¿Trabajo virtual?

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por RICARDO ANTÚNES*

Ningún teléfono inteligente, tableta o similar puede existir sin la interacción con las actividades humanas.

1.

Nuestro mundo (¿nuestro?) es realmente muy extraño. Por ello, es imposible no mencionar aquí la obra maestra de Ciro Alegría, Ancho y lejano es el mundo, menos por su contenido (una inmersión profunda en el mundo indígena y amazónico latinoamericano), pero lo recuerdo por la fuerza y ​​actualidad de la metáfora presente en su título.

Este mundo es realmente extraño. El año pasado, por ejemplo, para retroceder un poco en el tiempo, todo parecía seguir una normalidad vivaz, jocosa y ligera. Rápido como una bola de fuego, pero tambaleándose como un borracho. La abismal diferencia entre ricos y pobres siguió su curso “natural”, en bonanzas (cosa del pasado) y en crisis, estas últimas convertidas en una verdadera continuo deprimido, para recordar a István Mészáros.

Así, el reloj desenfrenado de la tecnología continuaba -para referirse a la metáfora infranqueable de Karl Polanyi- turboalimentado como el "molino satánico”. Formada predominantemente por los movimientos de los mercados y las corporaciones, la tecnología de nuestro tiempo permaneció conectada, siempre en línea. Sin derecho a desconectar. Que la devastación de la naturaleza siga su curso despiadado y letal, que la destrucción del trabajo estalle focos de miseria y pobreza en casi todos los rincones del mundo, era una consecuencia inevitable de espíritu del tiempo. Después de todo, la compensación se encontró en la alegría de los nuevos barones globales.

Y fue así como no descansó el mundo maquínico-informativo-digital, impulsado por el capital financiero, el más aséptico de todos, aquel cuyo el señor siempre es para ganar más dinero, como alguien dijo una vez.

Esta nueva realidad “virtual” no podía dejar de difundir una verborrea diferenciada, un nuevo léxico global: economía colaborativa, economía colaborativa, economía de plataforma, crowdsourcing, oficina en casa, trabajo a domicilio etc. Y fue así, en la misma onda, con el Trabajo virtual, que dejó de ser un espacio de reflexión de filósofos y físicos y ganó las páginas de diarios, revistas, internet, redes sociales, contaminando los panfletos apologéticos corporativos, repetidos hasta la saciedad por los directores ejecutivos. Como la mayoría de las cosas que se propagan como virus, el contenido parece importar menos. Lo importante es tener repercusión mediática.

Pero, antes de ocuparnos contemporáneamente del trabajo virtual, es bueno recordar, aunque sea brevemente, lo que es verdaderamente sustantivoEl Trabaja.

2.

De entrada, hay que decir que el terreno es tortuoso y cambiante. Un verdadero todo vale. Pero si, como nos enseñó el genio de Guimarães Rosa, “pan o hogazas, es cuestión de opiniones", aquí va el nuestro.

En su ontogénesis, el trabajar nació y floreció como un auténtico ejercicio humano, un acto imprescindible para tejer, moldear y poner en marcha la vida, la producción y la reproducción del ser que acababa de hacerse social. Y al hacerlo, hemos suplantado al último animal prehumano. Por eso György Lukács, en su ontología del ser social, recurrió a Aristóteles para presentar los dos elementos explicativos fundamentales de esta nueva acto humano: o pensar y el para producir. depende del primer la delimitación del fin y los medios para su realización, y la segunda, corresponde a la concreción del fin pretendido, efectuar su realización.

Puede decirse, pues, que los ingleses tenían razón, en su lengua, al concebir este actividad humana vital para mantener el metabolismo entre la humanidad y la naturaleza como extra. Y así lo hicieron para que se pudiera diferenciar claramente de labor, ese otro forma de estar en el trabajo que se refiere a sujeción, vilipendio, tripalio y que acabó desfigurando el trabajo, en la antesala de la Revolución Industrial, haciéndolo asumir una “segunda naturaleza”.

El trabajo dejó de ser actividad vital para la reproducción humano-social y metamorfoseada en Fuerza de trabajo especial, imprescindible para la creación de plusvalía que pasó a ser apropiada privadamente por la nueva clase de los pueblos. Se ve, entonces, al menos en este caso, la clara superioridad del lenguaje de Shakespeare: trabajo, travail, arbeit, lavoro, trabajo, ninguno de ellos ofrece la claridad del binomio trabajo y mano de obra.

Y fue así como el único medio posible de sobrevivencia de las masas campesinas y urbanas pobres y desposeídas se transformó indeleblemente y se convirtió en una imposición: trabajar para no estar desocupado.

El embrollo no fue pequeño y cambió profundamente la forma de vida de la humanidad. Esto se debe a que lo que, junto con la apariencia de humanidad, germinó como valor, se transfiguró en falta de valor (o no valor), para poder crear “libremente” una plusvalía. Que se convirtió en propiedad privada de otra persona. La alquimia de la modernidad finalmente se logró.

3.

¿Cómo, entonces, entender el trabajo virtual al mismo tiempo?

Un primer punto es ontológicamente central: si este tipo de obras no deja de expandirse aquí y en otros lugares, es bueno no olvidar que ninguna teléfono inteligente, tableta o similares pueden incluso existir sin interacción con las actividades humanas, incluida la que nos recuerda a las cavernas: el trabajo de extracción de minerales, realizado en minas chinas, africanas o latinoamericanas.

