Sobre la esclavitud comercial moderna

Imagen: Taylen Lundequam
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por JOSÉ RICARDO FIGUEIREDO*

La génesis del capitalismo tiene que ver con la expansión del mercado mundial y las relaciones coloniales, pero nada de esto caracteriza al modo de producción capitalista.

Respondiendo a las críticas de Mário Maestri, expresadas en los artículos “La colonización de América en debate” y “En busca de un Brasil feudal perdido”, publicados en el sitio la tierra es redonda, presenta Ronald León Núñez, en el artículo “Sobre la dinámica de la colonización europea”, publicó en el mismo sitio web su perspectiva sobre la colonización de América, en la línea de los teóricos trotskistas Nahuel Moreno y George Novack. Esto brinda a una amplia audiencia la oportunidad de conocer sus argumentos en la forma sintética de un artículo.

Núñez define nuestro proceso de colonización como “esencialmente capitalista”. Inicialmente, se distingue de los teóricos de la dependencia, como André Gunder Frank, que caracterizan la colonización simplemente como “capitalista”. Para Núñez, esta concepción cometió el “error básico” de “confundir economía mercantil con un modo de producción capitalista”, “ignoró el problema de las relaciones de producción” y “distorsionó el concepto de capitalismo”. Así, Núñez se distinguiría de esos teóricos al reconocer el concepto marxista de relaciones de producción. Pero ¿por qué este concepto sería un “problema”?

Núñez comienza citando a Moreno, según quien “La colonización tiene objetivos capitalistas, obtener ganancias, pero se combina con relaciones de producción no capitalistas”. Esta formulación es estrictamente cierta, pero requiere dos advertencias.

Sin duda, la colonización tuvo objetivos capitalistas por parte del capital comercial, incluida la trata de esclavos. Haciendo abstracción de los aspectos sociales y culturales, y centrándonos en su objetivo de valorar el capital, se puede extender el adjetivo capitalista a los sesmeiros que invirtieron sus activos en la adquisición de esclavos y, en el caso del ingenio azucarero, también en las costosas instalaciones del ingenio. y en el salario de los empleados especializados.

Pero no todos los actores de la colonización buscaron ganancias del capital. La colonización implicó expansión territorial; Se concedieron nuevas tierras a los nobles, normalmente en reconocimiento a sus hazañas militares. Estos beneficiarios tenían derecho a la renta de la tierra, no a la ganancia capitalista correspondiente al capital invertido.

Para atraer a los indígenas fueron fundamentales el clero católico, los jesuitas y varias otras órdenes religiosas, cuyo objetivo era ideológico, religioso, pero cuya supervivencia también dependía de los ingresos, no del lucro.

Finalmente, incluso cuando los sesmeiros habían invertido capital inicialmente, una vez formada la empresa, ellos y sus herederos vivirían como rentistas, ya que los costos de mantenimiento eran, en general, bajos, especialmente porque el rebaño de esclavos se reproducía en parte.

Sin embargo, el tema central de la frase de Moreno es la combinación entre objetivos capitalistas y relaciones de producción no capitalistas. Con la salvedad anterior, esta combinación existía. La pregunta que surge es qué aspecto debe utilizarse para caracterizar el proceso de construcción de la sociedad colonial: los objetivos capitalistas de algunos de sus participantes o las relaciones de producción.

Al comentar la afirmación de Moreno, Núñez añade un argumento histórico sobre el proceso de colonización: “esta empresa europea, a pesar de apelar a una combinación desigual de diferentes relaciones de producción, con predominio de las precapitalistas, tuvo un significado histórico dictado por tendencias generales de la acumulación primitiva de capital en Europa”.

Lo que se considera “significado histórico” son las consecuencias futuras del desarrollo mercantil y la colonización, que fertilizarán el surgimiento del capitalismo en las condiciones europeas. La expresión es aceptable en este sentido de reconocimiento de las consecuencias del desarrollo mercantil moderno. Otra cosa es definir la sociedad colonial en Estados Unidos por su “sentido histórico”, por lo que sucederá en el futuro en otros lugares. ¡Este es un anacronismo explícito!

Mário Maestri tiene toda la razón al señalar el carácter teleológico del anacrónico argumento de Núñez. Las conciencias y acciones humanas se basan en las condiciones de su tiempo; Incluso cuando pensamos en el futuro, partimos de las condiciones y contradicciones del presente, para negarlas o mantenerlas. Por lo tanto, la expresión “sentido histórico”, tal como la usa Núñez, suena como si algo por encima de la conciencia y las acciones humanas ordenara el desarrollo histórico hacia algún propósito. Como Núñez no recurre a ninguna intervención divina o diabólica, este mandato histórico debió estar dado por el tan reiterado objetivo del beneficio, como si éste se hubiera manifestado en el mercantilismo y hubiera alcanzado, por sí solo, su plena realización en el capitalismo.

