por ROBERTO VITAL ANAV*
En este caso del trabajo esclavo en bodegas, vemos un ejemplo típico de extracción de plusvalía absoluta.
La impactante, escandalosa y brutal revelación del uso de mano de obra análoga a la esclavitud en las bodegas de Rio Grande do Sul trae implicaciones que van mucho más allá del segmento específico o de una case no representativo. Nos obliga a considerar todo el contexto socioeconómico y la historia reciente del país, en relación con los procesos globales de ataque a las conquistas sociales y laborales de los “Años Dorados” (décadas de 1950, 1960 y 1970).
Dos ejemplos reveladores de la percepción del episodio como expresión de una tendencia más profunda del capitalismo como tal pueden extraerse, entre otros, de un artículo publicado por el periódico Folha de S. Pablo, en Caderno Mercado, el 6 de marzo de 2023.
La Coordinadora de FGVethics, centro de estudios de ética, transparencia, integridad y cumplimiento de la Fundação Getúlio Vargas, profesora Ligia Maura Costa, destaca que el caso es educativo sobre cómo las marcas pueden pagar institucionalmente si adoptan lo que ella llama “ceguera selectiva”. sobre sus proveedores de servicios y proveedores.
“¿Por qué dicen que ellos [bodegas] no sabían? Ahorrarme. Ningún proveedor de servicios hace milagros, entonces si un servicio cuesta menos, es porque elegiste no saber cómo terminó ese trabajador ahí en tu empresa. Ninguna empresa de este tamaño es tan ingenua como para creer en un almuerzo gratis”, dice Ligia Maura.
Otro ejemplo son las declaraciones de la fiscal laboral Manuella Gedeon, integrante del MPT (Ministério Público do Trabalho) grupo que evalúa el alcance de la responsabilidad de las empresas en el caso.
Señala el caso de Bento Gonçalves como un desarrollo indeseable, pero predecible, de la ley que permitía a las empresas externalizar actividades centrales. Y dice que pueden aparecer escándalos similares en otros sectores si las grandes empresas no revisan de inmediato sus relaciones con las empresas subcontratadas.
“Esto se debe a que empiezan a aparecer denuncias de empresas, como fue el caso de esta (Fênix), que no sirven para dar un servicio especializado, sino solo para intermediar mano de obra barata. En el último nivel, esto lo precariza al punto de llegar al trabajo esclavo”.
“Como la tercerización está permitida por ley, vamos hacia un futuro en el que las bodegas y otras empresas puedan ser responsabilizadas por todas las personas que les presten servicios, independientemente de que sean tercerizados o no”, dice el abogado (Folha de S. Pablo, 6 de marzo de 23).
Hay dos posibles interpretaciones del episodio. El primero es identificar una “falla moral y ética” en los empresarios involucrados, aislándolos de la mayoría de la clase empresarial, que supuestamente no sufriría la misma distorsión.
La segunda es considerar una tendencia inmanente o intrínseca al capital, en su permanente afán de buscar la máxima acumulación, valiéndose de reglas y omisiones del orden jurídico, social y cultural (en el sentido de la cultura social que siempre exalta el emprendimiento y la critica los intentos de limitar la libertad de acción empresarial), gravados sobre las actividades económicas. En este caso, no hay forma de no recurrir al antiguo, pero siempre actual, autor de La capital.
Karl Marx identificó dos formas de extracción de plusvalía por parte del capital en su acción de acumular ilimitadamente. La primera es la plusvalía absoluta. Se produce a través de la reducción de salarios, la ampliación de la jornada laboral o el aumento del ritmo de trabajo, agotando más rápidamente la fuerza vital del trabajador. El inconveniente, desde el punto de vista global del capitalismo, es que produce resultados sociales que contradicen el propósito constante del capital.
El fin de toda acción capitalista es la acumulación a través de las ganancias, logradas sobre la base de la plusvalía extraída de la mano de obra. Los resultados contradictorios en este sentido se dan porque el poder adquisitivo de los trabajadores cae o se estanca, mientras que la producción aumenta, apuntando a una crisis de sobreproducción. Otra contradicción se expresa en la caída de la productividad laboral con exceso de horas trabajadas, bajo poder adquisitivo y la consiguiente mala alimentación, mala salud, etc. De esta forma, el resultado resulta menos que proporcional a las medidas de empeoramiento de las condiciones de trabajo, genera un malestar social creciente con la amenaza de reacciones populares adversas y, en el límite, agota prematuramente la fuerza de trabajo.
