por VANDERLEI TENÓRIO*
Consideraciones sobre la obra de Aly Muritiba y el sistema penitenciario brasileño
La historia del cine está llena de películas que retratan la prisión, el entorno carcelario, las relaciones antes y después del encarcelamiento y la política que impregna las instituciones penitenciarias. Esta profusión de películas sugiere que el tema carcelario puede considerarse un género cinematográfico en sí mismo.
Este género está marcado por una diversidad de enfoques. Algunas películas son realistas y documentales, mientras que otras son más ficticias e imaginativas. Algunas películas se centran en las experiencias de los presos, mientras que otras se centran en el personal penitenciario o los sistemas penitenciarios.
Independientemente del enfoque, las películas sobre prisiones suelen explorar temas como la violencia, la desigualdad social, la justicia y la libertad. Pueden utilizarse para concienciar al público sobre los problemas penitenciarios o simplemente para entretener y provocar la reflexión.
Entre las películas más conocidas del género, podemos destacar: Mariposa (1973), de Franklin J. Schaffner, Alcatraz: fuga imposible (1979), de Don Siegel, El silencio de los inocentes (1991), de Jonathan Demme, Un sueño de libertad (1994), de Frank Darabont, En nombre del Padre (1994), de Jim Sheridan, El hombre de la máscara de hierro (1998), de Randall Wallace, A la espera de un milagro (1999), de Frank Darabont, Entonces, hermano mío, ¿dónde estás? (2000), de los hermanos Cohen, entre otros.
En el caso brasileño, es una cuestión moral que cito el inolvidable Carandiru (2003), de Héctor Babenco. Estas películas son populares por su acción, suspenso, comedia y drama, pero también por su capacidad para explorar temas complejos y controvertidos.
Aly Muritiba
Antes de sumergirse en el mundo del séptimo arte, Aly Muritiba trabajó como funcionario de prisiones. Bueno, todo el mundo sabe que el ambiente carcelario es famoso por su brutalidad y asociación con el inframundo criminal, pero fue exactamente en este escenario donde amplió su comprensión y, finalmente, tomó el camino hacia el mundo cinematográfico.
Al darse cuenta de que podía compensar sus horas de trabajo con los estudios, decidió inscribirse en un curso de cine, impulsado principalmente por la practicidad de la situación.
A partir de esta experiencia decidió trasladar su propia realidad a la pantalla, dando lugar a una trilogía centrada en el sistema penitenciario: La fábrica, que alcanzó las semifinales del Oscar en la categoría de cortometrajes en 2013, seguido de Patio, que se mostró en Cannes ese mismo año, y por último La gente.
la trilogía
La Trilogía de la Prisión explora el sistema penitenciario brasileño a través de tres perspectivas distintas: las familias de los reclusos, los propios presos y los funcionarios de prisiones.
De esta manera, el cortometraje La fábrica (2011) inaugura la trilogía, abordando la delicada situación de las familias de personas encarceladas. La narrativa destaca el proceso humillante que enfrenta la madre de un individuo encarcelado al visitar a su hijo, explorando la dificultad de expresar afecto en medio de la separación de la sociedad.
En cuanto a la segunda película, el cortometraje Patio (2013), destaca la esperanza de una vida después de la prisión que trascienda las limitaciones de las rejas, al retratar conversaciones entre reclusos en el patio de una prisión.
Al final, el largometraje La gente (2013) se centra en la rutina diaria de un funcionario de prisiones. Involucrado en desafíos burocráticos e interacciones interpersonales dentro de la prisión, el trabajo explora los esfuerzos de este profesional para hacer cumplir la ley en un entorno que carece de las condiciones mínimas necesarias para hacerlo.
En el artículo “Filming a Total Institution: The Prison Trilogy, de Aly Muritiba”, publicado en Antropolítica - Revista Contemporánea de Antropología, los investigadores Juliana Vinuto y Fabrício Basílio sostienen que, lógicamente, la singularidad de la trilogía de Aly Muritiba resulta de su posición privilegiada como funcionaria de prisiones.