Así, Núñez reconoce la distinción entre capital mercantil y capitalismo, como un modo de producción capitalista, pero identifica mercantilismo con capitalismo a través de su “significado histórico”. Reconoce formalmente la conceptualización marxista, pero su anacronismo teleológico lo lleva al mismo resultado teórico que André Gunder Frank, “esencialmente”.

De hecho, la historiografía describe el mundo europeo medieval, luego los descubrimientos y el mercantilismo en el período moderno, y luego el nacimiento del capitalismo industrial en el período contemporáneo. Todo historiador de estas épocas tiende naturalmente a buscar relaciones entre épocas. Núñez y Frank son parte de una tendencia muy común de ver el mercantilismo como un período de transición del feudalismo al capitalismo, como una antesala del capitalismo que ya contenía su esencia.

La teleología sigue:

“La idea central es que la dinámica del colonialismo ibérico, más allá de las formas arcaicas presentes en la estructura y superestructura de los espacios colonizados, estuvo intrínsecamente ligada a la expansión del mercado mundial dominado por el capital comercial que, en última instancia, crearía las condiciones para la hegemonía del modo de producción capitalista”.

Así, “más allá” de las relaciones estructurales y superestructurales concretas, es decir, de la vida cotidiana y sus contradicciones objetivas en la Colonia, lo que importaría, para Núñez, serían las relaciones con el mercado mundial y la génesis del futuro modo de producción capitalista. Vemos cómo Núñez resuelve el “problema de las relaciones de producción”: reconoce el concepto, pero lo que considera relevante es lo que está “más allá” de él. Más de lo mismo en este otro pasaje:

“La cuestión fundamental es comprender cuál era el objetivo de la producción colonial –para qué fue organizada– y sacar todas las conclusiones, ya sea el régimen de orden o la esclavización de los pueblos indígenas y africanos, entre otras formas no capitalistas de explotación laboral. , estuvieran o no subordinadas al proceso de acumulación primitiva de capital controlado por las metrópolis”.

No. La colonización estuvo subordinada al proceso de extracción de plusvalía de la sociedad colonial por parte de la metrópoli, en el que participaron el capital mercantil, pero también la Corona, la nobleza y el clero. Las condiciones de algunos países europeos, inicialmente Holanda, luego Inglaterra y luego otros, permitieron el uso de parte de esta plusvalía como acumulación primitiva para el naciente modo de producción capitalista en esos países. Decir que la colonización estuvo subordinada al proceso de acumulación primitiva es repetir la teleología; Quienes traficaban con africanos, buscaban metales nobles o construían molinos pensaban en acumular para ellos y sus seres queridos, no para un futuro modo de producción.

Sobre esta abstracción de las condiciones concretas en favor del “más allá”, dice Núñez en respuesta a Maestri: “El problema no está en considerar 'lo concreto', sino en intentar transformar la parte en una totalidad, atribuyéndole (... ) 'una determinación fundamental'”. Núñez se aferra a esta categoría filosófica, la totalidad. “En este contexto histórico, las necesidades de este 'mercado internacional en expansión' (...) serán la totalidad que condicionará los elementos constitutivos de nuestras sociedades”.

Sostiene que “la totalidad condiciona las partes, y no al revés”. Es un postulado imprudente. Es válido, por ejemplo, cuando alguien muere después de un proceso de deterioro general de su salud, hasta afectar un órgano vital, pero no cuando alguien muere por falla de un órgano vital, en un cuerpo generalmente sano; en este caso la parte habrá condicionado el todo.

Debido a las relaciones familiares de la nobleza ibérica, Portugal perdió su autonomía frente a España tras la muerte de D. Sebastião en Alcácer-Quibir. Los Países Bajos, pioneros en el desarrollo del capitalismo manufacturero, aliado de Portugal pero enemigo de España, perdieron su acceso al mercado azucarero brasileño. En esta época, el mercado mundial estaba condicionado por una particularidad de la concepción feudal de las monarquías ibéricas. Los Países Bajos comenzaron a explorar el azúcar en las Antillas, pero también decidieron recuperar el mercado brasileño invadiendo el Nordeste. En ese momento, el mercado mundial afectó directamente a la sociedad colonial brasileña, “más allá” de las relaciones económicas locales.

En esa línea de totalidad, Núñez critica a los “modoproductivistas”, como Maestri, que “fija la mirada en un árbol, ciertamente frondoso, y pierde de vista el bosque”.

