por SERGIO GONZAGA DE OLIVEIRA*
Los hijos de la Tierra
Un día
Lo impensable sucedió
Y un mundo loco
Estalló en mil pedazos.
Los que vieron,
Prefirieron morir para no recordar.
Los que sobrevivieron,
No duraron mucho
A los cálidos vientos de más allá del mar.
el derecho es
Que han pasado muchos siglos,
Desde los hijos de la Tierra
Tomaron un camino sin retorno,
Sin amor, sin cariño,
Sin piedad ni piedad.
Fue cuando el espíritu del comercio,
Extendido como la sombra de la noche
Teñir los campos y las ciudades.
Desde entonces, los hijos de la Tierra
Se convirtieron en zombies
Alienados por el yugo implacable
De moneda y poder.
Y en el deseo de aumentar
Regalos y riquezas,
Destruyeron todo lo que pudieron.
En una danza macabra del no ser.
Nadie sabe con seguridad…
Si fue la Tierra la que vomitó,
En vendavales gigantes y calor tórrido,
toda la suciedad
Que los locos sembraron allí.
¿O fueron las explosiones atómicas?
Esa locura y dinero
Lo sacaron de los sótanos de la guerra.
Para destruir todo lo que queda.
El caso es que un día,
Lo impensable se presentó
Y un mundo loco
Estalló en mil pedazos.
Los siete pecados capitales
soñé que la envidia
Quería ser una diosa olímpica.
Y esa lujuria vendría a buscarme.
Con promesas de bacanal homérica.
Pero la pereza no me dejó tomarlo...
soñé con gula
Haciendo dulces que hacía mi abuela.
Y con Superb haciendo alarde de su orgullo
Sobre una pasarela desnuda.
Soñé que Ira se volvía loca...
Y a esa Avaricia ya no le importaba
Con tantas pérdidas, tantos usos.
Me desperté angustiada...
En la agitación de mis sueños
Los pecados mostraron su rostro humano.
Un salto en la oscuridad
Al principio fueron tus ojos
Cansado y furtivo
una cálida sonrisa
Una expresión casi de angustia.
Entonces tu cuerpo marcado
A través de los pliegues del vestido ligero
Senos como copas vivas
Caderas de mujer madura
Piernas falsas y delgadas.
El corazón latía sin control
La libido recorrió mi cuerpo
Haciendo sonrojar una cara de incredulidad.
Esa tarde entregue mi alma
Sin saber por dónde fluiría.
Seguramente lo notaste,
para luego rendirse
A los días locos de un amor sin paz.
Gravedad y energía oscura
Cuando escucho hablar de la relatividad y de estos otros mundos einsteinianos, ¿o son de Lewis Carroll? –Siempre se me ocurre que se está librando una batalla silenciosa al alcance de nuestros ojos.
De un lado está Gravity, esa anciana, criada a la sombra de los manzanos ingleses, que en sus días de furia dobla y contorsiona la luz, como arreglando los pliegues de su vestido, para ejercer el control que cree tener sobre ella. el universo. Aquí y allá muestra su fuerza, arrojando galaxias enteras a un pequeño agujero.
En su alucinación imagina que, bajo su control, regresaremos al punto de partida del que venimos. A una especie de útero primordial que nos generó, en un parto alucinado que algunos llaman Big Bang.
Pero para su desesperación, una Diosa Negra, probablemente hija de la Madre África –de donde un día emergimos para contemplar su gloria– se opone tenazmente a su voluntad. Empuja al Universo en múltiples direcciones, lejos del gran colapso.
Atónitos, los pocos observadores de esta batalla hercúlea la llaman Energía Oscura, en clara alusión a sus orígenes.
Quién sabe, tal vez algún día, si sobrevivimos a la locura de los tiempos actuales, en algún lugar olvidado del Universo, sepamos el resultado de este conflicto.
*Sergio Gonzaga de Oliveira Es ingeniero (UFRJ) y economista (UNISUL).
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