Siete claves de las elecciones argentinas

Imagen: Guarida de Arce
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por MARIANO SCHUSTER & PABLO STEFANONI*

¿La victoria de Javier Milei conducirá a un cambio cultural en el país acorde con su ideología ultracapitalista? ¿Puede transformar el apoyo electoral en poder institucional efectivo?

1.

Javier Milei, un hombre sin experiencia política, conocido por sus virulentos discursos antikeynesianos y su desprecio por la “casta” política, expresó, en las elecciones argentinas, una especie de motín electoral antiprogresista. Este proceso ciertamente tiene particularidades locales, pero expresa un fenómeno más amplio que trasciende el país que acaba de elegirlo. Si los fundamentos económicos pueden encontrarse en las razones del inconformismo que llevó a parte de la ciudadanía a votar por Javier Milei, en muchos casos, la expansión del libertarismo también está ligada a un fenómeno global de surgimiento de discursos alternativos de derecha. antistatus quo que capturan el malestar social y el rechazo de las elites políticas y culturales. Y la base para la expansión del derecho no siempre es económica.

La extrema derecha construye divisiones basadas en realidades locales y crece en países con altos niveles de prosperidad. Javier Milei incorporó muchos de los discursos de estos derechistas radicales globales, a menudo en una forma mal digerida, como el que postula que el cambio climático es una invención del socialismo o el “marxismo cultural”, o el que señala que vivimos bajo una especie de neototalitarismo progresista.

En gran medida, el fenómeno Javier Milei creció desde abajo hacia arriba y durante mucho tiempo salió del foco de los politólogos –y de las propias elites políticas y económicas– y logró teñir el descontento social con una ideología “paleolibertaria” sin tradición alguna. en Argentina (la oferta creó su propia demanda). Su Slogans “La casta tiene miedo” o “Viva la libertad, carajo” se mezclaban con una estética rockera que alejaba a Javier Milei de la rigidez de los viejos liberal-conservadores.

Su discurso estuvo conectado con un espíritu de “deja ir a todos" (que se vayan todos), hasta el punto que logró transformar este eslogan, lanzado en 2001 contra la hegemonía neoliberal, en el grito de batalla de la nueva derecha.

2.

Economista matemático, originalmente defensor del liberalismo convencional, Javier Milei se convirtió, hacia 2013, a las ideas de la escuela austriaca de economía en su versión más radical: la del estadounidense Murray Rothbard. El crecimiento político de Javier Milei estuvo impulsado por su estilo extravagante, su discurso obsceno contra la “casta” política y un conjunto de ideas ultrarradicales identificadas con el anarcocapitalismo y desconfiadas de la democracia.

Desde 2016, principalmente a través de apariciones en televisión, presentaciones de libros, videos de YouTube o clases públicas en parques, Javier Milei ha logrado generar una fuerte atracción entre innumerables jóvenes, quienes comenzaron a leer diferentes autores libertarios y se convirtieron en su primera base de apoyo. Tras su salto a la política en 2021, al ingresar a la Cámara de Diputados obtuvo un apoyo socialmente transversal, que incluyó a los barrios populares. Luego su discurso, que parecía provenir de La rebelión de Atlas, de Ayn Rand, relacionado con el emprendimiento popular y la ambivalencia –a veces radical– de estos sectores en relación con el Estado. La pandemia y las medidas de confinamiento estatal también han alimentado varias de las dinámicas pro “libertad” que encarna Javier Milei.

3.

El apoyo de Mauricio Macri, expresidente entre 2015 y 2019 y líder del “ala dura” de la coalición Juntos por el Cambio, fue decisivo para permitir a Javier Milei acercarse con posibilidades a la segunda vuelta. Con el apoyo de Mauricio Macri y Patricia Bullrich (que habían quedado relegadas al tercer lugar en la primera vuelta electoral), el discurso anticastas de Javier Milei –que parecía tener un techo del 30% de los votos- se convirtió en el de “kirchnerismo o libertad”, que era el lema de Patricia Bullrich.

