicos y programáticos, selló la transición definitiva del socialismo utópico al socialismo científico.
Ni Karl Marx ni Friedrich Engels inventaron el socialismo o el comunismo, como algunos piensan. Antes de 1848, estos conceptos no sólo existían, sino que fueron ampliamente difundidos por autores penetrantes como el conde de Saint-Simon, Charles Fourier, Robert Owen, etc. Sometieron a duras críticas las injusticias y la pobreza causadas por el capitalismo. El problema es que opusieron las atrocidades de la burguesía a sistemas irreales, idealizados a base de filantropía y esfuerzo, para convencer a las clases dominantes de la inmoralidad de la explotación. En otras palabras, no entendieron la esencia ni identificaron la fuerza social capaz de superar el sistema que desafiaron.
En consecuencia, para los utópicos, el proletariado no era más que una clase desmoralizada e inerte, sujeta sólo al castigo. Sin embargo, el socialismo utópico fue producto de su época. “Sus incipientes teorías”, explicó Friedrich Engels, “no hacen más que reflejar el estado incipiente de la producción capitalista, la situación embrionaria de clase. Pretendían tomar del cerebro la solución a los problemas sociales aún latentes en las embrionarias condiciones económicas de la época”.[ii] La nueva sociedad sería, por tanto, “la expresión de la verdad, la razón y la justicia absolutas, y sólo necesitaría ser descubierta para conquistar el mundo en virtud de su propio poder”.[iii]
O Cartel entierra esta etapa infantil del socialismo presentando, sobre todo, una nueva teoría, la concepción materialista de la historia. Según ella, “la historia de toda sociedad existente hasta la fecha es la historia de la lucha de clases”,[iv] es decir, el motor del desarrollo humano no está en la voluntad de un ser superior ni en el papel de los individuos en la historia, sino en la lucha entre opresores y oprimidos. No hay destino: la humanidad hace su propia historia, aunque no en circunstancias libremente elegidas.
El concepto de clases sociales y la noción de lucha entre ellas tampoco eran originales. Antes de Cartel, otros pensadores habían considerado estos elementos. Lo innovador del folleto de 1848 fue que, por primera vez, se proponía que el enfrentamiento entre clases era el hecho central en los procesos de transformación social a lo largo de la historia. Para comprender mejor lo que era realmente nuevo en el socialismo científico, vale la pena prestar atención a este pasaje de una carta de Marx: “Lo que traje fue para mostrar: (i) que la existencia de clases sólo está ligada a ciertas fases históricas de producción desarrollo; (ii) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; (iii) que esta misma dictadura es, en sí misma, sólo la transición hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…”[V].
Sobre esto hago dos comentarios. David Riazanov, un riguroso estudioso marxista, observó que Cartel No existe la expresión “dictadura del proletariado”, aunque es posible señalar los elementos básicos de esta idea. En 1848, sin embargo, esto todavía era abstracto. Sus autores sostuvieron que el primer paso a dar después de la revolución obrera sería la “elevación del proletariado al estatus de clase dominante” [herrschenpor Klasse]. La categoría “dictadura del proletariado”, sin embargo, aparecería explícitamente en 1850: “Este socialismo es la declaración de la revolución permanente, de la dictadura de clase del proletariado como paso transitorio necesario hacia la supresión de las diferencias de clase en general, hacia la la supresión de todas las relaciones de producción en las que se basan, la supresión de todas las relaciones sociales correspondientes a estas relaciones de producción, la subversión de todas las ideas que fluyen de estas relaciones sociales”.[VI].
Luego, en 1875, en el famoso Crítica del Programa Gotha: “Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista hay un período de transformación revolucionaria de la primera en la segunda. Este período corresponde también a un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”.[Vii]
Lo segundo es observar cuán lejos están ciertos marxólogos de la esencia del marxismo, es decir, del concepto y programa de la dictadura del proletariado. El llamado “marxismo académico” se preocupa mucho más por desmenuzar el pensamiento de Marx que estudiarlo, de manera estática, como “filósofo”, “sociólogo”, o “economista”, en definitiva, como pensador de sillón.
