por CELSO FAVARETTO*
prefacio al libro Traducir el tiempo: la construcción de la memoria en las canciones de Caetano Veloso, de Joao Carlos Gonçalves.
La obra de João Carlos, al centrarse en el proceso de elaboración de la relación entre experiencia y memoria como eje central de la poética de Caetano Veloso, contribuye notablemente a esclarecer el poder creativo y el valor cultural de la producción de este singular poeta-compositor. Me gusta decir que Caetano Veloso es el pensamiento de la canción. En su música, en su canto, se encuentra una reflexión que se centra en la forma, los encantos y el alcance cultural de esa forma tan privilegiada en Brasil de expresar la sensibilidad, el pensamiento y los afectos, en la que los gustos y las penas de la vida se entrelazan de forma activa. percepción del suelo en el que prosperan las canciones.
Caetano dijo una vez que el tropicalismo era un momento de agudización y explicitación de la función crítica de la creación. Este es uno de los tamices más adecuados para analizar toda su producción. Si, en el momento tropicalista, la crítica venía del énfasis que se le daba a la negatividad del arte de vanguardia, a las cuestiones que involucraban la producción de lo nuevo, a los desafíos implícitos. en la relación entre el arte y las nuevas condiciones de producción en un medio artístico polarizado por las discusiones sobre el arte participativo y las relaciones con el mercado–, la función crítica, sin embargo, no se extinguió más tarde. Ella se transformó; libre de las presiones de ese momento ardiente y se ha ido haciendo explícito en modos matizados de enunciación. La función crítica permanece tanto en el énfasis autorreferencial en la estructura de la canción, como en el significado cultural y los afectos que conlleva.
El libro de João Carlos Gonçalves pinta magníficamente el paisaje de las andanzas de este artista codificadas en las figuraciones del tiempo y la memoria. Destaca que la afirmación continua de una posición crítica siempre debe sorprender en las transformaciones de la obra del artista, captando así las discontinuidades, reiteraciones y reelaboraciones de temas, procedimientos y pensamientos. Muestra que es necesario prestar atención a la movilidad de los procesos de invención, así como tratar de comprender la metamorfosis de la vida en las formas a través de los procesos de enunciación. De lo contrario, se produciría una disyunción entre el artista, con sus creaciones, y la figura pública –lo que, por cierto, suele ocurrir cuando se denuncian supuestas desviaciones de posturas– que Caetano nunca deja de discutir.
La coherencia de un artista ha de buscarse en el desarrollo de su obra, sobre todo cuando ese artista es también una personalidad notable, que forma parte del sistema de la muestra, sujeto, así, a mandatos, intereses y expectativas diversificadas, teniendo su comportamiento evaluado continuamente.
La obra de Caetano, como queda patente en este libro, se ha ido desarrollando en dos dimensiones simultáneas. El primero es el que piensa en la canción brasileña, articulando una forma particular de entender la tradición de la música popular brasileña. Como tantas veces declaró Caetano: canciones que escuchaba desde niño, que circulaban en su día a día, generando un gusto, un sentimiento, un pensamiento que no se puede definir, porque configuran un ser único, personal y no -Experiencia de vida transferible, en la que gusto y valor coinciden culturalmente.
La otra dimensión es histórica. Forma parte de esa corriente nacionalista, intensificada por el interés de los modernistas por conocer Brasil y que fue notable hasta la década de XNUMX. Se trata de ver en Caetano a alguien comprometido con el cuestionamiento de las imágenes emblemáticas de Brasil, a través de una crítica virulenta al estrecho nacionalismo y al conservadurismo cultural. Esto lo convirtió, desde el principio, en un modernista, un pensador para quien la pasión de la cultura en la que nació y se convirtió en un destacado artista no excluye la visión más amplia de la existencia incondicional, que se manifiesta a lo largo de su trayectoria creativa y en sus escritos. , polémicas entrevistas e intervenciones.
Así, la reflexión sobre el canto y en el canto es siempre continua y actual, el efecto de una escucha a la vez selectiva y diseminada –lo que sólo ocurre con los artistas que inscriben con su obra un sujeto impersonal, aunque involuntario traductor de un lenguaje colectivo . Importa, sobre todo, lo que se dice en las canciones. Las dos dimensiones acentuadas aparecen combinadas no por una actividad profesional reduccionista y excluyente. Caetano da la impresión de actuar siguiendo una necesidad interna, propia de quien tiene algo que decir, a veces destacando circunstancias y motivaciones culturales cercanas, a veces destacando una obra en la que la memoria y el recuerdo transfiguran la experiencia.
