por ANDREA ZHOK*
La construcción sistemática de mentiras, mediante la distracción, la falsedad, mediante el disimulo, este es el verdadero juego del poder contemporáneo.
Pido disculpas de antemano por el estallido, pero es francamente insoportable escuchar la enésima discusión angustiosa o escandalizada sobre el brazo extendido de Elon Musk.
Es realmente deprimente descubrir (redescubrir, por enésima vez) que intelligentsia progresistas (pero no únicos) del país[i] es completamente incapaz de analizar la realidad tal como es, de mirar la historia actual tal como es, sin proyectar fantasmas artificiales sobre ella.
Lo que Elon Musk pretendía hacer o decir con sus torpes gesticulaciones en el escenario no es un problema.
No porque se trate de buscar excusas, justificaciones ni nada por el estilo. Incluso si Musk, en perfecta lucidez, premeditadamente y sin alteraciones debidas a sustancias psicotrópicas, hubiera decidido evocar un saludo romano con intenciones nostálgicas, se trata de un problema falso.
Es verdaderamente descorazonador comprobar la pobreza categórica de gran parte de la “inteligencia política”, que por millonésima vez parece estar en alerta sólo cuando se utilizan palabras de hace un siglo (“fascismo”, “nazismo”, “holocausto”). etc.).
Por Dios, vivimos en otro mundo, en otra época, con otros problemas, con supuestos sociales y materiales completamente incompatibles con aquellos de los que surgieron las dictaduras de los años 1920 y 1930.
¿Cómo es posible que sigamos aquí, discutiendo con estas categorías cadavéricas?
No es posible seguir fingiendo vivir como si estuviéramos el día después de la invasión de Polonia, del bombardeo de Guernica o de los coches sellados rumbo a Auschwitz.
La historia enseña muchas cosas, pero lo más importante es que nunca se repite.
Elon Musk es una figura preocupante, pero no por las patéticas actuaciones, no por los supuestos o reales saludos romanos. Lo es porque, junto con muchos otros, desde Mark Zuckerberg hasta Georges Soros, Bill Gates, Larry Fink, etc. etc. – representa descaradamente la metamorfosis de las democracias liberales en oligarquías de base económica.
El hecho de que alguien como Elon Musk sea decisivo en el suministro de sistemas de armas de última generación, cruciales en cualquier conflicto, debería causar terror.
El hecho de que los medios de comunicación y el sistema de redes sociales occidentales –y, con ellos, el acceso a lo que se considera “verdad pública”– esté en manos de un puñado de estos personajes debería causar angustia.
El hecho de que las necesidades de las corporaciones militares, energéticas, farmacéuticas o, más generalmente, las necesidades financieras definan el destino de nuestras supuestas y moribundas democracias, es la tragedia anunciada en la que vivimos.
El drama es que la política europea sea un juego de grupos de presión autorreferenciales y absolutamente insensibles a los intereses del pueblo.
Pero nada de esto causa realmente el desdén de los analistas oficiales, hombres y mujeres en el gobierno, intelectuales “progresistas” y “conservadores”. Seguimos jugando, con perfecta mala conciencia, el juego de las contradicciones de finales del siglo XX.
El antifascismo se agita y, mientras tanto, florecen los autoritarismos neoliberales más flagrantes; el anticomunismo se está agitando y, mientras tanto, las peores formas de cientificismo economista están prosperando; Se celebra el genocidio cometido por los nazis y, mientras tanto, florecen los genocidios que se transmiten a nivel mundial en el silencio más ensordecedor.
Hablamos y pensamos en otra cosa, continuamente, obstinadamente, para impedir, aunque sea por un minuto, que la gente “salga de la matriz” comprenda cuáles son las verdaderas amenazas, se dé cuenta de quiénes son los verdaderos enemigos.
La construcción sistemática de mentiras, mediante la distracción, la falsedad, el disimulo, éste es el verdadero juego del poder contemporáneo.
Quien, teniendo los medios intelectuales para comprenderlo, no se aparta de él, es cómplice.
¡Listo! Ahora puedes seguir jugando con las cartas de bajo valor que pusiste en tu mano, discutiendo si Elon Musk es la nueva cara del peligro fascista y en qué medida.
*Andrea Zhok Es profesor de Filosofía en la Universidad de Milán y autor, entre otros libros, de Crítica de la ragione liberal: una filosofía de la historia actual (Meltemi). [https://amzn.to/3Sxfq0K]
Traducción: Juliana Hass.
Publicado originalmente en las redes sociales del autor.
Nota
[i] Este artículo fue escrito en el contexto italiano y europeo.
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