Marx y Engels, al mismo tiempo que demostraban la historicidad y fugacidad del capitalismo –presentado por el liberalismo como un sistema “natural”–, identificaron al proletariado como la principal fuerza social revolucionaria, señalándolo como el producto inevitable y sepulturero de la guerra burguesa. sociedad: “Con el desarrollo de la gran industria, la base misma sobre la cual produce y se apropia de los productos desaparece de debajo de los pies de la burguesía. Produce, en primer lugar, sus propios sepultureros”.
Pero la misión histórica del proletariado, en opinión de los autores del Cartel, tenía una particularidad en relación con las clases oprimidas anteriores. Debido al grado de desarrollo de las fuerzas productivas que había alcanzado la sociedad, “…el proletariado no puede lograr su emancipación sin, al mismo tiempo, emancipar a toda la sociedad de su división en clases y, por tanto, de la lucha de clases”.[Viii]
En otras palabras, según la teoría marxista, la aspiración suprema del proletariado no es cristalizarse como “clase dominante”, aunque asuma ese papel por un período necesario, sino la abolición de las clases sociales y, por tanto, de la Extinción del Estado burgués moderno.
Llegados a este punto, es necesario reafirmar que el resultado de la lucha entre clases no está predestinado, como gustan repetir quienes acusan al marxismo de “determinista”. Él mismo Cartel –por no hablar de otros trabajos de sus autores– advierte que este proceso “conduce, en cada etapa, a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases en conflicto”. En otras palabras, el comunismo no es algo “inevitable”, fatal, sino el resultado de este embate histórico. Su contraparte es el triunfo de la barbarie.
Esto nos lleva a otro concepto fundamental expuesto en el Cartel, el del Estado moderno. El Estado, según la teoría marxista, no es un aparato “neutral”, al margen de la lucha de clases. Su surgimiento no es sólo el producto inevitable de la división de la sociedad en clases, sino que, bajo el control de las clases dominantes, es el principal instrumento de sometimiento de las clases dominadas. "El gobierno moderno", afirman Marx y Engels, "no es más que un comité administrativo para los asuntos de la clase burguesa".
O Cartel Continúa explicando que “el poder público, propiamente hablando, es el poder organizado de una clase para la opresión de otras. Si el proletariado, en su lucha contra la burguesía, necesariamente se constituye en clase; se establece mediante la revolución como clase dominante y, como clase dominante, destruye violentamente las viejas relaciones de producción, suprime, junto con estas relaciones de producción, las condiciones para la existencia del antagonismo de clases, las clases mismas y, por tanto, su propia dominación. como una clase." De esta manera, el texto presenta la teoría de la extinción del Estado: “Una vez que el antagonismo de clases desaparece en el curso de su desarrollo y toda la producción se concentra en manos de individuos asociados, el poder público pierde su carácter político”.
La estrategia propuesta en Cartel Superar la sociedad burguesa está relacionado con lo anterior. El proletariado, dotado de organización política, tendrá que tomar el poder, que ostenta la burguesía mediante el control de la máquina estatal, no por medios pacíficos, sino mediante la violencia revolucionaria: “el proletariado establecerá su dominación mediante el derrocamiento violento de la burguesía” . La tarea de los comunistas consiste, por tanto, en “la constitución de los proletarios en clase, la destrucción de la supremacía burguesa, la conquista del poder político por el proletariado”.
Las lecciones de la Comuna de París, ocurrida 23 años después de la publicación del Cartel, mejoró la teoría de los fundadores del socialismo científico sobre la relación entre el Estado y la revolución proletaria, que, según ellos, estaba “anticuada”: “la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del Estado tal como está , para utilizarlo para sus propios fines”, argumentó Marx en 1871. Era necesario “destruir” este aparato. A su vez, Engels escribió en 1891: “[…] la clase obrera, al llegar al poder, ya no puede gobernar con la vieja máquina estatal […] para no perder nuevamente su dominio recién conquistado, la clase obrera debe, por un lado, barrer con todos los viejos mecanismos represivos utilizados hasta ahora contra él, pero, por otro, protegerse de sus propios representantes y empleados, declarándolos todos revocables en cualquier momento”.[Ex].
