¡Senadores, llamen a los comandantes!

Blanca Alaníz, Serie Ciudad y Comercio, Fotografía digital, Ciudad de México, 2019.
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por MANUEL DOMINGO NETO*

Pazuello y sus coroneles-compañeros fueron a cumplir una misión asignada por una jerarquía superior en el Ministerio de Salud

El general Pazuello no ocupó el Ministerio de Salud por recomendación de una corriente política. No fue nombrado por afinidades con la carpeta. Ni siquiera fue elegido por el Presidente, quien, dicho sea de paso, debe su cargo al apoyo brindado por las corporaciones militares, en particular el comandante del Ejército, como se reconoce públicamente.

Pazuello y sus coroneles-compañeros fueron a cumplir una misión asignada por la jerarquía superior. Quizás el único momento en el que el exministro habló con la justicia fue cuando explicó el motivo de su renuncia: “misión cumplida”.

Si la misión resultó en tragedia, que los senadores no liberen la cadena jerárquica. El hombre vestía una chaqueta, pero aún era un general en servicio activo que estaba absolutamente restringido por sus superiores.

Retuve lo que escuché al comienzo de la tragedia: Pazuello sería el tipo indicado para tomar lo que sea necesario en la forma correcta y en el momento correcto; era bueno en logística; se definiría la política del ministerio, careciendo de intendente; Enfrentar una pandemia sería gestionar una crisis, y necesitas a alguien que sepa enviar...

Algunos quieren la responsabilidad del Ministro General; otros, el de su comandante en jefe, el Presidente.

¿Qué pasa con los mandos militares que eligieron a Pazuello y su equipo de oficiales en servicio activo que ocuparon el Ministerio de Salud?

El general Pujol firmó la liberación de estos hombres. Además, bajo su mando, la Corporación producía grandes cantidades de medicamentos ineficaces, derrochando recursos públicos.

Para evitar preguntas incómodas, Pazuello diría: no es mi responsabilidad; no me correspondía a mí interferir en el caso; esto es un problema del cuerpo técnico; No tengo que considerar las órdenes emitidas a través de las redes sociales… Sonaba como un asistente remoto de una empresa: “el sistema no reconoce su pregunta”. Desapareció el general, quedó el burócrata obtuso.

No sentí pena por Pazuello cuando una mujer lo llamó mentiroso. Y me irrité cuando el senador que dirigía las obras le pidió a su colega que se calmara. Nadie exigió calma de los otros senadores justificadamente emocionados.

Pero, en realidad, mi curiosidad se centró en las reacciones del casino, como se llama el restaurante de los oficiales. (La tropa se alimenta en el “rancho”).

Si a los cuarteles les cuesta ver desmantelar a un general frente a los políticos, ¡imagínense si la acusación de no decir la verdad viniera de una mujer!

Sigo esperando que el Senado, intimidado, no se pierda por cobardía. Pazuello no es un actor aislado en la macabra trama que mató a miles de hombres y mujeres.

El militar es un servidor público muy bien pagado por la sociedad. Que la sociedad, representada por los parlamentarios, cubra sus responsabilidades y lo devuelva a sus funciones institucionales.

*Manuel Domingos Neto es profesor retirado de la UFC/UFF, expresidente de la Asociación Brasileña de Estudios de Defensa (ABED) y exvicepresidente del CNPq.

 

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