por JUAREZ GUIMARIES*
Frente al neoliberalismo imperante, urge construir un nuevo paradigma de derecho constitucional
Dedicado a Marcelo Cattoni
1.
Es necesario que el constitucionalismo democrático piense en el neoliberalismo, ya que este último, desde su origen, pensó conceptualmente en el tema de la Constitución.
Durante un tiempo, el neoliberalismo fue identificado como un liberalismo económico extremo o, para usar el lenguaje de Benedetto Croce, un liberismo. Pero no fue así desde sus inicios: Friedrich Hayek, el principal autor de esta tradición, era doctor en derecho y economía política en la Universidad de Viena; desde finales de la década de XNUMX se inicia el tránsito de un debate antisocialista estrictamente económico a la construcción de un pensamiento político; su obra maestra se llama, no por casualidad, Derecho, legislación y libertad. El concepto de "imperio de la leyestá en el corazón de la teoría neoliberal sobre la libertad.
2.
La crisis del constitucionalismo democrático, en su pluralismo de valores y teorías, es resultado del ascenso del neoliberalismo como proponente de un nuevo régimen estatal liberal.
La formación del pensamiento neoliberal, en sus diversas matrices nacionales, estuvo marcada desde un principio por la crítica al llamado liberalismo social o keynesiano, al que entendía como disolvente de la identidad clásica del liberalismo e incompatible con la “sociedad de libre mercado”, permitiendo el auge de las tradiciones socialistas o socialdemócratas. Así, las Constituciones de posguerra, incluyendo la tradición jurídica e institucional norteamericana tras las décadas de New Deal, son entendidos por los autores neoliberales como incompatibles con el nuevo concepto de libertad formulado.
3.
En el centro del verdadero “Termidor Constitucional” promovido por las políticas neoliberales está la construcción de un nuevo concepto de libertad, a través del cual se construye todo un nuevo orden de sentido y valores para la vida en sociedad.
Este nuevo concepto de libertad neoliberal, programado en la obra La Constitución de la Libertad, de Friedrich Hayek, realiza cuatro operaciones simultáneas. Primero, separa la libertad concebida como estrictamente individual de la libertad política o libertad pública, del principio de democracia y soberanía popular. En segundo lugar, divide el valor de la libertad en relación con el valor de la igualdad, abriendo paso a la apología de la desigualdad como fuente ineludible de progreso.
En tercer lugar, con un paradigma patriarcal, desafía las libertades y derechos del feminismo, devolviendo al mundo privado cuestiones de la tradicional división social del trabajo y los valores familiares. Finalmente, identifica ontológicamente la propia libertad con la autorrealización del individuo en el mundo del mercado.
4.
El neoliberalismo no es un renacimiento del liberalismo clásico, sino un nuevo liberalismo, diferente del libertarismo.
La pretensión de los autores neoliberales de ser verdaderos intérpretes del liberalismo clásico o de Manchester no pasa la prueba del texto (interpretación selectiva y parcial de los autores clásicos del liberalismo, como Locke, Adam Smith, Madison o Tocqueville) ni del contexto (su función ya no es delimitar un espacio de no injerencia del Estado, sino funcionalizar toda la lógica del Estado a la dinámica mercantil, tal como se presenta el capitalismo financiarizado del siglo XXI).
El neoliberalismo es un liberalismo porque tiene fuertes afinidades electivas con la formación del liberalismo en los siglos XVIII y XIX, en particular en lo que se refiere a su crítica histórica a los valores republicanos de libertad e igualdad, convirtiéndose en expresión orgánica del capitalismo de fines. del siglo XNUMX. Siglo XX y principios del XXI.
Pero el neoliberalismo ciertamente no es libertarismo: los autores neoliberales son críticos con el laissez faire y abogan por un Estado fuerte como garante de la vigencia y reproducción del orden mercantil.
5.
El neoliberalismo legitima y construye un nuevo régimen de Estado liberal, es decir, provoca un cambio en los propios fundamentos constitucionales del Estado y no puede identificarse sólo como una biopolítica (una forma de gobernar a las personas dándoles un nuevo sentido de vida), como un principio de gobernabilidad (determinados lineamientos presupuestarios y de política pública) o como prescripción de políticas económicas.