Al ejecutar este programa, una de las frases más citadas en el Cartel afirma que “los proletarios no tienen nada que perder excepto sus cadenas. Tienen, por otro lado, un mundo que ganar”.
Es sorprendente ver cómo la izquierda actual ha abandonado, encubierta o explícitamente, las lecciones de Cartel. El método revolucionario fue sustituido, sin más, por la inofensiva estrategia parlamentaria, completamente adaptada a la legalidad burguesa. Asimismo, se dejó de lado una idea que impregna todo el contenido del famoso folleto, la independencia de clase del proletariado respecto de la burguesía y sus representantes políticos. La doctrina de los “frentes populares” y todo tipo de “frentes amplios” con sectores de una burguesía supuestamente “democrática” o “progresista”, consagrada en el estalinismo, es lo contrario de la máxima marxista de que “la emancipación de los trabajadores sólo puede ser la obra de la propia clase obrera” y, en consecuencia, es lo contrario del famoso llamamiento con el que concluye el Manifiesto: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”.
En esta breve mención de las ideas fundamentales del Cartel, no puede omitirse el principio del internacionalismo proletario, basado en la premisa de que el capitalismo, en aquel momento en expansión, no conocía fronteras. La unión de la clase obrera, por tanto, tampoco podía limitarse a las fronteras nacionales: “Los trabajadores no tienen patria. No se les puede quitar lo que no tienen”, dice otra frase icónica del Manifiesto. Más adelante, refuerza: “la acción común [de los diferentes proletariados], al menos en los países civilizados, es una de las primeras condiciones para su emancipación”. El correlato organizativo de este principio se aplicó, todavía de forma incipiente, a partir de 1846 mediante la formación de los Comités Comunistas de Correspondencia y, más tarde, la Liga de Comunistas, que contaba con miembros en Londres, París y Bruselas, además de cierta influencia. en partes de la actual Alemania. Esta fue la base de la posterior organización de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), fundada en 1864, más tarde conocida como la Primera Internacional.
El principio de independencia de clase, a su vez, dio forma a toda la teoría marxista del partido revolucionario. oh Cartel, el primer programa científico de un partido comunista, declaró que había llegado el momento “de que los comunistas expresen a la luz del día y ante el mundo entero sus ideas, sus tendencias, sus objetivos, rompiendo así con esta leyenda del espectro del comunismo”. con un manifiesto del partido”. En el capítulo dos, define el papel del partido comunista como “el sector más decidido de los partidos obreros de todos los países, que empuja a todos los demás; teóricamente, tiene sobre la gran masa del proletariado la ventaja de comprender claramente las condiciones, el curso y los objetivos generales del movimiento proletario”..
O Cartel, en su forma final, presenta, con una visión penetrante, un panorama del pasado, presente y futuro de la sociedad. Aunque casi todas las ideas del documento habían sido desarrolladas previamente por sus autores, por ejemplo en el entonces inédito La ideología alemana (1846), la profundidad y el estilo con el que sintetizaron la nueva cosmovisión, creando una unidad entre teoría y práctica, hicieron de esta obra una verdadera herencia histórica del proletariado.
El contexto histórico de Cartel
O Cartel No eran relámpagos en un cielo azul. Surgió en el contexto de una Europa políticamente efervescente. Una terrible crisis económica, combinada con repetidas malas cosechas, aceleró la erosión de los antiguos regímenes monárquicos. El pauperismo desencadenó una serie de disturbios por el pan en muchos países. Las mentes más lúcidas no tenían dudas de que estaba a punto de estallar una revolución, una revolución que sería la más europea de todas las revoluciones.