Su estrategia, a partir de entonces, fue expresar el voto antikirchnerista. A partir de esa base se hizo fuerte para enfrentar al peronismo. Pero al mismo tiempo, Javier Milei se volvió enormemente dependiente de Mauricio Macri. Este último vio en la falta de estructura y equipamiento de Javier Milei la posibilidad de recuperar el poder tras el fracaso de su gobierno: el macrismo no sólo dará marcos al naciente milismo, sino que éste dependerá de los legisladores de Macri para lograr una mínima gobernabilidad.

4.

Tras la primera vuelta, Javier Milei dejó de lado sus proclamas más radicales de privatización total del Estado, que chocaban con las sensibilidades igualitarias y pro-servicios públicos de gran parte del electorado. Este domingo, el candidato de La libertad avanza Logró resultados impresionantes en la estratégica provincia de Buenos Aires, donde estaba a poco más de un punto del peronismo. El caso de Buenos Aires es, además, sintomático: durante años el peronismo se propuso mantener allí su bastión político-espiritual.

El hecho de que la diferencia fuera pequeña exige una reconsideración del poder territorial histórico del peronismo en la provincia –que en 2015 ya había sido desafiada por el macrismo– y, sobre todo, en sus zonas más empobrecidas. Javier Milei también arrasó en zonas del centro productivo del país como Córdoba, Santa Fé y Mendoza, pero también ganó en casi todas las provincias argentinas. La gran pregunta es qué queda ahora de su programa más radical, incluida la dolarización de la economía, que nunca terminó de explicar, o el cierre del Banco Central.

5.

Javier Milei logró revertir a su favor su derrota en el debate presidencial. Ese día, Sergio Massa lo derrotó casi por nocaut. Era el hombre que conocía el Estado a la perfección, que sabía qué cámara mirar y que “no tenía balas que le pudieran dar” a pesar de ser Ministro de Economía con una inflación anual superior al 140%. Frente a él estaba un Javier Milei casi abatido, sin capacidad de polemista –lejos de su particular carisma en los mítines electorales, en los que aparecía con una motosierra y pedía “patear el trasero de los políticos empobrecedores”.

Pero resultó que la victoria de Sergio Massa fue una victoria pírrica. Además de aparecer como un ministro de Economía que sólo “fingía estar loco”, representaba como nadie el tipo de político hiperprofesional rechazado por gran parte del electorado. En la campaña, Sergio Massa incorporó una suerte de frente de “castas”, con el apoyo más o menos explícito de dirigentes de la Unión Cívica Radical (UCR) y sectores moderados de centroderecha, como el intendente saliente de Buenos Aires, Horacio Rodríguez. Javier Milei finalmente logró convertir el “trolling” antiprogresista en un proyecto presidencial.

Después de su victoria el 19 de noviembre, una multitud salió espontáneamente a la calle, como si se tratara de una victoria futbolística. El voto a Javier Milei combinó un voto airado con un nuevo tipo de esperanza, asociado a un discurso de fuerte carga utópica y mesiánica y a algunas proclamas reaccionarias: Javier Milei se presentó, comparándose incluso con el propio Moisés, como un libertador de " estatismo” y “decadencia”. En apenas dos años dejó de ser una especie de Joker, que llamaba a la rebelión en Gotham City, para convertirse en un nuevo presidente inesperado. La estrategia de Javier Milei fue un torbellino, muchas veces errática, desordenada, pero eficaz y unificadora de la agitación. “La gente pagó con su voto para entrar a un nuevo programa con Javier Milei como protagonista”, escribió el analista Mario Riorda en un post de X.

La gran pregunta en este momento es cómo aterrizará esta utopía en un programa de gobierno. ¿Será algo más que el “macrismo 2.0”? Ya está previsto que su despacho sea una asamblea entre milleístas y macristas, con un papel central para Patricia Bullrich. También habrá que entender el papel de la vicepresidenta Victoria Villarruel, una abogada asociada a la derecha radical, incluidos ex soldados de la dictadura, y a la que menciona la italiana Giorgia Meloni.

