por LÍGIA BELLINI*
Comentario al libro de Ronaldo Vainfas
Publicado por primera vez a fines de la década de 1980, período en el que Nova História, especialmente a partir de mediados de la década de XNUMX, se convirtió en objeto de gran interés académico y editorial en Brasil. trópico de pecados se convirtió en referencia obligada entre obras ancladas en planteamientos en el campo de las mentalidades y, hasta se podría decir, corrientes de la Nueva Historia Cultural que se perfilaba como la “heredera” de las mentalidades de la época.
Originalmente una tesis doctoral defendida en la USP en 1988, es un estudio pionero de las morales y la sexualidad cotidianas en la América portuguesa, del siglo XVI al XVIII, basado en una vasta documentación, que incluye correspondencia jesuita, tratados morales, crónicas, libros reales y eclesiásticos. legislación., y en especial las fuentes inquisitoriales.
Más de tres décadas después, la noción de mentalidades, cuestionada de diversas formas, ha caído en desuso en el vocabulario de los historiadores. Pero los estudios sobre lo mental se mantienen con renovado vigor, aunque bajo diferentes etiquetas. Interactuando adecuadamente con el variado universo de debates sobre las posibilidades de acercarse a la cultura en la época en que se escribió el libro, Ronaldo Vainfas incorpora tanto reflexiones sobre Brasil desde una tradición local representada por clásicos como Gran casa y cuartos de esclavos, de Gilberto Freyre, y perspectivas metodológicas de obras que forman parte de lo que convencionalmente se denomina Historia Europea de las Mentalidades, en particular las de Phillipe Ariès, Jean Delumeau, Jean-Louis Flandrin y Emmanuel Le Roy Ladurie. Las concepciones de Michel Foucault inspiran varias discusiones e incluso la estructura del libro.
Los análisis de Vainfas también dialogan, reiteradamente, con ideas relacionadas con el trato con fuentes inquisitoriales, para comprender el imaginario, propuestas en investigaciones pioneras en Brasil de Luiz Mott y Laura de Mello e Souza. El trabajo ilustra cómo una combinación más flexible de enfoques, salvaguardando sus diferencias y oposiciones, puede enriquecer la investigación, una propuesta que también apoya el autor en otro lugar.
En línea con las primeras discusiones sobre la excesiva ambigüedad e imprecisión de la concepción de las mentalidades, la asociación con este campo ya viene acompañada de reservas, señalando el autor la necesidad de vincular formas colectivas de pensar y sentir con estratificaciones y conflictos socioculturales, como una forma de superar estas deficiencias. Su interpretación de los “crímenes morales” –que muchas veces, menos que desviaciones conscientes en relación con las reglas éticas del catolicismo, fueron expresión de creencias religiosas sincréticas o simplemente de la irreverencia de la cultura popular– se hace en relación con el trasfondo de la gran transformaciones de la época moderna, con el colonialismo, la esclavitud, el patriarcado y la misoginia característicos del contexto investigado.
Entre las cualidades que más destacan en el conjunto de méritos de la obra está su exquisita narrativa. El lector es remitido a la atmósfera del Brasil colonial, a las prácticas y creencias de sus habitantes ya los agentes del proyecto disciplinario y moralizador que el Estado y la Iglesia buscaban implementar, en la Península Ibérica y en el exterior. De un texto erudito, con un estilo impecable, emergen los perfiles y trayectorias de quienes fueron los blancos preferentes de tal proyecto, por estar privados de las inmunidades y privilegios de los poderosos y, por otra parte, no estar incluidos en la grupos tratados con relativo desinterés por los funcionarios de la Contrarreforma.
Son predominantemente hombres -pero las mujeres también han sufrido persecuciones-, portugueses y brasileños, blancos y mestizos, cristianos viejos dedicados a la artesanía y al pequeño comercio, acusados de cometer bigamia, cuestionar la primacía de la castidad clerical, mantener la homoerótica u otras relaciones Solo abogar por la libertad sexual. A pesar del ínfimo número de efectivamente condenados, en comparación con los condenados en las metrópolis u otras colonias, los vecinos experimentaron el desmoronamiento de la solidaridad afectiva y comunitaria, la culpabilización de las conciencias y, en algunos casos, la humillación pública y el castigo en las galeras y en los destierros. A pesar de tal interferencia, Vainfas concluye que el destino de la América portuguesa sería el del Trópico de los Pecados.
Esta conclusión se presenta luego de un cuidadoso examen de los comportamientos asociados al matrimonio, la conyugalidad, los deseos y el uso del cuerpo en la sociedad colonial, buscando “desenmarañar reglas populares donde, para muchos autores, imperaba el más absoluto caos sexual”. El análisis destaca la complejidad, incluso el carácter contradictorio, de estas actitudes, sus representaciones y el tratamiento que les da el Santo Oficio. Quizá el ejemplo en el que esto se manifiesta con mayor claridad sea el del homoerotismo femenino. Si bien inicialmente fue calificada de manera homóloga a la sodomía practicada entre hombres, la sodomía foeminarum fue tratada por los inquisidores con cierto desinterés, que se expresa en las pocas indagaciones realizadas en los interrogatorios y en la uniformidad del tono y contenido de los registros sobre actos sexuales entre mujeres. A mediados del siglo XVII fue excluida de la jurisdicción inquisitiva. Vainfas explica estos hechos a través de su conexión con el ambiente misógino y el falocentrismo de la época. La bigamia también ilustra esta complejidad, ya que indica, al mismo tiempo, la valoración social del matrimonio y la transgresión de su significado sacramental.
Completo y estimulante, el libro sugiere objetos y problemas para ser explorados en otros estudios. Este es el caso, por ejemplo, de un análisis comparativo más detallado de las moralidades heterodoxas en Brasil y el Portugal moderno. Si tomamos como referencia documentación como los procesos inquisitoriales que tratan del Molinosmo –una especie de desviación herética que involucra actos ligados a la sexualidad con un componente místico, practicados principalmente dentro de los conventos, pero también fuera de ellos–, los disturbios morales que tuvieron lugar en la metrópoli eran a veces mucho más extremas que las de la colonia.
Estas preguntas que plantea solo atestiguan la riqueza de la investigación y contribuyen a que la lectura sea más interesante. Resultado de una investigación innovadora y una interpretación inteligente, trópico de pecados sigue siendo obligatorio en un campo cada vez más prolífico de los estudios de historia cultural.
*Ligia Bellini es profesor titular jubilado de la Universidad Federal de Bahía (UFBA). Autor, entre otros libros, de El gran fulcro: representación del cuerpo y cultura médica en el Portugal renacentista (Ed. Unifesp).
referencia
Ronaldo Vainías. Trópico de los pecados: moral, sexualidad e inquisición en Brasil. Río de Janeiro, Civilización Brasileña, 446 páginas.