Así, el momento histórico en el que Cartel Surgió debe entenderse como un proceso único, condicionado por el grado de desarrollo que había alcanzado el capitalismo en Europa Occidental y, en consecuencia, por el estadio de organización de la clase trabajadora en ese espacio, así como por la evolución de las ideas de Marx. y Friedrich Engels, es decir, su transformación de demócratas radicales a comunistas.
Durante su primera estancia en Manchester, entre 1842 y 1844, Engels dice que llegó a la idea de “que los fenómenos económicos, a los que hasta ahora los historiadores no habían atribuido importancia alguna, o sólo una importancia muy secundaria, son, al menos en el mundo moderno, una fuerza histórica decisiva; Vi que estos fenómenos son la base sobre la que nacen los antagonismos de clases actuales, y que estos antagonismos de clases, en los países donde están plenamente desarrollados gracias a la gran industria [...] constituyen, a su vez, la base para la formación de partidos. políticos, para las luchas partidistas y, en consecuencia, para toda la historia política”[X]. Engels se anticipó a Marx al intentar sintetizar la filosofía clásica alemana con la economía política inglesa. Incorporó estas ideas a su Esquema para una crítica de la economía política, un artículo publicado en Anales franco-alemanes, lo que ejercería una enorme influencia sobre el joven Marx.
Marx, a su vez, presentó una idea similar en el mismo periódico, que Engels resumió así: “…no es el Estado el que condiciona y regula la sociedad civil, sino la sociedad civil la que condiciona y regula al Estado, y que la política y su historia Por lo tanto, debe explicarse por las relaciones económicas y su desarrollo, y no al revés”.[Xi]. Así, cuando se encontraron en París en agosto de 1844, los dos hombres se dieron cuenta de que habían llegado a las mismas conclusiones teóricas fundamentales por caminos diferentes. De este encuentro surgió su colaboración intelectual y, sobre todo, su intensa actividad militante, como veremos.
En febrero de 1846, Marx y Engels fundaron el Comité de Correspondencia Comunista en Bruselas –ciudad donde Marx se había instalado tras ser expulsado de París un año antes– para fortalecer las relaciones con los emigrados políticos y otros elementos revolucionarios dispersos en Alemania, Francia e Inglaterra; El objetivo de los amigos era organizar luchas basadas en la nueva concepción materialista de la historia.
Los Comités por Correspondencia fueron muy importantes, ya que eran el embrión de una asociación internacional de trabajadores. Marx y Engels también organizaron la Asociación de Trabajadores Alemanes. ellos escribieron en Deutsche-Brüsseler-Zeitung, que prácticamente transformaron en un órgano de sus ideas. Engels contribuyó a la Estrella del Norte, el periódico del ala radical de los cartistas ingleses. Marx se desempeñó como vicepresidente de la Asociación Democrática, una especie de coalición entre demócratas radicales de Bruselas y socialistas pequeñoburgueses franceses agrupados en el periódico. La reforma. En medio de esta intensa actividad práctica, los dos encontraron tiempo para escribir una obra fundamental del marxismo, La ideología alemana, cuyo manuscrito nunca se imprimió por falta de editor. Su contenido acabó siendo sometido a la “crítica roedor de las ratas”.
La Liga de los Justos, una sociedad secreta con métodos conspirativos típicos de la tradición de los revolucionarios franceses de la época,[Xii] redobló sus esfuerzos para acercarse a Marx y Engels. La Liga había reclutado trabajadores modernos, pero estaba compuesta principalmente por artesanos alemanes emigrados: sastres, zapateros, herreros, relojeros, etc. La sección con el perfil más proletario y radical fue Londres. Sus principales dirigentes fueron los alemanes Karl Schapper, Heinrich Bauer y Joseph Moll.
A este último se le encomendó la tarea de reunirse con Marx en Bruselas y Engels en París para invitarlos oficialmente a participar en la sociedad. Si aceptaran, serían libres de intervenir en el proceso de reformulación teórica y reorganización política que se definirá en un congreso internacional. Moll les explicó a ambos que la mayoría de la Liga estaba convencida de la exactitud de su teoría y estaba dispuesta a abandonar los métodos conspirativos, forma de acción a la que se oponían.