6.

La progresiva “micromilitancia” de los últimos días –gente corriente interviniendo en el transporte público y otros espacios masivos– no fue suficiente para revertir una ola que fue más poderosa de lo esperado. Esta micromilitancia, que enfatizó el negacionismo de Javier Milei –respecto de los crímenes de la última dictadura, pero también del cambio climático– y sus propuestas contra la justicia social (que considera un engendro), buscó ser una voz de alerta.

Pero no explicaron por qué el proyecto de Sergio Massa podría ser atractivo, sólo que era necesario un voto de barrera para evitar la pérdida de derechos. Muchas de estas micromilitancias progresistas acabaron apelando a una defensa del sistema político (encarnado en la propuesta de “unidad nacional” de Sergio Massa), contra el que el propio Javier Milei había montado su discurso “contra las castas”. Por otro lado, en lugar de resaltar las cualidades del candidato peronista (en las que muchas veces no creían), la micromilitancia advirtió sobre el peligro “fascista” de su oponente.

El propio debilitamiento del kirchnerismo significó que estos discursos fueran a menudo inaudibles o percibidos como sermones para una parte de la población decidida a votar por “lo nuevo”, incluso cuando lo nuevo podía, de hecho, ser un salto al vacío. A esto se suma el hecho de que el milismo tiene sus propios micromilitantes, muchos de ellos digitales.

El resultado electoral terminó siendo casi un calco de la elección de Jair Bolsonaro contra Fernando Haddad en 2018. El “miedo” que instaló la campaña de Sergio Massa se enfrentó al “fatiga” de la campaña de Javier Milei. El progresismo argentino enfrenta ahora un equilibrio en estos años; a la necesidad de su reinvención en un nuevo contexto político-cultural: una potencial ola reaccionaria. “Estas elecciones no representan sólo una derrota del kirchnerismo, de unión por la patria o el peronismo en general. Sobre todo, son una derrota para la izquierda. Una derrota política, social y cultural de la izquierda, de sus valores, de sus tradiciones, de sus derechos conquistados, de su credibilidad”, escribió el historiador Horacio Tarcus.

7.

¿La victoria de Javier Milei conducirá a un cambio cultural en el país acorde con su ideología ultracapitalista? ¿Puede transformar el apoyo electoral en poder institucional efectivo? ¿Esta nueva derecha, producto de la asamblea de libertarios y macristas, podrá gobernar “con normalidad”?

Si Milei le dio la sorpresa a Juntos por el CambioSin embargo, dependía de Mauricio Macri y Patricia Bullrich para obtener votos para la segunda vuelta. Javier Milei ganó la presidencia; Mauricio Macri ganó poder político. ¿Podrá hacer el ajuste radical que prometió? ¿Cuán fuerte será la resistencia –desde sindicatos y movimientos sociales– contra un gobierno que será muy derechista de Mauricio Macri (2015-2019) y que promete una terapia de choque? ¿Podrá Javier Milei construir una base social que apoye sus reformas?

Pasadas las 22:19 horas del domingo XNUMX de noviembre, el presidente electo recuperó el tono de la barricada e hizo historia frente a sus seguidores. Allí se presentó como el “primer presidente liberal-libertario de la historia de la humanidad”, se refirió al liberalismo del siglo XIX y repitió que en su proyecto no hay lugar “para los tibios”. Sus seguidores respondieron coreando “Que se vayan todos, que no quede nadie solo..

*Mariano Schuster. es un periodista.

*Pablo Stefanoni Es profesor de historia en la Universidad Nacional de San Martín. Autor, entre otros, de libros, ¿La rebelión se ha vuelto de derechas? (Editorial Unicamp).

Publicado originalmente en la revista nueva sociedad.


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