Resulta que la totalidad de Núñez es parcial. La totalidad condicionante de la sociedad colonial incluía a la clase mercantil de la metrópoli, pero también incluía a su nobleza, su clero, sus desheredados. Incluía, por otra parte, el tipo de organización social de las tribus americanas, su idoneidad o no para una u otra actividad económica. También incluía la existencia de un mercado de esclavos en África. Por tanto, el papel del desarrollo comercial en el período moderno en la génesis del capitalismo europeo no le confiere el carácter de “totalidad” o determinación absoluta.

Cuando nos centramos en la producción de azúcar o de ganado en la Colonia, la totalidad bajo consideración incluye amo y esclavo, o amo y peón. Al considerar esta producción como capitalista por el interés de ganancia que obtiene el amo a través de la participación en el mercado mundial, Núñez ignora al productor directo y toma como criterio absoluto el interés y la práctica de quien se apropia de la plusvalía. En última instancia, olvida la totalidad social en favor de un polo de su contradicción fundamental. Lo contrario del concepto de modo de producción, que se basa en las relaciones entre los polos, productor y propietario.

En toda su defensa de la caracterización capitalista, Núñez ignora formalmente, y efectivamente niega, la respuesta categórica que Marx da a esta pregunta, valorando los modos de producción. Resumo aquí párrafos muy conocidos, que cité en el artículo “En busca del concepto de modo de producción”, en esta revista. En el prefacio de Contribución a la crítica de la economía política, Marx afirma que la totalidad de las relaciones de producción “constituye la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se construye un edificio jurídico y político, y a la que corresponden ciertas formas de conciencia social”. Con base en este concepto, tipifica “los regímenes burgueses asiáticos, antiguos, feudales y modernos” como “épocas progresistas” del desarrollo humano. Cuando se trata de formas de renta de la tierra precapitalistas en La capital, Marx observa que “el secreto más oculto, la base oculta de toda construcción social” está en la “relación directa que existe entre los propietarios de los medios de producción y los productores directos”. En las secuencias de ambos párrafos, las relaciones de producción están históricamente vinculadas a la etapa de desarrollo de las fuerzas productivas, es decir, al modo de producción en el aspecto técnico. Marx era un “modoproductivista” incorregible.

Pero Núñez defiende su posición citando también a Engels y Marx. Al principio leemos:

“Para el Manifiesto, el mercado mundial capitalista y la explotación colonial constituían 'el elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición', allanando el camino – bajo la forma de 'exterminio, esclavización y subyugación de la población nativa en las minas' – para la hegemonía de la producción en Europa”.

Sí, la génesis del capitalismo tiene que ver con la expansión del mercado mundial y con las relaciones coloniales que implican la esclavitud y el sometimiento de la población nativa, pero nada de esto caracteriza al modo de producción capitalista.

En dos párrafos de Marx, relacionados con la esclavitud comercial moderna, se reconoce un aspecto capitalista en la esclavitud comercial. Desde el Teorías del valor, cita a Núñez:

“En el segundo tipo de colonias –las grandes explotaciones (plantaciones) – destinada desde el principio a la especulación comercial y con una producción dirigida al mercado mundial, hay producción capitalista, aunque sólo formalmente, ya que la esclavitud negra excluye a los asalariados libres, por lo tanto el fundamento de la producción capitalista. Pero quienes llevan a cabo la trata de esclavos son capitalistas. El modo de producción que introducen no proviene de la esclavitud, sino que está injertado en ella. En este caso, capitalista y propietario de la tierra son la misma persona”.

Por lo tanto, la producción comercial de esclavos sería “sólo formalmente” capitalista, porque “el fundamento de la producción capitalista”, “el trabajador asalariado libre”, estaba excluido. Se reafirma claramente la centralidad de las relaciones de producción. El término “formalmente” posiblemente se refiere a la forma de realizar la plusvalía como apreciación del capital.

Pero Núñez ve en Marx lo que quiere ver. De esa frase concluye que Marx “afirma que el sistema de producción no es 'esclavitud', sino que la esclavitud está 'injertada' en un todo más amplio".

Ahora bien, en ningún momento Marx dice que el sistema de producción no está basado en la esclavitud, ni dice que la esclavitud está injertada en cualquier parte. Sí dice que “el modo de producción que introducen no proviene de la esclavitud, sino que está injertado en ella”, es decir, está injertado en la esclavitud. Marx ciertamente se refiere al modo de producción en el sentido técnico de la expresión; La obtención de azúcar a partir de la caña de azúcar, por ejemplo, implicaba una técnica medieval europea, es decir, era un modo de producción que provenía del feudalismo y estaba injertado en la esclavitud. Para Marx, atento a la relación histórica entre las relaciones de producción y la etapa de desarrollo de las fuerzas productivas, este tipo de “injerto” de un modo técnico de producción entre diferentes relaciones de producción ciertamente llamaría la atención.

