por RICARDO MUSSÉ*
Presentación del libro recién publicado
Hay muchas, algunas excelentes, historias del marxismo. La mayoría de ellos se centran en la descripción de la incorporación de la doctrina de Marx y Engels por parte de las organizaciones de la clase trabajadora y su impacto en la acción política de partidos, sindicatos y movimientos sociales.
El propósito de este libro es diferente. Se trata de exponer teorías que, por su originalidad y difusión, se han consolidado como formulaciones paradigmáticas en la constitución del marxismo como tradición intelectual.
El marco referencial de este trabajo no choca con las listas que señalan a los exponentes políticos e intelectuales del marxismo. Con la intención de reducir la aleatoriedad y la arbitrariedad inherentes a la elección de unos pocos, entre una amplia gama de nombres importantes, se adoptó un punto preciso como criterio de selección: la relevancia de la contribución de cada persona a los cambios en la autocomprensión del marxismo. .
Las demarcaciones que permiten agrupar a políticos y teóricos en el movimiento, temporalmente desplegado y etiquetado como “marxismo”, siempre han estado y están sujetas a infinitas controversias. Una delimitación menos controvertida, que tal vez corre el riesgo de ser inocua, consiste en presentarla como una tradición formada por la adición al legado de Marx del aporte intelectual y político de sus seguidores, o del arsenal práctico-teórico desarrollado por diversos organizaciones y partidos.
Una determinación precisa de este concepto requiere, sin embargo, la clarificación de sus elementos característicos. Sin duda, en el ámbito de la política, ésta es una tarea hercúlea. Cuando sólo se considera como tradición intelectual la corriente del marxismo, este esfuerzo se vuelve menos arduo.
Karl Marx afirmó el carácter histórico de los modos de producción, buscando hacer inteligible la transición entre las diferentes formaciones sociales. También destacó el camino histórico interno del capitalismo, cuyas dinámicas alteran rápidamente las formas de producción y las relaciones sociales. Ante esto, su legado, base indiscutible del marxismo, carece periódicamente de actualizaciones que acompañen los cambios cristalizados en distintos diagnósticos del “presente histórico”.
El repertorio de estas “actualizaciones” del marxismo abarca muchas dimensiones. Ciertamente, el principal concentra las formulaciones que acompañan y explican los desarrollos de la economía, la política y la cultura, brindando apoyo a la determinación del presente histórico como una inflexión relevante en la trayectoria del capitalismo.
Los procedimientos inherentes a la satisfacción de la demanda de actualización periódica también generan cambios significativos en la autorrepresentación del marxismo. La identificación del cambio histórico, muy a menudo, va acompañada de nuevas interpretaciones del pensamiento de Marx que redimensionan su legado y la sistematización misma del materialismo histórico. El mapeo de una nueva situación histórica allana el camino para llenar los espacios en blanco y los vacíos en la obra de Marx o para despejar áreas que permanecían intactas.
Las coordenadas propias del linaje del marxismo, especialmente aquellas que definen la autocomprensión que se tiene (y cambia) en distintos momentos históricos, estuvieron determinadas en gran medida por la obra del “último” Engels. Se puede discernir allí, retrospectivamente, en medio de la maraña de preocupaciones coyunturales y prácticas, un principio organizador: la sistematización de las principales medidas que hicieron posible que el marxismo se constituyera como una tradición teórica y práctica después de la muerte de sus fundadores. El conjunto de textos y libros producidos por Friedrich Engels, en sus últimos años de vida, establecieron el modelo formal que, con mayor o menor variación, siguieron los principales teóricos del marxismo a lo largo del siglo XX.
En este libro se presenta a Friedrich Engels, por las razones expuestas anteriormente, como el primer marxista, y su obra final como el certificado de nacimiento de ese linaje. Un análisis de Anti-Duhring (1878) constituye el punto de partida temporal de la tarea aquí esbozada: el seguimiento de la génesis y consolidación del marxismo como tradición intelectual y de las transformaciones en su autocomprensión.
A lo largo del libro se intenta desentrañar, a estos efectos, las concepciones del marxismo como teoría (e inevitablemente como práctica), presentes en una serie de autores, a quienes se han dedicado dispares espacios: Eduard Bernstein, Karl Kautsky, Georgy Plejánov, Rudolf Hilferding, Rosa Luxemburgo, Vladimir Ilich Lenin, Karl Korsch, Georg Lukács y Max Horkheimer.