Al promover un cambio conceptual y de valores en la comprensión de lo que es la libertad, el neoliberalismo provoca un verdadero terremoto constitucional. Es decir, el principio mismo de la formación democrática del poder, su ejercicio, su reproducción, todas las formas de sociabilidad que son reguladas por el Estado sufren el impacto de este cambio de paradigmas.
6.
La crítica al neoliberalismo es, en rigor, inaccesible a todas las teorías que todavía se alimentan de una concepción liberal de la libertad, incluso a aquellas que actualizan un sentido igualitario de liberalismo social (Rawls), democracia discursiva (Habermas) o reconocimiento (Honeth).
Esto por tres razones. En primer lugar, porque la teoría neoliberal fusiona lo político y lo económico mientras que estas teorías se organizan conceptualmente a partir de la separación entre el orden de la política y el orden de la economía. En segundo lugar, porque son inorgánicos y, por tanto, contrafácticos en relación con las dinámicas capitalistas imperantes en la era neoliberal.
Finalmente, porque adoptan la vía procesal en defensa de la democracia en un momento en que sus valores fundamentales están siendo profundamente cuestionados y cuestionados. Así, los aportes innegables e ineludibles de estas teorías a la lucha democrática deben ser aceptados en un nuevo paradigma teórico y conceptual.
7.
La crítica al neoliberalismo es también, estrictamente hablando, inaccesible a las tradiciones del socialismo no democrático y la socialdemocracia, que combina eclécticamente corporativismo y parlamentarismo.
Precisamente porque el neoliberalismo se centra y disputa un nuevo concepto de libertad, las teorías del socialismo que se centran unilateralmente en la crítica de la desigualdad del capitalismo, pero que reproducen formas autocráticas de poder, son vulnerables a la contrarrevolución neoliberal. Porque el neoliberalismo, basado en su concepto de libertad, implosiona el sentido mismo de igualdad y justicia social.
En otra dimensión, las perspectivas de socialdemocratización del capitalismo son atacadas tres veces por el neoliberalismo: en el plano económico (por el permanente desempleo estructural y masivo, por la inversión de la tributación progresiva, por el control y restricción de los presupuestos públicos), por el a nivel político (por la reducción de los espacios de concertación, negociación y representación de intereses, reformas progresistas dentro del orden) y en términos de cultura política (por el ataque a los valores de solidaridad social, racial o de género, intergeneracional). O homo marshalliano – se paraliza así la expectativa de un horizonte de superación progresiva de las desigualdades de clase mediante la ampliación y profundización del estatuto de ciudadanía, tal como lo concibe TH Marshall.
8.
Al cortar el hilo entre la libertad individual y la libertad política, el neoliberalismo redefine las relaciones con la democracia y, por tanto, con el sentido mismo del constitucionalismo democrático. Hay una preferencia por la democracia siempre que respete el “imperio de la ley”. La compatibilidad del liberalismo con la democracia está condicionada a que no se viole el “imperio de la ley”, que organiza y garantiza las relaciones comerciales. Según autores neoliberales, la libertad podría estar más garantizada en un régimen autocrático que respetara “imperio de la ley” que en una democracia que lo confrontó.
En este orden de argumentación, no habría distanciamiento entre el neoliberalismo y la dictadura de Pinochet, como lo demuestra la historia. Habría más libertad bajo Pinochet que durante el gobierno de Allende, por ejemplo. Pero la democracia en un régimen liberal que protege el “imperio de la ley” sería preferible ya que permitiría un método pacífico de resolución de conflictos, aportando además mayor legitimidad al orden mercantil.
9.
El concepto de "imperio de la leyen la teoría de Friedrich Hayek se concibe como una regla metal-jurídica, es decir, un orden de principios al que debe ajustarse toda ley y toda acción del Estado. Se concibe como el resultado de la experiencia de civilizaciones que demostraron ser capaces de garantizar el progreso en libertad, tal como lo formula el neoliberalismo. Este orden metal-legal, que garantizaría el funcionamiento del mercado -centrado en el derecho de propiedad, garantizando transacciones y contratos- tendría un origen espontáneo, no resultante de un diseño previamente formulado por la razón o la voluntad colectiva.
