samba a paulista

Imagen: Jaime Prades (Jornal de Resenhas)
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por WALNICE NOGUEIRA GALVÃO*

Prólogo a la primera biografía de Germano Mathias

Difícilmente habrá alguien que no conozca a Germano Mathias. ¿Recordar? ¿El del sombrerito y la lata de grasa? ¿El “erudito de samba”? El as de la samba de São Paulo, que no sería lo mismo sin este aporte, quedó asociado para siempre al mayor éxito de su autoría, Mi nega en la ventana. Pero, incluso para quienes son sus fans, a nadie le faltó todavía la intimidad que permite esta primera biografía. Sambexplicit – La vida salvaje de Germano Mathias (La jirafa), escrito con amor y cariño por Caio Silveira Ramos.

Una figura ineludible, Germano está tallado en la misma tapicería que otro bardo notable en la ciudad, Adoniran Barbosa. Aparte de la extracción popular, tienen en común -lo que las hace tan singulares- la inmersión en el crisol de una cierta “cultura de la periferia”, propia de esta megalópolis en su forma más original. Sus héroes son, en cierto sentido, marginados, en la medida en que sobreviven a base de expedientes, y con mucho humor, gracias a la agitación en los intersticios de la trama urbana. Los socios de Picardía se encuentran en los cuentos de João Antonio.

El autor argumenta que esta música tiene raíces autónomas en la llamada samba rural paulista, ya estudiada por Mário de Andrade, y en sus numerosas variantes. Sin mencionar que la radio reunirá influencias: Germano se inspirará en las melodías de las colinas de Río de Janeiro, especialmente las de las décadas de 1940 y 1950, que ahora son clásicas.

De esta manera entramos en contacto con los personajes que pueblan el arte y la vida de Germano: parias en general, pillos, putas, samba, valientes y tambaleantes de Barra Funda, de los barrios deteriorados del Centro, de Parque Peruche allá en Casa Verde, así como de círculos de samba, radios, tabernas, gafieiras; por no mencionar el bocas. Y de las escuelas de samba a las que asistió Germano, saliendo en el ala de la sartén de Rosas Negras y Lavapés. Con un currículum impresionante como artista de radio, realizó miles de shows en clubes nocturnos y giras por todo el país. No se sabe cómo, aún encontraba tiempo para tocar la cuíca, durante dos años, en los desfiles del carnaval de Mangueira.

Aprendemos que el ídolo y modelo a seguir de Germano es Caco Velho, el gran compositor e intérprete que fue crucial para la definición de la música popular en Pauliceia.. Tampoco nos dimos cuenta del papel de Germano en descubrir talentos y ser el primero en cantarlos, publicitarlos y grabarlos. En el futuro serían famosos, tanto los de São Paulo, como Jorge Costa, Geraldo Filme, Kazinho y Elzo Augusto, como los de Río, como Martinho da Vila, o Zé Kéti, que le encomendaron el lanzamiento de sus obras. Grabó 25 composiciones solo para el primero, rivalizando con la suya y recordando a Noite Ilustrada. Este excelente cantor, que tanto contribuyó al proceso de dar forma a la samba típica de la capital, grabaría, en medio de una infinidad de hits (como los de Paulo Vanzolini), otros once del mismo Jorge Costa.

La trayectoria de Germano, desde su nacimiento como paulista en Pari, se perfila en constantes movilidades y cambios de domicilio, en medio de su vida como artista. Convirtiéndose así en un verdadero compendio de lo que puede ser el destino de los pobres en la ciudad tentacular, tan inhóspita. Perdió la cuenta de las casas en las que vivía y los barrios que lo albergaban. Destaca en importancia aquellas en las que marcó permanencia, como Barra Funda –“Barra Funda” fue uno de sus primeros noms de guerre– o aquellas a las que acabó volviendo con constancia. Hoy vive en el conjunto habitacional Vila Brasilândia, ubicado en una favela, en Parada de Taipas, en el cuarto piso sin ascensor, pagado a plazos hasta donde alcanza la vista. Es donde vive, casado y asentado después de décadas de juerga ejemplar.

En su carrera tuvo altibajos, pasando por momentos de ostracismo, en los que ni las discográficas ni las promotoras de conciertos le brindaron oportunidades. Aún hoy, la batalla no se ha enfriado, cuando el artista no puede dormirse en los laureles de la fama y disfrutar de la tranquilidad.

Lata de grasa (la tampón de grasa), donde golpea su propio acompañamiento, proviene de su frecuentación de los limpiabotas de la Praça da Sé. Además de la percusión, con ellos aprendió los trucos de juncia, versión más modesta de la patada y la capoeira que incorporaría a sus actuaciones.

