por WALNICE NOGUEIRA GALVÃO*
Algunas ficciones literarias de los siglos XIX y XX que aportan un acento intimista
Em El hombre del abrigo rojo, un éxito de ventas, Julian Barnes esboza una gran cantidad de información sobre el Belle Époque, en los radiantes centros que eran París y Londres, brindando al lector una visión general vívida. Académico, tiene la oportunidad de descubrir información inverosímil, como en un artículo de Revisión de libros de Londres (7.4.2022), donde, justo en los primeros párrafos, ofrece tres novedades de sarapantar. Vayamos hacia ellos.
En primer lugar, afirma que fue el teórico italiano Ricciotto Canudo quien bautizó al cine con el título de “Séptimo Arte”, en 1911. En segundo lugar, comenta una postal (¡que tiene!) en la que Puccini y un amigo hacen trucos. Y en tercer lugar, decreta que la expresión “momento decisivo”, atribuida a Cartier-Bresson, fue en realidad acuñada por el cardenal de Retz en el siglo XVII. Por cierto, Julian Barnes oculta el hecho de que la información proviene del propio fotógrafo, citando explícitamente al cardenal de Retz.
Entre las ficciones literarias que tratan del esnobismo nacional inglés, la más famosa tal vez sea incluso Brideshead revisitado, por Evelyn Waugh. O la impresión deriva de haber dado tanta descendencia en tantos tiempos. Una mordaz observación de Gore Vidal, que era un maestro en ellas, afirma que Evelyn Waugh tuvo la suerte de que su libro contuviera varias telenovelas, que se fueron desarrollando… De sus obras, la más conocida en Brasil es el best-seller los queridos, caricatura feroz e hilarante de los Estados Unidos y los estadounidenses, filtrada a través de sus extrañas costumbres funerarias.
Pero ahora hay quienes piensan que en términos de sátira íntima sobre la clase dominante inglesa, las novelas de Nancy Mitford son mucho mejores. Y todavía hay quienes prefieren algunos de los más raros escritos por sus hermanas, como las memorias familiares que, entre otras, escribió Jessica Mitford, muy apropiadamente tituladas honores y rebeldes. Las seis hermanas eran realmente de la pala y entre ellas había incluso amigas personales de Adolf Hitler.
Está justo al comienzo de cabeza de novia que el lector recibe un verdadero compendio de esnobismo, en un monólogo de diez páginas pronunciado en voz alta por Anthony Branchan, un personaje gay que sobresale en los gestos gay. Pero también le gusta alardear de sus aventuras con mujeres, siempre que sean celebridades... y probablemente inventadas. Es dado a los rostros, pero también lo es Sebastián, el protagonista.
Como tema más amplio, de hecho querido por el romance de formación, tenemos una constante en esta novela del siglo XX: el amor mal utilizado y con connotaciones de clase, en el que alguien, el héroe o la heroína, perteneciente a una capa subordinada, es deslumbrado por alguien en las capas superiores. Superar este interés erróneo es parte del proceso de maduración y llegada a la edad adulta. El tema aparece vagando por estas novelas.
Es común, aunque no exclusivo, que aparezca envuelto en un aura homosexual, como en cabeza de novia, en el que Sebastián, objeto de múltiples deseos, además de ser aristocrático y sumamente rico, también es de una belleza única, que atrae a hombres y mujeres.
Incluso EM Forster, en Mauricio (novela y película) sigue la estela de las costumbres de las clases altas, en esta novela homosexual más o menos reprimida o clandestina, en la que, como en cabeza de novia, el inferior se enamora del superior de clase. Los elementos me resultan familiares: la Universidad de Cambridge, el amigo aristocrático, etc. El encanto de la clase es muy común en esta literatura, incluso en Proust.
Pero puede ser heterosexual. Y Rosamond Lehman, con polvo (respuesta polvorienta), la heroína tiene aventuras con cuatro de sus cinco primos de al lado. Sólo entonces se sentiría libre de llevar su propia vida, sin ilusiones del pasado. Cosa rara: es una novela de educación femenina.
En la gran novela realista del siglo XIX, expresión individualista de la burguesía en ascenso al poder, en la que se confunde educación con el proyecto de “salir adelante en la vida”, el protagonista es invariablemente un hombre, y en general su nombre da la reservar su título. Es rarísimo que la protagonista sea una mujer, y aun así no conseguirá sobrevivir: fíjate en los dos más destacables, que acaban en suicidio. Anna Karenina y Madame Bovary. Y ello a pesar de la desbordante simpatía con que los autores los tratan. Pero Rosamond Lehman ya puede permitir que su heroína sobreviva.
*Walnice Nogueira Galvão Profesor Emérito de la FFLCH de la USP. Autor, entre otros libros, de leyendo y releyendo (Sesc\Ouro sobre azul).
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