por ANTONIO SIMPLICIO DE ALMEIDA NETO*
Los escombros se iban acumulando en el anfiteatro del colegio, montañas de escombros, basura esparcida por el patio y las aulas, restos de comida y papel por el suelo, baños fétidos, moscas moscas...
La mesa apenas se balanceaba sobre los escombros. Mesa y sillas de plástico, mantel blanco sucio, jarrón con flores artificiales, pancarta rota con el nombre del evento: “A la mierda la experiencia educativa pasada.: esperanza de futuros para construir el mañana”. Seria un vivir con transmisión simultánea en las principales redes sociales, muchos me gusta, pero nadie lo vio, nadie lo sabe, nadie lo siguió.
El distinguido invitado era una subcelebridad académica retirada de algún subcampo, que ahora trabajaba en una fundación privada, gestión de subproyectos, algo así..., nariz respingona, fosas nasales dilatadas, aire recto, habla calculadamente afectada, gestos mesurados. . El mediador – un joven entrenador Neófito, pero pretencioso: se suponía que debía impresionar con su chaqueta de lana Riachuelo, jeans, calcetines blancos y zapatillas de deporte.
Discutían cualquier tema con la soltura de un prestidigitador: educación pública, iniciativa privada y privatización, aprendizaje basado en juegos, ONG y OSCIP, docentes, nuevas tecnologías, educaxs, habilidades, realimentación 360º y 180º, habilidades, ética, didáctica, derechos y objetivos de aprendizaje, emprendimiento, valores, conciencia histórica, ciudadanía virtual, formación a distancia , áreas de conocimiento, BNCC, fundamentos, conceptos mínimos, educación a distancia, b-aprendizaje, aprendizaje esencial, NEM, proyecto de vida, Ciencias Humanas y Sociales Aplicadas, plataforma de la educación, compromiso, metodologías activas, Aula invertida, resistir desde dentro, educación disruptiva, ventana de oportunidades, enseñanza híbrida, aprendizaje fabricante, empoderamiento. La lista de temas y posibilidades era interminable y ellos… muy poderosos y descoloniales.
Los escombros amontonados en el anfiteatro del colegio, montañas de escombros, basura esparcida por el patio y las aulas, restos de comida y papel en el suelo, baños fétidos, moscardas volando sobre nuestras cabezas, un olor nauseabundo a carroña y comida en mal estado, un cadáver (podría ¿Será historiador, profesor de historia?) yacían olvidados en el fondo del auditorio, fragmentos de explosión por todas partes, agua putrefacta y orina acumulada, enormes grietas en las paredes, todo olía a mierda, colecciones de libros de texto antiguos: São Paulo tiene una escuela: descoloridas, paquetes de libros de texto todavía plastificados y mohosos, restos de la cultura escolar apilados en la mesa improvisada con una pizarra digital interactiva sobre pupitres oxidados, botes de basura con emoji gente mugrienta sonriendo, murmullos-murmullos-gorgoteos, muebles grasientos, fragmentos de utopía neoliberal, proyector multimedia desenfocado, techo parcialmente desalojado, la débil luz entraba por las ventanas de los pocos cristales sucios e intactos, ruinas por todas partes, ratas oportunistas circulaban en busca de migajas y pequeñas oportunidades.
“¿No les parece un debate bizantino?”, dijo levantándose el cadáver, por cierto el único inscrito en el taller.
*Antonio Simplicio de Almeida Neto es profesor del Departamento de Historia de la Universidad Federal de São Paulo (UNIFESP). Autor, entre otros libros, de Representaciones utópicas en la enseñanza de la historia. (Ed. Unifesp) [https://amzn.to/4bYIdly]
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