Teoría y práctica de Mikhail Bakunin

Imagen: Elyeser Szturm
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Por Eloisa Benvenutti de Andrade*

Comentario al libro de Felipe Corrêa dedicado al análisis de uno de los fundadores del movimiento anarquista.

En el libro de Felipe Corrêa, la obra y la vida del revolucionario ruso Mikhail Aleksandrovich Bakunin (1814-1876) son discutidas a través de un riguroso análisis de la teoría política bakuniniana, producida entre 1836 y 1876. Descrito por el propio autor como un estudio interdisciplinario, el libro presenta el resultado tanto de una meticulosa e inédita investigación en portugués sobre la trayectoria político-intelectual de Bakunin como de un sofisticado estudio de su contexto histórico.

En este empeño realizado por Corrêa, se trataba de fundamentar la relevancia de los aportes de Bakunin en el campo de la teoría política, al tiempo que se destacaba la profunda relación entre coherencia teórica y práctica política, expresada por el revolucionario ruso en cada una de sus tres fases de vida. vida, vida y pensamiento. Bakunin es considerado, junto con Pyotr Kropotkin, uno de los más grandes anarquistas de la historia (p. 17-18).

A lo largo de 604 páginas, divididas en trece capítulos, divididas, a su vez, en tres partes, y seguidas de una rica colección de referencias bibliográficas y anexos, Felipe Corrêa elabora una cuidadosa reflexión a partir del tratamiento de libros, cartas, artículos y discursos bakuninianos.

Estos textos juntos, entre ellos, algunos inéditos en portugués, respaldan el interés de Bakunin por la filosofía hegeliana; su implicación en la lucha de liberación nacional de los eslavos y su vinculación con la Asociación Internacional de Trabajadores, para finalmente hacer un comentario contundente sobre su defensa del anarquismo.

En el texto en cuestión, se evidencia la acertada intención del autor de profundizar en los aportes teóricos de Bakunin, como militante e intelectual, y la preocupación por situarlos históricamente, para una mejor comprensión de su desarrollo y cambios, así como de sus extremos. importancia para la constitución de la teoría política contemporánea. En cuanto a la historicidad bakuniniana evidenciada en la obra de Corrêa, cabe destacar la hermosa ilustración de la portada de Cristiano Suárez.

Por su desempeño y formación, parece que al autor le ha sido posible elaborar este fructífero trabajo que cumple una doble tarea: discutir tanto la coherencia interna de la teoría política de Bakunin como la coherencia entre esta teoría y su práctica política.

En el libro, Felipe Corrêa opone una serie de argumentos generalmente sustentados por la versión oficial de los anarquistas, y por los tradicionales estudios realizados sobre Bakunin, para fundamentar el origen de sus concepciones revolucionarias y descartar especulaciones injustificadas.

El autor es exhaustivo sobre algunas de estas quimeras más frecuentes: (1) “Bakunin no fue conservador, reaccionario, precursor del fascismo, apóstol de la destrucción y el caos, individualista y discípulo de Stirner o Rousseau”; (2) “en su período anarquista, no fue idealista, antiorganizacional o paneslavista (en el sentido de defender el eslavismo bajo la hegemonía del zar), ni sus ideas y acciones pueden ser consideradas pequeñoburguesas”; (3) “Bakunin y la Alianza nunca tuvieron la intención de desorganizar o destruir la Internacional”, y esta “no era una organización jacobina ni (en términos anacrónicos) precursora del bolchevismo, sino una organización de cuadros federalista” (p. 361).

En el primer período analizado por Corrêa, específicamente los años 1836-1843, el autor nota una “evolución rápida y constante de Bakunin”, ilustrada por los cambios entre 1837 y 1841 en sus referencias filosóficas y, sobre todo en 1841, en su política. referencias, concluyendo que hay coherencia tanto en los intereses filosóficos elegidos como prioritarios por el ruso como en sus reflexiones “que toman como tema la interpretación humana de la realidad, los problemas del hombre y del mundo moderno, y los caminos para el cambio” ( pág. 559).