Este recorrido finaliza con el análisis del artículo “Teoría tradicional y teoría crítica” (1937), de Max Horkheimer. Contiene el desarrollo de principios teóricos –presentados, sobre todo, en Historia y conciencia de clase – que aclaran por qué cada modificación relevante en la trayectoria del capitalismo proporciona actualizaciones, guiadas por cambios en la tríada sujeto, teoría y objeto. Allí también se expusieron los elementos que posibilitan, además de sus determinaciones generales, la comprensión de la historia del marxismo como tradición intelectual. Al igual que el difunto Engels, Max Horkheimer sistematizó las coordenadas formales seguidas en adelante por la rama conocida como marxismo occidental.
El primer capítulo busca mostrar cómo la metodología del marxismo se convirtió en un tema decisivo en su determinación. Los contemporáneos pidieron, con cierta insistencia, que Marx explicara su método. Él, sin embargo, se mantuvo reticente, tal vez fiel a la idea de que el método constituye un tema que no puede exponerse separadamente de la práctica teórica. Los marxistas, sin embargo, consideraban esta ausencia como un vacío que debía llenarse. El capítulo contempla, más lentamente, la polémica entre Eduard Bernstein y György Lukács sobre el lugar de la dialéctica en el marxismo y la forma polémica en que se posicionaron ante la exposición del método presentado por Friedrich Engels.
El segundo capítulo se centra en las oscilaciones que hicieron que el marxismo se entendiera a sí mismo, a veces como ciencia, a veces como filosofía. Friedrich Engels definió perentoriamente al marxismo como “socialismo científico”. Algunos de los exponentes de la primera generación de este linaje, en particular Georgy Plejánov y Antonio Labriola, encontraron en la obra de Engels elementos que permitieron considerar el materialismo histórico como una forma de filosofía. marxismo y filosofia, de Karl Korsch, puede considerarse como la justificación mejor fundada de esta hipótesis. Esta ambivalencia marcó la autocomprensión del marxismo-leninismo –con la dualidad “materialismo histórico” y “materialismo dialéctico”- y la autorepresentación de esta tradición por parte de los marxistas occidentales.
Los capítulos tercero y cuarto, de mayor extensión, presentan la génesis del marxismo, sus raíces en los partidos de masas creados en el último cuarto del siglo XIX y su evolución hasta las vísperas de la Segunda Guerra Mundial.
El primer bloque lleva por título “De Friedrich Engels a Rosa Luxemburgo”. Se centra en monitorear y comentar episodios importantes de la historia del marxismo, como la riña del revisionismo; la tripartición en diferentes corrientes del entonces poderoso partido de la socialdemocracia alemana, cristalizada a partir de diferentes recepciones de la Revolución Rusa de 1905 en Alemania; el fin de la Segunda Internacional con la votación, en 1914, de los créditos de guerra; la controversia sobre el significado de la Revolución Rusa de 1917 y el surgimiento de la Tercera Internacional.
El otro bloque, “De Lukács a Horkheimer”, comienza mostrando cómo y por qué. Historia y conciencia de clase, de György Lukács y marxismo y filosofia, de Karl Korsch, ambos de 1923, fueron impugnados en los congresos de la Segunda y la Tercera Internacional. En un texto de 1929, “La situación actual del problema (anticrítica)”, Karl Korsch delimita, por primera vez, las coordenadas de un emergente “marxismo occidental”. Finalmente, se discute la constitución de la Teoría Crítica, destacando determinaciones que se tornaron paradigmáticas en el desarrollo del marxismo occidental.
Los planteamientos de los capítulos tercero y cuarto, la selección de estos hechos y de un abanico de autores considerados representativos en las inflexiones de la trayectoria del marxismo, adoptan como eje delimitaciones, en cada momento, de diferentes comprensiones de este movimiento. En poco tiempo, la autorrepresentación del marxismo lo concibió, entre otros, como “socialismo científico”, “ideología de partido”, “teoría revolucionaria” y “tradición intelectual”.
Un excurso, insertado al final del libro, aborda el marxismo occidental, una de las corrientes más importantes del marxismo en el siglo XX, junto con la Segunda y la Tercera Internacionales. Su marco teórico y consecuencias políticas se aprehenden, indirectamente, a partir de comentarios que problematizan los análisis de destacados historiadores de este campo.
ricardo muse Es profesor del Departamento de Sociología de la USP. Autor, entre otros libros, de Émile Durkheim: Hecho social y división del trabajo (Revuelve).
referencia
Richard Musse. Trayectorias del marxismo europeo. Campinas, Ed. Unicamp, 2023, 220 páginas.
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