por JOÃO LANARI BO*
Comentario sobre la película dirigida por Alexandros Avranas, ahora en cines.
“Mi existencia se convirtió enteramente en la de una persona ausente que, en cada acto que realizaba, producía el mismo acto y no lo realizaba. (Mauricio Blanchot).
1.
Pocas películas tendrán las mismas raíces en la realidad que Síndrome de apatía, completado en 2024 por Alexandros Avranas, se muestra desde el primer minuto. Una situación absolutamente plausible, en el sentido etimológico de la palabra: «plausible» proviene del latín «verosimilitud”, que significa “similar a la verdad” o “que tiene la apariencia de la verdad”. Esta palabra se forma con la combinación de “verus” (verdadero) y “similares" (similar). "Verus" es la circunstancia sociohistórica que inspira la narrativa, y "similares” es el lenguaje audiovisual que lo expresa.
Se trata, por tanto, de un estudio científico de un lenguaje, en este caso cinematográfico: una película filológica. La trama es concisa y objetiva: una pareja rusa de refugiados políticos —punto de partida de la verosimilitud— emigra a Suecia con dos hijas en edad escolar y su solicitud de asilo es rechazada.
En la Rusia de Vladimir Putin, especialmente tras la invasión de Ucrania, esto no es un hecho excepcional: se estima que un millón de rusos han abandonado el país, con diversos destinos, incluyendo migrantes económicos, objetores de conciencia y refugiados políticos. Cineastas, artistas, periodistas, pero también empresarios y jóvenes se han marchado, escapando de la movilización militar, especialmente la de septiembre de 2022.
Como en cualquier proceso migratorio, algunas personas se van, regresan y vuelven a irse. Siempre a merced de la volatilidad de las condiciones políticas, cada situación particular puede ser un gran drama para las familias involucradas. La extrema politización del asunto por parte del gobierno de Donald Trump es un ejemplo patético del trato que reciben los migrantes que intentan ganarse la vida en Estados Unidos.
El enfoque de Síndrome de apatíaPero lo que sí es cierto es el rechazo frío, irritante e inhumano de la solicitud de asilo del profesor Sergei y su familia, que crea una atmósfera kafkiana grotesca y dolorosa en un país que antaño se consideraba acogedor para los inmigrantes: Suecia.
El término «kafkiano» se ha incorporado al vocabulario popular para describir atmósferas caracterizadas por el absurdo, la alienación, la angustia existencial, la burocracia omnipresente y una sensación de impotencia ante fuerzas inexplicables. Muy pocos escritores han logrado esta hazaña: que su nombre se use como adjetivo e incorpore a las lenguas habladas.
2.
La dirección de actores, la escenografía y el encuadre de Alexandros Avranas convergen hacia esta percepción opresiva, que hoy se definiría como distópica: un (casi) futuro en el que las solicitudes de asilo son rechazadas por razones que nunca se aclaran, pero siempre omnipresentes.
No se trata de una mera ficción, a pesar de las apariencias: el contexto traumático expuesto en Síndrome de apatía Lamentablemente, esto tiene serias consecuencias en la realidad. El miedo a la violencia y la represión que se deja atrás, la falta de explicaciones convincentes para la denegación del asilo y la incertidumbre sobre el futuro en el nuevo país terminan generando una inevitable ansiedad en los padres.
Las niñas –Katia y Alina– somatizan como pueden, se encierran y se disocian de la realidad, entrando en coma.
Se nos dice que Sergei huyó de Rusia tras una brutal redada de los servicios de seguridad, llevándose consigo a su esposa Natalia y a sus dos hijas pequeñas. La mera amenaza de deportación a su país de origen equivale a una sentencia de muerte.
Una situación plausible, que desencadena una reacción en cadena y saca a la luz el misterioso y desconocido “síndrome de resignación”, que afecta con frecuencia a los niños refugiados en Suecia.
La imagen es asombrosa: según BBC, El "Síndrome de la Resignación" fue reportado por primera vez por las autoridades suecas en la década de 1990. Solo entre 2003 y 05, se registraron más de 400 casos. Los llamados "niños apáticos" se han convertido en un tema político en medio del creciente debate sobre las consecuencias de la inmigración en Suecia, un país donde, según el censo de 2010, casi el 15% de la población es inmigrante.
Durante la última década, el número de niños afectados por este síndrome ha disminuido. El Ministerio de Salud sueco informó recientemente que se registraron 169 casos en el bienio 2015-16.
Franz Kafka y sus imágenes absurdamente realistas parecen haber arraigado en la psique humana. Los niños se encierran en sí mismos, desconectando las partes conscientes de su cerebro. Esta vulnerabilidad es particularmente evidente en quienes han experimentado episodios de violencia extrema o cuyas familias han huido de entornos peligrosos. Algunos estudios sugieren que se trata de un fenómeno psicocultural: una forma en que los hijos e hijas de inmigrantes expresan su trauma.
Una ausencia presente, una presencia ausente. No hay protesta más contundente.
*João Lanari Bo Es profesor de cine en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Brasilia (UnB). Autor, entre otros libros, de Cine para rusos, cine para soviéticos (Bazar del tiempo) [https://amzn.to/45rHa9F]
referencia
Síndrome de apatía (Vida tranquila).
Grecia/Suecia, 2004, 100 minutos.
Dirigida por: Alexandros Avranas
Reparto: Chulpan Khamatova, Lisa Loven Kongsli, Johannes Bah Kuhnke.
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