Un Estado fuerte para una democracia fuerte

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por LUIZ CARLOS BRESSER-PEREIRA*

Las presiones del neoliberalismo y su malvado bebé: hay que resistir al nacionalpopulismo de derecha

Para las sociedades capitalistas, el paradigma deseable y posible es el de un Estado fuerte y capaz para una democracia igualmente fuerte. La idea de un Estado fuerte parece estar en contradicción con una democracia fuerte, pero no es esto lo que muestra la realidad. Suiza y Finlandia son ejemplos de países en los que este ideal está cerca de alcanzarse, pero esta afirmación requiere definir qué son una democracia fuerte y un Estado capaz.

El Estado es el sistema constitucional-jurídico y la organización que lo garantiza, mientras que el Estado-nación es la sociedad político-territorial soberana formada por una nación, un Estado y un territorio. Un Estado es capaz cuando se cumple con la Constitución y demás leyes del país. Algo que no sólo depende del poder policial del Estado, sino también y principalmente de la cohesión de la sociedad en torno al Estado.

En otras palabras, depende de que toda la sociedad comprenda que la ley es necesaria para la vida de la sociedad, y de que cada ciudadano considere que es su deber denunciar a quienes actúan contra ella. Al actuar así, no será un “soplón”, sino un ciudadano que cumple con su deber. A nivel económico, el Estado que tiene el poder efectivo de gravar es capaz de aumentar los impuestos cuando sea necesario para asegurar el equilibrio fiscal.

La nación es la forma de sociedad de cada Estado; comparte un origen, una historia y unos objetivos comunes, estos explícitos o implícitos en el ordenamiento jurídico. Una sociedad “buena” es aquella que es relativamente cohesiva. Nunca es plenamente cohesionada, porque hay lucha de clases y una infinidad de conflictos entre ciudadanos, pero esta lucha o estos conflictos no son radicales, no implican una relación de vida o muerte –y, por tanto, pueden coexistir con una nación–. o una sociedad civil relativamente cohesionada (otro nombre para la sociedad de cada Estado).

La democracia fuerte, a su vez, es democracia consolidada. Es la democracia que existe en un país o estado-nación que ha completado su revolución capitalista: ya formó su estado-nación y llevó a cabo su revolución industrial. Y, por lo tanto, la nueva clase dominante burguesa ya no necesita el control directo del Estado para apropiarse del excedente económico (puede realizarlo en el mercado a través de las ganancias).

Es el régimen político en el que la nueva y amplia clase media y trabajadora que nació de la revolución capitalista prefiere la democracia. En la práctica, una democracia fuerte es aquella que ha sido capaz de resistir las presiones antidemocráticas del neoliberalismo y, más tarde, de su malvado bebé: el nacionalpopulismo de derecha.

Si bien la democracia es el mejor régimen político para un país que ha completado su revolución capitalista, esta misma democracia debilitará el Estado de los países que aún no la han completado. Y también podría debilitar a los Estados de los países de ingresos medios, que ya han llevado a cabo su revolución capitalista, como es el caso de Brasil, ya que esta democracia se caracteriza por una polarización que la hace incapaz de hacer los compromisos necesarios para llevar a cabo las reformas institucionales. reformas. El imperio lo sabe y utiliza la democracia para garantizar su dominio sobre los países de la periferia del capitalismo.

La prioridad de los países de ingresos medios es, por tanto, fortalecer su Estado, porque de esta manera estarán fortaleciendo su democracia; es hacer que su nación sea más cohesiva; es liberarlo del conflicto entre los liberales que se someten al imperio y los que buscan soluciones nacionales a los problemas.

No hay un camino claro para lograr una mayor cohesión nacional. Sin embargo, el simple hecho de que las élites sociales –no sólo las económicas, sino también las políticas, intelectuales y organizativas– sepan la necesidad de esta mayor cohesión ya es un paso en esa dirección.

Brasil ha sido un “Estado-nación casi estancado” durante 44 años, creciendo más lentamente que los países ricos e incluso otras naciones en desarrollo; por lo tanto, no está logrando los logros esperados (“alcanzando“). Por lo tanto, necesita fortalecer drásticamente su nación y su Estado para dejar de quedarse atrás, como lo ha estado haciendo durante casi medio siglo.

* Luiz Carlos Bresser-Pereira Es Profesor Emérito de la Fundação Getúlio Vargas (FGV-SP) y ex Ministro de Hacienda. Autor, entre otros libros, de En busca del desarrollo perdido: un nuevo proyecto de desarrollo para Brasil (Editorial FGV). Elhttps://amzn.to/4c1Nadj]

Publicado originalmente en el diario Folha de S. Pablo.


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