Germano insiste en que compone y canta el género que él llama samba sincopada, diferente a la samba de breque – y en eso, el campeón, una de sus admiraciones, siempre ha sido Moreira da Silva. Bueno, dirá el lector, pero ¿no es toda la samba sincopada? ¿No es exactamente la síncopa lo que caracteriza el compás de la samba? Si lo es, pero en este caso es una samba más sincopado de lo habitual. Es el ataque “avanzado” del surdo, donde cae la tónica o el acento más fuerte, después de todo, lo que caracteriza al género. Que acaba siendo, por tanto, más sacudida, más encumbrada, más balanceada. Germano opina que el surdo “retrasado” hace que la samba sea menos caliente, más suave, con menos énfasis: en su opinión, la samba pierde su alegría. Y señala a Caco Velho como almas gemelas, como siempre, además de sus favoritos Jorge Costa y Zé Keti; pero también el compositor Geraldo Pereira, o, en la filigrana de la voz, Jackson do Pandeiro y Ciro Monteiro.

Nótese el predominio del swing, el buen balanceo y el uso de la improvisación. La canción va y viene, a veces avanzando, a veces deteniéndose en la melodía y el ritmo, sobrevolando los límites de los compases. Reina la improvisación, con fragmentos, frenos, golpes, así como la división del fraseo que varía con cada interpretación, pudiendo incluso aparecer en el bis. Vale la pena señalar la fuerte interferencia del lenguaje corporal: trucos, samba en el pie, caer, patear, barrer, esquivar.

Germano decreta que pocos podrán cantarla, porque, dice, la división, muy difícil y sutil, no es para todos. En su opinión, la moda hoy tiende a lo “tardío”, y prescinde de la observancia de la estrategia en la que él es un virtuoso: canción y ritmo nunca van al unísono, despegando y persiguiéndose, sin conflicto abierto, más bien negando coquetamente. unos y otros.

Imprescindible recordar que se trata de un género lúdico, lleno de humor, dado a la caricatura, comentarista de las trampas de la suerte, satírico pero sin amargura, con énfasis en el chiste. En su acento plebeyo de paulistano de la periferia, se destaca la primacía de la irreverencia de Germano.

En el escenario, se puede ver cómo imita la cuíca y el trombón con su voz, como una ginga, cómo hace esos pasos tramposos, cómo se desliza sobre el miudinho pareciendo que anda en patines, cómo realiza el paso de canguro (un salto con ambos pies, al caer, el golpe marca el freno). Y el fluir del discurso narrando fábulas salvajes. Las interpretaciones son inolvidables, y quizás le hagan más justicia que la grabación “fría” en el estudio.

Una palabra sobre el estilo de Caio Silveira Ramos. Como ya indica el título, el autor transgrede el discurso convencional de la biografía, para encarnar en la materialidad del lenguaje algo de la experiencia concreta del biografiado. Así, el texto se llena de la jerga de las redes sociales que el artista cruzó y que aparecen en sus sambas – no digas malandro, di malaco. Pero la investigación básica, tanto documental como discográfica, se quita el sombrero. El autor no rehuye iniciar discusiones sobre puntos controvertidos de nuestra música popular, demostrando cuánto sabe y domina.

También descarta largas explicaciones, creando fórmulas sintéticas para dar cuenta sucintamente de lo que está hablando. De esta forma, el texto se interesa por sí mismo, por su invención y creatividad. ¿Un ejemplo? “Pues, en su día, cuando era un pracá-otro pralá, el malaco grabó otro elepê, esta vez de Beverly, sacado de la pulcra samba de la curriola que le gusta y todo enfarolado por la cuíca de Osvaldinho, que está poseído por el espíritu de Boca de Ouro, rompió en broma y entre lágrimas”.

Leer el libro es un placer, Germano Mathias se estampa como una gran figura y un gran sambista que fue guiado durante toda su vida por una inigualable integridad en su arte. O, como diría Noel Rosa, respetando las “reglas del arte”. No se hizo rico, no se convirtió en una celebridad. Y como el estilo del autor prende, queda por decir que este sestroso malaco, antiguo vecino del Palacete dos Mendigos en la esquina de Rua Aurora y Santa Ifigênia, dueño del pulo do gato y bueno para el perro, paleta de abilolados, merecía ganar un libro aunque no hubiera compuesto cientos de sambas sino sólo Guarda su sandalia.

*Walnice Nogueira Galvão es Profesor Emérito de la FFLCH-USP. Autor, entre otros libros, de leyendo y releyendo (Sesc / Oro sobre azul).

referencia

Caio Silveira Ramos Sambexplicit – La vida salvaje de Germano Mathias. São Paulo, La jirafa, 2008.

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