Aquí tocamos lo que me parece el punto central del proceso creativo de Caetano: un trabajo de elaboración, debidamente subrayado por João Carlos, similar al de elaboración analítica, de Durcharbeitung freudiano. En reinterpretaciones, en asociaciones, escuchar un pensamiento que uno siente o un sentimiento que uno piensa es sensible. Caetano da la idea de que un fluir interior articula sonidos y palabras, configurando ideas, pero que el motivo de la articulación es una memoria selectiva, involuntaria, que convierte el acto de escuchar sus canciones en una experiencia que, en el límite, se pregunta: ¿lo hace? existe, ¿qué será?, ¿se pretende?
Hay un tiempo en las canciones de Caetano que, si bien puede indicar el presente, o un pasado, es siempre, de hecho, un entrecruzamiento de pasado y presente, una incorporación de tiempos y lugares, de acciones y pensamientos, de un sentimiento concentrado. El presente es siempre, es ahora, lo que hace de su historia un recuerdo continuo. Veo en la excelencia de las reinterpretaciones que hace de canciones, especialmente antiguas, la confirmación de la elaboración y rememoración de vivencias y referentes culturales. Memorias del pasado en el presente, hechos inmediatos de la historia individual y social, lo leído, visto, oído, todo acaba condensando imágenes que, sin perder su contenido designativo, son poéticas: emoción recordada en la tranquilidad.
Basta recorrer las canciones, desde las primeras, para ver cómo lo que aparece como un prodigio de la memoria -y no deja de serlo- trae consigo fragmentos, fragmentos, residuos, huellas de la experiencia, asociando lo vivido con la agitación del presente. El presente es siempre el lugar de enunciación, con lo que en Caetano no hay nostalgia ni añoranza. Su poética es así afirmativa, la elaboración continua de un fluir existencial en el que lo personal y lo histórico son indistinguibles.
Un tema que a menudo ha sido objeto de discusiones –si la canción es o no, sobre todo, poesía– no me parece un tema relevante en Caetano Veloso, ya sea cuando se piensa que la canción establece una síntesis entre poesía y música, ya sea cuando se piensa que las canciones delinean una ambición literaria, aunque es fácil reconocer la excelencia del lenguaje tanto en las canciones como en los textos críticos, artículos diversos y libros. Desde el inicio de su producción, la literatura funcionó como uno de los elementos implícitos en la configuración de los sentimientos y pensamientos que circulan en las canciones, pero no me parece que haya en él un interés literario específico, aun cuando hace un álbum llamado Libro, en el que el libro es el tema, y en los diversos escritos.
Caetano hace canciones y, al ser estructuralmente híbridas, muchas veces resulta de la absorción de referencias literarias, cuya percepción no siempre es fácil, dependiendo del espectro cultural de los oyentes. Es necesario vivir mucho tiempo con los cantos para ir descubriendo poco a poco qué es la cita y qué es la absorción, la transfiguración, la transpiración; siempre invención. La sensibilidad de Caetano se refina, cultivada a través de lecturas diversificadas de poesía, filosofía, ficción, crítica y estudios culturales. De todo un poco sobra y, no sabemos cómo, aparece en la creación.
João Carlos presta atención a un foco privilegiado para aprehender la experiencia que, situada entre el arte y la vida, impregna las canciones de Caetano Veloso. La escucha de las canciones combinada con los gestos erráticos del artista, difundidos en escritos, discursos e imágenes, reconstruyen los pasajes del camino del cantautor con la astucia de quienes hablan el mismo idioma, pudiendo plasmar en él sus silencios, la pulsión y la necesidad de creación. Sobre todo, el libro se complace en trazar, con Deleuze, las líneas de fuga realizadas en las canciones de Caetano Veloso, traduciendo su pulsión creadora y la fuerza de su presencia: liberando la vida allí donde está aprisionada.
*Celso Favaretto es crítico de arte, profesor jubilado de la Facultad de Educación de la USP y autor, entre otros libros, de Tropicália: alegoría, alegría (Ateliê).