En el segundo período analizado, entre 1844 y 1863, se concluye que hay coherencia en la prioridad que adquiere la práctica sobre la teoría y la filosofía, es decir, en el marco filosófico que subvenciona tanto al realismo voluntarista bakuniniano como a la centralidad temática del tema. país para el período en cuestión.

El argumento de Corrêa es que en el paso de la causa ruso-polaca a la causa eslava y, en consecuencia, la modificación emergente del referencial político, "que complementa el radicalismo republicano francés con el eslavismo, resultando en el paneslavismo revolucionario", se evidencia más a desarrollo del pensamiento y la acción bakuninianos que sus contradicciones, aunque estas aparecen en algunos momentos significativos, a saber, en la defensa de Bakunin, entre 1851 y 1862, del modelo jacobino de organización política y en 1851 y 1860 “de la dictadura como modelo de gobierno posrevolucionario”. ; en el coqueteo con el zar y el nacionalismo exclusivista de miras estrechas en 1851 y 1860-1862; en los aspectos antialemanes e incluso germanofóbicos de 1850-1851 y 1862” (p. 560).

En el tercer período (1864-1876), Corrêa encuentra consistencia en la defensa filosófica de Bakunin del “materialismo científico-naturalista, en la conciliación materialista entre teoría y práctica, en el tratamiento de la cuestión nacional como parte de la cuestión social y en la temática centrarse en la emancipación de los trabajadores” (p. 560).

El investigador también defiende el paso bakuniniano del socialismo al anarquismo, evidenciado entre los años 1864 y 1867, no como elemento de contradicción, sino como expresión del enriquecimiento del pensamiento y la práctica revolucionaria del militante e intelectual ruso.

Sin embargo, Corrêa destaca la existencia de una importante contradicción en la afirmación positiva que hizo Bakunin del término “dictadura” en 1870, en las posiciones antisemitas enunciadas por él “y, en algunos casos, antigermánicas, que se exacerbaron de 1869” (íd.).

De ahora en adelante, destacaré algunos de los puntos importantes de análisis del libro.

sobre el hegelianismo

A lo largo de su investigación, Corrêa explica que Bakunin se dedicó diligentemente al estudio de la obra de Hegel y que esa fue su mayor influencia teórico-filosófica, orientando su pensamiento y producción intelectual, principalmente entre los años 1837 y 1842. propiamente hegeliano, en el que se preocupa más por cuestiones de sociedad y comunidad, y pasa de la influencia del idealismo subjetivo y ético de Fichte al idealismo objetivo de Hegel” (p. 87), constituyéndose, mientras tanto, como el mayor hegeliano en Rusia.

Esta influencia aparece principalmente con la idea de “reconciliación con la realidad”, acompañada de la dura crítica de Bakunin a la abstracción y al subjetivismo filosófico, que privilegiaría la interrelación entre teoría y práctica, permitiendo la reintegración del individuo a la totalidad social y ofreciendo condiciones para la acción racional. Esto sería posible a través de la educación, la toma de conciencia de la realidad objetiva y sus manifestaciones concretas (p. 88-89).

Corrêa muestra en su investigación que, entre 1841 y 1843, Bakunin adoptó el radicalismo francés como fundamento político-doctrinario como expresión del idealismo alemán en forma de praxis, y, “al mismo tiempo, aprovechó el hegelianismo como expresión dialéctica”. método, ya que entiende la dialéctica como fuerza impulsora del desarrollo y del cambio histórico” (p. 140). A través de las ideas de conflicto y progreso, Bakunin enfatizó el papel que juegan la contradicción y la negación al llevar las formas históricas a un estado de oposición entre sí, conflictos que conducen a etapas superiores de "reconciliación".