No hay teléfonos celulares, computadoras, satélites, algoritmos, grandes volúmenes de datos, internet de las cosas, industria 4.0, 5G, es decir, nada en el llamado mundo virtual y digital que no dependa de mano de obra que empieza bajo tierra, en elramas del infierno”. como podria indicar El privilegio de la servidumbre[ 1 ], en el plano fílmico, esta concreción se exaspera en la película Behemoth, por Zhao Liang. Bajo temperatura desertificada, accidentes, contaminación del cuerpo productivo, mutilaciones, muertes, este es el escenario real, prototipo que da forma al mundo virtual con sus tecnologías de la información. Y aquí hago una breve declaración personal: como sociólogo del trabajo, visité una mina una sola vez, en Criciúma, Santa Catarina. Tan pronto como descendí a los infiernos, pedí subir a la superficie. Fue suficiente -y me marcó para siempre- la inolvidable, fuerte y lúgubre experiencia.

Así, una comprensión efectiva de lo que es el trabajo virtual en la contemporaneidad obliga a romper, de entrada, un doble límite, que borra sus sentidos y significados. El primero tiene que ver con el fuerte rasgo eurocéntrico que a menudo “olvida” que la mayor parte de la fuerza de trabajo mundial se encuentra fuera de los países del Norte. Este es fuertemente en los países del Sur, en las periferias globales, como China, India (y otros países asiáticos), además de África (Sudáfrica) y América Latina (Brasil, México). Estos países cuentan con una mano de obra enorme, lo que impide de inmediato cualquier formulación “generalizadora” sobre los significados del trabajo, cuando éste se restringe estrictamente al Norte y excluye al Sur.

El segundo límite es, en cierta medida, consecuencia del anterior. Dada la complejidad alcanzada en las últimas décadas por la división internacional del trabajo, con la consiguiente expansión de nuevas cadenas productivas de valor, hay una imbricación indisoluble entre las llamadas actividades intelectuales y las llamadas manuales (sabemos, por supuesto, los enormes límites de estas rígidas definiciones). O, en palabras de la cualificada socióloga del trabajo Ursula Huws, entre las actividades de “creación” y las más “rutinarias”[ 2 ], que se expanden en el universo del trabajo virtual, en línea, con sus herramientas de comando digital, softwares etc. y que se insertan cada vez más en los procesos productivos de las fábricas, agronegocios, oficinas, servicios, comercio, etc.[ 3 ].

Pero es imperativo enfatizar, una vez más, que tales actividades ni siquiera podrían existir sin la producción de bienes que se originan en espacios como el talleres clandestinos de China u otros espacios productivos del Sur[ 4 ]. En la síntesis de Ursula Huws: sin la producción de energía, cables, computadoras, celulares y muchos otros productos materiales; sin el suministro de materias primas; no lanzar satélites espaciales para llevar las señales; sin la construcción de edificios donde se produzca y venda todo esto, sin la producción y conducción de vehículos que hagan posible su distribución, sin toda esta infraestructura material, la Internet ni siquiera podría existir y mucho menos estar conectado[ 5 ].

Recientemente, en las plataformas digitales, esta realidad se ha exacerbado hasta el límite. Tú Algoritmos, concebido y diseñado por corporaciones globales para controlar el tiempos, ritmos y movimientos de TODAS actividades laborales, eran el ingrediente que faltaba para, bajo un falsa apariencia de autonomía, potencian, ordenan e inducen formas intensas de extracción de plustrabajo, en las que las jornadas de 12, 14 o más horas distan mucho de ser la excepción. el mundo curioso virtual algoritmo, entonces, convive muy bien con un mundo trágico reales, donde la depredación ilimitada del cuerpo productivo del trabajo retrocede a la fase pasada del capitalismo, cuando lanzó su “acumulación primitiva basado en el binomio exploración e expoliación, ambos ilimitados[ 6 ].

Así, contrariamente a un mundo imaginario de trabajo virtual, ascético, limpio, paradisíaco, dados los clivajes y diferenciaciones presentes en la desigual división internacional del trabajo, asistimos simultáneamente tanto a la expansión del trabajo virtual como a la expansión del trabajo manual, ya que el primero depende indeleblemente de una infinidad de acciones humanas que se desarrollan en el mundo de las cosas, objetivo , material.

Por lo tanto, una comprensión efectiva del significado real de trabajo virtual no puede obliterar y “borrar” estos rasgos centrales señalados anteriormente, que han hecho del mundo del capital en nuestro tiempo una maraña compleja, que está metida hasta el cuello. Y que la pandemia exasperó y desnudó.

*Ricardo Antunes es profesor de sociología del trabajo en la IFCH/Unicamp. Autor, entre otros libros, de Los sentidos del trabajo (Boitempo).

Publicado originalmente en la revista con la ciencia.

 

Notas


[ 1 ] Boitempo, 2020, 2ª edición revisada y ampliada.

[ 2 ] Úrsula Huws, El trabajo en la economía digital global, (Londres, Merlín, 2014), pág. 157. 

[ 3 ] Úrsula Huws, El trabajo en la economía digital global, cit. Véase también el excelente libro La realización de un Cibertariado: trabajo virtual en un mundo real (Londres, Merlin, 2003), publicado en una edición especial por Ed. de la Unicamp, 2017.

[ 4 ] Úrsula Huws, El trabajo en la economía digital global, cit., pág. 157.

[ 5 ] Ibídem, pág. 157-8.

[ 6 ] Véase Antunes (Org.), Uberización, trabajo digital e industria 4.0 (Boitempo).

 

 

 

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