Socialismo en la periferia del capitalismo global

Imagen: Hamilton Grimaldi
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por CAIO BUGIATO*

Mientras haya una perspectiva socialista, ya sea en la pobre Bolivia o en la gigante China, la posibilidad de que la humanidad salga de su prehistoria es siempre real.

El camino para superar el modo de producción capitalista fue señalado por los fundadores del socialismo moderno, Karl Marx y Friedrich Engels. Camino que se construye en la práctica política de la lucha entre clases sociales, que tiene particularidades en cada país y que, por tanto, no es un modelo terminado para ser implementado. Un camino que debe estar guiado por un marco teórico que no consista en una mera elucubración abstracta, sino en una relación dialéctica entre lo concreto real y el pensamiento concreto. En este sentido, encontramos en el pensamiento marxista las bases de la teoría crítica del funcionamiento del capitalismo y elementos para su superación. Vale la pena mencionar tres de ellos: 1) la resolución de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción; 2) la conquista del poder político para la transición socialista; y 3) la desaparición de las clases sociales y del Estado tal como las conocemos hoy, es decir, el advenimiento de una sociedad o modo de producción comunista.

Encontramos el primer elemento en el Manifiesto del Partido Comunista. Marx y Engels (2009) pusieron en agenda el cambio en las relaciones de producción y el tipo de Estado, es decir, la transformación revolucionaria de la sociedad. Los amigos de letras y luchas presentan el establecimiento de la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las actuales relaciones de producción como el elemento generador de un desequilibrio sistémico que le correspondería a la lucha de clases resolver. La era de la revolución social es aquella en la que el desarrollo de las fuerzas productivas se ve truncado, y ya no estimulado, por las relaciones de producción existentes y las clases sociales, como colectivos organizados y en lucha, representan, por un lado, los “caducados “relaciones de producción, luchando por la preservación de la estructura social actual (la burguesía) y, por otro lado, otra clase representa las fuerzas productivas en ascenso, luchando por el cambio histórico (el proletariado) – en este caso, desde el capitalismo al socialismo. No se trata, por tanto, de ningún conflicto económico o político, sino de un enfrentamiento particular en una fase bien definida del proceso histórico, un período de revolución.

El segundo elemento se encuentra en guerra civil en francia. Al analizar la experiencia de la comuna de París de 1971, Marx (2013) indica que la toma del poder político, del Estado, es el inicio ineludible del proceso de transición socialista. Ejerciendo una barrera al control privado de los medios de producción, una nueva forma de organización política (nuevo estado no capitalista) se caracteriza por una democracia popular de masas, una socialización del poder político, capaz de iniciar el proceso de socialización de los medios de producción. producción: planificación democrática unificada en el centro y dirección obrera en la producción de base. La supresión de la propiedad privada y el control colectivo del productor directo sobre los medios de producción impulsan el desarrollo de las fuerzas productivas, puestas por el nuevo Estado al servicio del bienestar colectivo y no del lucro privado.

El tercer elemento está en Crítica del programa Gotha. Marx (2012) distingue dos fases de la sociedad comunista. La primera, la transición socialista, sigue inmediatamente al capitalismo, pero lleva marcas de su origen, como las ideas y valores burgueses y las formas de explotación laboral. En esto, el proletariado conquista el poder del Estado y se convierte en la nueva clase dominante, instaurando la dictadura del proletariado (por un lado el uso de la fuerza del Estado contra la burguesía y la contrarrevolución, por otro lado la democracia popular de masas ) para protegerse de sus enemigos, para construir una nueva sociedad con otra forma de organización política y una nueva economía basada en el desarrollo de las fuerzas productivas liberadas de las cadenas de la propiedad capitalista. La sociedad entra entonces en una fase superior, el comunismo, en la que desaparece por completo el antagonismo de clase entre la burguesía y el proletariado y el Estado, ya no necesario para proteger la propiedad y la explotación de los trabajadores, languidece y da paso a otra forma de organización política jamás vista. en la historia humana (esto va para las experiencias de los siglos XX y XXI)

