Un objetivo perfecto

Annika Elisabeth von Hausswolff, Oh madre, ¿qué has hecho? #008, 2019
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por ANTONIO DAVID*

Consideraciones sobre el ataque de Jair Bolsonaro a Marília Moschkovich

El 10 de mayo, Jair Bolsonaro atacó en las redes sociales a la socióloga Marília Moschkovich, asociándola con lo que llamó la “extrema izquierda” que pretende “destruirlo todo y luego posicionarse como la única solución al caos”. Desde entonces, la profesora de la USP viene compartiendo en sus redes sociales informes sobre las lamentables consecuencias del ataque en su vida personal. 

Como investigadora, Marília Moschkovich realiza estudios sobre género, sexualidad y familia, temas que viene abordando desde la perspectiva de las relaciones de poder, y tanto sus trabajos académicos como sus posiciones públicas tienen un inequívoco carácter anticonservador, por tanto antibolsonarista, inclinación. No es de extrañar, por tanto, que fuera blanco de un ataque de Jair Bolsonaro: por sus temas de investigación, sus ideas y posturas, y por el hecho de ser mujer –una mujer, como ella misma anunció en una red social–. , “contra la moral, la familia y las buenas costumbres”.

No es menor que el ataque se haya producido pocos días después del concierto de Madonna en Río de Janeiro: calculado o no, Jair Bolsonaro aprovechó la ocasión que le abrió la gran circulación de mensajes conservadores asociados a estos mismos temas en los días que siguieron el espectáculo para, eligiendo un target adecuado, “surfear la ola”. Una oportunidad posiblemente favorable para ganarse los corazones y las mentes indecisas, de personas que no son bolsonaristas convencidos y que, sin embargo, pueden inclinarse hacia el bolsonarismo.

Quiero, sin embargo, llamar la atención sobre otra motivación del ataque antes mencionado, es decir, por qué Jair Bolsonaro lo eligió como objetivo complementario a aquellos. Como ya destaqué, Marília Moschkovich es socióloga y profesora universitaria. Es posible que se haya convertido en un blanco “perfecto” para Jair Bolsonaro y el bolsonaroísmo por combinar, al mismo tiempo, estos tres factores: por tomar las posiciones que adopta y defender las ideas que defiende sobre temas queridos por el bolsonaroísmo, por ser mujer y por ser académico, investigador y profesor de una universidad pública.

La conjunción de estos factores hace que cada uno de ellos sea más demoníaco a los ojos del bolsonarismo. Es imperativo reconocer, por tanto, que el ataque no sólo tuvo un sesgo conservador y misógino, sino que también tuvo un marcado componente oscurantista.

Como sabemos, el oscurantismo dispara sus municiones sobre todo contra los profesores (por extensión, los científicos, los investigadores y los intelectuales) y contra las ideas. Pero eso no explica todo cuando se trata del odio y la repulsión del bolsonarismo hacia las universidades públicas. Para entender esto creo que es necesario tener en cuenta un hecho que me llama la atención en las encuestas de opinión nacionales desde hace tiempo y sobre el que poco se escribe o se habla.

Religión, juventud y educación superior

Después de 2018, el instituto Datafolha incluyó la religión entre sus secciones de muestra en las encuestas de opinión, lo que no ocurrió en las encuestas realizadas durante las elecciones de 2018 ni en las anteriores.[i] Si bien existen encuestas más recientes que contienen el apartado “religión” en la muestra, tomaré aquí como referencia la encuesta nacional realizada en vísperas de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2022, los días 28 y 29 de octubre. de ese año, debido a su gran tamaño de muestra representativa (8.308 encuestados). En la investigación en cuestión, la división de la población según la religión fue la siguiente:

ReligionTotal
católica55%
TOTAL Evangélico25%
Pentecostal evangélico12%
protestante evangélico4%
Evangélico neopentecostal2%
Otras respuestas evangélicas5%
No asiste a ninguna iglesia1%
Espírita | kardecista3%
Umbanda1%
adventista1%
Candomblé1%
OTRAS RELIGIONES5%
NO TIENE RELIGIÓN/NO TIENE RELIGIÓN9%

Estos datos importan no sólo por lo que revelan, sino también, y sobre todo, por la realidad que esconden. Al cruzarlo con otros extractos de la misma investigación (específicamente, grupo de edad y educación), el resultado sorprende:

Religiongrupo de edadEducación
16 los años 2425 los años 3435 los años 4445 los años 5960 años o másFundamentalmédioSuperior
católica41%48%53%61%66%64%52%50%
TOTAL Evangélico27%27%27%24%21%26%27%22%
Pentecostal evangélico13%12%13%13%10%14%13%8%
protestante evangélico3%5%6%4%4%2%5%6%
Evangélico neopentecostal3%2%2%2%3%3%2%2%
Otras respuestas evangélicas7%7%5%4%3%5%6%4%
No asiste a ninguna iglesia1%2%1%1%0%1%1%2%
Espírita | kardecista1%2%3%3%4%1%2%5%
Umbanda2%1%1%1%1%0%1%2%
adventista1%2%1%2%0%1%1%1%
Candomblé1%1%1%0%0%0%1%1%
Otras religiones7%6%6%4%4%3%6%7%
Sin religión / sin religión19%13%9%5%4%5%10%13%

Como se puede observar, entre los más jóvenes el porcentaje de quienes declaran no tener religión es nada menos que el doble que la media nacional.[ii] El cuadro también sugiere –lo que sólo las investigaciones pueden confirmar– que el crecimiento de la población que no tiene religión ha sido más rápido que el tan comentado crecimiento de las confesiones evangélicas: si entre la población de mayor edad el 66% se declara católico, y entre los más jóvenes este El porcentaje cae al 41%, la diferencia (25%) está distribuida de manera desigual (los evangélicos son el 21% entre los mayores y el 27% entre los más jóvenes – una diferencia del 6% – mientras que los que no tienen religión son sólo el 4% entre las personas mayores y el 19% entre los más jóvenes, una diferencia del 15%). Se sabe que una parte de ellos serán reconvertidos en el futuro; Aun así, la distribución desigual es significativa y revela una posible tendencia que merece ser investigada y comprendida mejor.

Cuando miramos a la educación, vemos un panorama similar, marcado por la importante discrepancia en esta respuesta entre quienes tienen educación primaria, educación secundaria y educación superior: y si, entre los más jóvenes, el 19% declara no tener religión, esto El porcentaje es sin duda mayor entre los jóvenes con educación superior, lo cual es significativo en un contexto de aumento constante y prolongado de la matrícula en la educación superior.[iii]

No conozco publicaciones académicas sobre la correlación clara entre la respuesta en cuestión, el grupo de edad y la educación. En 2022 tuve la oportunidad de hablar personalmente con el politólogo Vinícius Valle, especialista en estudios religiosos (con énfasis en evangélicos) e investigador del Observatorio Evangélico, y en su momento declaró que desconocía estudios sobre el tema. . Hay algunos reportajes y textos en Internet, como el reportaje de la periodista Thais Carrança publicado en BBC Noticias Brasil el 09 de mayo de 2022, “Los jóvenes 'sin religión' superan a los católicos y evangélicos en SP y Río”, y que muestra un panorama aún más sorprendente en las grandes ciudades.

La correlación entre grupo etario y escolaridad es conocida: como sabemos, aumenta de mayor a menor, dado el aumento significativo de la matrícula en la educación superior en los últimos treinta años (y en la educación superior pública en los gobiernos encabezados por el PT) . Lo que vemos aquí es algo diferente: una correlación entre grupo de edad, educación y religión. Cuál es la naturaleza de la correlación es una cuestión de investigación. Una hipótesis, que debe ser igualmente probada y debatida en la investigación, es que no tener religión tiene mucho que ver con el ambiente universitario.

la mutación

Es instructivo escuchar el relato de la pastora carioca Raquel Prado, votante y partidaria de Bolsonaro, quien en mayo de 2022 fue entrevistada por la periodista Nathalia Passarinho, de BBC Noticias Brasil, para el informe “Cómo piensan los evangélicos, quién puede definir la elección presidencial”. Cuando la periodista le preguntó qué es exactamente lo que pone en riesgo a “la familia” –la principal razón por la que Raquel Prado declaró su apoyo a Jair Bolsonaro–, ella respondió: “Veo gente yendo a la universidad, jóvenes yendo a la universidad y familias que pierden a sus hijos porque debido a las ideologías de izquierda que se aplican dentro, que son forzadas a entrar. La gente cambió, se transformó”.