La Liga tenía un programa utópico basado en el comunismo igualitario francés, que emanaba de las ideas de Babeuf, mezclado con elementos de una interpretación confusa del cristianismo primitivo predicada por un talentoso sastre alemán llamado Weitling. Este hombre, que se consideraba un profeta e incluso desarrolló un proyecto de lenguaje universal, quedó muy influido por las ideas de Proudhon. El lema de la Liga de los Justos era "Todos los hombres son hermanos".
Para una parte de la sección londinense de la Liga, este comunismo “filosófico sentimental” no estaba a la altura de los cambios sociales y de las tareas del proletariado impuestas por el rápido desarrollo de la industria capitalista. La crisis interna iba creciendo, acelerada en cierta medida por la incansable propaganda llevada a cabo por Marx y Engels: “Al mismo tiempo”, comenta Marx, “publicábamos una serie de folletos, impresos o litografiados, en los que la mezcla de El socialismo anglo-francés con filosofía alemana, que entonces constituía la doctrina secreta de la Liga, fue objeto de críticas despiadadas, establecimos el estudio científico de la estructura económica de la sociedad burguesa como única base teórica relevante, y la explicamos en un lenguaje puramente popular. que lo que se trataba no era la imposición de ningún sistema utópico, sino la participación activa y consciente en el proceso social revolucionario que estaba teniendo lugar ante nosotros”.[Xiii].
A esto hay que sumar el trabajo de Engels, quien en agosto de 1846 partió hacia París en un intento de atraer y organizar a los emigrantes alemanes bajo la bandera del comunismo científico. Para ello, tuvo que librar una feroz batalla contra las ideas de Proudhon y el “verdadero socialismo” de Karl Grün, disputa que tuvo un fuerte impacto en la Liga de los Justos.
El hecho es que esta Liga ofreció a Marx y Engels una oportunidad de acción que no podían desaprovechar. Así acordaron incorporarse en enero de 1847. Intervinieron con toda su fuerza en el debate interno, con el apoyo de los londinenses.
El primer congreso comenzó en junio de 1847. Marx no tenía dinero para el viaje, por lo que toda la responsabilidad recayó en Engels. Después de violentos debates, la Liga se reorganizó. Tanto los estatutos como los borradores del programa deberán ser sometidos a la consideración de las bases a retomar en un nuevo congreso. Se ha superado la tradición autoritaria de “decisiones que vienen desde arriba”, propia de las sectas. La organización cambió su nombre por el de Liga de Comunistas. El primer artículo de los estatutos indicaba la penetración de las ideas del socialismo científico: “El objetivo de la Liga es el derrocamiento de la burguesía, la dominación del proletariado, la abolición de la vieja sociedad burguesa basada en los antagonismos de clases y la creación de una sociedad nueva, sin clases y sin propiedad privada”. En septiembre, la Liga publicó el Revista Comunista, en el que aparecía el nuevo lema de la organización: “Proletarios de todos los países, uníos”.
A finales de octubre, Friedrich Engels elaboró un borrador de programa, a petición de los miembros parisinos de la Liga de los Comunistas, que pasó a ser conocido como Principios del comunismo, el principal predecesor de Cartel. El esquema tenía la forma de un “credo”, con preguntas y respuestas. Sin embargo, el propio Engels, que era meticuloso, pronto se opuso a este formato. El futuro programa debería ser algo perenne, con una base sólida en la “historia del tema”. Para Engels, un “catecismo” no “sirvía en absoluto a este propósito”. Así, el 24 de noviembre propuso a Marx que le diera a la “cosa” el nombre de “Manifiesto Comunista”, un estilo familiar en la literatura política francesa desde el siglo XIX. Manifiesto de los Iguales de 1796.
El segundo congreso, que debía completar los trabajos del primero, se celebró en noviembre y diciembre de 1847. Terminó de acuerdo con las aspiraciones de Marx y Engels. El congreso les encargó la elaboración de un programa teórico y práctico, con fines de publicación, para la Liga.
