por JOSÉ COSTA JUNIOR
La vida en la “era de la transición” es intensa e incierta, lo que también abre espacio para discursos y propuestas políticas muchas veces basadas en la “necesidad de lo nuevo” o el “retorno al orden”.
Situaciones de cambio, en las que aún no sabemos qué hay de nuevo, pero ya no nos conformamos con lo que fue, provocan malestar y aflicciones. En general, esta es una característica de las sociedades contemporáneas, que conviven con cambios socioculturales, tecnocientíficos y ambientales, que impactan nuestros modos de vida, nuestra economía y nuestras expectativas de futuro, como describe el sociólogo brasileño Sérgio Abranches en La era de lo imprevisto. El contexto de pandemia aceleró algunos cambios, como el papel cada vez más intenso de la tecnología en nuestras vidas, y definitivamente llamó la atención sobre otros, como los efectos de las prácticas humanas en el medio ambiente, que terminaron por ponernos en contacto con el nuevo virus. La vida en la “era de la transición” es intensa e incierta, lo que da lugar también a discursos y propuestas políticas muchas veces basadas en la “necesidad de lo nuevo” o el “retorno al orden”, que sirven de consuelo pero chocan con una realidad que No tarda en mostrar la ineficacia de las respuestas fáciles.
Dos ensayos breves publicados recientemente en Brasil por la Editora Âyiné abordan este contexto y sus desafíos de diferentes maneras. En el primero de ellos, titulado Instrucciones para convertirse en fascista, la escritora y ensayista italiana Michela Murgia ofrece una mirada provocadora y en perspectiva, que involucra la respuesta fascista y sus riesgos ante las variadas tensiones de la vida actual. En la segunda prueba, nueva iluminación radical, la filósofa española Marina Garcés retoma las expectativas de la Ilustración, revisando sus límites y posibilidades, para la construcción de una nueva propuesta de ilustración, basada en la crítica y la emancipación. Se trata de publicaciones relevantes para las circunstancias actuales, que estimulan importantes reflexiones sobre posibles respuestas a los desafíos de nuestro tiempo, ya sea a través de la ironía, que nos pone frente a frente con una voz fascista, o a través de la invitación a la emancipación, que nos invita a una nueva actitud, son lecturas que nos hacen reflexionar sobre los límites de nuestro modo de vida.
Em Instrucciones para convertirse en fascista Murgia presenta los pasos sucesivos hacia el propósito que señala el título del ensayo. Sin embargo, el ejercicio imaginativo implica un movimiento de perspectiva, que aborda las formas en que la actitud fascista reacciona ante el mundo contemporáneo. Y es un enfoque muy detallado: simplificación de la realidad, indicación de enemigos, brutalización de la política y los discursos, idealización de un pasado “glorioso”, identificación de un “pueblo” a defender, desestabilización de los debates públicos, negación del conocimiento y ciencia, así como un “fascistómetro”, que evalúa los avances del lector a través de un test. El proceso embrutecedor de “construir un fascismo” encuentra espacios en la complejidad del mundo contemporáneo, con sus cambios e incertidumbres. De esta manera, Murgia nos hace reflexionar sobre las razones del surgimiento de cosmovisiones cercanas al fascismo en el mundo contemporáneo.Si bien muchas de sus provocaciones involucran el contexto de su Italia natal, las prácticas y discursos citados también son cercanos a otros países, cuyas democracias enfrentan desafíos similares.
El autor aborda irónicamente los debates teóricos sobre la naturaleza del fascismo, que a menudo niegan la conexión entre los líderes del actual ascenso nacionalista y populista con el movimiento fascista italiano de la primera mitad del siglo XX. Uno de los consejos del “manual” pasa precisamente por aprovechar la confusión terminológica para ganar terreno. Al final, un capítulo “para evitar malentendidos” reconoce que el libro es un ejercicio de perspectiva irónica, al tiempo que reconoce que el campo político contemporáneo trae tensiones preocupantes. Al mostrarnos lo que podría entenderse como el “atractivo” de la postura fascista, y cómo estimula las peores tendencias de la humanidad, el ensayo nos sirve de advertencia y de “espejo”. Y, paradójicamente, suscita preocupación por la banalización del término, porque “si todo es fascismo, nada es fascismo”. Sin embargo, la proximidad de algunas “instrucciones” con discursos de autoridades políticas actuales y discursos cotidianos estimula reflexiones sobre la salud de los regímenes democráticos.
