Haz posible lo imposible

Imagen: Elyeser Szturm
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Por Ricardo Gebrim*

Ninguna corriente u organización de izquierda puede sustraerse a una valoración profunda del proceso que nos llevó al golpe y de nuestros límites estratégicos, produciendo la necesaria autocrítica.

Cuando Lula ganó las elecciones presidenciales de 2002, su partido ya no se guiaba por la estrategia que decía claramente que: “en las condiciones de Brasil, un gobierno capaz de llevar a cabo tareas democráticas y populares, con carácter antiimperialista y antilatifundista , es un gobierno de las fuerzas sociales en pugna con el capitalismo y el orden burgués, por tanto, un gobierno hegemonizado por el proletariado, y que sólo puede viabilizarse con una ruptura revolucionaria”.

Es cierto que esta concepción aprobada por el V Encuentro Nacional del Partido de los Trabajadores nunca se convirtió en una línea política y poco a poco fue desapareciendo del horizonte de las formulaciones de esta asociación a partir de 1994 (Ver Darlan Montenegro “El V Encuentro Nacional del PT: cambios programáticos y reorientación partidista haga clic aquí).

Autores como Lincoln Secco y Valter Pomar relatan en detalle el proceso de alteración de la estrategia del PT. en tu libro La Idea: Lula y el sentido del Brasil contemporáneo, Secco destaca el papel del expresidente en este proceso: “Lula supo conducir la revolución democrática de Diretas Já, la Asamblea Constituyente y las elecciones de 1989. revolución contra el orden”, para citar a Florestan Fernandes. Así, en la década de 1990 se invirtió la dirección. La lucha social decayó, pero el PT creció en las instituciones”.

Por su parte, Valter Pomar, en su libro La metamorfosis, al describir la trayectoria del cambio estratégico del PT pronosticó, aún en 2014: “¿Qué pasará si el PT no es capaz de construir una nueva estrategia? Millones de trabajadores y trabajadoras que un día votaron, confiaron y hasta militaron por el PTismo van a estar divididos. Una minoría seguirá en otros partidos y movimientos de izquierda. Una parte adoptará posiciones conservadoras. La gran mayoría se mantendrá alejada de la política activa durante mucho tiempo”.

Abandonar una estrategia de centralidad en la conquista del poder determina inevitablemente una política de mera gestión de crisis, banalizando la acción y provocando un aumento de la frustración. Fortalecerse paulatinamente se reduce a conquistar espacios en las instituciones jurídico-políticas. Acumulaciones que el golpe desmanteló como un castillo de naipes.

Sufrimos una derrota estratégica con el golpe de 2016 por abandonar la estrategia centrada en la conquista del poder. La responsabilidad no puede recaer sólo en el PT. Si bien haber sido el detentador de la hegemonía en las clases trabajadoras y estar al frente de los sucesivos gobiernos tiene la carga principal, no pueden quedar exentas otras organizaciones de izquierda, incluso aquellas que no compartieron el relevo estratégico, por su impotencia en la construcción de una alternativa. . Ninguna corriente u organización de izquierda puede sustraerse a una valoración profunda del proceso que nos llevó al golpe y de nuestros límites estratégicos, produciendo la necesaria autocrítica.

¿Qué significa una estrategia centrada en el tema del poder? Significa concentrar fuerzas con el objetivo de destruir el aparato estatal burgués y suplantarlo por un estado revolucionario basado en la hegemonía del proletariado en estrecha alianza con las demás clases y sectores populares. Esta ruptura histórica es insustituible en toda verdadera revolución y estuvo presente en todas las experiencias triunfantes del siglo XX.

Por supuesto, tal objetivo enfrenta desafíos formidables. Lo principal es la ausencia de la retaguardia estratégica representada por la Unión Soviética y otros países de Europa del Este que experimentaron la transición al socialismo, lo que resultó en una correlación de fuerzas en el escenario mundial que limitó los avances revolucionarios.

Evidentemente, la ausencia de esta “retaguardia estratégica” que estuvo representada geopolítica y militarmente por la URSS y su campo de países, no impide definitivamente la conquista del poder del Estado, pero, al brindar una correlación de fuerzas sumamente desfavorable, obliga a la revolucionarios para controlar el ritmo de sus avances en cada país, construyendo articulaciones y alianzas con los bloques que enfrentan al poder hegemónico.

¿Qué significa desarrollar una estrategia centrada en la toma de poder cuando no existen circunstancias concretas que lo hagan posible? El libro de Martha Harnecker Haz posible lo imposible rescata una importante sistematización de las experiencias revolucionarias del siglo XX, que contiene conceptos fundamentales para el desafío actual de las fuerzas de izquierda en la reapertura del debate estratégico.

En momentos históricos en que la conquista revolucionaria parece imposible para la izquierda, la política debe consistir, entonces, en el arte de descubrir las potencialidades existentes en la situación concreta de hoy para hacer posible mañana lo que parece imposible en el presente. No es casualidad que la experiencia más avanzada y sobreviviente entre los gobiernos progresistas y de izquierda que se eligieron en la década de 2000 sea la de Venezuela.

Si bien tiene importantes especificidades que permitieron resolver la cuestión militar, la revolución bolivariana tiene una vanguardia dirigente claramente fiel a una estrategia de poder. El desafío de formular una estrategia, adecuada a los cambios producidos en los últimos años, exige una profunda evaluación del período anterior y un riguroso análisis de la realidad objetiva.

No se trata de negar la lucha electoral, sino de entender su papel puramente táctico, invirtiendo las principales energías en construir bases sociales sólidas. Hemos dudado en enfrentar cuestiones tan difíciles, tan radicales. Sin embargo, insistir en la misma estrategia derrotada, apostar por la centralidad de la lucha electoral, es condenar a la izquierda a sobrevivir como una fuerza residual, impotente para encaminar transformaciones, aunque las circunstancias de las luchas sociales cambien positivamente.

*Ricardo Gebrim Es miembro de la Junta Nacional de Consulta Popular.

Artículo publicado originalmente en el sitio web Brasil de traje.

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