Su profesión y las redes a las que estuvo vinculado facilitaron su ingreso y permanencia en prisión, permitiéndole un acceso más amplio y profundo a la realidad penitenciaria. Esto se refleja en la fluidez y habilidad evidentes en sus películas, que serían difíciles de lograr por otro investigador o cineasta que no tuviera su misma posición social.
Además, el dúo de investigadores destaca que el hecho de que Aly Muritiba sea funcionario de prisiones plantea cuestiones poco exploradas en el cine nacional, especialmente aquellas relacionadas con los desafíos que enfrentan los profesionales que actúan en el entorno penitenciario.
Esta condición, sin duda, también influyó en que el único largometraje de la trilogía abordara específicamente el periplo de un funcionario de prisiones, sin abordar temas comunes en las investigaciones empíricas, como las torturas y malos tratos perpetrados por profesionales. trabajando en prisiones.
Finalmente, para los investigadores, incluso frente a esta limitación, Muritiba no se limita a su posición en el campo, permitiendo que su cámara explore también las experiencias de otros participantes en el sistema penitenciario: familiares y los propios internos, todos conectados por la perspectiva de un futuro post-carcelario.
Prisión y cine
En los tres trabajos es posible abordar, desde distintos ángulos, diversos matices de un mismo tema: el trato degradante que el Estado otorga a quienes cumplen penas privativas de libertad, así como a sus familiares.
La intersección entre prisión y cine ofrece una diversidad de perspectivas. Numerosas obras cinematográficas retrataron la realidad carcelaria, mientras que muchas otras exploraron diferentes formas de encierro, abordando aspectos sociales, geográficos, ideológicos y de clase.
Desde este ángulo, en el cine, la prisión se presenta a menudo como una metáfora de la condición humana. Puede representar aislamiento, opresión o falta de libertad. La trilogía de Aly Muritiba, por ejemplo, explora esta idea retratando personajes atrapados en sus propias vidas.
Su tríada es poderosa porque establece un diálogo crucial con la sociedad brasileña. No es sorprendente que se ganara a la crítica por su lenguaje accesible y universal, utilizando arquetipos para comunicar temas complejos a una amplia audiencia.
Al centrarse en historias personales y cotidianas, cada película de la trilogía revela una perspectiva única sobre el problema del hacinamiento carcelario y las condiciones precarias en las que viven los presos.
Hacinamiento carcelario
Las proyecciones indican que el número de reclusos en Brasil podría llegar a casi 1,5 millones en 2025, equivalente a la población de ciudades como Belém y Goiânia. Actualmente Brasil es el Tercer país del mundo con mayor población penitenciaria., sólo por detrás de Estados Unidos y China.
Este crecimiento acelerado es el resultado de una combinación de factores, entre ellos la desigualdad social, la corrupción y la ineficiencia del sistema judicial. Brasil es un país extremadamente desigual, con una gran población que vive en la pobreza y la vulnerabilidad. Esto contribuye a un aumento de la delincuencia, lo que a su vez conduce a un aumento de la población carcelaria.
La corrupción también es un factor importante en el crecimiento de la población carcelaria brasileña. Muchos reclusos son encarcelados por delitos que no cometieron o por delitos menores que no justificarían el encarcelamiento. Esto se debe a la corrupción en el sistema judicial, que conduce a condenas injustas de personas inocentes.
A ineficiencia del sistema judicial también contribuye al crecimiento de la población carcelaria. El sistema judicial brasileño es lento y burocrático, lo que provoca un aumento del tiempo que los reclusos pasan en prisión antes de ser juzgados. Esto también contribuye al hacinamiento carcelario.
El crecimiento de la población penitenciaria brasileña es un problema grave que tiene un impacto negativo en la sociedad. Las cárceles superpobladas son peligrosas para los reclusos, el personal y la comunidad. También son ineficientes y costosos.