Es "imperio de la ley”, que históricamente se piensa que tiene su origen en el liberalismo inglés predemocrático del siglo XIX y sería históricamente actualizado por la experiencia de la Constitución norteamericana, debería someter a los tres poderes -ejecutivo, legislativo y judicial- a su lógica concebida como procesal y no sustantivo. Es decir, garantizaría la estabilidad de un sistema de reglas de funcionamiento del mercado, garantizando estabilidad, previsibilidad y funcionalidad.
10.
La defensa de esteimperio de la ley” utilizaría una visión indeterminista del mundo social, es decir, la imposibilidad de cualquier planificación y previsión racional constructiva en las democracias. De esta forma, Friedrich Hayek se muestra crítico con el utilitarismo e incluso con el positivismo jurídico, separando un liberalismo experimental y evolutivo anglosajón de un liberalismo racionalista y constructivista de origen principalmente francés. La crítica a la planificación en las democracias estaría sustentada en una visión crítica de la razón ilustrada y de un ineludible pluralismo de valores, que convertiría en arbitraria la imposición de cualquier fin de justicia social.
Es interesante notar aquí la forma en que Hayek naturaliza el “imperio de la ley”, no pudiendo ya utilizar un sentido de ley natural como en las primeras teorías contractualistas, como en Locke. A "imperio de la ley” está históricamente legitimado por la hegemonía inglesa y, posteriormente, norteamericana, en una gran narrativa de civilizaciones que opera una selección de aquellas con mayor progreso y pujanza; la formación del primer orden liberal sería el resultado no de un proyecto de dominación sino de una interacción espontánea, que crearía un cosmos dotado de ciertas tendencias intrínsecas de equilibrio y progreso; una cierta concepción de las ciencias sociales, busca cerrar el espacio incluso a las predicciones condicionadas e incluso a la planificación concebida democráticamente, sustrayendo de la noción misma de democracia la idea central de un propósito humano, formado colectivamente, actuando de manera condicionada en la historia.
11.
Esta noción central deimperio de la leydialoga centralmente con la concepción contramayoritaria de James Madison, cristalizada en la constitución norteamericana, y con los llamamientos de Benjamin Constant contra un “despotismo de la mayoría”. Pero, de hecho, legitima un orden político dominado por minorías, ligado orgánicamente a las formas de capitalismo financiero dominantes desde las últimas décadas del siglo XX.
Una vez rota la relación entre constitución y democracia, Friedrich Hayek puede reivindicar, siempre selectivamente, toda la tradición del estado de derecho que viene de los griegos, llegando incluso a hacer incursiones de legitimidad utilitaria de dimensiones propias de las tradiciones de republicanismo, como la renuncia a los poderes arbitrarios, ahora replanteados como aquellos que van en contra de la “imperio de la ley”. Pero, de hecho, ya no hay producción de legitimidad, sino de legitimación, en el sentido weberiano, de la formación de conformismos de masas a través de la combinación de dominación cultural, coerción y consenso obtenido bajo coacción.
12.
La destrucción del sentido democrático del constitucionalismo, es decir, su conformidad con la legitimidad garantizada por la soberanía popular, provoca una verdadera devastación en al menos cinco ámbitos del derecho: el derecho internacional, el derecho público, el derecho laboral, los derechos feministas y el derecho penal.
Así, pasamos de una era de formación de derechos a una era termidoriana de derechos, es decir, de su negación o impedimento explícito a su efectividad. Al profundizar las asimetrías de poder y establecer un cortocircuito en la producción democrática de decisiones, se asfixia el propio origen democrático de la universalización de los derechos de ciudadanía. Sale a la luz un nuevo orden constitucional asimétrico de derechos y deberes, habiéndose perdido el referente de la universalización.
13.
Como la historia política del neoliberalismo debe contarse desde el epicentro del Estado estadounidense, debe interpretarse geopolíticamente como una respuesta regresiva del Estado estadounidense a la crisis de su hegemonía en el sistema mundial. La dimensión regresiva de esta respuesta a la crisis se evidencia en el ataque a la declaración de Derechos Humanos realizada por el neoliberalismo y al orden multilateral en formación que en torno a ella se formó, a través de las dinámicas construidas por la ONU.