De esta manera, Bakunin entendería la historia como dialéctica, lo que requiere un método dialéctico para abarcarla, como propone Hegel.

el paneslavismo

Correa explica que, desde 1844, Bakunin se preocupa por el paneslavismo revolucionario, cuando conoció la causa de Polonia a través del historiador Joachim Lelewel (p. 20). A partir de ahí, el revolucionario ruso pasa a defender la causa ruso-polaca y luego a la causa de la liberación nacional de los eslavos.

Fueron las ideas de un eslavismo democrático con una inclinación revolucionaria las que llevaron a Bakunin a la cuestión de la lucha nacional polaca y la causa eslava, de acuerdo con sus convicciones democráticas. Y esta fue, según Corrêa, “la causa de los polacos, que pronto se convertiría en la causa ruso-polaca y, finalmente, en la causa de los eslavos”, la ocasión del primer compromiso práctico de Bakunin y la concepción de su revolucionario Pan- Eslavismo (p. 199).

Sin embargo, el investigador señala que, entre los años 1844 y 1863, “cabe señalar que el paneslavismo de Bakunin no fue sólo revolucionario; también es anticentralista, antiimperialista, clasista, democrática y federalista” (p. 286), y sigue la defensa de Bakunin de que la libertad debe ser el camino hacia la libertad, y desde ahí debe entenderse la defensa de la necesidad de construir la autonomía del pueblo eslavo.

El autor demuestra también en sus análisis que este momento inicial, en 1843 y 1844, acaba para Bakunin con el interés exclusivamente por las cuestiones filosóficas y por las reflexiones teóricas sobre el mundo y el hombre, y abre “un nuevo período de ruptura con la filosofía, en el que la cuestión nacional (ruso-polaca y, más tarde, eslava) sustituye al tema anterior y subvenciona una práctica política concreta” (p. 559).

Entre 1863 y 1864 finaliza el período de ruptura con la filosofía y la teoría en general, así como el enfoque en la cuestión nacional, promoviendo la apertura para un período “de conciliación materialista entre la teoría y la práctica y en el que se insertaría la cuestión nacional”. en un marco más amplio, priorizando la cuestión social y la emancipación de los trabajadores” (p. 559).

Para Corrêa, es, finalmente, a partir de estas rupturas “que se puede hablar de los tres grandes períodos de Bakunin: aquel en el que pasa de la filosofía a la praxis (1836-1843), aquel en el que sostiene el paneslavismo revolucionario ( 1844 -1863) y la que en él procede del socialismo al anarquismo (1864-1876)” (p. 559).

De esta manera Corrêa argumenta que es posible identificar “cambios menos drásticos operados en el pensamiento político-filosófico de Bakunin. En términos filosóficos, su paso del idealismo subjetivo al objetivo en 1837; de éste al realismo voluntarista, en 1841; y de allí al materialismo científico-naturalista en 1864. En términos políticos, su paso del idealismo romántico progresista al radicalismo republicano francés en 1841; su complemento con el paneslavismo revolucionario en 1844; y el paso de éste al socialismo revolucionario, en 1864, y finalmente al anarquismo, en 1868” (p. 559)

anarquismo

Sobre el tema del anarquismo, Corrêa defiende, junto a Berthier, importante estudioso del tema, que Bakunin se hizo anarquista en 1868, y que Federalismo, socialismo y antiteologismo (1867-1868) es su paso al anarquismo. En su libro, el autor afirma que es un error metodológico afirmar que el anarquismo es una creación bakuniniana y que todo lo producido por Bakunin se considera anarquista (p. 393).

Para Corrêa, hablar de anarquismo requiere “un grupo de personas con pensamientos y acciones relativamente homogéneos, personas que se relacionan entre sí, que tienen referencias comunes y que participan de alguna manera en las luchas sociales de su tiempo” (p. 397), y éste aún no es posible identificarlo antes de 1868. Por ello, argumenta que, en una perspectiva histórica, es razonable establecer el año 1868 “como un hito a partir del cual es posible situar tanto el surgimiento del anarquismo como el paso del mismo”. Bakunin” para él (p. 397).