Estos elementos estuvieron presentes de forma latente, manifiesta y/o programática en las fuerzas políticas que lucharon por una transición socialista en el siglo XX, dada la expansión mundial y el desarrollo desigual y combinado del capitalismo. Según el estudio de Visentini et. Alabama. (2013), se puede decir que estas experiencias socialistas, variadas y con sus peculiaridades, fueron iniciadas por la Revolución Mexicana de 1910 o incluso por la Revolución Rusa de 1905, aunque reconducidas o derrotadas en un corto espacio de tiempo. De hecho, fue la Revolución Rusa de 1917 la que proporcionó la ola revolucionaria del siglo: en los países que llegaron a formar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas poco después de la revolución en Rusia en octubre de 1917; en Europa del Este entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, formando las Democracias Populares; en China y Corea del Norte después de la Segunda Guerra Mundial; en Vietnam, Camboya y Laos en la década de 1970; en Angola, Mozambique y Etiopía también en la década de 1970; en Cuba en 1959 y en Nicaragua en 1979; en Yemen en 1967 y Afganistán en 1978; entre otros. A diferencia de las indicaciones de los teóricos del socialismo, las revoluciones no se dieron en los países centrales del capitalismo, donde las fuerzas productivas están más desarrolladas, las relaciones de producción se basan en el trabajo asalariado, el sistema político consiste en la democracia burguesa y el proletariado sería más organizados políticamente hasta el punto de impulsar la transición. Tuvieron lugar en la periferia del sistema internacional y luego asumieron diferentes caracteres y consecuencias para la superación del capitalismo: democráticos, democrático-populares, de liberación nacional, antiimperialistas y antifeudales (casi siempre combinando más de uno de estos caracteres).

Sin embargo, estas experiencias tuvieron características comunes como: la planificación económica centralizada en detrimento del libre mercado, con la nacionalización de las grandes empresas y la propiedad colectiva de los medios de producción (así fue como la Rusia soviética dejó de ser una formación social semifeudal y alcanzó la posición de poder económico y militar en la primera mitad del siglo XX, período en el que sólo hubo paz entre 1928 y 1941); políticas de Estado para la eliminación gradual de las desigualdades y la universalización de los servicios públicos como la salud, la educación, el transporte, la vivienda, el ocio y otros objetivos sociales que el occidente liberal se propuso cumplir, pero no lo hizo ni lo hará bajo la égida de el programa neoliberal que rige en los países capitalistas; la centralización política, cuyo mando buscó defender las conquistas de la revolución contra los ataques de las fuerzas contrarrevolucionarias internas y externas y organizó un sistema distinto de la democracia burguesa, con otras formas de participación y oposición; y a nivel internacional, los diversos tipos de intervenciones y sanciones que han sufrido estos países, principalmente de Washington (la CIA se especializó en esto) con el objetivo de derrotarlos, entorpecer sus experiencias y/o aislarlos, lo que los llevó a entrar en la órbita de la Rusia soviética, ya que era el estado que mejor podía hacer frente a este tipo de ataques, proporcionando suministro militar, legitimidad, apoyo político y económico.

La URSS en particular jugó un papel importante en la construcción del socialismo tanto en su territorio como en procesos progresistas alrededor del mundo, como el estado de bienestar en Europa y el nacional-desarrollismo en América Latina. La Revolución Rusa principalmente y las experiencias socialistas amenazaron al capitalismo, lo hicieron más civilizado (o menos bárbaro) y llevaron a cabo e influyeron en una serie de medidas: universalización de los derechos políticos, generalización de los sistemas políticos con la incorporación de las “minorías” y liquidación del voto censal. ; valoración de la mujer y la igualdad de género; crear sistemas de seguridad social y valorar el trabajo con derecho a organizar a los trabajadores para realizar y defender logros; suavizar la codicia de las burguesías y la posibilidad de construir sociedades del bienestar; adopción de un mecanismo central de planificación económica, favoreciendo la industrialización y el desarrollo tecnológico con la incorporación de la masa popular y el derecho a la fruición; derrota o ataque a la supremacía cultural y al racismo eurocéntrico y crítica al colonialismo y al imperialismo; derrotó al fascismo, cambió las reglas del juego en las relaciones internacionales, impulsó los movimientos de liberación nacional y las revoluciones anticoloniales, proponiendo así la igualdad entre los pueblos y la cooperación internacional; entre otros. En la URSS hubo cálculos económicos erróneos para la construcción del socialismo, períodos de intolerancia política y participación deletérea en diversos espacios de la competencia capitalista internacional. Sin embargo, de hecho fue derrotado por las fuerzas capitalistas que lo atacaban a diario, interna y externamente. Fueron sus éxitos antes mencionados, y no su fracaso, los que dieron lugar a agresiones económicas, políticas e ideológicas y así la llevaron a cerrar el primer ciclo de experiencias socialistas y dejar abierto el camino para la transición socialista.

