Un ciclo sin fin

Imagen: Mo Hamouda
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por BRUNO HUBERMAN*

La izquierda sionista ataca la lucha palestina por la descolonización

La izquierda sionista, es decir, la parte situada a la izquierda de los defensores de Israel, tiene un objetivo en este momento: construir el discurso de que el horror visto en Gaza es producto de un conflicto entre dos “demonios”.

Tanto el Primer Ministro israelí, Binyamin Netanyahu, como el grupo palestino Hamas son fundamentalistas de extrema derecha que han conducido a un ciclo interminable de acciones violentas. El ataque palestino del 7 de octubre y los bombardeos israelíes serían su trágica consecuencia.

Este es el argumento del artículo “La extrema derecha utiliza la descolonización para proyectos reaccionarios“, de Fábio Zuker, publicado en el periódico Folha de S. Pablo. El autor se basa en una ensayo de Miri Davidson sostener que la extrema derecha ha reivindicado un falso discurso de descolonización para justificar medidas violentas. La base de esta violencia serían los nacionalismos en los que predomina una visión “nativista”, la idea de que un determinado grupo social sería el verdadero nativo de la tierra y el poseedor del Estado.

Fábio Zuker distorsiona el argumento de Miri Davidson para incluir a Israel y Palestina en este tipo de narrativa y, así, deslegitimar la lucha palestina por la descolonización mediante una falsa equivalencia con la violencia genocida de Israel. El autor llega incluso a afirmar que las víctimas, los palestinos, “son corresponsables de este genocidio”.

El efecto de esta narrativa es la despolitización de la resistencia anticolonial palestina. Fábio Zuker borra la realidad colonial en Palestina, que está en la raíz de la opresión, para construir la representación de un conflicto entre moderados y extremistas. “Nadie es nativo del territorio comprendido entre el río [Jordán] y el mar [Mediterráneo]”, afirma.

El objetivo es justificar el papel de la izquierda sionista como guardiana de la comunidad judía frente al supuesto extremismo de la izquierda global que apoya la resistencia palestina. La izquierda sionista busca ponerse del lado de los “palestinos moderados” como víctimas del “extremismo” y, por tanto, como quienes tienen una posición moral privilegiada para resolver la cuestión palestina exclusivamente a través del diálogo.

Esta ideología ignora que, debido a la asimetría de poder, ningún proceso de descolonización terminó mediante el diálogo, sino mediante disputas que siempre implicaron el uso, por parte de los colonizados, de las más diferentes formas de resistencia reconocidas como legítimas por el derecho internacional.

Nativismo, colonialismo y genocidio

Daniel Denvir señala, en “Nativismo totalmente americano”, que el nativismo estadounidense se basa en una historia de colonización por parte de europeos blancos que se asentaron en tierras robadas a pueblos indígenas, víctimas de genocidio y esclavización de africanos. Esto convirtió al grupo formado por blancos, anglosajones y protestantes en los llamados verdaderos americanos.

Si en el pasado algunos blancos también fueron víctimas del racismo nativista, como los irlandeses y los judíos, actualmente todos han sido incluidos en la blancura estadounidense. El nativismo estadounidense, como el de la extrema derecha en los países europeos, ahora está dirigido contra los inmigrantes musulmanes y otras personas “morenas”.

Lo mismo ocurre con Israel, un país fundado mediante la colonización de judíos europeos, africanos y asiáticos. Este hecho, sin embargo, es ignorado por Zuker para construir el segundo punto de su narrativa: el sionismo sería un nacionalismo anticolonial, una reacción a la opresión promovida por otomanos, británicos y árabes.

Esto niega cómo el sionismo, una ideología que surgió entre los judíos europeos con el objetivo declarado de colonizar Palestina, prosperó gracias al imperialismo europeo. El historiador judío Maxime Rodinson dijo que si el sionismo fuera verdaderamente un movimiento de liberación nacional, los sionistas habrían luchado junto a los palestinos contra el Mandato Británico, no junto a los británicos para reprimir el levantamiento palestino de 1936-39.

Aunque los judíos también formaban parte de la población nativa de Palestina, el sionismo los convirtió en colonos. El sionismo racializó al “nuevo hombre judío” en oposición a los árabes nativos y otorgó privilegios materiales a aquellos identificados como judíos. Por otro lado, los palestinos quedaron reducidos a invasores musulmanes, al igual que bajo el nativismo occidental.

El problema de incluir a los palestinos en esta canasta, como hace Fábio Zuker, es que se encuentran bajo un proceso colonial real, no imaginario. Son nativos, no nativistas. La Natividad es una identidad relacional, constituida a través del proceso colonial. Lo que hace que los palestinos sean nativos no es su relación con el territorio o su pertenencia étnica per se, sino su posición subyugada en la situación colonial.

Fue el colonialismo sionista el que convirtió a los palestinos en nativos, del mismo modo que fue el colonialismo estadounidense el que convirtió al pueblo lakota, por ejemplo, en indígena. De hecho, existe una creciente solidaridad entre los pueblos indígenas y los palestinos porque se ven a sí mismos en la misma lucha anticolonial contra el genocidio.

El genocidio es un fenómeno constitutivo del colonialismo de colonos, desde América hasta Oceanía. El investigador australiano Patrick Wolfe sostiene que el colonialismo de asentamiento se basa en una lógica de eliminación, ya que apunta a borrar a los nativos tanto material como simbólicamente mediante la eliminación de la identidad, la expulsión y el genocidio.

Los discursos de los líderes israelíes que propagan que los palestinos no existen son, por tanto, una forma de genocidio complementario al exterminio físico. La devastación de Gaza es la etapa actual del proceso emprendido desde 1948 por los gobiernos israelíes –de izquierda y derecha– para borrar a los palestinos. No es casualidad que el Estado de Israel fuera fundado mediante Nakba, el proceso de expulsión de 750 palestinos y la destrucción de 500 pueblos.

La eliminación de los pueblos indígenas permite que los colonos se conviertan en nativos. Éste es el gran recurso que utiliza Fábio Zuker para criticar a la extrema derecha, que el autor, sin embargo, acaba utilizando en relación con los palestinos. Borrar la Nakba hace que Zuker reproduzca la ideología colonialista de Israel, que, paradójicamente, afirma combatir. El colonialismo israelí no comenzó con las ocupaciones de 1967: es una parte estructurante de Israel.

Sin embargo, la resistencia palestina y su reivindicación de indigeneidad amenazan el discurso nativista y la supremacía racial judía. Por esta razón, es satanizado por los sionistas, tanto de izquierda como de derecha.

*Bruno Huberman Es profesor de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP). Autor de La colonización neoliberal de Jerusalén (EDUC). Elhttps://amzn.to/3KtWcUp]

Publicado originalmente en el diario Folha de S. Pablo.


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