por JOÃO DOS REIS SILVA JUNIOR*
Todo ello hecho por nosotros mismos, convirtiendo a nuestros compañeros en competidores y a nuestras instituciones en adversarios.
A través de conversaciones con compañeros en la vida cotidiana, grupos y redes sociales, me generó un malestar surgido de una contradicción a partir de un problema que parece no ser notado por mis compañeros en las universidades. Recientemente, en correos electrónicos, facebook, whatsapp y también en instagram, compañeros investigadores compartieron la clasificación académico en THE (Times Higher Education) con las 20 mejores universidades de América Latina. Sin embargo, en lugar de aclarar cómo tal clasificación, propagó la tabla de clasificación como un anuncio de las universidades donde trabajan. Es en este acto de socialización de ranking donde reside mi inquietud.
Sobre esta molestia, hice una rápida investigación sobre los criterios de evaluación de los principales ranking Educación Superior internacional. Durante la investigación me percaté de un dato importante, el Banco Mundial (BM) indica como parámetro tres grupos que realizan rankings académicos, que son los principales referentes en la materia: el Academic Ranking of World Universities (ARWU), el Evaluation and Consejo de Acreditación de la Educación Superior de Taiwán (HEEACT) y Times Higher Education (THE). Los tres rankings tienen similitudes en sus métricas, tales como: número de publicaciones de investigadores en las principales revistas internacionales y número de citas de estas publicaciones por investigador, y número total de citas por institución académica.
En esta coincidencia encontramos otro fenómeno, el oligopolio de las editoriales científicas, ya que, de los cinco principales criterios de evaluación de cada ranking, tres consisten en los coeficientes de publicaciones y citas en las principales revistas mundiales, que pertenecen a seis editoriales: Reed- Elsevier, Thomson Reuters, Wolter Kluwer, Springer Nature, Wiley-Blackwell y Sage Publishing.
Estas editoriales mantienen la hegemonía en la rama de la industria editorial científica, pues poseen 237 de las revistas internacionales que catalogamos como Qualis A1 (78,55% del total). Además, estas editoriales cobran tarifas de publicación que van desde US$ 100 hasta US$ 5.000 (dólares estadounidenses), totalizando, solo en estos seis grupos, en 2020, ingresos de más de US$ 20 mil millones. Curiosamente, son editoriales centenarias, ya que cinco de estas seis datan del siglo XIX.
Brevemente, el ranking compartidos por profesores e investigadores brasileños en las redes sociales están influenciados por el Banco Mundial y miden la capacidad científica de las instituciones a través de coeficientes derivados de publicaciones en revistas de grupos que cotizan en bolsa en bolsas internacionales.
Dicho esto, ¿es necesario preguntarse cuáles son las consecuencias de socializar acríticamente tales rankings? Mayor competencia entre pares; mayor competencia entre instituciones; constitución de un mercado; mayor búsqueda de financiamiento para la investigación del sector privado; mayor productividad académica; más enfermedades entre los trabajadores de la ciencia; mayor adopción por parte de las universidades públicas estatales de la lógica del mercado.
Todo esto hecho por nosotros mismos, convirtiendo a nuestros colegas en competidores ya nuestras instituciones en adversarios. Movimiento diametralmente opuesto al de crítica política a esta racionalidad fortalecida e implementada por la CAPES desde mediados de la década de 1990, aparentemente ahora consolidada e institucionalizada. Publiquemos y difundamos el resultado de nuestro trabajo y evitemos confundirnos con nuestra propia epifanía.
*João dos Reis Silva Júnior Es profesor del Departamento de Educación de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar).
O el sitio la tierra es redonda existe gracias a nuestros lectores y seguidores. Ayúdanos a mantener esta idea en marcha.
Haga clic aquí para ver cómo