por GÉNERO TARSO*
Lo esencial y universal en este momento, sin embargo, es salvar vidas.
Son dos ciudades relativamente distantes en el mapa gaucho que están sacudidas por el mismo destino trágico. Implica cuestiones políticas inmediatas y cuestiones estructurales, dentro de la formación y composición del propio territorio. Lo esencial y universal en este momento, sin embargo, es salvar vidas: aliviar el sufrimiento, tender una mano amiga y no permitir que disputas y versiones obstaculicen -dentro y fuera del campo de izquierda- la solidaridad y la empatía que las personas pueden construir en tiempos de crisis. desastre. .
La destrucción parcial o total de ciudades por guerras, incendios o fenómenos naturales –ya sean provocados por el ser humano o no– es una constante en la historia. Para nosotros, sin embargo, esto puede parecer lejano y excepcional, ya que el absurdo y el terror sólo se vuelven reales cuando llaman a nuestra puerta. Este destino, sin embargo, tiene responsables, pero su búsqueda no puede bloquear ahora lo esencial.
Sartre se refirió a la categoría de “fragilidad” cuando indagó sobre los absurdos de la destrucción, “cuando el ser vuelve a la nada” y desaparece como una forma impalpable a nuestros sentidos inmediatos. La fragilidad, sin embargo, está contenida y alerta: tanto en la estructura de la ciudad que invadió el equilibrio natural, como en los lazos que unen a los humanos en su socialidad cotidiana.
En las grandes catástrofes que victimizaron a las ciudades a lo largo de su recorrido milenario se pueden identificar dos constantes: el surgimiento de la solidaridad frente al dolor y la muerte, así como el surgimiento de la inhumanidad, que compite con los movimientos de solidaridad humana y puede aniquilarlos. Esta ambivalencia, que comunica al ser humano que elige entre alternativas, y la naturaleza –con sus leyes predecibles– es el territorio de la catástrofe y la resistencia.
La evidencia de la brutalidad del enemigo en la guerra que ocupó la ciudad conquistada –o de la fuerza de la naturaleza que generó dolor colectivo– puede causar rupturas en las cadenas de solidaridad interna en la ciudad destruida. Y lo hacen, ya sea mediante el cambio de parte de la comunidad de la ciudad para apoyar al enemigo ocupante –combinado con bandidaje interno puro y simple– o mediante el surgimiento de un nuevo bandidaje organizado.
El bandidaje organizado interno es el más fácil de enfrentar, basado en mecanismos de legalidad no natural –la “legalidad legal” creada por la socialización de los humanos–, que es el único que puede bloquear la captura de la ciudad por parte de este bandidaje organizado. Tanto para bloquear al enemigo ocupante como para relativizar las leyes naturales que sólo permiten la supervivencia de los más aptos.
Todo esto son huellas de la historia, cuando la diferenciación entre lo interno y lo externo era comprobable, empíricamente, pero esto cambia cuando tomamos conciencia de que lo interno y lo externo ya no existen: los criminales aquí son criminales extranjeros que, mediante gimnasia logarítmica, hablar con las personas adecuadas con los mensajes adecuados y aprovechar sus mentes debilitadas por la perversión para socavar la solidaridad y establecer el mal absoluto.
Hoy 12 de mayo de 2024 circula en redes especializadas en “noticias falsas” un vídeo de un extraño sinvergüenza que – virtual o real – dice que las autoridades del Estado brasileño – en connivencia con China – están provocando deliberadamente la tragedia climática aquí en el Sur, provocando artificialmente lluvias que generan caos, muerte y desesperanza, con el objetivo de con fines “políticos” de izquierda.
Esta es una pequeña y brutal demostración de la tardanza y perversidad de la extrema derecha global, que monetizando su mal absoluto pretende socavar el magnífico ejemplo de solidaridad que hoy cruza el Río Grande –de sur a norte– con la mayoría de sus políticos. y organizaciones políticas de la sociedad civil.
Un ensayo de Adson Cristiano Bolli y Ramatis Lima (Arquitexto, 131.04 - año 11 - abril 2011) cita un importante texto de Hans-Georg Gadamer sobre la irreversibilidad de la destrucción de las ciudades, mencionando acontecimientos históricos destructivos en los episodios de Hiroshima, Nueva York (incendio 1776), Dresden, Havre, mostrando que la reconstrucción parcial de ciudades – como ocurrirá aquí en varias regiones de Rio Grande do Sul – así como la reconstrucción total de ciudades como Roca Sales y Eldorado, no devolverán las ciudades a lo que eran.
Sobre las cenizas, las cicatrices y los escombros de los espacios destruidos, las ciudades ya no serán las mismas, como siempre serán diferentes tras un impacto de gravedad que golpea su alma y su materialidad lacerada. "Algunas partes rotas y retorcidas" deben ser expuestas "como un recuerdo de la ciudad desaparecida", que permanecerá intacta en la conciencia de quienes sobrevivieron al desastre.
Lo que colgará es irrelevante: los actos de valentía, la visión del otro como hermano, los recuerdos de los muertos y desaparecidos, el coraje de los valientes, los campeones de la solidaridad material e inmaterial –civiles y militares– que pueden permanecer como “carácter distintivo” superior de la otra ciudad recompuesta. Pero para que esta memoria sea fuerte y libre, los destructores de la humanidad deben responder por sus crímenes, para que el Estado de derecho pueda mostrar la grandeza de sus leyes y las posibilidades de la República y la democracia, también en reconstrucción en nuestro país aún enfermo. . por el odioso bolsonarismo y el negacionismo climático.
* Tarso en ley fue gobernador del estado de Rio Grande do Sul, alcalde de Porto Alegre, ministro de Justicia, ministro de Educación y ministro de Relaciones Institucionales de Brasil. Autor, entre otros libros, de utopía posible (Arte y Artesanía). [https://amzn.to/3ReRb6I]
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