Sin miedo a los cuarteles

Imagen: Cottombro
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por GILBERTO MARINGONI*

El presidente colombiano avanzó sobre instituciones consideradas intocables en América Latina

“Debatimos mucho el tema de la seguridad pública durante la campaña electoral. Su concepto tiene que cambiar”. Mañana soleada del viernes 19 de agosto. Gustavo Petro puntuó una improvisación de media hora con un lápiz en la mano, que servía de batuta de director.

Estuvo en un púlpito flanqueado por la cúpula castrense, por varios ministros, además de cientos de miembros de las fuerzas de seguridad, frente a la inmensa explanada de la Escuela de Cadetes General Santander, el centro de formación policial más importante de Colombia. , en Bogotá. El objetivo era inaugurar la nueva dirección de la Policía Nacional.

Allí se consolidó el cambio de mando de las Fuerzas Armadas más atrevido jamás realizado en el país. “Hasta ahora hemos medido la eficiencia de la seguridad por el número de muertos o detenidos en cada actuación policial. Los indicadores no han mejorado, al contrario”, subrayó, oponiéndose a los lineamientos violentos de las últimas décadas.

Un resumen rápido. La ceremonia representó un paso decisivo en una articulación iniciada antes de la inauguración y oficializada exactamente una semana antes, el 12 de agosto. Ese día, el presidente anunció el traslado forzoso de nada menos que 52 generales a la reserva, abriendo 24 puestos de mando en la Policía Nacional, 16 en el Ejército, 6 en la Armada y 6 más en la Fuerza Aérea.

Sin sutilezas, el mandatario avanzó sobre instituciones consideradas intocables en América Latina, al tiempo que buscó alejar potenciales amenazas al futuro de su administración. Durante la campaña, el entonces candidato fue fuertemente criticado por el general Eduardo Zapatero, comandante y representante del ala más dura del Ejército, quien lo llamó “político” por denunciar constantes amenazas armadas. El entonces ministro de Defensa, Diogo Molano, se sumó al coro acusando de mentiroso al líder de la coalición Pacto Histórico.

El 27 de junio, una semana después de la victoria, al ser preguntado por las Fuerzas Armadas, en una entrevista con el diario el país, Gustavo Petro afirmó que su “cumbre estuvo muy impulsada por la línea política del gobierno que llega a su fin” Y corrigió: “Este camino es insostenible. (…) Hay corrientes de extrema derecha que hay que eliminar. Algunos están proclamando golpes de estado y cosas así”. Al día siguiente, Eduardo Zapatero solicitó su fichaje por el filial.

Así, los cambios quedaron cantados de piedra. Lo sorprendente fue su longitud. “Nunca antes en la historia de este país ha habido una barrida tan arrolladora como la que acaba de realizar el presidente y su ministro de Defensa, Iván Velásquez”, bromeó. El colombiano, diario centenario de Medellín, en el último día 13.

Iván Velásquez, abogado y diplomático de 67 años, es un experimentado defensor de los derechos humanos y entre 2013 y 16 dirigió la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala. Notorio opositor de Álvaro Uribe, su postulación encarna un claro mensaje, destaca el portal la silla vacia: "La prioridad oficial será una reforma radical en las Fuerzas Armadas, en lugar de extender una bandera blanca a sectores civiles y militares molestos con el giro a la izquierda en la presidencia". A estas iniciativas se suma el anuncio de una reforma tributaria progresiva, encaminada a gravar las utilidades y dividendos en la cúspide de la pirámide social.

Gustavo Petro parece poner en práctica dos enseñanzas clásicas de la vida política. El primero es la frase de Maquiavelo: “El mal bien empleado (…) es el que se hace de golpe, por necesidad de seguridad”. Traído al presente y vaciado de sus aspectos morales, su idea central implica no vacilar en desafiar intereses consolidados. La segunda es la métrica de 1933 días, establecida por Franklin Delano Roosevelt poco después de asumir el cargo, en marzo de XNUMX, cuando Estados Unidos estaba experimentando el apogeo de la Gran Depresión. En muy poco tiempo, aprovechando la legitimidad recién conferida por las urnas, el mandatario envió al Congreso más de un centenar de proyectos de inversión, creación de empresas, fondos de inversión y acciones encaminadas a paliar de inmediato el drama social que vive la población. comenzó allí New Deal.

Las raíces de los cambios en el ámbito militar también hay que buscarlas en el acuerdo de paz establecido entre el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-18) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en noviembre de 2016, para institucionalizar el proceso: (1) La Comisión de la Verdad, encargada de esclarecer los crímenes contra los derechos humanos cometidos durante más de seis décadas de conflicto armado; (2) La Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas (UBPD), que tiene un plazo de 20 años para tratar de encontrar e identificar el destino de alrededor de 120 personas en el período, y (3) La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que está responsable de resolver intrincadas controversias en el campo de los derechos humanos. Estos son todavía procesos en curso.

A esto se suman dos factores políticos: el desgaste de la brutal represión de los gobiernos de Álvaro Uribe e Iván Duque (2018-22). Las iniciativas dieron carta blanca a sectores paramilitares vinculados al ejército para promover ejecuciones sumarias en movimientos sociales y en una feroz represión a las multitudinarias protestas callejeras de 2021, por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad). Es una especie de tropa de choque de la Policía Nacional, creada en 1999 para contener manifestaciones populares.

La impopularidad del uribismo contaminó los cuerpos represores del Estado. La intervención llevada a cabo por el gobierno recién juramentado ha sufrido hasta ahora poca resistencia social, además de tener divisiones dentro de las propias fuerzas.

Las elecciones presidenciales mostraron un país dividido. La victoria de Petro sobre Rodolfo Hernández, de derecha, fue del 50,44% al 47,31% de los votos. En lugar de buscar algún tipo de compromiso programático con el contrincante de la víspera, el mandatario reafirma su disposición a enfrentar tabúes atávicos de la sociedad, sin caer en peripecias intrascendentes.

*Gilberto Maringoni, es periodista, dibujante y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Federal del ABC (UFABC).

Publicado originalmente en Carta Capital

 

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