A Marx se le encomendó la tarea de escribir el Cartel. Completó la tarea en enero de 1848 y la envió a la imprenta pocas semanas antes del estallido de la revolución de febrero en París, que derrocó al rey Luis Felipe I y estableció la Segunda República Francesa. El proceso revolucionario se extendió como la pólvora en Italia, luego en Renania, en Prusia y luego en Austria y Hungría.
O Cartel Predijo que Europa, especialmente la futura Alemania, estaba en vísperas de una revolución. Este proceso tendría la ventaja de ocurrir en condiciones objetivas y subjetivas más avanzadas que las revoluciones burguesas clásicas de los siglos XVII y XVIII, al punto que predijeron que “la revolución burguesa alemana” sería el “preludio inmediato de una revolución proletaria”. ”. Sin embargo, esta predicción no fue confirmada. La Revolución Alemana de 1848-49 (Märzrevolución) no triunfó como revolución proletaria y, por tanto, tampoco como revolución democrático-burguesa. La derrotada “primavera de los pueblos” inauguró otra dinámica de clases en el momento de la revolución burguesa; sus lecciones serían analizadas por Marx y Engels a partir de 1850.
Trotsky explicaría, en 1905, por qué 1848 no era 1789. La revolución europea en la que participaron Marx y Engels estalló en el contexto de la peor situación, una especie de “medio plazo”. La burguesía de 1848 no se comportaba como la burguesía de 1789. Los liberales ya no “querían” desarrollar su propia revolución y el proletariado aún no era “capaz” de llevarla hasta el final: “El proletariado era demasiado débil; sin organización, sin experiencia y sin conocimiento. El desarrollo capitalista había progresado lo suficiente como para hacer necesaria la abolición de las viejas condiciones feudales, pero no lo suficiente como para permitir que la clase trabajadora –el producto de las nuevas condiciones de producción– emergiera como una fuerza política decisiva”.[Xiv].
En cualquier caso, no se puede decir que el Cartel había ejercido una influencia práctica en los movimientos revolucionarios de 1848-1849. Aparte de los miembros de la Liga, muy pocos sabían de su existencia. Ni siquiera estaba a la venta. Después de la derrota, el Cartel abandonó la escena política completamente anatematizado y, según Engels, “pronto quedó relegado a un segundo plano debido a la reacción que siguió a la derrota de los trabajadores parisinos en junio de 1848”. La Liga Comunista se disolvió en 1852.
El significado del Cartel Hubo que esperar un momento diferente en la lucha de clases y nuevos avances en la organización obrera, que alcanzó su apogeo a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando la socialdemocracia europea experimentó un fortalecimiento vertiginoso. Sin embargo, hay un acontecimiento que marca el punto de inflexión en la realidad europea y en la difusión de las obras de Marx: la Comuna de París. Fue después de la experiencia del “primer gobierno obrero de la historia” que se multiplicaron las ediciones y traducciones de las obras de los padres del socialismo científico, principalmente de Cartel.
Según Bert Andréas, entre 1872 y la Revolución Rusa de 1917, el texto de 1848 se imprimió en treinta idiomas, incluidas tres ediciones en japonés y una en chino. Hubo 70 ediciones en ruso, 55 en alemán, 34 en inglés, 26 en francés, 11 en italiano, etc. La primera traducción al español, realizada por el tipógrafo José Mesa, se publicó en 1872.
¿Qué tan válidas son las ideas del Cartel ¿en el siglo 21?
Sería muy difícil, sin caer en el ridículo, negar la influencia que el legado teórico y político del marxismo sigue ejerciendo en el mundo; y el Cartel Es una parte fundamental de la vasta obra de los fundadores del socialismo científico.
Traducido a casi todos los idiomas y publicado en casi todos los países, el poder de las ideas contenidas en este “folleto” todavía es capaz de sacudir la tranquilidad de las clases dominantes. Independientemente del paso del tiempo, se puede decir que, en cada lucha, en cada revolución, acecha el espectro del comunismo...