Brasil necesita tomar medidas urgentes para abordar el crecimiento de la población carcelaria. Estas medidas deberían incluir: Invertir en programas sociales para reducir la desigualdad social y la pobreza; reformar el sistema judicial para reducir la corrupción y la ineficiencia e invertir en programas de rehabilitación para ayudar a los reclusos a reintegrarse a la sociedad.
Por lo tanto, según datos del Departamento Nacional Penitenciario (Depen) y la Encuesta Nacional de Información Penitenciaria (Infopen) de 2019, el déficit de vacantes en el sistema penitenciario brasileño aumentó en los primeros seis meses de este año, incluso con la creación de 6.332 nuevas vacantes en el período. En junio de 2019 había poco más de 461.000 plazas disponibles para albergar a casi 800.000 reclusos, considerando diferentes regímenes de cumplimiento de penas e incluyendo a imputados sujetos a medidas de seguridad.
Estas cifras, corroboradas por Consejo Nacional de Justicia (CNJ), destacan el crecimiento acelerado de la población penitenciaria brasileña, con un aumento anual del 8,3%, según diagnostica el Depen.
Además, según la Anuario de Seguridad Pública, hubo un aumento del 8,15% en el número total de personas privadas de libertad de 2020 a 2021, de 758,8 mil a 820,7 mil. Al mismo tiempo, el número de plazas en el sistema penitenciario creció alrededor de un 24%, con la incorporación de aproximadamente 123 mil nuevas plazas. Como resultado, el déficit de vacantes se redujo en aproximadamente un 24,9%.
La visión de Aly Muritiba
Además de los hechos y cifras anteriores, según Aly Muritiba, el principal problema en las penitenciarías es la falta de estandarización de los procedimientos. Aunque muchos de los desafíos que enfrenta el sistema penitenciario son similares, la situación no es uniforme en todo el país. Por el contrario, varía no sólo entre estados, sino también entre prisiones.
Cree que la ausencia de una norma que oriente la atención, el comportamiento y garantice instalaciones dignas para los reclusos es en gran medida responsable del caos. En algunas entidades federativas, el jefe del sector es un empleado de carrera, mientras que en otros casos se trata de un cargo político, lo que, según él, conlleva una pérdida de control, como comentó en entrevista con el portal UOL en 2014.
En la ocasión, Aly Muritiba también propuso una solución al escenario actual, afirmando que el encarcelamiento no es viable como medio de reintegración o reeducación de los presos. En su opinión, la mayoría de los presos nunca estuvieron realmente integrados en la sociedad, lo que convierte la idea de reintegración en una falacia. Como ejemplo, citó Paraná, un estado considerado rico, donde las cárceles están llenas de personas pobres y negras, socialmente desfavorecidas, que no tenían acceso a la educación.
Para él, las cifras ponen de relieve la gravedad del problema de la superpoblación carcelaria. Sin embargo, sólo el 10% de los delitos cometidos se resuelven y dan lugar a arrestos. Muritiba evaluó que hay un exceso de detenciones por motivos triviales, como pequeños hurtos, que llevan a los individuos a afrontar largos períodos tras las rejas.
En estas circunstancias, la trilogía de Aly Muritiba no sólo aborda cuestiones apremiantes y urgentes, sino que también sirve como instrumento para ampliar la comprensión pública y fomentar debates críticos sobre el sistema penitenciario y sus implicaciones para la sociedad brasileña.
*vanderlei tenorio Es periodista y profesor/coordinador de Emancipa Itapira..
Referencias
LIMA, JV; PACHECO DA SILVA, FB Filmando una institución total: La “Trilogía de la prisión”, de Ali Muritiba. Antropolítica - Revista Contemporánea de Antropología, n. 43, 22 de enero. 2019.
NASCIMENTO, S. Sistema penitenciario brasileño: la realidad de las prisiones en Brasil. ¡Politizar!, 2023. Disponible en https://www.politize.com.br/sistema-carcerario-brasileiro/
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