Las décadas de 1960 y 1970 evidenciaron un conjunto de crisis regionales e internacionales que pusieron en entredicho el liderazgo norteamericano, ya sea por movimientos anticoloniales y revoluciones en Asia y África, o por las culturas del Tercermundismo y los Países No-Países. por las culturas de desarrollo autónomo nacional o latinoamericano, o por la dificultad de controlar las decisiones en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
La negación de un universalismo de los derechos humanos que está en el centro de la teoría neoliberal restituye la legitimación de las dinámicas coloniales en el siglo XXI, configurando una crisis del Derecho Internacional, de las instancias internacionales de mediación de conflictos, de las estructuras de cooperación en proceso de formación inicial.
14.
Al negar validez epistemológica y legitimidad política a las nociones de voluntad general, soberanía popular, bien común, justicia social, interés público, el neoliberalismo propone un amplio espectro de privatización de la vida económica y social, generando un marchitamiento y crisis del derecho público.
Este proceso es ciertamente más evidente en el campo económico, con la toma del control de los presupuestos públicos por la lógica rentista, la privatización de empresas que operaban en áreas de interés público, la autarquía de los bancos centrales de todo control democrático, la mercantilización de los bienes públicos , por el desmantelamiento a través de la especulación inmobiliaria de las perspectivas urbanísticas. Pero este encogimiento de la vida pública, de su dignidad, de su poder de regulación, de civismo, de la institucionalización del conflicto, de sus dimensiones solidarias y comunitarias, produce un nuevo régimen de sociabilidad competitiva y competitiva que se extiende a las formas más primarias de afecto, amor y creencias.
15.
Desde el inicio de su formación, más claramente desde principios de los años cuarenta del siglo pasado, el neoliberalismo dirigió su odio y resentimiento hacia la cultura de los derechos laborales, entendidos en un sentido amplio. Estos derechos y culturas serían incompatibles con el orden espontáneo de funcionamiento del mercado, generando privilegios en los sindicatos de trabajadores, restricciones a los contratos individuales libres, presiones inflacionarias inevitables, una brecha entre la fijación de salarios y la productividad y, finalmente, culturas similares a un totalitarismo. régimen.
De hecho, el neoliberalismo no sólo continuó la cultura de la “guerra fría”, sino que le dio un mayor alcance, atrapando en la escalada acusatoria de incompatibles con la libertad no sólo a las tradiciones socialista y marxista, sino a todos los demás socialismos, laborismos, tradiciones socialistas. democrático.
El ataque al derecho legislado, a la cultura de los convenios colectivos, al sistema de seguridad social y a un nuevo ordenamiento jurídico para reducir las bases de afiliación, repertorio de acciones y atribuciones de los sindicatos, produce así una crisis en los referentes históricos del derecho laboral formado a lo largo del transcurso de los siglos XIX y XX.
16.
La relación entre neoliberalismo y conservadurismo moral puede interpretarse como un fundamento compartido de valores y convergencias políticas. Su sentido patriarcal se hace evidente cuando ataca las políticas públicas dirigidas a la reproducción de la vida social, atribuyendo cuidados al orden familiar, e interdiciendo la histórica inversión feminista en la formación subjetiva de la libertad, la autoformación de las identidades de género y la sexualidad libre. Por eso, no tiene sentido hablar de “neoliberalismo progresista”, aun cuando acepta ciertas demandas de “empoderamiento” de las mujeres, referidas a su competencia y autorrealización en el mundo mercantil.
La convergencia entre movimientos políticos que adoptan programas neoliberales con movimientos religiosos ultraconservadores e incluso protofascistas, proviene estratégicamente del enfrentamiento de “enemigos comunes”, entendidos como todas las culturas afines al socialismo. La llamada “ola conservadora”, que floreció a partir de la década de 1968 en contraste con las culturas libertarias de XNUMX, debe interpretarse como orgánica al auge del neoliberalismo, generando una crisis en la formación y consolidación de los derechos históricos de emancipación de los pueblos. feminismo.
17.
El surgimiento del neoliberalismo también significó un cambio dramático de toda una cultura de el bienestar de tu ave derecho penal para las políticas de seguridad pública de “guerra” que, en ruptura con cualquier perspectiva de ciudadanía social, afectan incluso los derechos civiles de poblaciones señaladas como marginales o bajo sospecha.