Esto se debe a que los principios generales establecidos en el Cartel siguen siendo precisos y válidos. Evidentemente hay detalles que están desactualizados. También hay hipótesis y pronósticos que no han sido comprobados. Trotsky tiene razón, entre otras observaciones, cuando afirma que sus autores “subestimaron las posibilidades futuras latentes en el capitalismo y, por otro lado, sobreestimaron la madurez revolucionaria del proletariado”. Sin embargo, sería inexacto no resaltar que el Manifiesto advertía que “la aplicación práctica de estos principios dependerá siempre y en todas partes de las circunstancias históricas existentes”. Sus propios autores, 25 años después, reafirmaron los principios establecidos en el texto, pero admitieron que había partes que justificaban un ajuste o una redacción diferente. No eran videntes. Como la lucha de clases es un proceso vivo y dinámico, y como el objeto mismo del análisis marxista, el modo de producción capitalista, está en constante movimiento, es imposible exigir que un texto publicado hace 176 años responda en detalle a los problemas de el siglo XNUMX .
O Cartel No es ni un oráculo ni un texto sagrado. Por tanto, no hay nada menos marxista que abordarlo con un método talmúdico. oh Cartel Puede que no sea suficiente responder en detalle a los problemas actuales de la clase trabajadora mundial, pero sigue siendo un punto de partida indispensable. Sigue siendo una guía de acción para cualquiera que busque no sólo interpretar el mundo, sino transformarlo.
*Ronaldo León Núñez es doctor en historia por la USP. Autor, entre otros libros, de La guerra contra el Paraguay a debate (sunderman).
Traducción: marcos margarido.
Notas
[i] Para una visión general de las ideas del Manifiesto, recomendamos el texto de Trotsky titulado 90 años del Manifiesto Comunista:https://www.marxists.org/portugues/trotsky/1937/10/30.htm>.
[ii] ENGELS, F. Del socialismo utópico al socialismo científico. Buenos Aires: Editorial Ágora, 2001, pág. 33.
[iii] Ídem, pág. 39.
[iv] MARX, Carlos; ENGELS, Friedrich. Manifiesto del Partido Comunista:https://www.marxists.org/portugues/marx/1848/ManifestoDoPartidoComunista/index.htm>. A menos que se indique lo contrario, todas las referencias a Cartel Ahora nos referiremos a esta edición digital.
[V] MARX, K. Carta a José Weydemeyer, 5/03/1852:https://www.marxists.org/portugues/marx/1852/03/05.htm>.
[VI] MARX, K. Luchas de clases en Francia de 1848 a 1850:https://www.marxists.org/portugues/marx/1850/11/lutas_class/index.htm >.
[Vii] MARX, K. Crítica del Programa Gotha:https://www.marxists.org/portugues/marx/1875/gotha/index.htm>.
[Viii] ENGELS, F. Para la historia de la Liga de Comunistas:https://www.marxists.org/portugues/marx/1885/10/08.htm>.
[Ex] MARX, Carlos. La Guerra Civil en Francia. Introducción de Friedrich Engels:https://www.marxists.org/portugues/marx/1871/guerra_civil/index.htm>.
[X] ENGELS, F. Para la historia de la Liga de Comunistas:https://www.marxists.org/portugues/marx/1885/10/08.htm>.
[Xi] Ditto.
[Xii] La Liga de los Justos surgió en París en 1836, fruto de una escisión de la Liga de los Forajidos, una sociedad de emigrados alemanes que, según Engels, no era más que “una rama alemana de las sociedades secretas francesas y, principalmente, de la 'Société des saisons', encabezada por Blanqui y Barbès, con quienes mantuvo íntimas relaciones".
[Xiii] MARX, Carlos. Señor Vogt. Buenos Aires: Lautaro, 1947, pág. 102.
[Xiv] TROTSKY, León. Equilibrio y perspectivas. La teoría de la revolución permanente. São Paulo: Editora Sundermann, 2011, pág. sesenta y cinco.
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