Espalda planos, cita a Núñez:

“Que ahora no sólo llamemos capitalistas a los propietarios de plantaciones en Estados Unidos, sino que en realidad lo sean, se basa en el hecho de que existen como una anomalía dentro de un mercado mundial basado en el trabajo libre”.

Aquí, la terminología y las prácticas capitalistas, tal como son dominantes en el mercado mundial, serían transferidas a modos anómalos. Pero este carácter capitalista viene después de un “si” condicional.

Pero de este párrafo, Núñez concluye: “queda claro que él (Marx) no concibe la esclavitud moderna como algo en sí misma, sino como una parte anómala de un movimiento general de transición al capitalismo”. Nuevamente Núñez lee en Marx lo que le gustaría leer. En primer lugar, la frase de Marx no trata de ningún movimiento de transición general, sino sólo de un momento, contemporáneo a lo que Marx estaba escribiendo, en el que el modo de producción capitalista dominante en el mercado mundial coexistía con la esclavitud. En segundo lugar, Marx aborda específicamente la esclavitud “en sí misma”, tanto antigua como moderna, en otros pasajes. En el artículo "La formación histórica de Brasil en debate”, transcribo párrafos de Marx comparando la esclavitud en el Sur de EE.UU. con el trabajo asalariado en el Norte; la comparación no los presenta como partes de algún movimiento de transición general, sino como relaciones laborales antagónicas.

Os planos e Teorías de la plusvalía Son manuscritos económicos fechados entre 1857 y 1863, que fueron publicados póstumamente. Con respecto a las dos citas de Marx repetidas anteriormente, una observación del Prof. João Quartim de Moraes: hay una diferencia ontológica entre las obras que un autor decidió publicar en vida y aquellas que no publicó. De todos modos, la designación capitalista de producción o propietario aparece en ambas citas acompañada de elipses, mientras que la centralidad del modo de producción se reafirma, en ambos casos, de diferentes maneras.

Vale la pena traer al debate párrafos del capítulo “Consideraciones históricas sobre el capital comercial” de La capital, en el que Marx trata el tema de forma detallada y específica. El primer párrafo expresa una consideración general:

“El desarrollo del comercio y del capital comercial en todas partes impulsa la producción hacia el valor de cambio, aumenta su volumen, la diversifica y cosmopolitiza, desarrolla el dinero, convirtiéndolo en dinero mundial. Por lo tanto, el comercio actúa en todas partes como un disolvente para las organizaciones de producción preexistentes que, en todas sus diferentes formas, se centran principalmente en el valor de uso. Sin embargo, en qué medida provoca la disolución del antiguo modo de producción depende, inicialmente, de su solidez y articulación interna. Y a dónde conduce este proceso de disolución, es decir, qué nuevo modo de producción reemplaza al antiguo, no depende del comercio, sino del carácter del antiguo modo de producción”.

El texto de Núñez recuerda mucho a la primera parte de este párrafo, pero ignora por completo la parte final, en la que Marx reitera su “modoproductivismo”.

Para ejemplificar su formulación, Marx se centra inicialmente en el desarrollo del modo de producción, en el sentido técnico, en la Antigüedad:

“La antigua Roma, ya en el período republicano tardío, desarrolló el capital comercial a un nivel mayor que el que jamás había alcanzado en el mundo antiguo, sin ningún progreso en el desarrollo de la artesanía; mientras que en Corinto y otras ciudades griegas de Europa y Asia Menor una artesanía desarrollada acompaña el desarrollo del comercio”.

Finalmente, un párrafo en el que Marx se refiere específicamente al mercantilismo moderno:

“No hay duda –y precisamente este hecho generó concepciones completamente falsas– de que, en los siglos XVI y XVII, las grandes revoluciones que se produjeron en el comercio con los descubrimientos geográficos, y que rápidamente incrementaron el desarrollo del capital comercial, constituyeron un momento principal. en promover la transición del modo de producción feudal al capitalista (…). Sin embargo, el modo de producción capitalista se desarrolló en su primer período, el período manufacturero, sólo cuando las condiciones para ello se habían generado durante la Edad Media. Compárese, por ejemplo, los Países Bajos con Portugal”.

Tenemos luego la opinión de Marx sobre las teorías que vinculan muy directa y ligeramente el mercantilismo con el capitalismo: son “concepciones completamente falsas”.

*José Ricardo Figueiredo Es profesor jubilado de la Facultad de Ingeniería Mecánica de la Unicamp. Autor de Formas de ver la producción en Brasil (Autores asociados\EDUC). Elhttps://amzn.to/40FsVgH]


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