Como afirma Marx, el capital destruye las dos fuentes básicas de la riqueza social: la naturaleza y la fuerza de trabajo (La capital, vol. i). A pesar del efecto contradictorio y, en última instancia, destructivo sobre la base socioeconómica misma de la acumulación, la atracción por tales medidas está siempre presente en la sociedad capitalista y depende de la reacción social para que se materialicen o no. Es un caso típico en el que la actitud de cada capitalista, movido por la lógica de la acumulación a toda costa, entra en conflicto con la lógica sistémica del capitalismo, en el que la anarquía de la producción imposibilita su conciliación con la capacidad de consumo y conduce a la creciente desproporción entre ambos.
La alternativa, a veces complementaria, es la extracción de plusvalía relativa, a través de avances técnicos, nuevas tecnologías que aumentan la productividad. En teoría, esta forma de aumentar la plusvalía no produce las consecuencias destructivas de la forma anterior (plusvalía absoluta) en términos del propio trabajador, con la excepción del desempleo causado por las tecnologías ahorradoras de trabajo. Sin embargo, el efecto macro resulta ser similar: un aumento excepcional de la producción sin un aumento correspondiente de la capacidad de compra.
Es decir, la crisis es siempre una posibilidad en ciernes. El agravante es que la lógica del capital conduce a una superposición entre las dos modalidades mencionadas de extracción de plusvalía. El ejemplo más notable, entre tantos en el último medio siglo de ataques neoliberales a los logros anteriores de la clase trabajadora, es la tecnología de la información.
¿Alguien recuerda las deslumbrantes promesas y predicciones de los años 1980 y 1990? Se pronosticó (o profetizó), en los primeros días de la tecnología de la información, que esta sería la herramienta de alivio para las tareas más laboriosas y agotadoras; que la aceleración de todos los procesos, posibilitada por ella, ahorraría tiempo de trabajo para el disfrute de la vida. Los hechos son conocidos: el capital utilizó la informatización para acelerar la explotación absoluta, alargando el recorrido hasta los hogares, los períodos de descanso y la intimidad individual, además de llevar a una creciente presión por el aumento de los ritmos de trabajo, al agotamiento físico y psíquico, a la pérdida de la autonomía personal de los la mayoría de los asalariados.
Se ha convertido en un lugar común afirmar que en nuestra era ultracomputarizada se hace mucho más trabajo, en alcance e intensidad, que nunca antes. El período de pandemia aumentó esta tendencia en una escala exponencial. La campaña actual, en algunos países, para penalizar los contactos entre superiores jerárquicos y subordinados en momentos privados, a través de celulares o redes, es una de las reacciones, aún muy limitadas, a esta superexplotación en crecimiento galopante.
En este caso del trabajo esclavo en bodegas, vemos un ejemplo típico de extracción de plusvalía absoluta. Este no es un ejemplo aislado. Las declaraciones al final del artículo, como se ve, relacionan el caso con la tercerización indiscriminada abierta a la reforma laboral del gobierno golpista de Michel Temer, profundizada por el desgobierno de Bolsonaro. Es decir, de la reacción burguesa e imperialista a los avances sociales y laborales de los doce años de gobiernos del PT (2003-2014).
También puede llamarse la rebelión de los esclavistas, en alusión a la Guerra Civil estadounidense: la contraofensiva, liderada inicialmente por los grandes medios de comunicación y el poder judicial, luego por el Congreso en connivencia con estos dos grandes tentáculos de la clase dominante y, finalmente , por la inundación de en noticias falsas a través de las redes sociales, con un amplio financiamiento corporativo y el asesoramiento técnico del ex socio de Trump, Steve Bannon, lo que condujo al juicio político de Dilma Rousseff, el arresto de Lula y la elección del neofascista Jair Bolsonaro.
El carácter de clase de esta reacción se hizo más claro precisamente en la reforma laboral, que eliminó derechos históricos de la clase obrera, precarizó el trabajo y debilitó los sindicatos. Realizada al final del gobierno golpista de Temer, fue elogiada por la mala gestión fascista. Lo que vimos en este caso de las bodegas de Rio Grande do Sul fue exactamente la culminación de esta deconstrucción de los derechos de la clase trabajadora. Es decir, el itinerario de la implantación de un proceso sistemático de extracción de valor agregado absoluto en Brasil.
*Roberto Vital Anav es investigador posdoctoral en historia económica en la USP.
Referencias
ANAV, RV ¿Tiene sentido leer a Marx en este momento? In CONJUSCS, São Caetano do Sul (SP), 16a Carta de Coyuntura, marzo de 2021, pág. 207. Disponible en 471 (uscs.edu.br).
MARX, K. La capital, vol. I. São Paulo: Boitempo, 2014.
FONSECA, Cau. Bodegas reaccionan mal tras caso de trabajo esclavo, dicen expertos en manejo de crisis. Folha de São Paulo, Sección Mercado, 6.mar.2023. Disponible Trabajo esclavo: Bodegas reaccionaron mal, dice especialista – 06/03/2023 – Mercado – Folha (uol.com.br).
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