por RICARDO ABRAMOVAY*
Un sistema que se basa en la tortura sistemática de animales también tiene graves consecuencias para la salud humana y los tejidos ambientales.
La carne es el epicentro del sistema agroalimentario mundial. Las zonas de pastos más las utilizadas para la producción de cereales destinados a la alimentación animal corresponden al 70% de toda la superficie terrestre fuera de glaciares y desiertos. La agricultura es el vector más importante de la erosión de la biodiversidad. Un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero provienen de lo que comemos.
Anualmente se crían 92 mil millones de animales para consumo humano. La mayoría son aves, que viven en espacios reducidos, a menudo en jaulas, y muchas veces pasan su vida sin ver la luz del sol. El espacio para que un pájaro se mueva en un entorno así es el de una hoja de papel A4.
Y lejos de ser una contrapartida ineludible para que tengamos alimentos de calidad, la realidad es que el aporte de proteínas animales es muy superior a las necesidades del metabolismo humano para una vida sana. Este sistema, que se basa en la tortura sistemática de animales, también se basa en el uso a gran escala de antibióticos, con graves consecuencias para la salud humana.
A continuación, hemos seleccionado una bibliografía que busca ejemplificar esta complejidad.
1.
Liberación Animalde Pedro Singer (1975).
El libro contribuyó decisivamente al surgimiento de movimientos sociales y políticas públicas encaminadas al bienestar animal. En su nueva versión, de 2023, muestra importantes avances en investigación científica, movilización social y legislación, especialmente europea, pero también denuncia el carácter limitado de lo logrado hasta ahora.
Los animales siguen utilizándose como base para la formulación de medicamentos y cosméticos: sólo en China hay 52 millones, de los cuales 129 primates y 64 perros. Pero es en los modelos alimentarios que empezaron a dominar el mundo a partir de la segunda mitad del siglo XX donde se concentran las formas más graves y masivas de agresión hacia los animales.
La huella fundamental del enfoque filosófico de Peter Singer proviene del británico Jeremy Bentham (1748-1832), padre del utilitarismo. La premisa filosófica básica de esta corriente de pensamiento es que el placer y el dolor son los elementos fundamentales de la acción humana. Lo importante no es saber si los animales piensan o pueden hablar. La pregunta fundamental es: ¿sufren?
La respuesta afirmativa a esta pregunta hace que Singer se rebele contra el “especismo”, una forma de discriminación contra quienes no pertenecen a una determinada especie. Despreciar el sufrimiento de los animales porque no hablan, por ejemplo, sería lo mismo que maltratar a un bebé o a quienes padecen cierto tipo de enfermedades neurológicas. Aquí es donde se sustenta el principio de igualdad entre todos los seres con sensibilidad, humanos o no humanos. Esto no se limita a los mamíferos, sino que también incluye peces, reptiles y algunos invertebrados.
2.
Justicia para los animales. Nuestra responsabilidad colectivade Marta Nussbaum (2023).
Profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chicago y una de las expresiones más importantes de la filosofía política contemporánea, Martha Nussbaum tiene dos ambiciones principales. El primero consiste en presentar de forma honesta, generosa y crítica las corrientes filosóficas más importantes que denuncian la forma en que las sociedades contemporáneas tratan a los animales. Es a partir de esta exposición crítica que Martha Nussbaum propone que considerar a los animales como cosas viola preceptos básicos de una categoría ética fundamental: la justicia.
Más que eso, es esencial garantizarles libertades sustantivas desde las cuales puedan florecer y realizar los potenciales de inteligencia, sensibilidad, sociabilidad, imaginación, afecto, identidad propia, placer y capacidad de juego, específicos de cada especie. Esto va mucho más allá de la salud y la alimentación. Es una filosofía que extiende a los animales la idea de que los seres humanos no son medios, sino fines irreductibles a cualquier función instrumental. Es fundamental que aprendamos a mirar el mundo a través de los ojos de criaturas diferentes a nosotros.
La segunda ambición del libro surge del trabajo conjunto que Martha Nussbaum desarrolló con su hija Rachel, académica y activista por los derechos de los animales, fallecida prematuramente a los 47 años. La idea central es que los animales son titulares individuales de derechos que pueden y deben ser respaldados por un tipo de Constitución, cuyo alcance debe ir más allá de las fronteras nacionales. El libro muestra importantes avances en esta dirección, escaneando exhaustivamente tanto la literatura científica como publicaciones de organizaciones de la sociedad civil, como informes de la World Animal Protection.
3.
Cómo ser un animal. Una nueva historia de lo que significa ser humanode Melanie Challenger (2021).
La paradoja contenida en el título sintetiza la filosofía natural que guía el trabajo de Melanie Challenger, rigurosa historiadora de las ideas, pero también activista de derechos humanos, artista, locutora y prolífica creadora de vídeos y películas en torno a la relación entre sociedad y naturaleza. La idea de que no somos animales como los demás y que las virtudes que marcan nuestra existencia no derivan de nuestro cuerpo, sino que existen a pesar de nuestro cuerpo.