El periodista pregunta entonces: “¿Perder de qué manera?” Raquel Prado responde: “Perder la identidad, que te roben la identidad por una ideología creada, por una mutación, yo lo llamo mutación. No lo llamo original. La ideología de que puedes hacer lo que quieras y no afrontar las consecuencias. Hago lo que quiero, vivo como quiero”.

La correlación entre religión, grupo de edad y escolarización posiblemente tenga menos que ver con las “ideologías de izquierda” que con las aspiraciones y estilos de vida generados por y a través de la escolarización, especialmente en la educación superior. Aún así, el informe es rico e interesante porque da fe de una percepción aguda de lo que realmente está sucediendo, de procesos muy reales y concretos, independientemente de cómo (y con qué recursos) se interprete lo percibido. Se sabe, por ejemplo, que entre las mujeres que ingresan a la educación superior hay menos interés o disposición para formar una familia y tener hijos. Es posible que fenómenos como este informen la percepción de personas como la pastora Raquel.

En este sentido, y teniendo en cuenta las diferencias, el informe del pastor recuerda el temor de María Fernandes, la madre de Florestan Fernandes: en varias entrevistas y declaraciones, Florestan declaró que su madre, una empleada doméstica analfabeta, no quería que estudiara para miedo de que se alejara de ella. La separación, en este caso, puede ser tanto física como simbólica. Fenómenos como este, de distanciamiento real o de mero miedo al distanciamiento, pueden haber tenido (y todavía tienen) peso en la producción y reproducción del bolsonarismo, una hipótesis que sólo la investigación académica con base empírica puede confirmar o descartar.

Más que representativa, esta percepción es quizás incluso constitutiva del bolsonarismo, ya que una ideología sólo nace y adquiere una fuerza extraordinaria cuando una determinada base social le permite existir o lo exige. A cambio, la ideología ofrece (mejor dicho, refuerza) un repertorio coherente capaz de ordenar el caos, de interpretar. Una cosa es segura: no hay duda de que el bolsonarismo es una expresión de experiencias muy concretas, vividas y percibidas por la gente común y corriente.

La experiencia de quienes ven muy de cerca lo que parece ser un distanciamiento creciente de los jóvenes (hijos, nietos, sobrinos, hijos de vecinos, amigos de los niños, etc.) en relación con modos de vida asociados a la religión, y que no les gustan. lo que ven tiene muy poco que ver con los docentes y menos aún con ideologías de izquierda. Sin embargo, todo indica que tiene mucho que ver con la educación superior. Y si se confirma esta hipótesis, tiene mucho sentido que profesores, científicos e intelectuales sean objetivos del bolsonarismo.

Si se confirma una tendencia al aumento de los jóvenes irreligiosos, asociada a un aumento de la matrícula en la educación superior, tal vez lo más correcto sería decir no que Brasil avanza hacia convertirse en un país predominantemente evangélico, como se ha vuelto común, sino más bien, Brasil se encamina a convertirse en un país polarizado entre esta mayoría y un aumento también creciente –y quizás más acelerado– de la no religión entre los más jóvenes, especialmente aquellos con educación superior.

Quizás el fortalecimiento de las posiciones de derecha y de extrema derecha entre los primeros sea en parte una respuesta al avance silencioso de los segundos (una vez más, una hipótesis que sólo la investigación empírica puede confirmar). En cualquier caso, en el caso de las iglesias neopentecostales, la tabla muestra que el porcentaje de seguidores jóvenes es el mismo que el de seguidores mayores: 3%. Hay muchos más jóvenes que profesan no religión que neopentecostalismo.

En este contexto, el ataque de Jair Bolsonaro a Marília Moschkovich era incluso predecible. Al fin y al cabo, además de defender públicamente determinadas ideas y ser mujer, Marília Moschkovich es académica. Y como si fuera poco, es profesora de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas (FFLCH) de la USP, la Sodoma y Gomorra de las universidades brasileñas.

*Antonio David Es doctor en Filosofía por la USP y actualmente cursa un doctorado en Historia Social en la misma institución..

Notas


[i]A falta de datos censales actualizados, Datafolha realiza investigaciones para definir la muestra.

[ii]Aquí conviene hacer una advertencia: la respuesta “no tiene religión/no tiene religión” no es un indicador de ateísmo.

[iii]Sólo el cuadro publicado por Datafolha no permite realizar este cruce. Para ello sería necesario tener acceso a las hojas de cálculo de la investigación.


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