Con el crecimiento del desempleo estructural y permanente masivo, con la precariedad de los lazos laborales y la profundización de las desigualdades sociales, raciales y de género, el neoliberalismo ha puesto en práctica una cultura de la separación que tiene en una nueva dirección de sentido de las políticas de seguridad su eje nodal. punto.
Ya no hay perspectivas de resocialización del sujeto del delito, sino de encarcelamiento masivo, generalmente en condiciones de violación de los derechos humanos fundamentales; políticas para reforzar las dimensiones coercitivas del Estado y la vigilancia dirigida a poblaciones vulnerables, violando ostensiblemente sus derechos civiles; la retracción de las políticas sociales, de inclusión y distribución va acompañada de un aumento del presupuesto policial y, peor aún, de una cultura de legitimación de la violencia contra los pobres. Con el neoliberalismo entró en crisis toda una construcción histórica del Derecho Penal, con graves repercusiones para una dimensión universalista de los derechos civiles.
18.
La crisis de las democracias contemporáneas debe interpretarse fundamentalmente como un déficit de legitimación de las democracias liberales bajo un régimen neoliberal.
Desde los años ochenta, existe una creciente conciencia en las ciencias políticas y jurídicas de que existe una crisis estructural en los cimientos e instituciones democráticas construidas en la posguerra: crisis de Bienestar, crisis de la sociedad del trabajo, crisis de los partidos, crisis de la legitimidad de las democracias, crisis, en fin, del constitucionalismo democrático.
Esta identificación fenoménica de las crisis debe ser entendida hoy como una primera toma de conciencia, que debe ir a la raíz: convergen a una crisis de legitimación del régimen estatal neoliberal, cuyo proceso de destrucción/creación se viene consolidando desde la década de los 80, en distintas vías. y extensiones en las democracias liberales.
19.
Esta crisis de legitimación de los Estados bajo el régimen neoliberal es histórica y estructural, teniendo su epicentro en el propio Estado norteamericano y afectando en distintas proporciones a todos los Estados que sufrieron la presión termidoriana de los derechos, propia de la Era Neoliberal.
Siempre ha sido a través del proceso de ampliación, universalización y profundización de los derechos ciudadanos que se ha legitimado el régimen democrático. Es a través de la conquista y acceso al derecho que los ciudadanos se reconocen en el orden democrático. El retroceso democrático de los Estados bajo el régimen neoliberal, acompañado de un retroceso de derechos y una escalada del crecimiento de las desigualdades, generó una crisis de confianza con la cultura democrática, de los partidos, de las instituciones de representación que le son propias. .
20.
Las décadas de dominio de un régimen estatal neoliberal estuvieron acompañadas de toda la formación de un arco de movimientos de resistencia social, que enriqueció la cultura histórica de los derechos, en relación con la defensa de las constituciones programáticas, asistencialistas y democráticas de la posguerra.
Toda la agenda neoliberal de construcción de un nuevo régimen de Estado liberal se ha presentado en estas últimas décadas como un movimiento de destrucción de los derechos constitucionalizados, de la jurisprudencia establecida, de los procedimientos establecidos para su protección. De ahí que la defensa de estas Constituciones, en su afirmación de los derechos humanos universalizables, se entienda como una verdadera pieza de resistencia y símbolo de toda una Era de Derechos.
21.
Este movimiento defensivo de conquistas democráticas de derechos necesita cada vez más formar una nueva cultura de constitucionalismo democrático que sea capaz de superar el régimen de Estado neoliberal y programar una democratización radical del poder articulada a una nueva Carta de Derechos para el siglo XXI.
Así como la experiencia de la crisis del capitalismo y las guerras mundiales conformaron, a través de una dialéctica negativa, un nuevo paradigma de derecho constitucional democrático, las experiencias de barbarie vividas bajo el nuevo régimen del Estado neoliberal, a través de la pedagogía de sus resistencias, deben generar un nuevo paradigma de constitucionalismo democrático, de orientación socialista democrática, socialmente igualitario, libertario desde el punto de vista de las identidades y las relaciones amorosas, ecológico, feminista, antirracista y superador del colonialismo.
*Juárez Guimaraes es profesor de ciencia política en la UFMG. Autor, entre otros libros, de Democracia y marxismo: crítica a la razón liberal (Chamán).
Publicado originalmente en el libro Contra el autoritarismo: constitucionalismo por venir y democracia sin esperas.
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