Ya en Nueva Ilustración Radical, Marina Garcés parte de este escenario en el que algo cercano a la postura fascista reaparece en el mundo contemporáneo. Luego propone medios por los cuales se pueden retomar los objetivos emancipatorios de la Ilustración. El autor retoma el concepto de “retrotopía” de Zygmunt Bauman, que muestra cómo la actual ola populista, conservadora y nacionalista implica una “utopía en relación con el pasado”, una glorificación de una época en la que “todo estaba en orden” y que merece ser revivido Sin embargo, según Garcés, esta “voluntad del pasado” es una respuesta a los desafíos de un mundo con muchas incertidumbres, donde los sujetos pueden ser cooptados por proyectos políticos brutales, que se aprovechan de sus frustraciones y resentimientos. Un signo de estas tensiones es lo que él identifica como la “condición póstuma” de nuestro tiempo, “donde todo termina”, incluido el mundo mismo. Esta condición implica insostenibilidad y catástrofes, que terminan por aumentar el nivel de inseguridad en la vida. El ensayo fue publicado antes de la pandemia del nuevo coronavirus, lo que resulta ser un ejemplo de la “condición póstuma” en la que estamos insertos, al fin y al cabo, pocos estamos seguros del mundo post-Covid-19.
La respuesta a este diagnóstico es lo que Garcés identifica como “radicalismo ilustrado”, una superación de las actuales credulidades y negaciones emancipatorias. Esta postura implica una “transición de las humanidades”, en un programa que conecta “saber y emancipación”, superando el “analfabetismo ilustrado” propio de la visión compartimentada y capitalista de la educación, que abre espacio a la brutalidad fascista. Otra necesidad es superar las tensiones divisorias entre la academia y las ciencias, en busca de un “universo recíproco” de información entre investigaciones, junto con la superación de las tensiones entre “naturaleza y cultura”. Entre la renuncia a la libertad y la reflexión que ofrece la postura fascista y la invitación a pensar cooperativamente y criticar el confuso mundo que nos rodea, Garcés sugiere el segundo camino, aún con todas las inseguridades e incertidumbres. Parece poco, pero en un momento de “crisis de civilización”, retomar las mejores expectativas de la ilustración radical es uno de los pocos caminos contrarios a la brutalidad.
Michela Murgia y Marina Garcés son importantes pensadoras de la actualidad, que nos provocan y animan a pensar todo lo que vivimos desde otras perspectivas. En la "Era de la Transición", cuando la brutalidad llama y llama en respuesta, el programa emancipatorio de la ilustración necesita ser revigorizado y estimulado. En tiempos de credulidad y desesperanza, es importante recordar que los “líderes” y los “mitos” no nos salvarán. Y que cualquier posibilidad de cambiar el estado actual de las cosas depende de nosotros mismos.
*José Costa Junior Profesor de Filosofía y Ciencias Sociales en IFMG –Campus Ponte Nova.
Referencias
ABRANCHES, Sergio. La era de lo imprevisto: la gran transición del siglo XXI. São Paulo: Companhia das Letras, 2017.
BAUMAN, Zygmunt. retrotopía. Traducción de Renato Aguiar. Río de Janeiro: Zahar, 2017.
GARCÉS, Marina. nueva iluminación radical. Traducido por Vinícius Honesko. Belo Horizonte: Editora Ayiné, 2019. (2017)
MURGIA, Michela. Instrucciones para convertirse en fascista. Traducido por Júlia Scamparini. Belo Horizonte: Editora Ayiné, 2019. (2018)