Nada expresa mejor el carácter destructivo de la relación contemporánea entre sociedad y naturaleza que el fundamento más profundo de nuestra propia identidad, es decir, el hecho de que creemos que no somos animales y que concebimos el futuro (y nuestras innovaciones tecnológicas más revolucionarias). ) con el objetivo de emanciparnos siempre de todo lo que nos conecta a nuestra condición animal, con tecnologías que pueden alterar incluso las moléculas de la vida. En la raíz de esta visión está el error de pensar que hay algo no biológico en nosotros y que esto es lo más noble que tenemos. Y es por eso que vivimos bajo la ilusión de que podemos fusionarnos con las máquinas, preservando nuestra alma y nuestra inteligencia para toda la eternidad, como defiende, por ejemplo, Ray Kurzweil, informático y futurólogo.
Ser humano es, ante todo, ser un animal, escribe Melanie Challenger. No hay nada trivial en la afirmación. Denuncia la mistificación procedente de Silicon Valley y del transhumanismo, según la cual estamos al borde de un paso evolutivo en el que superaremos nuestras restricciones biológicas. Pero “sin el cuerpo, concluye Challenger, el alma es una abstracción sin sentido”.
4.
Vinculación del bienestar animal y el uso de antibióticos en la cría de cerdos: una revisiónde Rita Albernaz-Gonçalves, Revista Animales, 2022.
El trabajo contribuye a abordar uno de los prejuicios más extendidos en materia de bienestar animal: que es una preocupación inútil, dada la urgencia de satisfacer las necesidades alimentarias de los seres humanos. Su autora principal, Rita Albernaz-Gonçalves, veterinaria y profesora del Instituto Federal de Santa Catarina, es una de las principales estudiosas de una alarmante consecuencia para la salud humana de la forma en que se produce hoy la mayor parte de la carne de cerdo y de aves: la resistencia a los antimicrobianos. . El 70% de los antibióticos vendidos a nivel mundial están destinados a animales.
Estos productos, en la inmensa mayoría de los casos, no se utilizan con el cuidado necesario para que no den lugar a procesos evolutivos que los hagan ineficaces para nuevas bacterias cuyo desarrollo ellos mismos favorecen. En Brasil, los cerdos reciben siete principios activos diferentes durante el 73,7% de su vida. Y, como muestran los investigadores de Fiocruz, el control y la transparencia en torno a estas tecnologías no podrían ser más precarios.
El artículo de Albernaz-Gonçalves muestra que el sufrimiento en la cría de cerdos (con animales enjaulados, con una vida monótona, incapaces de expresar sus capacidades naturales y sometidos sistemáticamente a malos tratos como la castración y el corte de cola) y la selección genética para que produzcan más carne en menos tiempo, aumentan su susceptibilidad a las enfermedades. Se han atribuido más de un millón de muertes a la resistencia a los antimicrobianos. Si no se hace nada para abordar el problema, para 2050 habrá diez millones de muertes al año a causa de este problema.
5.
La producción mundial actual de alimentos es suficiente para satisfacer las necesidades nutricionales humanas en 2050, siempre que haya una adaptación social radical., organizado por Berners-Lee, Kenelly, Watson, Hewitt, Lancaster, 2018.
Escrito por un grupo de investigadores de la Universidad de Lancaster, el trabajo confronta el prejuicio de que torturar animales es un mal necesario para que la humanidad tenga alimentos de calidad, desde un ángulo sorprendente. Contrariamente a una creencia generalizada, el horizonte de que la humanidad necesita y necesitará cada vez más proteínas no está respaldado por pruebas fiables. La humanidad tiene un consumo medio de proteínas de 81 gramos per cápita al día, frente a una necesidad metabólica que no supera los 50 gramos. Los únicos lugares del mundo donde hay déficit de proteínas son África, el sur del Sahara y algunas regiones asiáticas.
Este hallazgo es fundamental, ya que allana el camino para que el suministro mundial de carne se base en alimentos animales que no compitan con la alimentación humana. Esto es lo que permitirá que la oferta global de productos animales provenga de una economía circular, cuyo concepto central sea el bajo costo de oportunidad de lo que se ofrece para alimentar al ganado y sin que exista una obsesión destructiva por técnicas encaminadas a producir cantidades cada vez mayores. que va mucho más allá de las necesidades metabólicas para una vida sana.
La cría de ganado en pastos naturales bien gestionados (cuyos nutrientes los humanos no podemos digerir) es un ejemplo de esta economía circular. La base de la alimentación animal debe basarse en “sobrante ecológico”(restos ecológicos). La orientación es conciliar el bienestar animal, la satisfacción de las necesidades humanas y la regeneración de los tejidos ambientales que hasta ahora el crecimiento agrícola ha ido destruyendo.
*Ricardo Abramovay es profesor de la Cátedra Josué de Castro de la Facultad de Salud Pública de la USP. Autor, entre otros libros, de Infraestructura para el Desarrollo Sostenible (Elefante). Elhttps://amzn.to/3QcqWM3]
Publicado originalmente en el diario Nexo.
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