Sin embargo, es importante considerar que esto no significa el desarrollo de una noción anarquista absoluta y atomizada por parte de Bakunin, ya que, históricamente, se observa que la característica fundamental de la tradición anarquista es que emerge siempre “de la relación inseparable entre pensadores y movimientos populares, entre anarquistas y luchas sociales, en las que ambos se influyen mutuamente” (p. 397).

Corrêa señala que, para la teoría política de Bakunin de los años 1864-1876, tanto las experiencias prácticas vividas por el revolucionario ruso y la obra de Proudhon como los aportes teórico-filosóficos de Feuerbach, Comte, Darwin, Marx y De Paepe (p. 395).

Sin embargo, la concepción anarquista de Bakunin es considerada, por el propio revolucionario ruso, como una expansión y radicalización del sistema anárquico de Proudhon, despojándolo de su ropaje metafísico e idealista, y ocupándose de privilegiar, en palabras de Bakunin, “la materia [la naturaleza] en sí misma”. la ciencia y la economía social en la historia como base de todos los desarrollos posteriores” (p. 389).

A partir de ello, el investigador señala que tanto el socialismo revolucionario de Bakunin como su anarquismo deben ser entendidos en su totalidad, considerando sus posiciones teórico-filosóficas y político-estratégicas. Sin embargo, el autor explica que no se puede perder de vista que la apropiación por parte de Bakunin de diferentes autores y variadas experiencias prácticas “se hace de manera crítica y no significa, por tanto, una adhesión irrestricta” (p. 389).

Para Corrêa, en términos políticos, “Bakunin es partidario del socialismo revolucionario, del socialismo colectivista o del anarquismo” (p. 392). Esto puede defenderse en la medida en que, partiendo de los conceptos de historia, sociedad, fuerza social y conflicto social, Bakunin elabora “una dura crítica a la dominación en todas sus formas y al sistema estatista-capitalista, expresión moderna de esta dominación histórica” (p. 392), aunque, muchas veces, aparecen algunas incongruencias en su proyecto.

Corrêa explica: “Cabe recordar que, entre 1868 y 1876, Bakunin, apoyado en el materialismo científico-naturalista, criticó duramente tanto la dominación en general, la dominación nacional y el imperialismo en particular, como el nacionalismo estrecho y el patriotismo. En cambio, defiende la emancipación popular, la liberación nacional, el antiimperialismo, el internacionalismo, el clasismo y la autodeterminación de los pueblos. Partiendo de tales bases, tanto la reivindicación de una dictadura colectiva de los aliados como la demostración de posiciones francamente antisemitas parecen incongruentes con su teoría política” (p. 549).

Finalmente, vale la pena resaltar la relevancia de la investigación realizada por Felipe Corrêa, ahora en forma de libro, como un material importante capaz de fundamentar adecuadamente el proceso de consolidación del pensamiento político radical y especialmente la revisión del concepto de libertad, ahora no restringida al Estado.

El análisis presentado por la investigadora, a partir del paso de la comprensión metafísica del hombre a la comprensión radical de clase y su historicidad, al materialismo científico, permite comprender algunos de los pasos dados para pensar el surgimiento de la ontología crítica a la filosófica. el idealismo, que fue la base de la mayoría de las teorías políticas liberales, y que, a partir del contexto analizado por Corrêa, se preocupó por orientarse hacia la lucha y la revolución.

Aquí, pues, está a disposición de la comunidad académica y de los apreciadores, no sólo de la historia y obra de Bakunin y del anarquismo, sino también de la historia de la teoría político-social del siglo XIX, un material riquísimo, ciertamente capaz de esclarecer muchas rupturas históricas, como incentivar nuevas investigaciones y nuevos problemas.

*Eloisa Benvenutti de Andrade, Doctora en Filosofía, es profesora de la Faculdade Cásper Libero y de la Red de Educación del Estado de São Paulo.

referencia

Felipe Correa. Libertad o muerte: teoría y práctica de Mikhail Bakunin. São Paulo, Faísca Publicaciones Libertarias, 2019) (https://amzn.to/3YDX3rW).

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