A pesar de la derrota de la URSS y el final del primer ciclo, China tomó un camino diferente al de los soviéticos, no fue derrotada por Occidente y parece abrir un segundo ciclo. Marxistas chinos como Jiang Hui (2017, 2019) indican que el socialismo con peculiaridades chinas se ha convertido en la bandera de la transición socialista mundial y que el siglo XXI es un período histórico de competencia entre el capitalismo global liderado por EE.UU. y el socialismo mundial liderado por un país que entonces era periférica y acosada en el sistema internacional y que hoy es una potencia mundial. Después de un período de capitalismo de Estado y enorme desarrollo de las fuerzas productivas, China parece estar en una etapa primaria de la transición socialista, en la que –como señala Marx– subsisten elementos del capitalismo y la lucha por superarlos es aún más intensa, interna y externamente. Sin embargo, se ha concretado la tendencia de un país socialista a ocupar el primer puesto de la economía mundial por primera vez en la historia. En ese sentido, otras tendencias en China han caracterizado su experiencia en la construcción del socialismo mundial, que, según los propios chinos, solo puede ser global o no será. Proponen el desarrollo y la independencia de la acción de las fuerzas socialistas (actualmente débiles y dispersas) en todos los países para trazar su propio camino junto con la formación de coordinación e integración regional o internacional para unificar acciones, entendimientos teóricos básicos y objetivos del socialismo, pero sin el rígido modelo de mando de la Tercera Internacional. Entonces, el socialismo mundial combina dialécticamente las características nacionales en la forma del estado-nación con el cosmopolitismo como contenido. En otras palabras, reinventan el internacionalismo proletario y Historia mundial (Historia Universal) de Marx y Engels. De esta manera, incluso se pueden resistir los ataques de las fuerzas capitalistas/fascistas internacionales. Apoyan la conexión de las fuerzas socialistas de todo el mundo con los movimientos sociales progresistas, como los antiglobalización, por los derechos democráticos, pacifistas, ecologistas, feministas, negros, lgbtqia+, etc. Para establecer grandes fuerzas anticapitalistas para demoler el orden social existente y construir uno nuevo. Destacan un movimiento socialista que tiene en cuenta el desarrollo económico y social con responsabilidad ecológica, siguiendo las notas de los fundadores del socialismo moderno, como en La capital (Marx 2008) sobre la destrucción ambiental provocada por la acumulación capitalista.

Los chinos están convencidos de que el camino socialista es multifacético por experiencias nacionales, consta de avances y retrocesos y victorias y derrotas, es un proceso cuyo alcance mundial es vital para su existencia y, sobre todo, es arduo y lento. Además, según Xi Jinping (2016), China tiene un papel clave en esto, ya que el socialismo con peculiaridades chinas ha permitido que el socialismo científico muestre renovado vigor en el siglo XXI, además de seguir un camino muy realista, viable y correcto que cautiva al mundo con sus conquistas.

En resumen, primero Marx y Engels allanaron teórica y científicamente el camino al socialismo y lucharon por él. Posteriormente, la URSS lo inauguró en la práctica y cerró un primer ciclo que dejó un legado para las generaciones futuras. China, sobreviviente del primer ciclo, está aprendiendo de los errores del pasado para avanzar hacia el socialismo mundial. Es necesario enfatizar que la idea de los ciclos es solo una forma didáctica de ver el desarrollo del socialismo mundial. Entonces, no necesariamente en ciclos, mientras haya una perspectiva socialista, ya sea en la pobre Bolivia o en la gigante China, la posibilidad de que la humanidad salga de su prehistoria es siempre real.

* Caio Bugiato Profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (UFFRJ).

Publicado originalmente en el sitio web Relaciones E-Internacionales.

 

Referencias


Hui, Jiang (2017) El socialismo mundial en el siglo XXI: nueva estructura, nuevas características y nuevas tendencias, Pensamiento Crítico Internacional7: 2, 159-170.

Hui, Jiang (2019): Todavía estamos en la era histórica especificada por el marxismo, Pensamiento Crítico Internacional,22 de agosto de 2019, 1-17.

Jinping, Xi. (2016). Discurso en la Celebración del 95 Aniversario del Partido Comunista de China. Beijing. Edición en inglés de Qiushi Journal, Octubre-Diciembre, Vol.8, No.4, Edición No.29.

Marx, Carlos (2008) El capital: crítica de la economía política. Río de Janeiro: Civilização Brasileira.

Marx, Karl y Engels, Friedrich. (2009). manifiesto Comunista. La Habana: Ciencias Sociales.

Marx, Carlos. (2012). Crítica del programa Gotha. Sao Paulo: Boitempo.

Marx, Carlos. (2013). La Guerra Civil en Francia. Sao Paulo: Boitempo.

Visentini PG, Pereira AD, Martins JM, Ribeiro LD y Grohmann LG (2013). Revoluciones y regímenes marxistas: rupturas, experiencias e impacto internacional. Porto Alegre: Lectura XXI/Nerint/UFRGS.

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