por JOSÉ RAIMUNDO TRINDADE*
Romper con el capitalismo es la única condición de la vitalidad humana
Llegamos a estos tiempos en una configuración social y tecnológica diferente. 2023 es una marca de la vida intensa y continua de la interacción entre lo existencial y la disolución de la vida cotidiana. Nada está tranquilo, contrariamente a las apariencias, la ansiedad parece imposible para quien sabe que “media palabra es suficiente para un buen conocedor”. Por cierto, el Carnaval es un excelente momento para tomar nota de nuestros límites temporales y pensar en salidas a los enormes valles históricos.
Brasil es el mejor ejemplo de una forma líquida, como pensaba Zygmunt Bauman, validada y coordinada desde una disputa por el poder y la serenidad que representa la villanía de una sociedad mutilada por la violencia de pueblos sometidos y sumisos. El centro de la disputa social en el mundo se resuelve en siete tesis, las resumiremos y su desarrollo será más adelante, junto con otros siete textos:
(i) El liberalismo económico condiciona el capitalismo desde hace cuarenta años, integrando la lógica social reproductiva con la pérdida total de las bases físicas reproductivas humanas, la disociación entre lo humano social y lo humano cognitivo.
El último momento social en el que el salvaje y fútil liberalismo se convirtió en la forma gloriosa en el poder de los imperios tuvimos dos guerras que pudieron acabar con la humanidad, será si llegamos a un nuevo punto de inflexión, como decía Karl Polanyi, un hermoso pensamiento liberal, de la impotencia de la existencia civilizatoria, el problema es que ahora es muy difícil sobrevivir al invierno atómico.
(ii) El mundo deja de ser una versión creativa de todos nosotros y surge una percepción de la imaginación destructiva de nuestras técnicas sensitivas, la imaginación humana se constituye por un conjunto de tecnologías que minimizan la construcción histórica y valoran la instantánea, digamos si es así , profundiza la percepción marxista de que el capitalismo establece que “todo lo sólido se desvanece en el aire”.
Profundicemos en esta percepción de los jóvenes Marx y Engels. Los límites de la sociedad actual, llamada modernidad, integran dos formalidades: el contrato continuo y la circulación mercantil. El contrato se firma institucionalmente y en base a un fetichismo de la igualdad entre los individuos. En la ideología alemana, Marx ya había puesto en evidencia cómo la mercancía se convierte en la forma social más fantástica, al producir una fantasía de aceptación ideológica de la desigualdad social, algo más perfeccionado que la creencia religiosa.
Es en este sentido central que el capitalismo se convierte en la mayor creencia religiosa, algo que deja al desnudo a los profetas del capital, desde Joseph Schumpeter hasta John Maynard Keynes, por mucho que quisieran acusar al viejo Marx de cualquier profetismo religioso, pero fueron ellos y sus discípulos que construyeron la fe en el capital y el infame mundo de los adinerados.
(iii) Como parte de esta pérdida de la cognición humana, tenemos un dominio cada vez mayor de la tecnología sobre el ego humano. Poco a poco, la angustia existencial se afianza y toda la creación humana se convierte en parte de un mecanismo sin espíritu. Llegamos así al punto en que la reproducción social queda invalidada por el valor máximo de la técnica, con los humanos pugnando por existir y atribuyéndose las máximas ganancias a los desconocidos señores del mercado en forma de controladores de las bolsas de valores o compradores de títulos de deuda estatal. -propiedad.
(iv) La lógica social camina muy cerca de lo que Karl Polanyi llamó el “molino satánico”, una condición muy específica de la interacción entre desarrollo social y barbarie, característica de muchos momentos del capitalismo. Se puede decir que actores del pensamiento burgués, como John Maynard Keynes y Joseph Schumpeter, representaron la protección ideológica de este sistema, pensando siempre en una especie de eternidad sistémica: algo figurativo del mundo destructivo y creativo que es el capitalismo.
Los elementos destructivos de este sistema son muy fuertes, ambientalmente es una condición de completa volatilidad, exige cada vez más transgresiones a la naturaleza, sometiendo la máxima relación de la vida social al mínimo de la proposición biológica existencial, algo que integra nuestra capacidad continua violar el mundo sensible.
(v) Nuestra quinta tesis trata sobre la desinformación progresiva, qué es, la percepción de la construcción humana fue la constante o creciente humanización de la naturaleza y la perspectiva de nuevos proyectos, algo tan necesario hasta para el límite de la interacción humana, todo requiere proyectos y a lo sumo un plan social que sugiere nuestros tiempos efímeros y un pensamiento estratégico a largo plazo.
(vi) El tiempo risible se ha convertido en el máximo, ya nada será posible, sólo la vigencia de la instantaneidad de las Ideas, las ideas mínimas. En la actualidad, por desgracia, la humanidad se ha reducido a la no lectura ya la forma más oblicua de leer los mensajes, volvemos a los tiempos de la chapuza y, peor aún, a una sociedad dominada por tecnologías mecanicistas. Así, ya estamos dominados no por las inteligencias artificiales, sino por el tonto mecanismo robótico del mismísimo mundo financiero.
(vii) Finalmente, la última tesis se refiere a la dificultad biológica. Hasta ahora hemos sido seres de construcción biótica, con doble interacción: orgánica e interactiva. De algún momento, en pleno siglo XXI, tuvimos una nueva condicionalidad, totalmente inorgánica y sólo parcialmente interna al cuerpo humano, algo que se profundiza y se destina al fluir de una humanidad externa.
En general, las tesis planteadas no resuelven la profundidad de los problemas planteados, si habrá continuidad de la humanidad, e incluso la cuestión de los límites de la existencia social, pero tenemos que resolver estos elementos, incluso para mantener nuestra existencia mínima. . Romper con el capitalismo es la única condición para la vitalidad humana, no hay forma de que podamos mantener nuestra existencia si mantenemos esta forma vampírica de existencia. El tiempo que podamos existir como civilización depende de romper con el capitalismo y construir una nueva condición sociológica humana.
*José Raimundo Trinidad Es profesor del Instituto de Ciencias Sociales Aplicadas de la UFPA. Autor, entre otros libros, de Crítica de la economía política de la deuda pública y del sistema de crédito capitalista: un enfoque marxista (CRV).
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